Una evaluación
parcial de la política habitacional en el Distrito Federal en el
último periodo de gobierno
A partial evaluation of the housing policy in Distrito Federal, in the latest government
period
Tamayo, Sergio (coord.) (2007), Los
desafíos del Bando 2.
Evaluación multidimensional de las políticas habitacionales en el D. F.,
2000-2006, seduvi-Invi-uacm-cam, México, 393 pp., isbn: 13
978-968-9034-01-8.
En diciembre de
2000, a dos días de asumir el poder, el jefe de gobierno del Distrito Federal (gdf) emitió el Bando
2, el cual prohibía
la construcción de conjuntos habitacionales en nueve de las 16 delegaciones
políticas del Distrito Federal (DF) y la permitía en las cuatro delegaciones
centrales. Este edicto, que reivindicaba que la conducción
del desarrollo urbano es una responsabilidad del gobierno, generó fuertes y
acalorados debates públicos –por parte de los diversos actores vinculados al
desarrollo urbano y la vivienda– que se realizaron en foros públicos, medios de
comunicación, espacios académicos, el legislativo local, en las puertas de las
oficinas de gobierno e incluso en la Suprema Corte de Justicia de la nación.
Justo por ello, este libro, realizado por encargo de la Secretaría de
Desarrollo Urbano y Vivienda del gdf,
encontrará un gran público.
El Bando
2 fue un instrumento
de la política de desarrollo urbano que pretendió revertir el crecimiento
desordenado de la ciudad, la expansión urbana y el despoblamiento de las áreas
centrales; preservar el suelo con valor ecológico; y facilitar el acceso de
vivienda a la población pobre en las delegaciones centrales. Sin embargo, este
libro especifica sus alcances en el subtítulo: la evaluación de la política
habitacional en el sexenio anterior. Así, el libro tiene un nombre más amplio
de lo que analiza y la evaluación de otros aspectos que constituyeron parte de
los desafíos urbanos y ambientales del Bando están pendientes. ¿Se revirtió el
crecimiento desordenado y la expansión de la mancha urbana? ¿Se preservó el
suelo con valor ecológico en el DF?
La evaluación de
la política habitacional se pretende abordar de la forma más integral posible.
El equipo interdisciplinario que realizó esta evaluación combina investigadores
consolidados con otros nuevos, tal vez por ello la calidad de los artículos es
desigual. Sin embargo, la mayor parte de ellos está realizada con rigor
académico.
1. La política del Bando
2 y el debate
político
En su artículo,
Sergio Tamayo recoge las controversias, el contexto político y la correlación
de fuerzas en que se emitió e inició la vigencia del Bando. En el apartado “La pugna por la
ciudad”, el autor nos recuerda que en el 2000 el Partido de la Revolución
Democrática (prd), en el poder, no
tenía mayoría en el legislativo local y que seis delegaciones del DF eran
gobernadas por el Partido Acción Nacional (pan),
tres de ellas junto con la Cuauhtémoc constituyen la llamada Ciudad
Central. La emisión
del Bando
provocó reacciones encontradas e impactó de forma diferencial los intereses de
los distintos actores, por lo que el debate se anclaba en diversos argumentos.
Los empresarios centraron sus críticas en las restricciones a la inversión
privada; los legisladores en el autoritarismo de la medida y en el desprecio
por el marco jurídico vigente; los académicos en el pragmatismo del decreto; y
el Movimiento Urbano Popular (mup)
tuvo distintas posiciones dependiendo de sus intereses específicos y su
presencia en el territorio: quienes tenían suelo y proyectos periféricos
estaban contra el Bando, y quienes tenían presencia en las delegaciones
centrales se favorecieron con esa medida.
Finalmente, en
el apartado titulado “Derivaciones”, Tamayo expresa que el Bando
2 fue un instrumento
que tuvo objetivos nobles en términos urbanos, ecológicos y sociales; y que la
vivienda entendida como un derecho humano, fue decididamente apoyada con
recursos fiscales.
