La política
turística en México desde el modelo de calidad total: un reto de competitividad
Tourism policy
in Mexico from the viewpoint of the total quality model: a competitiveness
challenge
Irma Magaña-Carrillo*
Abstract
This
article analyses the Mexican public policies focussed
into tourism that, according to the development plans, have as a main objective
to “make of Mexico a competitive product for tourism”. It is due to this fact
that tourism enterprises look for development under schemes of total quality
control in order to enter the global tourist markets. The aim of this study is
to identify the areas of opportunity for Mexico as a tourist destination, as
well as to define proposals that improve the management and strategic planning
of the Mexican tourism.
Keywords: tourism policy in Mexico, tourism public
administration, total quality control, competitiveness, top management.
Resumen
En el presente
artículo se analizan las políticas públicas mexicanas enfocadas al turismo que
–según se desprende de los planes de desarrollo– tienen como estrategia central
hacer de México un producto turístico competitivo. Es por esa razón que las empresas
turísticas buscan desarrollarse bajo esquemas de control
total de calidad, con
la finalidad de posicionarse en los mercados turísticos globales. El objetivo
de esta investigación es identificar las áreas de oportunidad que tiene México
como destino turístico, así como definir propuestas para mejorar la dirección y
planeación estratégicas del turismo mexicano.
Palabras clave:
política turística en México, administración pública del turismo, control total
de calidad, competitividad, alta dirección.
*
Universidad de Colima, México. Correo-e: irma@ucol.mx
Introducción
El presente
artículo es el resultado de la investigación “Propuesta para implementar la
cultura de servicio de calidad total en los negocios turísticos”, definiendo
las estrategias para presentar a México como un destino turístico atractivo
para el mercado Asia-Pacífico y hacerlo un miembro más activo en la Pacific Asia Travel Association (pata)
en el siglo xxi,
realizada en Japón
durante los años 2001 a 2004. La investigación se enmarcó en la línea de “El
modelo de servir con calidad total en el servicio”.
Como tal, este
artículo pretende explicar la falta de competitividad del producto
turístico México
desde una de las perspectivas posibles: la ausencia de líneas de acción de la
política turística mexicana que atienda el fortalecimiento de la cultura
empresarial del sector privado desde la alta dirección, utilizando siempre
–como enfoque en el análisis de las políticas– la filosofía del modelo de
calidad total.
La investigación
de la que se desprende este texto tuvo como objetivo general identificar los
factores-componentes que forman una cultura de servicio de calidad total en los
productos y servicios turísticos en Japón, en los ámbitos directivo y
operativo; asimismo, propone el diseño e implementación de un modelo de
servicio de calidad total para el sector turístico en México e identificar las
acciones necesarias para llevar a cabo una participación activa y productiva en
la pata.
Uno de los
objetivos particulares fue analizar las políticas turísticas desde el marco del
Plan Nacional de Desarrollo (pnd)
y su concepción en las diferentes acciones contempladas en los planes
nacionales de turismo (pnt); con
el fin de saber cuáles son las áreas de oportunidad y definir propuestas para
mejorar el grado de competitividad del producto turístico México en los mercados mundiales.
Considerando la
metodología que se utilizó para lograr los objetivos de este proyecto, se traza
una estrategia basada en la siguiente pregunta de investigación: ¿qué
estrategias necesita México para implementar en su oferta turística un sistema
de servicio de calidad total?
En este proyecto
se propuso una metodología que combinó la aplicación de fuentes bibliográficas
e instrumentos cualitativos (entrevistas en profundidad y observación
participativa y no participativa). Estas técnicas se aplicaron a empresarios
japoneses en el propio Japón, durante un periodo de tres años.
Las variables
que se seleccionaron son: satisfacción y expectativas del cliente externo, así
como la lealtad de éste a sus proveedores. Se observó y midió en algunas
unidades económicas japonesas –que son las más representativas de la actividad
turística en México– como: hoteles, restaurantes, bares, transporte, así como
en operadoras y agencias de viajes (estas últimas se agregaron por su efecto en
el mercado japonés).
Desde este
enfoque, y con base en la investigación doctoral realizada, el presente
artículo intenta un acercamiento al desarrollo de la actividad turística en el
México moderno, desde la política pública, mediante los planes nacionales de
desarrollo y los programas nacionales de turismo llevados a cabo desde 1976,
incluido el ahora Programa Sectorial de Turismo (pst) 2007-2012. Dicho acercamiento es la base que impulsó la
investigación, por lo que se recupera en este texto para, a partir del enfoque
del modelo de calidad total, intentar explicar y comprender el bajo perfil
competitivo de México como destino turístico.
Cabe señalar que
el turismo es una actividad que en México tiene una importancia vital por su
aportación al producto interno y a la balanza de pagos. Esta relevancia también
se refleja en la presencia del sector en los programas de desarrollo nacional,
por lo que se hacen necesarias políticas públicas orientadas a lograr que
nuestro país sea competitivo en los mercados turísticos mundiales.
Por ende, es
importante analizar a México en el contexto internacional turístico desde los
resultados de la aplicación de las políticas públicas llevadas a cabo, ya que
su papel de destino turístico implica, entre otras cosas, valorar lo que se ha hecho
hasta ahora en esta materia. En este trabajo se aborda la historia del turismo
reflejada en la estructura política nacional, desde que nace la política
pública para el turismo en México, en 1949.
A lo largo de
este artículo se utiliza como fundamento los conceptos de gobierno y su efecto
en el turismo; el de la política pública turística como eje de las acciones
gubernamentales y el papel de la administración pública; en otro apartado se
aborda la trascendencia de la figura de alta dirección en las empresas para,
finalmente, presentar aspectos relacionados con la competitividad y sus
distintos enfoques.
Las conclusiones
de este texto se tratan a manera de experiencia reflexiva; y pretenden mostrar
áreas de oportunidad específicas para la acción gubernamental, desde el ámbito
legislativo, para la actividad turística en México.
1. El gobierno y la
política turística en México: 1976-2012
El gobierno juega
un papel definitivo en el desarrollo de la actividad turística de México, pues
es quien tiene el poder de crear políticas públicas, así como el marco de
acción legal y financiero que el turismo requiere para su desarrollo.
Principalmente, el Estado puede proveer al turismo infraestructura y “puede
igualmente controlar la ‘industria’ y sus actividades en virtud de lograr que
las actividades y los estándares de seguridad se mantengan en el interés
público” (Elliot, 1997: 4).
Otro papel
importante del gobierno es el de generar la estructura administrativa para
diseñar productos turísticos con base en insumos clave como: los recursos
naturales y los hechos por el ser humano, las tradiciones, las costumbres, la
gastronomía, el folklor, entre otros; además de que impulsa la promoción, el
fomento al desarrollo, el financiamiento y el estudio del turismo. La
administración es la estructura funcional que se requiere para hacer realidad
palabras y promesas de políticos. El turismo, para que sea efectivo, no puede
atenerse a declaraciones, programas y planes sin ningún soporte real de
ejecución. La justificación de la administración pública en el turismo sólo es posible
por medio de resultados, es decir, su práctica y desempeño deberá reflejar
validación, legitimidad, profesionalismo, efectividad y eficacia.
Una más de sus
responsabilidades, en el ámbito cultural, la señala Elliot,
quien nos dice que el gobierno “está involucrado en el turismo no sólo viéndolo
como industria lucrativa; sino también como experiencia educativa y cultural
tanto para los turistas como para la comunidad receptora. El turismo no sólo
tiene impacto económico, sino medioambiental y en la cultura local” (1997: 4).
