La entropía como
indicador de las desigualdades regionales en México
Entropy as a regional inequality indicator in Mexico
Andrés enrique
Miguel-Velasco
Pedro
Maldonado-Cruz
Julio César
Torres-valdéz
Maritza Cruz-Atayde*
Abstract
In this
paper we analyse regional inequalities trough the
concept of regional entropy taking as a reference the regional development in
Mexico from the point of view of the human development index between 1950 and
2003. Our hypothesis proposes that regional inequalities have increased as a
result of development. Furthermore, in recent times the regional disequilibrium
detected through the evaluation of the regional sustainability tends to be
higher. As a methodology to measure inequality we propose the use of some
concepts such as the absolute and relative entropies of the development
indicators, fairness, efficiency and sustainability of the country.
Keywords:
regional
sustainable development, regional inequalities, regional entropy, fairness,
efficiency, sustainability.
Resumen
En el presente
artículo se analizan las desigualdades regionales a través del concepto
entropía regional, tomando como referencia el desarrollo de las regiones de
México –a través del índice de desarrollo humano– durante el periodo 1950-2003.
La hipótesis que propone es que han aumentado las desigualdades regionales
producto del desarrollo y que, en fechas recientes, los desequilibrios
regionales detectados a través de la evaluación de la sustentabilidad regional
tienden a ser mayores. Se propone como metodología para la medición de las
desigualdades el empleo de los conceptos de entropía absoluta y relativa de los
indicadores del desarrollo, la equidad, la eficiencia y la sostenibilidad de
las regiones del país.
Palabras clave:
desarrollo regional sustentable, desigualdades regionales, entropía regional,
equidad, eficiencia, sustentabilidad.
*
Instituto Tecnológico de Oaxaca. Correos-e: andmig56@hotmail.com, pemece@ gmail.com, pemece@itoaxaca.edu.mx,
jcesartv@gmail.com, atayde@itoaxaca. edu.mx.
Introducción
En la actualidad
se acepta que el desarrollo regional mejorará si la ordenación territorial
incluye un proceso que combine a su vez criterios de equidad, eficiencia y
sustentabilidad, sobre todo cuando en países como México “el tema de las desigualdades
regionales ha sido considerado en forma un tanto compulsiva por el gobierno
federal como uno de los grandes problemas de la organización de las actividades
económicas en el territorio nacional, pues todos los planes de desarrollo
urbano incluyen la reducción de tales disparidades entre las metas centrales de
las políticas en la materia” (Garza, 2004). En la realidad actual, las
políticas públicas de alguna manera deben contemplar una combinación de estos
aspectos, pues de lo contrario se considerarán incompletas.
En el caso del
desarrollo regional, conocer la manifestación de la equidad, la eficiencia y la
sustentabilidad continúa siendo un tema relevante, pues estos tópicos dan
cuenta del nivel de igualdad en el bienestar social, el crecimiento económico y
el equilibrio con la naturaleza que proporciona el proceso de desarrollo. El
presente artículo los analiza a través del concepto de entropía regional,
tomando como referencia el desarrollo de las regiones de México durante el
periodo 1950-2003, concretamente a través del índice de
desarrollo humano del
país. La hipótesis que se propone es que la entropía regional es un indicador
de las desigualdades y desequilibrios regionales al medir la eficiencia, la
equidad y la sustentabilidad de las regiones, y supone que las desigualdades
regionales producto del desarrollo han aumentado en México durante el periodo
1950-2003 y que, en fechas recientes, los desequilibrios regionales detectados
a través de la evaluación de la sustentabilidad regional tienden a ser mayores
aún. Se propone como metodología la medición de la entropía absoluta y relativa
de los indicadores del desarrollo y la sustentabilidad para evaluar las
desigualdades y desequilibrios de las regiones del país, entendiendo por
desequilibrio las disparidades intrarregionales en el desarrollo y la
sustentabilidad de los estados que integran las regiones; en tanto que la
desigualdad se considera una medida absoluta que mide las disparidades en el
ámbito interregional.
Finalmente,
partiendo de la consideración de que las regiones de México pueden impulsar su
desarrollo al mejorar su equidad, eficiencia y sustentabilidad, trata de
propiciar la reflexión acerca de cuáles pueden ser las aplicaciones del
concepto de entropía regional en la planificación del desarrollo regional.
1. Fundamentos
conceptuales
1.1 Antecedentes:
entropía y desarrollo regional
El desarrollo
regional se puede concebir como “el proceso que afecta a determinadas partes de
un país, las cuales reciben el nombre de regiones” (ilpes, 1980: 25); y de manera particular, el desarrollo
regional puede entenderse como “el proceso de cambio sostenido, que tiene como
finalidad el progreso permanente de la región, de la comunidad regional como un
todo y de cada individuo residente en ella” (Boisier,
1996). Se han propuesto diversos indicadores para medirlo, uno de ellos es el índice
de desarrollo humano
conceptualizado como la libertad de que gozan los individuos para elegir entre
distintas opciones y formas de vida, a través de factores que permiten a la
personas ser libres: la posibilidad de alcanzar una vida larga y saludable,
adquirir conocimientos individual y socialmente valiosos y tener la oportunidad
de obtener los recursos necesarios para disfrutar de un nivel de vida decoroso
(pnud, 2004). Este índice posee la
cualidad de su aceptación y estandarización en los ámbitos nacional e
internacional, lo cual permite efectuar comparaciones a través del tiempo y del
espacio con el mismo. El desarrollo regional es el proceso generador de riqueza
económica, de bienestar social y de sustentabilidad, que cuando se manifiesta
en igualdad de oportunidades para todos –personas, sectores y regiones–, tiende
a reflejarse en la armonía de las propias ciudades y regiones. Cuando el
desarrollo no es armónico sacrifica cualesquiera de estos componentes, pero
sobre todo el bienestar y la sustentabilidad en aras del crecimiento económico.
En este tipo de desarrollo se manifiestan de manera especial las desigualdades
regionales, la falta de eficiencia productiva y la pérdida de competitividad,
lo que se resume en la entropía que posee la región.