Una de las
críticas que hago de esta contribución es que el autor usa el concepto producción
social de la vivienda
para referirse a la producción de vivienda de interés social. La primera la han
definido claramente las organizaciones no gubernamentales (ong) como la vivienda que se realiza
bajo el control de la población organizada y otros agentes sociales que operan
sin fines lucrativos. En tanto que la segunda, la legislación local y federal
la definen en función de su costo en veces el salario mínimo.
2. El Bando
2 y el marco
normativo
En este artículo,
Ramón Tamayo et al. analizan un amplio panorama de la
legislación urbana y habitacional en los ámbitos federal y local, para ubicar el
Bando
en su dimensión normativa y validez jurídica. El análisis concluye, citando una
disertación de la Suprema Corte de Justicia de la nación, que el Bando se debería llamar Acuerdo
administrativo y que
se trata de un instrumento donde convergen lo jurídico y lo programático. Se
trata de un acto, concluyen los autores, que legítimamente corresponde al
ejecutivo de una novel administración con base en un diagnóstico, en el marco
jurídico y en las aspiraciones sociales y políticas de quien asume el poder.
3. Los programas de
vivienda
Claudia Puebla
describe los programas del Instituto de Vivienda del Distrito Federal (Invi) y
de forma perspicaz introduce una serie de comentarios e hipótesis acertadas. En
primer lugar se explican algunas especificidades del DF, donde hay una gran
presencia de organizaciones sociales demandantes de vivienda; no hay suelo
urbano apto para la expansión urbana; el gobierno local aplica una política
habitacional dirigida a la población excluida del mercado formal; y las ong han influido en el diseño de las
políticas públicas. También se apunta la transformación de los organismos
federales de vivienda y su impacto en los derechohabientes del DF.
La autora
destaca varios aspectos: 1) se aplicó una enérgica política
habitacional que hasta 2005 había realizado 130 mil acciones de vivienda (77%
de mejoramiento y 23% de obra nueva). Se trata –dice– de un nivel de producción
de vivienda para población de bajos ingresos sin precedentes en la ciudad y el
país.[1] 2) La política de vivienda se vinculó a
la de desarrollo urbano y se adecuó a las especificidades del territorio
(vivienda nueva en las áreas centrales y mejoramiento en la periferia). 3) Se atendió a (algunas) familias que
habitaban en terrenos vulnerables en la periferia o inmuebles en riesgo en las
áreas centrales.
El Programa de
Vivienda en Conjunto, que se llevó a cabo en las delegaciones centrales y en
tres del llamado Primer Contorno, permitió que la población
permaneciera en las áreas centrales y dio trabajo a empresas constructoras
medianas y pequeñas. Por su parte, el Programa de Mejoramiento Habitacional se
realizó fundamentalmente en las delegaciones intermedias del Segundo
Contorno y constituye
un ejercicio inédito en el país, pues actúa en escala masiva en áreas
marginadas con una gestión individual, apoya la vivienda progresiva (la
vivienda que se construye progresivamente) y emplea a jóvenes arquitectos,
quienes además reciben o mejoran una formación social a través del trabajo
directo con la gente.
La autora aborda
el tema de las prácticas corruptas y clientelistas que realizan algunos gestores
profesionales, pero
señala que el Invi no privilegió el otorgamiento de créditos a una organización
en particular (el libro incluye un listado de las organizaciones beneficiadas)
y modificó sus Reglas de Operación para combatir la cultura
de la gestión clientelar.
También se
señalan algunas debilidades de los programas de vivienda: el alto nivel de
subsidios, la escasa recuperación crediticia, la aplicación de los recursos
fiscales dependen de la voluntad del gobierno en turno.[2] En
cuanto al Programa de Mejoramiento: la subcontratación de técnicos; el difícil
control de calidad por la dimensión y dispersión del programa, así como la
indefinición de la copropiedad familiar. Finalmente, la autora apunta la
necesidad de ampliar el programa de mejoramiento habitacional hacia mayores
beneficios a los barrios y concluye que atender las necesidades de vivienda de
los más pobres requiere la intervención y financiamiento directos del gobierno,
sólo así es posible hacer accesibles los créditos a los sectores de menores
ingresos.