Los encuentros culturales que genera este sector provocan un aculturamiento, donde los participantes conviven y tratan
de aceptarse, al tiempo que mezclan sus costumbres. También en este sentido
debe actuar el gobierno, y no sólo por las ganancias económicas que genera el
turismo, sino por los beneficios cualitativos que implica, a fin de tener un
mejor efecto e imagen en el ámbito internacional como destino turístico: ser un
país seguro, de fácil oferta para el cliente-turista del mundo.
La forma en que
se administre el turismo dependerá de la propia cultura política del país y de
la ideología de su gobierno. Elliot señala que “un
gobierno será tan activo en el manejo del turismo, dependiendo de su ideología
política y la importancia que le da a esta actividad” (1997: 17). Por ejemplo,
para el caso México, en el pnt
2001-2006 y en el pst 2007-2012
queda claro que hay un avance en las declaraciones del Poder Ejecutivo acerca
de la importancia que representa esta actividad. Sin embargo, en sexenios
anteriores se le dio poca atención a las declaraciones en beneficio de este
sector.
Es importante
señalar que, de acuerdo con Elliot (1997), gobierno
se refiere a las instituciones y procesos mediante los cuales la sociedad puede
tomar, imponer y hacer cumplir decisiones. La administración pública, por su
parte, es responsable de dirigir organizaciones que busquen lograr los
objetivos del gobierno, al igual que formular e implementar política pública.
La administración pública participa en el sistema político y con la sociedad
debido a que hay ciertos principios generales que se deben seguir y el gobierno
es el responsable de implementarlos. Cuanto más se cumplan estos principios y
en cómo se interpreten dependerá de la cultura política nacional y del gobierno
(Elliot, 1997: 40).
Por su parte,
para López Palomeque también queda claro que debemos
comprender el papel de la administración pública en relación con el turismo:
“La intervención de la administración pública en el sector turístico en el último
medio siglo […], formalizado en lo que se denomina política turística, se ha
ido adaptando a los factores condicionantes y a las diversas necesidades del
sector [y a] la evolución y los cambios en la organización de la administración
turística y en política turística durante las últimas décadas” (2004: 36).
El sistema
político se entiende como un patrón persistente de relaciones humanas que
implica, en gran medida, poder, dominio y autoridad. Quienes detentan el poder
poseen, entre otras, las capacidades para vencer una resistencia y para
modificar el comportamiento de otros, o incluso de detenerlos, de obtener lo
que ellos quieran. El poder determina quién obtiene qué, cuándo y cómo (Elliot, 1997).
Por tanto,
entender que la política pública es útil para aplicar acciones que sigue un
actor (o grupo de actores) para resolver algún problema o asunto de interés,
deja en claro la relación con la administración pública y la importancia del
gobierno en todos los sentidos. Éste ha demostrado interés por el turismo
debido a los efectos económicos y los usos sociales que genera en la economía
del país. Las creencias y valores ideológicos y filosóficos del sistema
político definen el alcance de cada gobierno para intervenir en el sistema
económico, en el papel del sector privado y, por ejemplo, en qué tanto soporte
y financiamiento se le otorgará al turismo (Elliot,
1997).
Joseph Ivars Baidal señala que “los
planes no se implementan, las leyes y las políticas no se imponen y el
desarrollo turístico no se controla, en parte por el fallo de las
organizaciones gubernamentales administrativas” (2003: 19); lo que revela que
el gobierno es irremplazable en la apropiada respuesta a las necesidades que el
mismo sector demanda. Cabe, entonces, hacer hincapié no sólo en el cometido del
gobierno en su participación en el turismo, sino que es necesario comprender
conceptos como la política económica y, por ende, la política turística.
José Silvestre
Méndez define la política turística como “un conjunto de acciones que realiza el
Estado en materia turística con el fin de fomentar el turismo interno y externo
y las actividades ligadas a éste” (1998: 35). Las políticas turísticas
provienen de las políticas económicas, que se generan para marcar pautas de
acción del gobierno en asuntos generales de nivel macro. La actividad turística
no se puede aislar de un entorno económico, el cual es necesario para que
exista en un mercado global.
Así, por medio
de la política pública se establecen las acciones del gobierno en materia de
turismo, haciéndolas posibles desde su misma estructura pública, que es la
administración pública misma. Es importante señalar que cuando se toma la
decisión de establecer una política turística, se debe contemplar –a un mismo
tiempo– el organismo responsable de su ejecución, el cual “asumirá el diseño de
las acciones que considere adecuadas para satisfacer, dentro de un orden de
prioridades, las metas generales que acotan la política turística seleccionada”
(wahab, 1992: 216).
Para que el
turismo esté presente en un mercado se requiere que sea un producto; entonces,
es necesaria la convergencia de otras actividades económicas; con esto se logra
que la política turística contemple tal relación en todo su contexto, efectos y
usos sociales. Sin embargo, debido a lo complejo de esa relación, la propuesta
al Poder Legislativo de la política turística –en su mayoría– no es integral,
con las consecuencias negativas que esto conlleva en las que quedan de
manifiesto sus efectos y usos sociales, así como la desintegración de su
esencia misma. López Palomeque reconoce que “las
particularidades del sector turístico, en definitiva, lo hacen especialmente
receptivo a numerosas políticas instrumentales. Resulta oportuno señalar que el
turismo, como actividad económica receptora de divisas, de creación de riqueza
y de empleo, está igualmente condicionado por otras políticas instrumentales,
que […] permiten el logro de objetivos propios de políticas económicas
finalistas, tal como sería el caso del equilibrio económico exterior” (2004:
13-14).
Por su
naturaleza, el turismo requiere de una atención especial y cuidado en el diseño
de las políticas para lograr sus objetivos estratégicos, operativos y, en
consecuencia, sus metas; lo cual exige conocer la versatilidad de este sector
para que la política pública responda a las necesidades de las comunidades que
participan, directa o indirectamente, en la servucción[1] del producto turístico (Magaña,
2005). López Palomeque señala que “la especial
dificultad de delimitar las actividades estrictamente turísticas, eleva la
complejidad en el momento de afrontar el diseño de una política turística”
(2004: 14).
La falta de
conocimiento que se llega a tener en el diseño de la política pública turística
provoca que los resultados no produzcan beneficios, pues de acuerdo con López Palomeque, “Las restricciones internas que reducen la
viabilidad y éxito en ese proceso de formulación pueden ser, entre otras,
regulando la calidad de los establecimientos de oferta, el uso de los recursos
turísticos por los residentes, la capacitación de los recursos humanos, la
disponibilidad de suelo y el volumen de inversiones (2004: 17). Estas
consideraciones muestran los resultados no competitivos en los mercados, donde
se involucra directamente la satisfacción del cliente (interno o externo) del producto turístico.
Es necesario
agregar el hecho de que la naturaleza de los sitios donde se encuentren los
recursos turísticos tiene sus propias características; por tanto, la política
necesita incluir cada uno de estos elementos para que el beneficio sea
efectivo. En consecuencia: “Los objetivos de la política turística son
numerosos y divergentes para cada zona, región o país, además de que van a
depender de los productos turísticos existentes y de las motivaciones y
directrices de las autoridades responsables de institucionalizar la política
turística” (Monfort, 2000: 15).
La intervención
de la administración pública en este sector en el último medio siglo se
formalizó en lo que se denomina política turística, la cual se ha ido adaptando a las
condiciones y a las diversas necesidades del sector. Esta intervención se
justifica en la participación y regulación de la naturaleza de los recursos,
productos y espacios, así como en el significado que tiene el lugar o el
espacio como producto turístico. López Palomeque
concibe esta relación como la “que permite conseguir la calidad y la
competitividad de los destinos-productos turísticos” (2004: 39).