Esto último se
conjuga con el hecho de que la realidad es producto de la interacción de
múltiples elementos, algunos de los cuales generan orden y otros desórdenes. Si
se acepta que el desarrollo (d)
implica bienestar, también se debe admitir que puede estar acompañado de
desórdenes. La relación
D = f (B, -S) --(1)
esquematiza la
función que lo vincula con la entropía regional, donde D: desarrollo logrado;
B: bienestar y s: entropía
regional del proceso. En otras palabras, es posible tomar en cuenta la entropía
valorando los desórdenes conocidos. De manera indirecta, la entropía regional
y/o los desórdenes pueden contribuir a planificar el desarrollo regional, al
tomar en cuenta como meta de la planificación el control, la reducción o
eliminación de los desórdenes que afectan la región (el tráfico vehicular, la
escasez de agua, la contaminación, la delincuencia, etc.), dado que en las
regiones existe la tendencia de que el mayor desarrollo tiende a sincronizarse
con una más alta cantidad de desórdenes (Miguel, 2005: 102-123). La entropía
regional se puede valorar como una función autónoma producto de la complejidad
de los procesos de desarrollo (que dependen de la interacción de los elementos
o factores de los subsistemas ecológico-ambientales, económicos,
político-sociales, etc.), como se propone en el presente artículo.
Originalmente la
noción de entropía
remite a la termodinámica y a la mecánica estadística como el conjunto de
fenómenos físicos que se derivan de la llamada segunda ley de la termodinámica,
pero tras el éxito conocido por la teoría matemática de la comunicación de C.
E. Shannon (1948), cuyos instrumentos de cálculo arrancan de las operaciones
formales empleadas en la mecánica estadística, la similitud operativa para
medir los intercambios energéticos y las transmisiones de mensajes, confluyó a
unificar en un mismo modelo el estudio del cambio en la naturaleza y en la
sociedad y, por extensión, en las regiones (Piñuel,
2005). En las alusiones que a ella se hace en las ciencias sociales, se quiere
expresar la tendencia de cualquier organización a deteriorarse por la gradual
decadencia que de forma natural opera entre las fuerzas que la cohesionan (Tamames y Gallego, 1994: 219).
En México se han
desarrollado numerosos trabajos en el ámbito regional sobre la hipótesis de
convergencia, lo que generó un debate que destaca la existencia de
divergencias, sobre todo a partir de 1980. Entre los primeros estudios realizados
para comprender el crecimiento económico regional sobresale el de K. Appendini et al. (1972), quienes explican el atraso
regional como un producto histórico del proceso de desarrollo económico del
país y de sus factores inerciales. Para el periodo 1970-1979 varios estudios
mencionan la mejoría de los niveles de bienestar y para 1980-1989 se presenta
un aumento de las disparidades asociadas con los choques externos y con el
viraje en el modelo de sustitución de importaciones hacia las exportaciones que
se mantiene para el periodo de 1990 a la fecha (Hernández Laos, 1984; Garza,
1997; Unikel, 1976; Ruiz Chiapetto,
1997; Ramírez, 1986). Aunque existen otros métodos para medir las desigualdades
regionales, por ejemplo, en función de la desviación estándar o el método de cluster para comparar los datos estadísticos, como el de ingreso
(Maldonado et al.,
2006), antecedentes de la aplicación de la entropía como medida de la
desigualdad la encontramos en el estadístico T de Theil
(1967), quien utilizó la teoría de Shannon para construir una medida de
igualdad sobre la renta individual, cuyas mediciones son aplicables al ámbito
territorial. En el presente artículo se utiliza como medida de las
desigualdades regionales la entropía generada por el proceso de desarrollo de
las propias regiones, concebido éste como un proceso que abarca aspectos
económicos, sociales, de bienestar y de sustentabilidad. Cabe aclarar que el
análisis realizado se refiere básicamente a las desigualdades interregionales y
no propiamente a las desigualdades intrarregionales de las diversas áreas en
que se puede dividir el territorio, aunque el método puede aplicarse al
análisis de ambas.
1.2 La equidad, la
eficiencia, la sustentabilidad y la entropía
Tradicionalmente
se entiende por eficiencia la preferencia por los resultados
económicos reflejados en el crecimiento económico, el mayor posicionamiento de
los mercados por parte de las empresas, el incremento de la productividad, la
reducción de los costos y el aumento de los beneficios empresariales; en tanto
que la equidad manifiesta
la preferencia por destinar recursos para mejorar el bienestar y elevar la
calidad de vida de la población (Richardson, 1973).
Tomando en
cuenta de manera particular el proceso de desarrollo regional, se entiende por eficiencia
regional (EF) la capacidad de las
regiones para hacer más efectivo su crecimiento económico, minimizando el
empleo de sus propios recursos. En otras palabras, la eficiencia se refiere a
la capacidad de un proceso (económico, social, cultural, ambiental, etc.) para
satisfacer, con sus propios recursos, el crecimiento económico de su población.
Por equidad regional (EQ)
se entiende la capacidad de las regiones para reducir al mínimo las
desigualdades internas y externas del bienestar de su población. Por otra
parte, la sustentabilidad se considera la alternativa para promover el desarrollo
económico y social en equilibrio con la utilización de los recursos naturales
que poseen las regiones.
Como la región
es un conjunto complejo de elementos, está sujeta a la entropía, entendida ésta como una medida del
desorden derivado de la interacción de los procesos económicos, sociales,
culturales, políticos y ecológicos de la región y también como una medida de la
capacidad que ésta posee para satisfacer las necesidades económicas y de
bienestar de la población humana. Si una región experimenta un aumento de su
entropía, se considera que es más desordenada porque posee más estados o
tendencias de comportamiento posibles. La entropía está ligada a la complejidad
y a los procesos irreversibles (Martínez, 2005): cuantos más estados permitidos
tiene una región, mayor es la información y funciones que puede almacenar y
proporcionar; lo cual significa que la entropía de la región también está
ligada a su funcionalidad, a su capacidad de atraer empresas y actividades para
localizarse en ella y, por consiguiente, a sus fortalezas, oportunidades,
debilidades y amenazas.
La entropía
regional puede clasificarse como entropía absoluta y entropía
relativa. La primera
se puede representar con la relación
donde S: entropía
absoluta; LN: logaritmo natural; pi: probabilidad del
evento i; n: es el número de eventos del aspecto considerado en la región (por
ejemplo, en relación con su ecología, economía, etc., o como en el presente
artículo, en su relación con el proceso de desarrollo). La entropía regional,
de cualquier tipo, es adimensional. En una situación
tal que hubiera sólo dos eventos terminales con igual probabilidad (de ½), la
entropía equivale a S = 1. Si
hubiera sólo dos eventos terminales con probabilidad de 1 y 0, la entropía
regional vale S = 0. Cuando todos
los eventos terminales son equiprobables la función
de la entropía tiene un valor máximo de Smax = LN(n).
Se puede obtener
el coeficiente de la eficiencia (EFi)
al dividir el valor del indicador del desarrollo entre el valor de la entropía
absoluta
EFi
= Di /Si
--(3)
Con este
coeficiente se considera que la eficiencia EF es alta cuando el
valor de desarrollo es mayor al nivel de la entropía de la región (EF
mayor de 1) y es baja cuando el valor del desarrollo es menor al nivel de la
entropía de la región (EF menor de 1).