4. El proyecto
arquitectónico y urbanístico
Vicente Guzmán
evalúa tres proyectos con 64 viviendas realizados por el Invi en la
administración anterior: la rehabilitación de un inmueble con valor artístico,
una construcción nueva y tres acciones de mejoramiento habitacional. Se trata
de un pequeñísimo botón de muestra comparado con las miles de acciones
habitacionales realizadas por ese gobierno. De acuerdo con el autor, en la
evaluación se tomó en cuenta a la gente y su percepción acerca de la vivienda y
el entorno (más bien aparecen algunos relatos sobre la situación anterior a la
vivienda nueva, rehabilitada o mejorada). A partir de la lectura del texto y
del material gráfico, así como de experiencias propias, quedan algunas dudas
sobre cómo la gente habita y se apropia de su vivienda. Por ejemplo, analizando
los planos de Bucareli (habitado por indígenas mazahuas) y Guanajuato (habitado
por otomíes), uno se pregunta por qué no se usan muebles de sala. ¿Los
indígenas son pobres o habitan de otra forma el espacio? Tampoco se sabe de qué
dimensión son las viviendas, ni la relación de habitantes por m2
construidos o cuartos. Hay algunos proyectos del Invi (tal vez no es el caso de
los proyectos analizados) que con seguridad han mejorado las condiciones
higiénicas de las viviendas, pero no han resuelto el problema de hacinamiento,
pues las viviendas son de dimensiones muy pequeñas.
El autor reitera
en los tres casos que analiza, que los proyectos del Invi presentan
deficiencias con respecto a dispositivos de ahorro de agua y luz, el reciclaje
de aguas usadas, el aprovechamiento del agua de lluvia y la ausencia de un baño
–wc–, lavamanos de uso múltiple y
simultáneo. Por último, vale destacar que el autor señala que además de
vivienda se debería hacer arquitectura y hacer
ciudad, es decir,
tener en cuenta criterios estéticos en los proyectos habitacionales y favorecer
las relaciones con otra gente y con su entorno social y urbano.
El artículo no
menciona el rico proceso de acompañamiento (que incluyó un ejercicio de diseño
participativo) del proyecto de los otomíes que desde 1995 realizó la ong Casa y Ciudad,
ni que este proyecto
ganó el Premio Nacional de Vivienda otorgado por el gobierno federal en 2004.
5. La participación
ciudadana en los programas de vivienda
Javier de la Rosa
y Luis Luna analizan las diversas concepciones sobre la política pública que se
generan en el marco de las reformas económicas recientes y buscan la
cooperación de las organizaciones sociales y civiles sin fines de lucro, para
resolver necesidades sociales con mecanismos de mercado. Esta visión –dicen–
contrasta con la del gdf, quien
reconocía la función social del gobierno y su responsabilidad para atender los
rezagos sociales. Los autores destacan que la política social territorializó y
priorizó las zonas marginadas.
En el apartado
“La perspectiva de los actores” se discute la relación de las ong con el gobierno. Aquí un funcionario
señala que el Invi realizaba el programa de mejoramiento habitacional que
pensaron las ong y que por eso
cooptaron a algunos de sus miembros y a otros del mup (en este proceso un ícono de la lucha urbana, Superbarrio,
también cambió de
ring). Además se argumenta que por la magnitud del programa era imposible la
participación de las ong, pero que
a estas instituciones se les contrató para realizar asesoría técnica. Así, por
un lado se reconoce que el programa que se impulsa es el que diseñaron las ong, pero por otro, se les asigna el
mismo papel que a cualquier joven arquitecto independiente.