Asimismo cabe
mencionar un ejemplo de la relación positiva entre política y recurso turístico:
es el caso de Cataluña, donde la participación de la administración pública en
el sistema turístico, aunque por motivos distintos a la intervención
tradicional, durante décadas ha permitido el desarrollo turístico de esa
región. También queda claro cómo, histórica y espacialmente, el turismo ha
recibido un fuerte apoyo: “en el proceso de conformación del modelo turístico
catalán, la administración pública ha desempeñado un papel clave, ha
constituido uno de los factores de desarrollo del turismo en Cataluña” (López Palomeque, 2004: 36).
Así, el gobierno
es responsable de la política pública y su administración, pero es necesario
resaltar su naturaleza sociopolítica en el contexto de la sociedad en general,
y específicamente en los beneficios o no del sector turístico como clientes
finales. La política
pública es el instrumento del gobierno para satisfacer al turismo en sus
necesidades y expectativas, por tanto, es fundamental que tales políticas se
diseñen apegadas a una metodología. Se debe considerar, entonces, que la
política pública es más que técnica, requiere alcanzar resultados y que los
actores del sector turístico, como empresas y organizaciones, incluida la
academia, participen de manera coordinada y con base en acuerdos con el
gobierno. De esta manera es posible generar la política pública turística
necesaria para ser y hacer competitivo como producto al destino
turístico México.
1.1. La evolución de
la política turística en México: una perspectiva desde el modelo de calidad
total
Con base en el
análisis de las políticas turísticas elaborado por Alfonso Jiménez (1993),
desde el enfoque del modelo de calidad total, se realizó un mapeo de las
acciones de la política turística a partir de 1949 para identificar qué
acciones han sido congruentes con la perspectiva integral de este modelo. No
hay duda del impulso y crecimiento en el sector turismo, pero intentamos
explicar por qué en la actualidad no es competitivo; en contraste, el modelo de
calidad total sí ha comprobado su efectividad.
En esta sección
nos referimos, de manera general, al proceso que México ha seguido para que se
reconozca al turismo como una actividad económicamente importante. De acuerdo
con la información del Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (cesop), del Congreso de la Unión (2006),
en el desarrollo del turismo moderno mexicano en relación con el internacional
se pueden identificar tres periodos: el primero, después de 1945, al final de
la segunda Guerra Mundial hasta la introducción de la aviación comercial, en 1958;
el segundo comprende de 1959 a 1970, momento crítico para el turismo mexicano,
pues comienza la planeación de los centros turísticos; y el tercero a partir de
1973, cuando comienza la operación de estos centros y se observan los primeros
resultados.
Considerando la
condiciones que prevalecían al final de la segunda Guerra Mundial, México tuvo
una disminución en sus exportaciones, principalmente a su mercado natural:
Estados Unidos. Fue entonces que el gobierno tomó la decisión de desarrollar al
país por medio de la industrialización; pero no se tenían capitales ni las
inversiones para impulsarla. En este momento crítico, Miguel Alemán Valdés
(1946-1952) se convirtió en el primer presidente de México que identificó al
turismo como un fenómeno económico; vio que por medio de éste se podían obtener
las divisas que permitirían financiar la industria de la transformación.
Durante su campaña en 1946 presentó la “Declaración Turística” o “Carta
Turística”, en la que resaltaba que el turismo nacional y extranjero serían
útiles para desarrollar muchas zonas del país (Jiménez, 1993).
En este primer
momento se identificó al turismo como simple recurso
económico; pues era
claro que el interés del gobierno era manejar al turismo sólo como una fuente
de ingresos para desarrollar la industria de la transformación mexicana. Debido
a que no se elaboraron estudios al respecto, en esa época no se concebía
establecer un proyecto integral para el país, no hubo una planeación para la
actividad económica en su conjunto y se desconocía el potencial del turismo
para México. Por tanto, no se forma una visión en el tiempo y en el espacio de
lo que México quería ser turísticamente en el futuro, el cual hoy es su
presente, pero limitado.
Para concluir
con el periodo de Miguel Alemán, durante su gobierno se crearon los primeros
polos turísticos, hoy conocidos como destinos tradicionales: Acapulco, Manzanillo, Mazatlán,
Puerto Vallarta, Cabo San Lucas, Cozumel, Isla Mujeres, Veracruz, Mérida,
Guadalajara y la ciudad de México. Se puede decir, entonces, que es en ese
sexenio que México se ocupa del turismo y en 1949 se promulga la primera Ley
Federal de Turismo (cesop, 2006).
Durante la
administración de Adolfo Ruiz Cortines (1952-1958), también desde una
perspectiva económica, se fomenta la actividad turística dirigida sobre todo
hacia el interior del país. Se creó el sistema de carreteras nacionales; en
1958 se impulsó el desarrollo hotelero: en 1946 se contaba con 4,200
habitaciones, que para 1958 había aumentado a 82,438 en 2,998 hoteles (Jiménez, 1993). De acuerdo con
los anterior, es posible afirmar que en estos dos sexenios se fortaleció la
infraestructura turística: desde carreteras hasta centrales de autobuses y
comenzaron a operar algunas líneas aéreas internacionales, con lo que también
se establecieron los cimientos de la industria turística institucional.
Como se puede
ver, no se produjo un concepto de administración integral para manejar de forma
planeada la actividad y los productos turísticos (por ejemplo, destinos turísticos),
es decir, se proyecta a México como destino turístico sin considerar la
necesidad imperiosa de capacitar integralmente a un sector que estaba naciendo;
no se identificaron efectos, beneficios, tendencias, entre otros, porque no se
estudió al turismo en su esencia, identificando lo que es y representa.
Los presidentes
Adolfo López Mateos (1958-1964) y Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) fomentaron la
identidad nacional incorporando a los atractivos turísticos la historia y
cultura de México. Hubo un decidido respaldo a la inversión extranjera
representada, principalmente, por cadenas hoteleras internacionales, lo que
generó un aumento de habitaciones y comenzó la promoción de México en
diferentes medios en el ámbito internacional. En cuanto a la promoción, pareciera
que es la parte más importante del turismo; por supuesto ésta es necesaria para
vender un producto en el mercado, pero no se toma en cuenta que es
indispensable sustentar lo que se ofrece; hasta la fecha, se cree que turismo
es casi un sinónimo de promoción. Y es justamente en ese rubro donde se ha
desperdiciado gran parte de recursos económicos, pues se olvida el proceso de servucción del producto turístico (el qué), así como el servicio o entrega (el cómo). Esto es parte de la filosofía del
servicio propuesta por la autora (Magaña, 2004: 4, 23, 44) con el concepto de
calidad total; es decir, primero estudiar, saber escuchar lo que el cliente
interno y externo necesita, espera y desea, para tener los insumos que
garantizarán su satisfacción y lealtad al producto turístico México (Ibid: 68).
En 1962 se crea
el primer Plan Nacional de Desarrollo Turístico; a pesar de que ya se considera
un plan formal,
no se desarrolla desde el concepto de planeación estratégica en el sentido
estricto de esta filosofía; otra vez se pierde la oportunidad de establecer un
proyecto de país e integrar al turismo como una fortaleza económica. Se
consideró, nuevamente, fortalecer la infraestructura turística y sus aspectos
periféricos –que desde luego es necesario contemplarlos–, pero se olvidó otro
aspecto muy importante para proyectarse fuertemente hacia la competitividad en
los mercados turísticos, el capital humano: empresarios y directivos, la alta
gerencia, como lo llama Peter Drucker (Magaña, 2004: 78).
El presidente
Luis Echeverría Álvarez (1970-1976) incentivó la actividad turística mediante
la aplicación de políticas que buscaban aumentar la afluencia de visitantes a
nuestro país. Se impulsó el Caribe mexicano, sobre todo Cancún y Quintana Roo,
sitios que recibieron un ímpetu en el desarrollo planeado, lo que constituyó
una ventaja en cuanto al aprovechamiento de los recursos y la derrama de
beneficios para la región y fortaleció al sector en general. En este periodo se
fomentaron las coinversiones para afianzar la infraestructura en hotelería; en
especial aumentó la oferta de cuartos con categoría turística. El hecho de
manejar los hoteles mediante el concepto de categorías permitió a México mejorar su oferta
de hospedaje a niveles competitivos internacionalmente.