Para determinar
el nivel de eficiencia máxima que puede lograr una región, se requiere obtener
el nivel máximo (ideal) esperado del sistema. Es posible determinar este nivel
cuando cada región alcanza el valor máximo esperado del índice
de desarrollo humano
(idh = Dmáx = 1.00). Aquellos valores que
están por encima de EFmáx presentan una
alta eficiencia y los que están abajo del mismo una menor eficiencia, es decir,
EFideal
= Emax/Ei = 1/Si
--(3a)
Para fines
prácticos, conviene determinar en porcentaje el nivel de la eficiencia que
puede lograr una región, el cual es posible obtener a partir de EFideal
efectuando la siguiente operación:
EF = 100 - [((EFideal
– EFi )/ EFideal))
× 100] = 100-[(1-Di ) ×
100] --(3b)
donde Ei:
eficiencia o potencial de entropía en porcentaje; EFideal: valor ideal
del indicador de EF; EFi:
valor del indicador de EF
durante el periodo analizado; Di:
indicador del desarrollo para la región. EF proporciona información
de la capacidad de las regiones para hacer más efectivo su crecimiento
económico y su bienestar, y del mismo también puede deducirse el potencial de
desórdenes (Pi en
porcentaje) que posee la región a través de la relación
Pi
= 100-EF
--(3c)
Para medir con
un solo número el que en la región haya eventos terminales con más
probabilidades que otros, se utiliza el concepto de entropía
relativa. Ésta vale 1
si todos los eventos terminales tienen la misma probabilidad, y vale 0 cuando
sólo hay un evento con la seguridad total de realizarse con respecto a los
demás (Arranz, 1993). La entropía relativa Srel
se define como
Srel
= S/Smax
= S/LN(n) --(4)
Por
consiguiente, la entropía relativa es un indicador de la equidad que posee la
región: entre más cercano a cero, la inequidad regional es mayor. Un valor de
la entropía relativa cercano a uno indica una igualdad en las posibilidades de
desarrollo regional: entre menos entropía relativa manifieste una región, más
desigual tiende a ser su proceso de desarrollo. Es posible obtener un indicador
de la equidad intrarregional considerando el coeficiente
de la equidad (EQi)
al dividir el valor del indicador del desarrollo entre el valor de la entropía
relativa, es decir,
EQi
= Di /Srel
--(5)
cuando EQi
menor de 1, la inequidad es alta; cuando EQi iguala o se acerca
a 1, la inequidad tiende a desaparecer. La equidad máxima de la región se
alcanza cuando Dmáx
= 1.00 para el idh y Srel = 1.00
y, por consiguiente,
EQideal
= Dmáx/Srel
= 1.00 --(5a)
Por otra parte,
la importancia de la sustentabilidad del desarrollo se aceptó oficialmente
a partir de la propuesta de la Comisión Mundial sobre Medio Ambiente y
Desarrollo, la cual publicó el libro Nuestro futuro común, también conocido como el Informe
Brundtland
(1987), y que en América Latina se consolidó a partir de la Conferencia sobre
Ambiente y Desarrollo, también llamada Conferencia de la Tierra en Río de
Janeiro (1992). El Informe Brundtland proporcionó la definición de desarrollo
sustentable como
aquél que satisface las necesidades del presente sin comprometer la habilidad
de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades. Se acepta
que las dimensiones de la sustentabilidad del desarrollo son de tipo económico,
ambiental y social (Harris, 2001: 5-17).
Hoy en día se
reconoce que si una región no posee niveles de sustentabilidad aceptables, de
nada le serviría lograr altos niveles de equidad y eficiencia, pues éstos,
tarde o temprano, perderían su sustento ya que las regiones sustentables son
contextos espacio-temporales capaces de asegurar en el corto, mediano y largo
plazos, el bienestar y la riqueza económica (y de todo tipo) de la población
que alberga. Mientras amparen población humana, las regiones poseen un grado de
sustentabilidad, el cual variará dependiendo de la manera en que la sociedad
sea capaz de garantizar un equilibrio entre la naturaleza, la economía y la
sociedad. Este nivel cambia de un alto potencial de sustentabilidad, que se
supone es el nivel ideal porque garantiza la sobrevivencia de las sociedades en
el largo plazo; al de bajo potencial de sustentabilidad, que puede considerarse
un nivel crítico, porque solamente se garantiza en el corto plazo un ambiente
adecuado para la sociedad.
En contraparte,
las regiones no sustentables son contextos espacio-temporales que no aseguran
en el largo, mediano o incluso en el corto plazo, el bienestar y la riqueza
económica (y de todo tipo) de su población. Por tal razón, la no
sustentabilidad se refleja en el riesgo, las amenazas y la vulnerabilidad de
las regiones que se muestran incapaces de retener a su propia población, la
cual emigra o se desplaza hacia nuevos territorios en busca de mejores
condiciones que aseguren su subsistencia. Como señalan los especialistas, el
“concepto de riesgo, en su definición más sencilla, hace referencia a la
probabilidad de que a una población (personas, estructuras físicas, sistemas
productivos, etc.), o segmento de la misma, le ocurra algo nocivo o dañino”. Se
afirma que para “que exista riesgo debe haber tanto una amenaza (o, como
algunos dirían, un peligro) como una población vulnerable a sus impactos,
siendo la ‘vulnerabilidad’ la propensión de sufrir daños que exhibe un
componente de la estructura social (o la naturaleza misma) (Lavell,
1996: 32). El riesgo, las amenazas y la vulnerabilidad de una región pueden ser
de tipo natural (los riesgos naturales y la escasez de recursos naturales) y
artificial (por ejemplo, la emigración y los desórdenes sociales de todo tipo,
incluidos los conflictos armados en el territorio). En otras palabras, la
sustentabilidad se puede valorar a través del riesgo, las amenazas y la
vulnerabilidad que en conjunto reflejan la entropía del aspecto sustentable de las
regiones.
1.3 Entropía y
planeación
La entropía
regional refleja la presencia de una mayor complejidad y se relaciona con la
necesidad de orientar el tipo de planeación de la propia región. Si se denomina
planificación estratégica al proceso de aplicación de políticas públicas que
generan un cambio dirigido hacia ciertos objetivos estratégicos, es posible
prever que las políticas públicas pueden activar tanto el bienestar como los
desórdenes del desarrollo, es decir, afectar tanto las fortalezas
y oportunidades de la
región, como las debilidades y amenazas que ésta posee. El significado de
esos aspectos se puede resumir de la siguiente manera:
·
Fortalezas:
la región posee suficiente infraestructura (comunicaciones, agua potable,
drenaje, alcantarillado y transporte); equipamiento (salud, educación y
vivienda) y recursos naturales.