Los autores
señalan que el Programa de Mejoramiento de Vivienda considera al ciudadano en
función del acceso individual al programa, de ahí que digan que en este caso la
ciudadanización equivale a individualización. En este sentido se incluyen comentarios de un
funcionario y un representante del mup,
quienes aseguran que ese programa no fortalece la organización ni el tejido
social. En contraparte, otro funcionario del Invi señala que al mup no le interesaba ese programa porque
no puede controlar la clientela.
En este artículo
no se aborda el tema de la participación social en los programas habitacionales
de las áreas centrales (Vivienda en Conjunto). Además, es curioso que el libro
incluya una imagen de una Unión Popular Democrática que textualmente dice “¿No tienes
vivienda propia?” y después señala que “la vivienda es un derecho humano no una
mercancía”, p. 238 (tal vez no hay contradicción, el derecho a la vivienda se
entiende como el derecho a la propiedad de una vivienda).
6. La actuación de
los desarrolladores habitacionales privados
El artículo de
Teresa Esquivel explora las transformaciones recientes de la Ciudad
Central entre 2000 y
2005, a partir del análisis de datos del Instituto Nacional de Estadística,
Geografía e Informática (inegi) y
de la acción habitacional privada, a través de dos fuentes: 1) los créditos ejercidos por distintos
organismos financieros en todo el DF (en número de viviendas) y 2) la oferta habitacional real en cuatro
delegaciones centrales (en número de proyectos inmobiliarios). Esquivel
evidencia que en el 2000 el proceso de despoblamiento abarcaba ocho
delegaciones (y no sólo a cuatro), pero que merced a la política de
redensificación del gdf este proceso
se revirtió en dos delegaciones (Cuauh-témoc y Miguel Hidalgo), la tasa de
despoblamiento se aminoró en otras dos y la pérdida de vivienda se revirtió en
las cuatro delegaciones centrales.
De 150 mil
créditos de vivienda nueva ejercidos en el periodo 2001-2005 (incluye 72,912
créditos otorgados por el Invi, aunque este no un organismo privado): la mayor
parte (60%) se ejerció en el Primer Contorno[3] y
en la Ciudad Central se ejerció casi la tercera parte.
Aquí claramente
se reconoce que la emisión del Bando 2 implicó el incremento en el costo del
suelo y, por ello, la oferta privada se orientó mayoritariamente a la vivienda
media y media
alta, es decir, a la
población con ingresos mayores. La autora analiza el tipo de oferta
habitacional en los distintos territorios de la Ciudad Central, lo que sigue
las pautas históricas del poblamiento; esto es, no se alcanzan a ver efectos de
aburguesamiento o gentrificación: la vivienda de interés social se
construye en colonias proletarias, mientras que la vivienda
media y media alta se construye en antiguas colonias
aristocráticas y colonias modernas.
Con datos del inegi, la autora analiza los cambios en
los tipos de vivienda de las cuatro delegaciones centrales: los departamentos se incrementaron en 43 mil unidades,
las casas independientes decrecieron en 22 mil unidades, las vecindades
decrecieron en 11% y
7 mil cuartos y cuartos de azotea también disminuyeron en casi dos mil
unidades. Así, las viejas casonas deterioradas o cuyos dueños no cuentan con
recursos para mantenerlas, se constituyeron en la reserva de suelo para
edificar los nuevos departamentos.
Finalmente,
Esquivel advierte que el incremento en el costo del suelo puede contribuir al
desplazamiento de la población de bajos ingresos de las áreas centrales y a la
ocupación de zonas verdes con valor ecológico, lo que pone en entredicho los
propósitos del Bando 2.