Durante el
gobierno del presidente José López Portillo (1976-1982) se identificó la
importancia del turismo como fuente generadora de divisas. Se insistió en
mejorar la infraestructura, sobre todo el transporte y las comunicaciones, así
como abrir posibilidades a la inversión privada nacional y extranjera. Se
brindaron apoyos fiscales y se otorgaron créditos para sostener la inversión en
este sector. Se inició la clasificación turística de los hoteles, lo que
permitió organizar la promoción y comercialización del hospedaje en los
principales destinos turísticos nacionales. Esta clasificación se hizo en las
siguientes categorías: de una a cinco estrellas y gran turismo. Se implantaron
tarifas acordes y se promovió el turismo para los trabajadores y sus familias,
creándose el Fideicomiso Obrero para el Turismo (cesop, 2006). Este tipo de turismo buscó fortalecer la unión
familiar, con lo que comenzó el llamado turismo
social, el cual
contempla instalaciones de categoría media para responder a otra área importante
del sector turístico, con instalaciones que satisficieran sus muy particulares
necesidades. Para apoyar el financiamiento de la actividad se fundó el Banco
Nacional de Turismo, el cual otorgó recursos que reforzaron la mano de obra y
la operación de los negocios (Jiménez, 1993). Sin embargo, este enfoque pone de
manifiesto que sólo se consideró una parte del sistema de trabajo con necesidad
de capacitación: el nivel operativo de la empresa, dejando a un lado la
dirección de la misma.
Con el
presidente Miguel de la Madrid Hurtado (1982-1988) comenzó la apertura de la
economía del país a otros mercados, lo que benefició el establecimiento de la
política turística que contemplaba una estrategia general. Ésta consistió en
usar de manera eficiente e intensiva la capacidad instalada e implantar una
política de precios competitiva en el ámbito internacional, con el fin de estar
a la par con los destinos turísticos del mundo.
Se promovió el
tianguis turístico con el Programa Nacional de Turismo 1984-1988, como un evento
internacional para que México ofrezca, comercialice, promueva y difunda sus
productos a operadores y periodistas nacionales y extranjeros especializados,
sobre todo de Estados Unidos y Canadá, mercados naturales de México, pero también de algunos países de
Europa. Por otro lado, el Banco Nacional de Turismo no pudo atender a sus
clientes y fue liquidado. En cuanto a la información especializada en turismo,
se consolidó un sistema que mejoraría su manejo y utilización, al tiempo que
apoyaría en la contabilidad del sector; no obstante, para esas fechas no había
arrojado resultados claros (Jiménez, 1993). Sin embargo, hasta entonces no
existía una política para formar a los empresarios y trabajadores de este
sector en un contexto de visión estratégica, tampoco había capacitación en el
concepto del modelo de calidad total, que en esos años ya daba resultados en la
economía japonesa y que le valió, de acuerdo con el Reporte Global de
Competitividad 2007-2008, que ahora sea una de las primeras diez economías del
mundo, a menos de tres puntos del primer sitio (Porter
et al.,
2007).
En la
administración de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994) se fortaleció la
promoción del turismo en Estados Unidos y Europa. En las políticas turísticas
se puso de manifiesto este interés, en el que nuevamente se apoya una
ampliación de las inversiones en infraestructura y se impulsaron varios
megaproyectos, con el objeto de ampliar la oferta turística y generar empleos.
También se atendió la capacitación de los trabajadores, sin embargo se olvidó
formar la cultura empresarial del sector.
Con el
presidente Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000), el Programa de Desarrollo
del Sector Turismo 1995-2000 se orientó a fortalecer la competitividad y
sustentabilidad de los productos turísticos mexicanos, los que coadyuvarían en
la creación de empleos, la captación de divisas y el fomento al desarrollo
regional. Esto demandó realizar investigaciones que dieran las pautas para
diseñar estrategias que permitieran incursionar y satisfacer a nuevos mercados.
En el gobierno
de Vicente Fox Quesada (2000-2006), con el pnt
2001-2006 se confirma que la actividad turística se puede considerar uno de los
factores decisivos para aumentar las oportunidades, mejorar la distribución del
ingreso y utilizar –mediante un concepto de sustentabilidad– los recursos
naturales y culturales. Además, se puso énfasis en una nueva política turística
cuyo propósito es revertir las inercias que han limitado el potencial de este
sector, la cual sería un agente de cambio y transformación, una fuente
verdadera de riqueza económica y desarrollo social para México. Esta
administración se comprometió a hacer del turismo una prioridad nacional y
convertirlo en país líder en esta actividad.
Por primera vez,
el pnt presenta la planeación
estratégica del turismo de México con una visión a 25 años:
En el año 2025
México será un país líder en la actividad turística, ya que habrá diversificado
sus mercados, productos y destinos y sus empresas serán más competitivas en los
ámbitos nacional e internacional. El turismo será reconocido como pieza clave
en el desarrollo económico y su crecimiento se habrá dado con respeto a los
entornos naturales, culturales y sociales, contribuyendo al fortalecimiento de
la identidad nacional (p. 4).
El pnt también establece la misión de la
actividad turística: “Conducir el desarrollo turístico nacional, mediante las
actividades de planeación, impulso al desarrollo de la oferta, apoyo a la
operación de los servicios turísticos y la promoción, articulando las acciones
de diferentes instancias y niveles de gobierno” (p. 40).
Con Felipe
Calderón Hinojosa (2006-2012) comenzó el pnd,
con el lema “Visión México 2030”. Atendiendo a la Ley de Planeación, se
destaca que el pst surge de un
proceso de planeación participativa, de estudios puntuales en competitividad,
desarrollo y evaluación de política pública. Específicamente, con el Eje de
“Acción 2” del pnd se busca lograr
una economía nacional competitiva, productiva, eficiente y generadora de
empleos. En el “Gran objetivo nacional para el sector turístico nacional” se
menciona que es necesario “Hacer de México un país líder en la actividad
turística a través de la diversificación de sus mercados, productos y destinos,
así como el fomento a la competitividad de las empresas del sector de forma que
brinden un servicio de calidad internacional” (Sectur,
2007: 16).
La política
pública es el instrumento mediante el cual el gobierno define su plan de
trabajo, las acciones necesarias para obtener resultados y cómo traducir los
beneficios cualitativos y cuantitativos a favor de la comunidad receptora. En
los pnt, y ahora en el pst, aún no se contempla de manera
concreta un proyecto de capacitación y entrenamiento para que los empresarios
del sector adquieran competencias: en su pensamiento, actitud hacia conceptos,
filosofías y formas de dirección de negocios que trabajen en pro de la
sustentabilidad y la competitividad; todo ello para ubicarse en los mercados
turísticos internacionales.
Pareciera que el
gobierno mexicano sólo ha concebido al turismo como una actividad económica y
no los ha estudiado como un fenómeno social, cuya consecuencia es la ausencia
de una concepción integral de éste, generando así limitaciones en su valor,
efectos y usos sociales en la productividad y competitividad del sector.
En el sentido en
que se ha venido analizando el contenido de la propuesta de los pnt (hoy pst),
cuando se habla de oferta en el tema de condiciones, pareciera que la limitan
sólo a los recursos que forman el atractivo turístico y no toman en cuenta las
habilidades y actitudes del capital humano en general, que participa en los
diferentes contextos del campo del turismo como negocio, y que sin embargo es
quien toma las decisiones internas y externas de su organización.