·
Debilidades:
en la región se manifiesta pobreza, marginación y emigración. También existe un
deterioro ecológico.
·
Oportunidades:
la región ha alcanzado un nivel de competitividad, capacitación y educación de
calidad. También pueden aprovecharse los programas gubernamentales y
empresariales externos de ayuda al desarrollo e impulsar las exportaciones.
·
Amenazas:
la región posee una fuerte dependencia y está sujeta a una competencia y
cambios externos que continuamente la desestabilizan.
La importancia
de la entropía es que ésta puede influir en la competitividad regional a través
de la eficiencia. La competitividad regional puede entenderse como la capacidad de
una región para adelantar a otras áreas en el acceso al conocimiento y
tecnología, a los recursos públicos y privados (materiales y financieros), así
como al mercado para la venta de sus productos o la adquisición de recursos
naturales y materias primas. La región que en un momento consigue adelantar a
las demás, genera un aumento de su desarrollo, mejora su acceso a los recursos
públicos y privados y, asimismo, logra una presencia un poco más segura en el
mercado, lo cual le permite hacerse durante cierto tiempo de mayores recursos
privados y públicos, reinvirtiéndolos con la perspectiva de obtener nuevas
ventajas, que necesitará para mantenerse o avanzar en su posición en el
contexto regional (Lengnick-Hall, 1992). Lo anterior
sugiere que si se desea mejorar la competitividad de las regiones, no basta
planificar sólo el crecimiento económico, o incluso aisladamente el bienestar
esperado, sino que también se debe ejercer el control de la entropía del
desarrollo.
En resumen, con
respecto a la planificación, la entropía absoluta indica la posibilidad de
trabajar con los aspectos endógenos de la región (fortalecer la competitividad
y el desarrollo endógeno), en tanto que la entropía relativa se relaciona con
la necesidad de combatir las desigualdades internas de la región.
El nivel de la
entropía que posee la región puede orientar las acciones con respecto a la
planificación de la equidad, la eficiencia y la sustentabilidad del desarrollo
regional. Si se toma en cuenta la planificación estratégica, las regiones
pueden clasificarse como:
1) Regiones con baja eficiencia (EF):
son aquéllas donde las debilidades y amenazas pesan más que sus fortalezas y
oportunidades, lo cual obstaculiza su competitividad y el logro de su equidad.
En éstas conviene planificar su desarrollo tratando de minimizar su dependencia
del exterior, así como combatir su pobreza y marginación.
2) Regiones con alta eficiencia (EF): en las cuales sus
fortalezas y oportunidades ya superan sus debilidades y amenazas, por lo que
permiten impulsar mejor su competitividad. En éstas es recomendable planificar
su desarrollo tratando de aprovechar al máximo la infraestructura
(comunicaciones, agua potable, drenaje, alcantarillado, transporte), sus
recursos naturales, así como las oportunidades que ofrecen los mercados internos
y externos.
3) Regiones con baja equidad (EQ): son aquéllas en las que
existen desigualdades intrarregionales notorias. En éstas conviene planificar
su desarrollo tratando de minimizar su dependencia del exterior, combatir su
pobreza, marginación y emigración.
4) Regiones con alta equidad (EQ): son las que han
alcanzado un cierto equilibrio intrarregional. En éstas el desarrollo se puede
planificar tratando de maximizar las oportunidades y competitividad que se han
logrado.
Desde el punto
de vista sustentable, a la clasificación anterior habría que agregar la
posibilidad de que los tipos de regiones sean sustentables en el corto (bajo
potencial de sustentabilidad), mediano (mediano potencial de sustentabilidad) o
largo plazos (alto potencial de sustentabilidad), lo cual amplía la gama de
clasificación de las regiones.
Las regiones con
más desventajas son las que combinan los tipos 1-3 con una sustentabilidad de
bajo potencial, pues son regiones con alta dependencia, desigualdades internas,
con debilidades (pobreza y/o marginación) y con un deterioro de su contexto
espacio-temporal natural. También lo son las regiones del tipo 2 y 4 que
manifiestan una sustentabilidad de bajo potencial, pues revelan una alta
vulnerabilidad. Las regiones con más ventajas son las que combinan los tipos
2-4 con alto potencial de sustentabilidad, pues poseen menos desigualdades
internas, dependen más de sus fortalezas y oportunidades endógenas y presentan
alternativas de su contexto espacio-temporal natural que garantiza el desarrollo
a largo plazo. Los tipos de región 1-4 y 2-3 con posibilidades de mediano y
alto potencial de sustentabilidad se ubican en un punto intermedio. La
clasificación anterior se puede visualizar en una matriz como la que se indica
a continuación.
Regiones Tipo de sustentabilidad |
3 |
4 |
1 Bajo potencial |
EQ
baja y EF baja |
EQ
alta y EF baja |
|
Mediano potencial |
(desarrollo dependiente: |
|
Alto potencial |
baja competitividad, |
|
desigualdades y escasez |
|
|
de oportunidades |
|
|
económicas). |
|
2 Bajo potencial |
EQ baja
y EF alta |
EQ
alta y EF alta |
Mediano potencial |
(desarrollo competitivo |
(desarrollo
endógeno: |
Alto potencial |
inequitativo). |
equidad, eficiencia y |
|
|
competitividad altas). |
2. Procedimiento
metodológico
Los pasos para
obtener, manejar e interpretar la información que apoya los argumentos del
presente artículo, se indican a continuación.
1) Aunque en México existen regionalizaciones
administrativas y nodales, se prefirió trabajar con una región de tipo
homogéneo-geográfica, pues este tipo de regionalización se sustenta en aspectos
metodológicos rigurosos desde el punto de vista de la ciencia regional y, sobre
todo, permite efectuar comparaciones y análisis de los diversos espacios en que
puede dividirse el territorio. Con base en este criterio se delimitaron las
regiones del país (conjuntos de estados) que analizamos (cuadro 1).
2) Se obtuvieron los siguientes datos por entidad
federativa de México: índice de desarrollo humano (idh) (pnud, 2002, 2004);
migración (inegi, 2006);
indicadores de desórdenes sociales como porcentajes de presuntos
delincuentes registrados en juzgados de primera instancia de los fueros común o
federal por homicidio, 2001; porcentajes de casos comprobados de maltrato
infantil presentados ante el ministerio público, 2001 (inegi, 2002, “Estadísticas judiciales en materia penal”, ed.