7. Política de
gestión y dinámica de suelo
El autor intenta
(sin conseguirlo) analizar las políticas y estrategias de acceso al suelo por
parte de los sectores público y privado. Este artículo difunde información
pública sobre predios gestionados por las organizaciones sociales y los montos
de crédito autorizados por el Invi, así como precios del suelo extraídos de un Manual
de Procedimientos y Lineamientos Técnicos de Evaluación Inmobiliaria que el gdf publica anualmente en la Gaceta
Oficial. Sin embargo,
en el caso de la información del Invi, el autor mismo reconoce que los costos
promedio de las acciones por vivienda no están desglosados. Así, no se sabe si
el costo corresponde a las acciones de construcción nueva o de mejoramiento, o
si ambos están promediados, y tampoco se sabe cuál es el monto correspondiente
a la adquisición del suelo, tema del artículo.
Además, la
información (proveniente de anuncios en la prensa) que se presenta sobre el
mercado de suelo y vivienda no se desglosa ni se territorializa, por lo que
prácticamente no dice nada. El mercado inmobiliario es muy complejo y se dirige
a distintas clientelas; entonces poco dicen los valores
promedio de suelo y
vivienda por año para todo el DF o la Ciudad Central. Esa información se
debería desglosar de acuerdo con la oferta: terrenos, tipo de departamentos o
casas (dimensión, estado físico, número de baños y estacionamientos),
construcciones nuevas o usadas, etcétera. Además de considerar la ubicación y
normatividad urbana aplicable, pues un terreno o departamento de dimensiones
iguales no vale lo mismo a veces en una misma calle.
En este artículo
no se menciona nada sobre 1) la desincorporación del suelo
propiedad del gdf en favor de
proyectos habitacionales, 2) la compra de inmuebles y baldíos para
la construcción de vivienda en las delegaciones centrales, lo que constituía
parte de la política de suelo del Invi y 3) información sobre las decenas de
predios expropiados por el gdf.
¿En cuántos casos se presentaron los dueños a reclamar su propiedad o
indemnización? ¿El costo del suelo fue cubierto o no por el crédito del Invi y
en qué casos y cuánto se subsidió?
8. Políticas de
redensificación y su impacto en la estructura urbana
Salomón González
alude a un movimiento generalizado (en la literatura anglosajona) de retorno al
modelo de la ciudad compacta que abarca varios temas: el desarrollo sustentable, el
despoblamiento de las áreas centrales, la presión sobre las áreas verdes
periféricas; la accesibilidad y el incremento del parque vehicular particular.
Vale señalar que esta discusión también es un tema en el debate latinoamericano
sobre las políticas urbanas y la ciudad del futuro, y que algunas ciudades como
Santiago de Chile, Sao Paulo, Quito y la ciudad de México han desarrollado
políticas urbanas que pretenden aprovechar la ciudad
construida y evitar
la expansión periférica.
El autor tiene
un fresco estilo provocador que pone en tela de juicio cosas que se dan como
verdades irrebatibles. Él pregunta si el debate de fondo es el del
repoblamiento, las densidades o el de la distribución espacial de los recursos
urbanos. Asimismo, cuestiona a los defensores de la
ciudad compacta, pues
–según él– no hay evidencias contundentes, sino juicios de valor, sobre los
beneficios y/o efectos negativos de la expansión urbana o la ciudad dispersa. A
esta discusión teórica había que ponerle nombre, lugar y tiempo, pues puede ser
que en los albores del siglo xxi
ciudades como Quebec, Barcelona o Puebla aún aguanten una mayor dispersión o
urbanización periférica. Pero cabe preguntarse si la ciudad de México y su Zona
Metropolitana resisten más desarrollos habitacionales periféricos de alta y
baja densidad como los que se realizaron recientemente. Más allá de esta
discusión se tiene presente que el modelo de urbanización periférica en escala
metropolitana continúa siendo atractivo para distintos actores (las grandes
constructoras, algunas autoridades locales y federales y población de distinto
estrato socioeconómico), porque allí el suelo sin servicios es más barato.
El autor
reconoce que la ciudad de México continúa creciendo a ritmos menores que antes
y que su estructura territorial ha transitado de una ciudad con centralidad
hegemónica a una policéntrica. Sin embargo, los instrumentos de planeación y
gestión metropolitana están rezagados y aún no se adaptan a la nueva realidad.