No obstante, el
gobierno de México todavía no ha dimensionado claramente al turismo como un
concepto integral para convertirlo en un pilar de la economía nacional. Los
sectores público y privado del país deben ser un binomio que genere los
elementos vitales para ser y hacer un ejercicio competitivo en la
dirección y acción del turismo en la política nacional. La expresión de la
política turística –a lo largo de los diferentes periodos gubernamentales– deja
entrever, de manera concisa, que en el destino turístico México no se ha
fortalecido una cultura empresarial capaz de poner en juego una diversidad de
acciones que le permitan ser competitivo en los actuales mercados turísticos
mundiales en el contexto de la hipercompetitividad.
Acerca del
concepto de producto y destino, compartimos lo que menciona López Palomeque:
La complejidad
del producto turístico es un hecho derivado del propio fenómeno de su singular
significado como actividad económica. En los últimos años se utiliza cada vez
más el concepto producto turístico como representativo de una realidad compleja
y sustitutoria de conceptos anteriores menos agregados, menos complejos, como
por ejemplo el de alojamiento-producto o el de restauración-producto. Un
producto turístico es, pues, una combinación de prestaciones y elementos
tangibles e intangibles que ofrecen unos beneficios al cliente como respuesta a
determinadas expectativas y motivaciones (2004: 40).
Ésta es la
concepción adecuada para el producto destino turístico México, así como lo que
manifiestan Albrecht (1994a), Juran (1990) y Picazo y
Martínez (1991) cuando consideran al producto como un conjunto de beneficios
integrales, de proporciones y beneficios cuantitativos y cualitativos (Magaña,
2005) y no solamente como hasta ahora el gobierno considera al turismo: como
generador de recursos económicos para el país.
1.2. El sector
privado empresarial y la alta dirección en el turismo
Es evidente que
el sector privado es la mano operativa del turismo. En ello radica su gran
importancia para el análisis que se hace en este artículo. El sector privado es
el motor de la economía turística, es el principal interesado en impulsar la
actividad. Recordemos que el turismo es el tercer generador de divisas del
país; de acuerdo con la Cuenta Satélite del Turismo de México de 2004, aporta
7.8% del producto interno bruto (pib)
del total nacional. Aquí también participan las micro, pequeñas y medianas
empresas (Mipymes) mexicanas, las grandes empresas y
las cadenas hoteleras instaladas en México. Elliot
señala que “es la ‘industria’, particularmente del sector privado, el que juega
un papel preponderante en el desarrollo del turismo y el que provee la mayor
parte de la inversión, los hoteles y resorts, los parques temáticos, agencias de
viajes, guías de turistas y la mayor parte de la transportación” (1997: 178).
No cabe duda, entonces, de su importancia en la actividad turística, del
alcance de sus acciones y, por ende, de su filosofía.
Por su parte, la
participación del gobierno en la administración del sector privado no debe
perder de vista su responsabilidad en los aspectos cualitativos (no económicos)
del turismo (Bramwell y Sharman,
1999) para impulsar acciones que no sólo estén basadas o resalten el aspecto
económico, pues estaría propiciando un desequilibrio y resultados poco
importantes a largo plazo. Elliot también apoya la
idea de que el gobierno debe participar mediante políticas que controlen
circunstancias relacionadas con el turismo: la política, la formulación
estratégica, las iniciativas de desarrollo y la mercadotecnia, la coordinación,
los estándares de calidad, los servicios de información turística, la
investigación, el desarrollo perspicaz, la educación, el entrenamiento y el
liderazgo (1997: 179-180).
La alta
dirección de la
empresa es quien tiene la responsabilidad de las acciones de organización; por
lo que es indispensable definir este concepto y su papel en el modelo de
calidad total. En el lenguaje de la administración para la calidad, la alta
dirección también se conoce como alta administración o alta gerencia.
La alta gerencia
la forman los directivos de una empresa, que son los responsables de tomar
decisiones. Una organización se crea y diseña para alcanzar un fin, el cual
decide el director general y/o el equipo de alta dirección. La estructura y
diseño es el resultado final de este propósito. La responsabilidad principal de
la alta dirección es determinar las metas, su estrategia y el diseño que
permita que la empresa se adapte a un ambiente en constante cambio. Por su
parte, los gerentes medios hacen lo mismo para los distintos departamentos con
base en las líneas de acción dadas por la alta dirección (Daft,
1998: 46).
Definitivamente,
los líderes especializados en planificar decisiones importantes ocupan más
tiempo en crear un valor de estrategia que en actividades operacionales. En
general se sugiere que estos líderes se concentren en crear, innovar, mejorar y
estandarizar la estrategia competitiva, así como los sistemas y las políticas
corporativas. En contraste, los operadores se ocupan de lo rutinario, el
mantenimiento, la ejecución de tecnología de procesos y de la operación de
métodos y tareas (Bounds et
al., 1994: 155).
Peter Drucker
(1999) menciona que la principal tarea de la alta dirección es pensar con base
en la misión de negocio; lo que significa contestar las interrogantes: ¿cuál
es nuestro negocio? y
¿cuál debería ser?
Esto se relaciona con la determinación de objetivos, el desarrollo de
estrategias y la toma de decisiones que afectarán los resultados. Lo anterior
sólo lo puede realizar un organismo de la empresa que vea el negocio de manera
integral y que además sea capaz de balancear objetivos, así como las
necesidades de hoy contra las de mañana, y que también sepa asignar recursos
humanos y económicos para lograr resultados. Drucker agrega que la dirección
debe tener el poder para hacer su trabajo, cualquiera que sea la organización
–por ejemplo, la Diócesis católica, la universidad, el hospital, el sindicato y
los negocios o empresas–, esto es igual a tener legitimidad (1999: 180).
Drucker también señala que la dirección en turno es el órgano de la
institución. En cuanto a la pregunta ¿qué es la dirección?, primero se debe definir ésta de
acuerdo con sus tareas, igualmente importantes pero diferentes en esencia: “la
dirección tiene que hacer capaz a la institución en su responsabilidad para su
función y su contribución” (2001: 14).
Las
organizaciones sociales turísticas también juegan un papel importante en el
desarrollo nacional y en los mercados internacionales. Por medio de ellas se
crean relaciones comerciales, de información sobre tendencias de mercado, de
promoción, difusión, de amistad, entre otros. Asimismo, las asociaciones o
cámaras desempeñan funciones primordiales entre los miembros de un sector:
reúnen información, promueven la comunicación con miembros y gobiernos, ayudan
a formular una imagen colectiva de sus agremiados, así como de la política de
la organización. “La administración pública trata de mantenerse en contacto y
consultar con este tipo de asociaciones, esto hace que las asociaciones se
encuentren en posición de poder” (Elliot, 1997: 188).
Entendemos que
el turismo como actividad económica requiere generar resultados que se
traduzcan en beneficios cualitativos y cuantitativos para el país y, por ende,
para sus comunidades en forma directa, sin dejar de considerar sus efectos y
usos sociales indirectos. De acuerdo con los resultados productivos, económicos
y sociales que el modelo de calidad total ha mostrado, se plantea que el
turismo se administre desde el concepto modelo de
servir con calidad total;
esto es, mediante un enfoque que incluya aspectos cuantitativos y cualitativos
desde la concepción misma de la calidad, donde se contemple el control total de
calidad para la servucción del producto o servicio base (el qué) y la entrega o servicio (el cómo). Aun con su complejidad, esto
permitirá una gestión más efectiva del turismo (Magaña, 2004, 2005). Por ello
se aborda el papel de la alta dirección, en sentido estricto del manejo de un
modelo de esta naturaleza.
Para especificar
la importancia de la dirección es necesario tomar en cuenta el enfoque del
modelo de calidad total, así como a los especialistas para conocer su opinión
en cuanto a la función que desempeña la alta dirección. Durante el desarrollo de
sus teorías, el doctor Deming identificó que es precisamente la alta dirección
la responsable de comprometerse con la calidad total, pues “sin la presión de
la gerencia para obtener calidad, nada se lograría” (Walton,
1992: 10).