2003, tomo iii,
pp. 515-516); índice de deserción por sexo según nivel educativo, 2000;
tenencia de la vivienda, 2000; población desocupada según sexo, 2002, datos
tomados de www.inegi.gob.mx, 29 de enero de 2002. La información sobre la flora
y la fauna por entidad federativa fueron tomados de www.conabio.
gob.mx/biodiversidad/col.htm#biodiv; 14 de febrero de
2000. El tipo de riesgo natural que presentan las entidades federativas fueron
consultados en http://coremi01. coremisgm.gob.mx/cenapred/temasRiesgos.php,
16 de enero de 2006 del Cenapred. Estos datos se
agruparon para las regiones de México consideradas en el inciso 1.
3) Se determinaron las probabilidades de
ocurrencia del indicador del desarrollo (idh) a través de la obtención de
las frecuencias relativas por año, es decir
pi = Vi /VT --(6)
donde pi: probabilidad; Vi:
valor del indicador para el año i; VT
= åVi.
4) Con las probabilidades del punto 3 se obtuvo el
valor de la entropía absoluta para los indicadores por entidad federativa y región
durante el periodo 1950-2003, según la relación indicada por la ecuación (2).
5) Con las probabilidades del punto 3 se obtuvo el
valor de la entropía relativa para los indicadores por entidad federativa y región
durante el periodo 1950-2003, según la relación indicada por la ecuación (4).
6) Con los valores de los pasos 4 y 5 se
obtuvieron datos del coeficiente de la entropía absoluta (EF)
según la ecuación (3); y del coeficiente de la entropía
relativa (EQ) según la ecuación (5).
7) Los indicadores de los puntos 5 y 6 se
agruparon por regiones (inciso 1) cuando fue necesario.
8) Para determinar el nivel de eficiencia que
puede lograr el país o cada región se aplicó la ecuación 3b; y para determinar
el potencial de entropía, la ecuación 3c.
9) Para definir la distancia
euclidiana de la
región hacia la equidad ideal se toman como referencia las
ecuaciones 5 y 5a, así como la relación
ei
= eQideal-eQi --(7)
la cual se estandariza considerando que el valor
eQi más cercano a eQideal
posee un valor igual a 1. El resto de las distancias estandarizadas se
determina por la relación
ei = eQi/eQideal --(7a)
10)
Los desequilibrios regionales (ds) se midieron a través de la
sumatoria de las distancias al desarrollo, la equidad y la eficiencia menos 3
(los parámetros considerados), es decir,
Finalmente, la desigualdad regional (ä) se mide por la ecuación:
donde dsmin:
desequilibrio mínimo de las regiones; dsi:
dese-quilibrios de las regiones mayores al
desequilibrio mínimo. Si ä >0, entonces existen
desigualdades.
11) Por
otra parte, la metodología para evaluar el potencial de sustentabilidad de las
regiones –que debido a la escasez de datos solamente se aplicó para el análisis
del año 2003– se diseñó para facilitar la comparación de los datos de
vulnerabilidad indicados en el punto 2 de la presente metodología, para lo cual
se elaboró un índice de vulnerabilidad basado en los siguientes pasos: a) se calculó el valor proporcional de
cada indicador a través de la relación: Li=100/åIi; donde Ii: valor del indicador de
vulnerabilidad considerado i; b) para cada indicador se calculó el
coeficiente li = Li*Ii, donde Ii: valor del
indicador; c)
se obtuvo el valor total VT para
cada indicador a través de la relación: VT
= åli; d) se obtuvo un índice global Igi de
vulnerabilidad mediante la relación Ig=åVT/n, donde åVT: sumatoria de los valores totales de
los datos y n: número de datos. Este índice se estandarizó para facilitar los
cálculos de la entropía de los mismos, convirtiendo el valor mayor de los datos
en la unidad, y a partir de allí de manera proporcional se calculó el valor de
los demás datos.
12) Con
este índice estandarizado se procedió a repetir los pasos del 3 al 10 de la
presente metodología. Finalmente, con los datos obtenidos de los desequilibrios
de la sustentabilidad se elaboró una interpretación del nivel de potencial de
las regiones según la escala de sustentabilidad de bajo, mediano y alto
potenciales.
3. Resultados
3.1 Contexto del
desarrollo regional en México
En las últimas
décadas, una de las preocupaciones de la sociedad mexicana ha sido propiciar el
desarrollo de todas las regiones del país, tomando en cuenta que una de las
características de la estructura regional alcanzada en México es la desigualdad
económica y social, así como la pérdida cotidiana de su competitividad.
Durante el
periodo 1950-1982 estuvo vigente el modelo económico de sustitución
de importaciones, el
cual tuvo como motor principal del desarrollo regional la actividad
gubernamental. A partir de los años ochenta en México inició el periodo del neoliberalismo, con el cual el desarrollo dependió
fundamentalmente de la acción y actividad de los empresarios privados, los
organismos internacionales, la banca, así como de las industrias
transnacionales. Este desarrollo se basó en la intención de mejorar la
competitividad, la productividad, el ahorro, la inversión y reducir el peso
económico de la estructura gubernamental. A mediados de los noventa, la globalización adquirió presencia definitiva a
través de la justificación y los esfuerzos por integrar a México al contexto
internacional en una posición de competitividad. A partir de estos sucesos, se
trató de impulsar el desarrollo regional a través del crecimiento económico,
la competitividad, la integración y la participación de las empresas y regiones
al proceso exportador, el intercambio y producción de tecnologías de punta,
ligadas a las redes productivas y comerciales internacionales. En este proceso
destacan la firma de varios tratados de libre comercio entre México y diversos
países (entre los más notorios, con los Estados Unidos y la Unión Europea). Los
cambios económicos, demográficos y urbano-regionales del país han provocado que
México se caracterice por la concentración de sus actividades económicas en
pocos puntos de su territorio. En 1998, por ejemplo, el país tenía 115 ciudades
con una población de 50,000 y más habitantes que concentraban 46% de la
población y 95% del valor bruto de la producción (vbp) industrial, comercial y de
servicios, es decir, prácticamente toda la riqueza generada en México (Sobrino,
2003: 456-459).
Desde la década
de los cincuenta, el país ha mantenido un aumento constante de su desarrollo
humano (en el cual el
valor de este índice fue 0.48, que aumentó a 0.802 en el año 2002). En este
último año, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo ubicó a
México en la categoría de desarrollo humano alto. El país ocupaba el
quincuagésimo tercer lugar en la clasificación mundial (de un total de 174
naciones). El Distrito Federal y Nuevo León estaban en las primeras posiciones
en tanto que estados como Guerrero, Oaxaca y Chiapas, de la región Sur, se
ubicaron en los últimos lugares de la clasificación nacional. Las regiones de
mayor desarrollo relativo fueron: Noreste (con un índice
de desarrollo humano
de 0.83), Norte (0.814), Noroeste (0.812), Península (0.807) y Centro (0.789);
seguidas de las regiones Centro-Norte (0.783), Centro-Occidente (0.775), Este
(0.757) y Sur (0.718). Por lo que respecta al bienestar, para el año 2000 la
región Sur manifestó la más alta marginación.