Finalmente, el autor demuestra lo que otros investigadores conocen o sospechan:
la Ciudad Central concentra población inmigrante y población adulta, y es una
zona que expulsa a familias jóvenes con hijos a la periferia. De acuerdo con su
análisis, la producción de vivienda pública es la variable que mejor explica la
redistribución de la población en la Zona Metropolitana de la Ciudad de México.
Conviene señalar que los datos estadísticos del inegi
que utilizó el autor, no coinciden con los difundidos oficialmente por esa
institución, por ello sus resultados indican que la tasa de despoblamiento,
aunque aminorada, continuaba en 2005 en toda la Ciudad Central. Sin embargo, en
este mismo libro, Teresa Esquivel (p. 274) demuestra que en dos delegaciones el
proceso de despoblamiento se revirtió.
9. Temas ausentes en
el libro
No se aborda un
aspecto fundamental en la evaluación de las políticas habitacionales: la
recuperación de los créditos. Varios autores del libro concuerdan en que la
vivienda es un derecho y que el gdf
contribuyó a su cumplimiento. Sin embargo, el otorgamiento de créditos públicos
blandos para el acceso a la propiedad privada de un alojamiento implica ciertas
obligaciones que la población debe cumplir para garantizar el retorno de
recursos y, con ello, que otras familias puedan acceder a nuevos créditos.
Salvo alguna mención en el artículo de Claudia Puebla, nada se dice acerca de
la recuperación crediticia y de la cultura del no pago.
Tampoco se trata
el tema de la normatividad urbana. De acuerdo con diversas evidencias
empíricas, el sector privado negocia mejor la normatividad urbana y construye
mayor densidad edilicia que el sector público.
Un efecto no
estudiado es el del mercado de vivienda usada, que también se disparó con el Bando
2, tanto por el costo
de los nuevos departamentos como por la dimensión de las viviendas nuevas.
Incluso varias de las acciones de vivienda que realizó el Invi en el periodo
estudiado consistieron en la adquisición de vivienda usada.
No se explora el
impacto del Programa de Mejoramiento de Vivienda en la economía del barrio. En
este programa, varias familias adquirirían materiales de construcción en
distribuidoras de barrio y contratarían mano de obra local (plomeros,
electricistas, albañiles, etcétera).
Tampoco se
profundiza en la investigación de los programas emergentes, programas nobles
pero con resultados insuficientes para enfrentar la situación de riesgo en que
habitan centenas de familias. Generalmente las acciones emergentes, por no planificarse, encarecen los
costos de operación de los programas, pues deben reubicar a decenas de familias
en vivienda transitoria y erogan cuantiosos recursos en ayudas para renta.
10. Comentarios
finales
En el libro
aparece en dos ocasiones un argumento que pretende presentar el incremento del
costo del suelo en las delegaciones centrales, motivado por el Bando
2, como un efecto
planificado y una acción pública intencionada. En la página 280, y sobre todo
en la 377, se dice que una manera de rehabilitar el centro implicaba justamente
revalorizarlo, es decir, darle un valor que no tenía. Se trata de un argumento que tal vez
pretende defender o justificar la acción de un gobierno bien intencionado, pero
que no está expresada de forma directa ni indirecta en el Bando. Por el contrario, este edicto señala expresamente que en las
delegaciones centrales se construiría vivienda para la población humilde. ¿Se
podría lograr eso incrementando el costo del suelo? ¿Era una intención
planificada pagar más por el valor del suelo para desarrollar vivienda para la
población humilde?