Para Juran y Gryna, “de todos los ingredientes para lograr con éxito la
superioridad en la calidad, sobresale uno: el liderazgo activo de la alta
administración. Se supone que existe el compromiso con la calidad, pero no es
suficiente” (1995: 142). De acuerdo con estos autores, se pueden identificar
algunas tareas que debe asumir la alta administración: a) establecer y servir al consejo de
calidad, b)
crear políticas de calidad, c) elaborar las metas de calidad, e) proporcionar los recursos, f) dar capacitación para resolver problemas,
g)
participar en los equipos para mejorar la calidad de la alta administración, h) estimular la eficiencia, e i) proporcionar recompensas y
reconocimientos
La dirección
para la calidad total (total quality
management,
tqm) “es
un tema actual en los negocios y círculos académicos. Los gerentes de negocios
están tratando fervientemente de pensar cómo hacer [la tqm]” (Bounds
et al.,
1994: 2).
Desde esta
perspectiva se identifica la alta dirección de las empresas del sector privado,
para que sean las que adopten y adapten las políticas turísticas que marca el
gobierno. Asimismo, que se incluya en tales políticas la necesidad de ofrecer
un panorama más amplio y la preocupación por capacitar a esta alta dirección en
el sentido de un modelo de servir con calidad total para que se implante en
toda la actividad turística. Actualmente, la alta dirección de las Mipymes no es competitiva en el sector turismo debido a un
sinfín de características, como su concepción, nuestra cultura tradicional, e
incluso a nuestra falta de cultura de calidad.
2. La competitividad
mundial y el modelo de servir con calidad total
En este artículo
se pretende sustentar claramente los límites y los alcances del término competitividad con el objetivo de comprender las
interrelaciones entre calidad, acciones gubernamentales, alta dirección del
sector privado y turismo.
La
competitividad es un concepto que se encuentra muy cercano al hecho de que el
costo final del producto coincida con la voluntad de pago del potencial cliente
externo. Resulta obvio que no hay problema de competitividad cuando no existen
competidores, de ahí que la diferenciación constituya una estrategia clave para
conseguir la competitividad (García y Serrano, 2003: 424). La empresa que tenga
las habilidades suficientes y sea capaz de gestionarlas de manera adecuada para
colocar sus productos o servicios en el mercado es una empresa competitiva. Con
frecuencia se habla de ser competitivos y esta expresión se aplica sin
distinguir si se trata de competencia entre productos, empresas, sectores,
países o regiones (Ibid.: 425). La competencia se encuentra en
todos lados y en todos sentidos: entre empresas, en los ámbitos local,
regional, nacional o internacional. Es necesario estar preparado y ser
competitivo para ser parte del mercado.
Si analizamos lo
que señala Porter en relación con los diversos
impedimentos para la competencia global, vemos que algunos son económicos,
otros acerca de la tarea administrativa, “una tercera categoría se relaciona
con las restricciones puramente gubernamentales o institucionales que no
reflejan las circunstancias económicas” (1996: 294); por tanto, ya es tiempo de
que el gobierno mexicano considere un diseño de política pública apoyado en
estudios sobre turismo –como fenómeno social y como actividad turística–, de
manera que éste sea más efectivo en su plan de acción y su implementación.
La hipercompetencia “es un término usado con frecuencia
para captar la realidad del panorama de la competencia en el siglo xxi, es el resultado de la dinámica de
las maniobras estratégicas de combatientes e innovadores. Es una condición de
la rápida escalada competitiva basada en el posicionamiento en la calidad y el
precio para crear conocimientos técnicos nuevos y establecer la ventaja del
pionero y de la competencia por proteger o por invadir mercados establecidos,
sean geográficos o de productos” (Hitt et
al., 2004: 11). Éste
es un concepto del cual el turismo mexicano no se puede abstraer, una realidad
presente en donde no se está preparado para participar.
En el apartado
“La competitividad del producto turístico mexicano” del pnt 2001-2006 se habla de que
para México es prioridad la actividad turística, ofrece datos del crecimiento
sostenido de este sector y se asegura que “no obstante, la industria turística
nacional muestra algunos signos de pérdida de competitividad, que es necesario
considerar para su futuro desarrollo” (Sectur, 2001).
Entre estos
signos de pérdida de competitividad se encuentran diversos indicadores: las
posiciones internacionales, los ingresos por visitante, la cantidad de turistas
extranjeros, la estadía promedio y la concentración de flujos en algunos
destinos. Asimismo, se percibe de manera desventajosa en rubros como entrega de
producto y condiciones de higiene. Las consideraciones anteriores se deben, al
menos en parte, a que los ejes fundamentales del modelo de desarrollo se basan,
principalmente, en la promoción de grandes urbanizaciones de playa, inversiones
hoteleras y obras de infraestructura política. Esto ya no será viable en el
futuro inmediato, puesto que las prioridades de la inversión pública necesitan
medirse en índices cualitativos como: educación en todos los niveles, seguridad
social, combate a la pobreza, seguridad pública, bienestar, salud pública,
principios y valores de la nación, valores personales de los mexicanos,
satisfacción individual, entre otros. Junto con esto, el modelo actual no
reconoce de manera integral las amplias posibilidades que presenta el turismo
para generar riqueza cultural y social, distribuir mejor el ingreso, así como
aprovechar los recursos naturales y culturales del país.
Como ya se
mencionó, no hacer una planeación estratégica (pe)
para el país y una planeación operativa (po) para aplicar la pe, ha dado como resultado el “bajo
perfil estratégico que se ha otorgado al turismo como detonador del desarrollo
del país, ha contribuido en gran medida a la pérdida de competitividad en el
mercado mundial” (Sectur, 2001: 51). Un primer paso
en estos modelos de administrar desde la calidad es reconocer qué se tiene y
qué falta para poder rediseñar y avanzar.
Por su parte,
para hacer operativas las acciones estratégicas del sector, en el pst 2007 se
propone seguir índices de competitividad mundiales. Estos índices son, sobre
todo, los que marca el Reporte Global de Competitividad del Foro Económico
Mundial y los de competitividad turística de la Organización Mundial del
Turismo (Sectur, 2007), los cuales se abordaron en el
apartado del análisis de la política turística respectiva a este periodo.
Para lograr la
competitividad de México como destino turístico es necesario atender ambos
aspectos: que el gobierno comprenda su posición y actúe incluyendo en su
política pública conceptos más amplios, como la integración del estudio y la
capacitación de la alta dirección para el manejo de los negocios. El modelo de
servir con calidad total es el que debe proponer el gobierno, pues es el que
conviene que adopte el sector privado para que logremos competitividad en el
turismo.
De lo analizado
hasta aquí se puede observar que en sus planes y programas los diferentes
gobiernos han ido definiendo un proyecto para desarrollar a México en el
aspecto turístico. Sin embargo, sólo lo ha hecho enfocándose en los recursos de
infraestructura y estructura; esto dio como resultado el incremento en los
visitantes a nuestro país, pero dejó el capital humano del sector fuera de una
política que contemplara la capacitación y el adiestramiento de un sector
turístico privado que fuera consciente de su papel y posición para la mejora, crecimiento,
presencia oportuna y permanente en los diferentes mercados turísticos
internacionales.
Consideramos que
se deja fuera al elemento humano porque el gobierno ha demostrado su falta de
conocimiento integral de lo que es el turismo. Al empleado sólo se incluye en
capacitación para aspectos operativos en el trabajo y no para construir una
estrategia basada en quienes hacen el servicio base o producto, así como la
entrega del servicio turístico al visitante. Por tanto, es urgente promover una
política turística que conduzca a crear una cultura de servir con calidad total
en la oferta turística, una cultura empresarial competitiva, para así
garantizar la satisfacción del cliente interno y externo en forma integral; para que sean
ellos los servuctores de los destinos turísticos.