3.2 La entropía y el
desarrollo regional en México
Durante el
periodo 1950-2003, el desarrollo y la entropía regional mostraron en México el
siguiente comportamiento. En el ámbito específicamente regional, las áreas
gradualmente evolucionaron hacia mejores niveles de equidad y eficiencia, pero
en particular para el año 2003 la mayor eficiencia, por encima del promedio
nacional, la habían alcanzado las regiones Noreste (83%), Noroeste (81%), Norte
(81%) y la Península (81%). Mientras que las regiones Centro (79%),
Centro-Norte (78%), Centro-Occidente (77%), Este (76%) y Sur (72%) no superaban
el promedio nacional de eficiencia (79%). Con respecto a la equidad ideal, las
regiones mejor ubicadas en el contexto nacional por tener distancias a la
equidad por abajo del promedio nacional (1.24 distancias), eran el Noreste
(1.00), Norte (1.08), Noroeste (1.10), Península (1.12) y Centro (1.23). Por
encima del promedio nacional se encontraban las regiones Centro-Norte (1.26),
Centro-Occidente (1.31), Este (1.41) y Sur (1.64). En este contexto, y como
resumen de los indicadores anteriores, los mayores desequilibrios producto del
desarrollo los manifestaron las regiones Sur (muy alto) y Este (alto), por
encima del promedio nacional que poseía un nivel de desequilibrio medio; las
regiones Centro-Norte y Centro-Occidente presentaban un desequilibrio medio
también; en tanto que el resto presentaba desequilibrios inferiores a la media nacional:
Noreste, Norte y Noroeste (muy bajo) y Centro (bajo) (cuadros 2 y 3).
En este
contexto, y contempladas en una perspectiva de largo plazo (1950-2003), la
región Sur manifiesta las condiciones más desfavorables, en tanto que la
Noreste presenta las condiciones más favorables. Las regiones que mejor
evolucionaron en los indicadores del desarrollo durante este periodo son la
Noreste, Norte, Noroeste y la Península, en tanto que el Centro y el Sur son
las regiones que han venido perdiendo terreno en ambos aspectos: la primera
porque prácticamente se ha mantenido estancada y la segunda porque sus
indicadores evolucionan más lentamente que en el resto de las regiones durante
el periodo considerado. El Centro-Occidente y el Este son regiones que han evolucionado
de manera errática en este proceso (cuadro 3). Esta situación tiende a
reflejarse en el potencial de desórdenes que manifiestan las regiones, en orden
creciente: Noreste (17.19%), Norte (18.61%), Noroeste (18.84%), Península
(19.32%), Centro (21.08%), Centro-Norte (21.66%), Centro-Occidente (22.51%),
Este (24.30%) y Sur (28.21%) (cuadro 2).
Debido a lo
anterior, la tipología propuesta para la clasificación de las regiones indica
que el Noreste (Nuevo León y Tamaulipas) posee más ventajas en su eficiencia
(es del tipo 2-3), al igual que las regiones Noroeste, Norte, Centro y
Península. El resto (Centro-Occidente, Centro-Norte, Este y Sur) son del tipo
1-3, es decir, son regiones con equidad y eficiencia bajas, las cuales aún
poseen desigualdades intrarregionales y baja competitividad. En esta
clasificación, que incluye una valoración de su sustentabilidad, se observa la
tendencia de que las regiones que poseen más ventajas en su eficiencia son las
que tienden a tener más desventajas en su sustentabilidad, situación que debe
superarse si se desea asegurar una mayor competitividad de las regiones del
país.
Efectivamente,
las desigualdades y desequilibrios regionales del país tienden a complicarse si
a ellas se aúna el análisis correspondiente de la sustentabilidad. Al respecto,
durante 2003 se observó que el promedio de desequilibrio de las regiones
ocasionado por el desarrollo fue de 0.718, en tanto que el promedio de los
desequilibrios regionales debido a problemas de sustentabilidad fue de 6.292
(cuadro 2), valor que indica que en las regiones las diferencias de
sustentabilidad son mayores y que los principales problemas regionales del
país, en gran medida, provienen de la sustentabilidad de sus regiones en la
actualidad. Por regiones, el Sur y el Este presentan opciones sustentables de
alto potencial –por encima de la media nacional– cuya tendencia asegura una
sustentabilidad de mediano potencial, al igual que la región Noroeste. El resto
(Norte, Noreste, Centro-Norte, Centro-Occidente, Centro y la Península)
manifiestan opciones de sustentabilidad de bajo potencial.
Por último, si
se hace una comparación entre los periodos 1950-1980 (representativo de la sustitución
de importaciones) y
1980-2003 (representativo del neoliberalismo), se observa que en lo que respecta al
nivel de desarrollo, éste fue superior (0.775) con el segundo que con el
primero (0.584) (cuadro 4). La entropía regional da cuenta de que la
sustitución de importaciones y el neoliberalismo no han resuelto los problemas
que plantean la equidad y la eficiencia para asegurar la armonía regional. En
términos generales, en ambos casos se generó un desarrollo regional con equidad
y eficiencia bajas, y por consiguiente con desigualdades regionales. A este
respecto, se observa que las desigualdades aumentaron de manera no lineal desde
1950 (con un valor de 2.633) a 2003 (con un valor de 6.462). El menor nivel se
registró en los cincuenta (con un valor de 2.33), en tanto que el mayor nivel
se alcanzó durante la década de los noventa (con un valor de 9.614), valor que
ha disminuido gradualmente (67.763 en el 2003). Por periodos, en el de
1980-2003 (durante el neoliberalismo) se presentaron las mayores desigualdades
(un promedio de 7.021), en comparación con el periodo 1950-2003 (con un valor
promedio de 4.583). El promedio general de las desigualdades regionales en
México es de 6.045, muy superior al que se manifestó en la década de los
cincuenta (cuadro 3).
4. Conclusiones
Sin tomar en
cuenta los aspectos de carácter étnico-cultural –tópico que en la actualidad es
fuente de desórdenes y por consiguiente de entropía en muchas regiones– sino
exclusivamente el proceso de desarrollo sustentable, puede concluirse, como se
supuso en el presente artículo, que la entropía regional es un indicador del
nivel de las desigualdades regionales, la equidad, la eficiencia y la
sustentabilidad alcanzados por las regiones de México. El análisis precedente
confirma la hipótesis del presente artículo: las desigualdades regionales
producto del desarrollo aumentaron en México durante el periodo 1950-2003, y en
fechas recientes, los desequilibrios regionales detectados a través de la
evaluación de la sustentabilidad regional tienden a ser mayores aún. También
puede concluirse que en la actualidad la entropía da cuenta de las
desigualdades y de la falta de eficiencia productiva de las regiones, factores
restrictivos de la competitividad y el bienestar del país, pero que sus
regiones aún poseen un potencial que se puede aprovechar en beneficio de sus
habitantes. En el caso de México, la recomendación más general de planificación
para sus regiones es continuar elevando el nivel de desarrollo de las mismas
para acercarlas definitivamente al nivel ideal del desarrollo humano, sin
perder de vista su sustentabilidad.