Por otro lado,
la lectura del libro provoca la reflexión en profundidad sobre dos temas
cruciales: uno es la continuidad de las políticas públicas en una ciudad y un
país, que de acuerdo con los usos y costumbres de los diversos partidos políticos,
cada cambio de gobierno (incluso del mismo partido) implica la reinvención de
las mismas. El otro es el de la dimensión metropolitana, pues la ciudad
real, la que rebasa
los límites jurídico-políticos, requiere urgentemente de políticas
metropolitanas: mientras en el DF se efectuaron restricciones a la construcción
de conjuntos habitacionales en sus áreas periféricas, en varios municipios de
la periferia metropolitana se construyeron miles de viviendas casi todas
iguales y de dimensiones cada vez más infames, que expanden la ciudad real a
territorios cada vez más distantes. ¿Se puede y se debe seguir diseñando y
aplicando las políticas públicas de manera local sin tener en cuenta el
territorio de la ciudad real, más allá de las atribuciones que a cada gobierno
local otorga el marco jurídico vigente?
Recibido: 9 de enero de 2008.
Aceptado:
28 de enero de 2008.
Víctor Manuel Delgadillo-Polanco
Universidad Autónoma de la Ciudad de México
Victor_delgadill@hotmail.com
Víctor Manuel Delgadillo Polanco. Es doctor en urbanismo por la
Universidad Nacional Autónoma de México (unam)
y maestro en arquitectura y planeación urbana por la Universidad de Stuttgart.
Actualmente es profesor de tiempo completo en El Colegio de Humanidades y
Ciencias Sociales de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México. Consultor
de la unesco para la elaboración
del Programa de Ordenamiento Urbano Ambiental y Plan de Gestión para la
recuperación del patrimonio cultural y natural de Xochimilco, entre 2005 y
2006. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (sni), nivel i,
desde enero 2007. Obtuvo la Medalla Alfonso Caso por su doctorado en urbanismo,
otorgada por el Consejo Universitario y la Comisión al Mérito Universitario de
la unam, marzo 2007. Sus líneas de
investigación actual son: urbanismo y patrimonio cultural en América Latina,
actores sociales y políticas públicas, políticas de reciclamiento y desarrollo
urbano, vivienda en áreas urbanas centrales. Entre sus publicaciones recientes
se encuentran: en coautoría, Hábitat popular en los centros
antiguos de Iberoamérica, Programa
Iberoamericano de Ciencia y Tecnología para el Desarrollo, Red XIV.F
Tecnologías Sociales para la Producción Social del Hábitat, México (2007); “La
gran urbe latinoamericana: polarizada, fragmentada, globalizada, ¿e
ingobernable?”, Seminario Divide e Incluye, nueva gobernabilidad en ciudades
fragmentadas de América Latina, 19 y 20 de junio, Fundación Heinrich
Böll-Habitat Unit TU Berlín,
http://www.boell.de/downloads/latein/teile-beteilige/delgadillo_La-gran-urbe-latinoamericana.pdf)
(2007); “De habitantes suicidas y simulacros: 20 años de atención a los
tugurios del centro histórico”, Ciudades, 74, Red Nacional de Investigación
Urbana, México, pp. 40-46 (2007); “Ordenamiento urbano y asentamientos
irregulares”, en Ciro Caraballo (coord.), Xochimilco,
Tláhuac y Milpa Alta, resumen del plan integral y estructura de gestión del
polígono inscrito en la lista del Patrimonio Mundial, unesco,
México, pp. 33-34 (2007).
[1] Hay que señalar que el programa
Renovación Habitacional Popular, realizado después de los sismos de 1985,
reconstruyó en el DF 48,800 viviendas en poco más de dos años.
[2] La voluntad
política se mantiene
y se ha incrementado, el actual jefe de gobierno del DF se trazó la meta de
realizar 200 mil acciones de vivienda en el periodo 2006-2012.
[3] Aquí se incluye a Iztapalapa,
Azcapotzalco y Gustavo A. Madero (las dos últimas delegaciones también pierden
población). Vale recordar que el Bando 2 prohibía expresamente la construcción
de conjuntos de vivienda mayores a 35 unidades en nueve delegaciones (entre
ellas Iztapalapa) y que no mencionaba a Azcapotzalco, Gustavo A. Madero e
Iztacalco, donde el sector público y el privado construyeron una gran cantidad
de viviendas.