Las aportaciones
de Baker y Fesenmaier en su estudio del servicio
apuntan: “El reconocimiento del potencial de la calidad del servicio, para
establecer una ventaja competitiva para las organizaciones de servicio, surgió
en la década de los ochenta” (1997: 15). Definitivamente, de acuerdo con esta
afirmación, la calidad del servicio es una ventaja competitiva en el mercado
para quienes logran establecerla, y su cliente externo la identifica y
disfruta. En virtud de que el sector turístico corresponde eminentemente al
área de servicios, estará obligado a servuccir y entregar al cliente externo calidad
en los productos tangibles e intangibles que ofrece, independientemente de la
categoría y tamaño del establecimiento. Esa servucción y entrega enfocados hacia un concepto
integrador de valor de cliente se vuelve necesario. Picazo y
Martínez coinciden en que “Para lograr ventajas competitivas, la formulación de
estrategias debe centrarse prioritariamente en el cliente” (1991: 35). La estrategia
de servicio consiste en una atención integral al cliente externo: antes,
durante y posterior a la venta.
Podemos afirmar
de manera categórica que el crecimiento de los negocios de servicios en México
y el papel que desempeñan en la economía mundial, reafirma la necesidad
imperiosa que tiene la dirección de las empresas de actualizar su manejo. Se
debe facilitar y garantizar la satisfacción del cliente externo, así como
conocer las tendencias del mercado en el que compite. La dirección de las
empresas de servicios debe estar consciente de toda actividad económica y
comercial; igualmente, debe tener su enfoque, su propio lenguaje, su propia
filosofía y su propuesta. Entender, utilizar y aplicar estos términos, en su
conjunto, permite una conducción más adecuada del negocio y su ubicación en el
mercado correcto.
Se observa que
la calidad del servicio es una ventaja competitiva en el mercado. También es
necesario considerar que en la actualidad la estrategia de servicio requiere
una atención integral hacia el cliente externo, la cual asegure su satisfacción
antes, durante y después de realizar la venta. Lograr este proceso garantizará
a la empresa obtener la lealtad del cliente.
El turismo en
México ocupa el tercer lugar en importancia como captador de divisas. Los
beneficios cuantitativos y cualitativos tienen efectos directos e indirectos en
las economías locales. A partir de la discusión teórica efectuada, es posible
afirmar que establecer y asegurar la calidad por medio de la estandarización de
los productos y servicios turísticos es una estrategia necesaria para mantener
la preferencia del cliente-turista.
En el pnd 2001-2006,
en el pnt
2001-2006 y en el pst
2007-2012 se hace énfasis en la productividad empresarial. En este sentido, el
reto está en el nivel directivo de las empresas turísticas del país, en las
diferentes clases y categorías. Lo importante es que se decidan y participen en
realizar una jornada nacional; que acepten, aprendan, se involucren, que hagan
con calidad sus productos y servicios turísticos para poder participar en la
competencia mundial. En efecto, para tener éxito en la actividad turística es
necesaria la buena relación entre los sectores que intervienen: el oficial
(público gubernamental), el productivo (la iniciativa privada) y el social
(organizaciones no gubernamentales, asociaciones, cámaras, entre otras), así
como en su desarrollo y con el apoyo de otras actividades económicas. Estas
características se han ignorado, lo que impide un desarrollo armonioso del
turismo en nuestro país.
Sin embargo, en
este trabajo se reconoce que aún no contamos con un sistema de organización y
coordinación que se adapte a las necesidades del país y los mercados actuales,
por lo que proponemos investigar y elaborar formas diferentes de dirección en
los negocios turísticos, teniendo como base la idea de que el cliente-turista
busca no sólo el atractivo natural o cultural del país, sino llegar a un sitio
que tiene como oferta el valor de cliente en su producto y servicio turístico
nacional, independientemente de su elección del atractivo y categoría. Es
mediante la decisión política que la actividad turística puede lograr un cambio
integral, donde los involucrados en sus diferentes instancias (pública, privada
y social) estén dispuestos a hacer para que se dé el cambio. De ahí que
no sólo es necesaria más infraestructura y estructura turísticas, sino también
sistemas, procedimientos eficientes y elementos humanos capacitados,
comprometidos y decididos, desde el ámbito de la dirección para servuccir el servicio-base turístico (producto) y la entrega de
calidad total, que transformen a México en un destino turístico de clase
mundial.
No es sólo la
capacitación del elemento humano operativo en forma aislada –como se ha hecho
durante varios sexenios– lo importante, sino una capacitación que garantice la
calidad en el producto y servicio turísticos. Así que no es exclusiva del
ámbito operativo la responsabilidad de la satisfacción total del cliente
externo; es en la dirección de la estructura administrativa donde se genera lo
que es realmente la empresa en el momento de la verdad, cuando se tiene enfrente al cliente
externo; es decir, la responsabilidad de dar o no dar calidad recae en la
dirección de la empresa.
El problema de
México es que en el pasado la planeación del desarrollo nacional no se
consideró en forma integral y estratégica. A finales del siglo xx, los mercados abiertos a la libre
competencia relegaban los productos que no estaban preparados para ofrecer
calidad y no eran oportunos. Así, se puede decir que en el siglo xxi la competencia es más agresiva y las
exigencias de los mercados son más marcadas, lo que llevó a México a quedar en
desventaja como receptor y como destino turístico internacional, precisamente
porque no tiene un modelo de servir con calidad total, lo que no le permite
anticiparse y ser oportuno para sus clientes potenciales y reales. Como se
evidencia en el Programa Nacional de Turismo 2001-2006 (Sectur,
2001), México es un producto turístico no competitivo, pues se encuentra atrasado
frente a los destinos turísticos competitivos mundiales. La mayor parte de la
cultura empresarial turística del país no es profesional; en muchas ocasiones
su relación con el cliente externo es de ganar/perder. Este programa muestra algunos signos
de pérdida de competitividad.
La propuesta en
el pnt
2001-2006 de hacer evaluaciones estratégicas puede garantizar que se corrija el
rumbo en forma permanente, soportando un desarrollo turístico de acuerdo con la
realidad que se vaya presentando, así como a seguir el camino que lo lleve a un
futuro con mayor certidumbre. El pst 2007-2012 propone un ejercicio de planeación
operativa desde la planeación estratégica, el cual, sin duda, será exitoso. Si
se aplica desde un sustento teórico, el avance será claro y medible.
Conclusiones
Hasta el momento,
las políticas establecidas para desarrollar la oferta, en sus renglones de
infraestructura y estructura, fueron importantes para el desarrollo turístico
nacional y su promoción en el exterior. No obstante, se ha considerado muy poco
la sistematización de los procesos y las tareas. Se dio menos importancia a
filosofías como la del servicio de calidad total, donde se contempla al capital
humano como parte central.
En la
superestructura se encuentra la cultura empresarial que aún necesita conocer y
aprender formas de ser y hacer desde la empresa turística para satisfacer al
cliente interno y externo. También las autoridades –en los tres niveles de
gobierno– necesitan estudiar lo que es y representa el turismo, para que sean
capaces de responder a las expectativas facilitando –por medio de la política
pública– la dirección y la acción de la actividad, para que tenga efectos en
beneficio del país.