Contemplada desde
una perspectiva de futuro, la entropía regional tiende a ser producto de la
necesidad de la moderna sociedad mexicana por lograr su máximo desarrollo
posible, necesidad que tiende a ampliar la complejidad y, por consiguiente, la
entropía de las propias regiones, lo cual sitúa a la sociedad mexicana en el
dilema de cómo alcanzar niveles de vida superiores sin ocasionar desórdenes que
pongan en peligro el nivel de bienestar que ella desea. La región, desde esta
perspectiva, debe precisarse como el contexto territorial que posee la
capacidad natural y artificial para proporcionar bienestar, riqueza económica y
recursos naturales a la población humana actual y futura.
Estas
reflexiones sugieren que para alcanzar parámetros de mayor equidad y más
eficiencia sin acelerar los desórdenes regionales, se requiere emprender el
desarrollo desde una perspectiva de planificación regional basada en pautas o
normas no sólo de cantidad sino de calidad del desarrollo, que permitan proponer metas y
objetivos, regular los procesos, así como ordenar los procedimientos para el
manejo de los recursos requeridos. El potencial de desórdenes que todavía
poseen las regiones de México hace necesario que el futuro desarrollo regional
a emprender esté basado en una planificación estratégica sustentable, para
acceder a los grandes propósitos permanentes de su desarrollo regional:
asegurar su sustentabilidad (se observa la tendencia de que las regiones que
tienen más ventajas en su desarrollo son las que tienden a poseer más
desventajas en su sustentabilidad), lograr la equidad (México sigue estando
lejos de su equidad ideal), mejorar la eficiencia (que en el 2003 arrojó un
valor de 79%) para redituar con ello en el mayor bienestar, riqueza económica y
de recursos naturales para los habitantes de las regiones del país.
Anexo estadístico
Cuadro 1
Regiones y
estados de México
Región |
Estados |
Noroeste (nw) |
Baja California, Baja California Sur, Sinaloa y Sonora |
Norte (n) |
Coahuila, Chihuahua y Durango |
Noreste (ne) |
Nuevo León y Tamaulipas |
Centro-Norte (cn) |
Aguascalientes, San Luis Potosí y Zacatecas |
Centro-Occidente (cw) |
Colima, Guanajuato, Jalisco, Michoacán y Nayarit |
Centro (c)* |
Distrito Federal, Estado de México, Hidalgo, |
|
Morelos, Puebla, Querétaro y Tlaxcala |
Sur (s) |
Chiapas, Guerrero y Oaxaca |
Este (e) |
Tabasco y Veracruz |
Península (p) |
Campeche, Quintana Roo y
Yucatán |
Fuente: Bassols, 1999.
* El nombre original propuesto
para esta región es Centro-Este.
Cuadro 2
México:
eficiencia, equidad, desequilibrios, sustentabilidad y potencial de desórdenes
en sus regiones, 2003
Región |
Nivel de |
Distancia |
Nivel de |
Desequilibrios |
Tipo de |
Con |
Potencial
de |
|
|||
|
eficiencia |
a la
equidad |
desequilibrio |
de |
región |
sustentabilidad |
desórdenes |
|
|||
|
(porcentaje) |
ideal |
del
desarrollo |
sustentabilidad |
|
de |
|
|
|||
Noroeste |
81 |
1.10 |
0.288 |
Muy bajo |
6.038 |
1-4 |
Mediano potencial |
18.84 |
|||
Norte |
81 |
1.08 |
0.247 |
Muy bajo |
9.070 |
1-4 |
Bajo potencial |
18.61 |
|||
Noreste |
83 |
1.00 |
0.000 |
Muy bajo |
8.170 |
1-4 |
Bajo potencial |
17.19 |
|||
Centro-Norte |
78 |
1.26 |
0.780 |
Medio |
10.247 |
1-3 |
Bajo potencial |
21.66 |
|||
Centro-Occidente |
77 |
1.31 |
0.929 |
Medio |
6.578 |
1-3 |
Bajo potencial |
22.51 |
|||
Centro |
79 |
1.23 |
0.679 |
Bajo |
7.096 |
1-4 |
Bajo potencial |
21.08 |
|||
Sur |
72 |
1.64 |
1.925 |
Muy alto |
0.000 |
1-3 |
Alto potencial |
28.21 |
|||
Este |
76 |
1.41 |
1.241 |
Alto |
2.098 |
1-3 |
Alto potencial |
24.30 |
|||
Península |
81 |
1.12 |
0.371 |
Muy bajo |
7.328 |
1-4 |
Bajo potencial |
19.32 |
|||
Promedio |
79 |
1.24 |
0.718 |
Medio |
6.292 |
1-3 |
Mediano potencial |
21.30 |
|||
Fuente: Elaborado con datos del índice de desarrollo
humano (pnud, 2004) y con datos de las fuentes
indicadas en el punto 2 del apartado 2, “Procedimiento metodológico”, del
presente artículo.
Cuadro 3
México: desigualdad y desequilibrios regionales
de su desarrollo, 1950-2003
Región |
1950 |
1960 |
1970 |
1980 |
1990 |
1995 |
2000 |
2003 |
Promedio |
Noroeste |
0.113 |
0.409 |
0.572 |
0.548 |
1.004 |
0.911 |
0.484 |
0.288 |
0.541 |
Norte |
|
0.274 |
0.468 |
0.708 |
0.461 |
1.203 |
0.603 |
0.603 |
0.247 |
Noreste |
0.000 |
0.209 |
0.430 |
0.358 |
0.666 |
0.294 |
0.294 |
0.000 |
0.282 |
Centro-Norte |
0.553 |
0.968 |
1.251 |
1.162 |
2.071 |
1.711 |
1.711 |
0.780 |
1.276 |
Centro-Occidente |
0.275 |
0.549 |
0.796 |
0.660 |
1.314 |
0.870 |
0.870 |
0.929 |
0.783 |
Centro |
0.099 |
0.000 |
0.000 |
0.000 |
0.000 |
0.000 |
0.000 |
0.679 |
0.097 |
Sur |
|
0.369 |
0.825 |
0.681 |
0.623 |
1.298 |
1.160 |
1.160 |
1.925 |
Este |
|
0.234 |
0.412 |
0.341 |
0.312 |
0.649 |
0.580 |
0.580 |
1.241 |
Península |
0.718 |
0.995 |
1.011 |
0.951 |
1.410 |
1.061 |
1.061 |
0.371 |
0.947 |
Desigualdad |
2.633 |
4.835 |
5.789 |
5.076 |
9.614 |
7.190 |
6.763 |
6.462 |
6.045 |
Fuente: Elaborado con datos del índice de desarrollo
humano (pnud, 2002, 2004).