A lo largo de
este análisis se establece claramente el papel importante y definitivo que
tiene la dirección de los negocios para satisfacer al cliente interno y
externo. Dado que es urgente hacer de México un destino turístico competitivo e
integral en su oferta y la entrega de ésta, se requiere lograr la uniformidad
en la satisfacción de sus clientes, independientemente de su giro y tamaño. La
capacitación de los directivos de los negocios turísticos es el primer paso que
les permitirá conocer, comprender, aplicar y actualizarse en las formas de
administrar que faciliten la satisfacción del cliente externo, garantizando así
su permanencia en el mercado.
La planeación
estratégica es una filosofía que permite aterrizar proyectos para disminuir y
controlar los riesgos. Ésta lleva a la operatividad de todos los conceptos y
enfoques que se han planteado y propuesto en este análisis; también es una
herramienta excelente para trabajar el modelo de calidad total y lograr lo que
plantea el pst
2007-2012: la satisfacción de todos sus elementos, tanto los internos como los
externos. Por tal razón, este estudio consideró al modelo de calidad total, que
incluye el control total de calidad y la mejora continua, como la estructura
administrativa mediante la cual se decida implementar algunos de los conceptos
mencionados, siempre y cuando las propuestas no se queden como tales, sino que
se puedan implementar de manera efectiva.
Actualmente en
México el turismo genera beneficios de efecto directo a la sociedad, pero en
forma aislada. Cuando forme parte de un proyecto integral de país, el efecto económico
dará resultados directos e indirectos integrales, lo que requerirá una
dirección para su justa distribución. El turismo, por su naturaleza, es
altamente sensible, exige una planeación integral respecto de los demás actores
de la economía, pues debe mantener una acción diaria que lo fortalezca para que
verdaderamente se convierta en una actividad económica competitiva que redunde
en beneficios permanentes para el país. Concebir al turismo sólo desde el
aspecto económico lo limita, lo frena y lo subestima, como ocurre en la
actualidad en México.
Es necesario
insistir en que el turismo no es la promoción en sí, dado que se requiere un
trabajo previo de capacitación y adiestramiento para servuccir con calidad total antes de promover
el producto o servicio-base (el qué), además de servuccir también la entrega o servicio de
producto (el cómo); el gobierno no lo ha hecho y no lo
incluye en su política para el turismo, no se avizora que tenga planes para
trabajar en fortalecer una cultura empresarial turística donde la capacitación
y el adiestramiento en competencias cuantitativas y cualitativas aseguren el
producto México
como destino turístico competitivo. Como dice Karl Albrecht
(1994b): necesitamos aprender cómo lo hacen los mejores.
Este proyecto
propone el concepto de calidad total como herramienta conceptual para
sistematizar funciones y operaciones en el sector turístico, identificando las
partes que forman los procesos de servucción del qué y del cómo (Magaña, 2004: 24-45), para
satisfacer las necesidades y expectativas del cliente-externo, garantizando así los productos y el
servicio turísticos nacionales. Para llevar a buen término lo anterior, es
necesario tomar en cuenta la estructura del capital humano que participa en la
organización, pues todos los individuos involucrados en la acción diaria de la
empresa son quienes servuccen el producto y el servicio en el
turismo, en virtud de que participan en una cantidad ilimitada de momentos
de la verdad,
independientemente de su nivel jerárquico.
Durante el
periodo estudiado, podemos observar que en los planes y programas sólo se
incluye el recurso humano (así llamado por el gobierno) en la capacitación para
aspectos operativos en el trabajo y, hasta ahora, no se ha considerado que
primero es un capital de la empresa turística y, por ende,
para el país mismo; no se ha tomado en cuenta para construir una estrategia
basada en las personas que diseñan y servuccen el producto y el servicio turísticos,
dado que son quienes también generan valor a estas dos dimensiones del servicio:
el producto o servicio base (el qué) y la entrega o servicio (el cómo). Por tanto, es urgente promover una
política pública turística que apoye la cultura empresarial para que exista el
compromiso de parte de la alta dirección de la organización turística para
trabajar por la competitividad desde el modelo de servir con calidad total.
En efecto, como
se mencionó, para que la actividad turística tenga éxito requiere de la buena
relación de los sectores que intervienen: el oficial (público gubernamental, en
sus tres niveles), el productivo (la iniciativa privada), el social
(organizaciones no gubernamentales, cámaras, asociaciones, etc.) y la academia
(instituciones educativas).
Me permito
agregar que el tiempo ofrece la oportunidad de ver claramente, de encontrarse
con lo que no se puede percibir en esos momentos, cuando se tienen las
inquietudes, la generación de ideas, durante la búsqueda de información, el
análisis de ésta, y durante la construcción del nuevo conocimiento. Es por eso
que la propuesta que hice en mi tesis doctoral (Magaña, 2004), en relación con
el modelo de calidad en el servicio (como lo plantea Albrecht),
ahora se nutre para plantear y proponer desde una concepción propia del modelo
de servir con calidad total, el cual tiene como fundamento el ser como individuo, pues es quien decide
qué y cómo hacer.
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(1992), “Goverment’s role in Strategic Planning for
Tourism”, en M. Khan et al.
(eds.), Encyclopedia
of Hospitality and Tourism, Van Nostrand Reinhold,
Nueva York.
Walton, Mary (1992), Cómo
administrar con el método Deming, Norma,
Bogotá.
Recibido:
30 de octubre de 2006.
Reenviado:
11 de julio de 2008
Aceptado:
29 de septiembre de 2008
Irma
Magaña Carrillo.
Es doctora en ciencias en el área de relaciones internacionales y
transpacíficas; maestra en administración y licenciada en administración de
empresas turísticas con especialidad en planeación y promoción. Ha hecho
diplomados en desarrollo humano, calidad total, programación neurolingüística y
consultoría industrial para sectores específicos. Actualmente es
profesora-investigadora de tiempo completo en la Escuela de Turismo de la
Universidad de Colima. Es perfil Promep 2009-2012. En
1994 hizo una especialidad en Industrial Engineering
and Quality Control “Quality
Management” (Shu-San-Ren)
en Nagoya, Japón, como Becaria de Agencia de Cooperación Internacional
Japonesa. Fue directora de turismo del estado de Colima durante el gobierno de
Griselda Álvarez. Durante 30 años ha sido empresaria turística; socia fundadora
de la primera agencia de viajes del estado de Colima: Agencia de Viajes
Tecnológico, S.A. de C.V. (Avitesa); socia fundadora
de la empresa Reservaciones, Servicios y Viajes Prestigio, S.A. de C.V.;
consultora en planeación estratégica, servir con calidad total y proyecto
estratégico de vida. Ha impartido 40 conferencias sobre modelo de calidad
total, control total de calidad, sistemas de calidad, herramientas para medir
la calidad cualitativa y cuantitativa, mejora continua, las 5S’s planeación
estratégica, entre otros. Ha dado 30 cursos sobre calidad, taller de calidad
total, planeación estratégica, desarrollo humano integral y neurolingüística.
Ha participado en seis investigaciones en el área de
calidad en
el servicio. Ha recibido los siguientes reconocimientos: ocho como mejor alumna
en la licenciatura; Premio Peña Colorada en la maestría en administración;
mejor maestra del Tecnológico de Colima y en cuatro ocasiones en el Tecnológico
de Monterrey, mejor profesora de grupo en la Facultad de Turismo de la
Universidad de Colima. Coordinadora de dos libros académicos. Autora y coautora
de 11 capítulos de libro. Autora de tres artículos indizados. Es experta en la
filosofía de servir con calidad total y en metodología de servuccir
con calidad total.
[1] El término se refiere a un concepto más adecuado para definir la producción
de un servicio, como el conjunto de pasos que dan origen al proceso
para formar dicho producto intangible. Lo propuso Larrea (1991) y la autora
lo retomó como una posibilidad para medir el proceso y poder aplicar el control
total de calidad en el mismo, utilizando las herramientas de calidad, tanto las
siete herramientas básicas y las siete herramientas cualitativas de Karl Albrecht (1994b).