Cuadro 4
México:
entropía absoluta y relativa de sus regiones,
1950-2003
|
Promedio 1950-2003 |
|
Región |
Coeficiente |
Coeficiente |
|
de
equidad |
de eficiencia |
Noroeste |
0.75 |
0.34 |
Norte |
0.74 |
0.34 |
Noreste |
0.76 |
0.35 |
Centro-Norte |
0.70 |
0.32 |
Centro-Occidente |
0.73 |
0.34 |
Centro |
0.77 |
0.36 |
Sur |
0.72 |
0.33 |
Este |
0.75 |
0.34 |
Península |
0.71 |
0.33 |
Entropía absoluta país |
|
2.196 |
Entropía relativa país |
|
0.9996 |
Fuente: Elaborado con datos del índice de desarrollo
humano (pnud, 2002, 2004).
Bibliografía
Appendini, Kirsten,
Daniel Murayama y Rosa María Domínguez (1972), “Desarrollo desigual en México,
1900 y 1960”, Demografía y Economía, vi(1),
El Colegio de México, México, pp. 1-39.
Arranz-Ramones,
Antonio (1993), Planificación y control de
proyectos, México,
Grupo Noriega Editores.
Bassols-Batalla, Ángel (1999),
“Investigaciones urbanas y regionales de México: ¿para conocer o transformar
una realidad?”, en Humberto Muñoz (coord.), La sociedad
mexicana frente al tercer milenio,
México, Miguel Ángel Porrúa-Coordinación de Humanidades.
Boisier, Sergio (1996), Modernidad
y territorio,
Santiago de Chile, Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planeación
Económica y Social-cepal.
Garza, Gustavo
(1997), “Tendencias de las desigualdades urbanas y regionales en México,
1970-1996”, Estudios Demográficos y Urbanos, 3(15), El Colegio de México, México,
pp. 489-532.
Garza, Gustavo
(2004), “Estudios regionales en México. Selección de teoría y evidencia
empírica: desarrollo regional”, reseña, Estudios
Demográficos y Urbanos,
19(2), El Colegio de México, México, pp. 465-472.
Harris-Mark Jonathan (2001), Basic Principles of Sustainable Development,
Massachusetts,
Global Development and Environment Institute, Tufts University.
Hernández-Laos,
Enrique (1984), “La desigualdad regional en México”, en Rolando Cordera Campos
y Carlos Tello (coords.), La
desigualdad en México,
Siglo XXI, México, pp. 155-192.
ilpes
(Instituto Latinoamericano y del Caribe de Planificación Económica y Social)
(1980), Ensayos sobre planificación regional del desarrollo, México, Siglo XXI.
inegi (Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática) (2002), Sistema
de cuentas nacionales de México,
en <www.inegi.gob.mx>, 29 de enero de 2002.
inegi (Instituto
Nacional de Estadística, Geografía e Informática) (2006), Población
inmigrante, emigrante y saldo neto migratorio por entidad federativa 2000, en <www.inegi. gob.mx>, 14 de
enero de 2006.
Lavell, Alan (1996), “Degradación ambiental,
riesgo y desastre urbano. Problemas y conceptos: hacia la definición de una
agenda de investigación”, en María Augusta Fernández (comp.),
Ciudades en riesgo. Degradación ambiental, riesgos
urbanos y desastres,
Red de Estudios Sociales en Prevención de Desastres en América Latina, Lima,
pp. 21-30.
Lengnick-Hall, Cynthia
A. (1992), “Innovation and competitive advantage: What we know and what we need
to learn”, Journal
of Management, 2(18), USA, pp. 399-429.
Martínez-Pérez,
Eva (2005), “La entropía y mi habitación”, en
<http://mtzpz.bankhacker.com/termodinámica/entropía regional.phtml>, 24
de octubre de 2005.
Miguel-Velasco,
Andrés Enrique y Julio César Torres (2006), “Las desigualdades económicas y sociales
en el contexto nacional (1988-2000)”, xvi Coloquio Mexicano de Economía
Matemática y Econometría, Xalapa, Veracruz, México, 6 al 10 de noviembre.
Miguel-Velasco
Andrés Enrique (2005), Ciencia regional. Aportes de la
teoría del caos,
Instituto Tecnológico de Oaxaca.
Piñuel-Raigada, José Luis (2005), Entropía
regional, en
<www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/E/entropía regional.htm>, 24 de
octubre de 2005.
pnud (Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo)
(2002), Informe sobre desarrollo humano
México 2002, México, pnud.
pnud (Programa
de las Naciones Unidas para el Desarrollo)
(2004), Informe sobre desarrollo humano
México 2004, México, pnud.
Ramírez, María
Delfina (1986), “Las desigualdades interregionales en México de 1970-1980”, Estudios
Demográficos y Urbanos, 1(33),
El Colegio de México, México, pp. 351-373.
Richardson,
Harry W. (1973), Economía Regional, Barcelona, Vicens
Vives.
Ruiz-Chiapetto, Cresencio (1997),
“Desigualdades regionales en México, 1900 a 1993”, Estudios
Demográficos y Urbanos,
11(3), El Colegio de México, México, pp. 533-582.
Shannon, Claude Elwood (1948), “Mathematical Theory of
Communication”, Bell
System Technical Journal, 27, University of Illinois Press, Illinois, pp. 379-423.
Sobrino, Jaime
(2003), Competitividad de las ciudades en México, México, El Colegio de México.
Tamames, Ramón y Santiago Gallego (1994), Diccionario
de economía y finanzas,
Madrid, Alianza-Limusa.
Theil, Henri (1967), Economics and information Theory,
Chicago, Rand McNally and Company.
Unikel, Luis (1976), El
desarrollo urbano de México. Diagnóstico e implicaciones futuras, México, El Colegio de México.
Recibido:
29 de mayo de 2006.
Reenviado:
16 de marzo de 2007.
Aceptado:
17 de mayo de 2007.
Andrés Enrique Miguel Velasco. Es doctor por el Instituto
Tecnológico de Oaxaca de Planificación de Empresas y Desarrollo Regional;
asimismo realizó sus estudios de maestría en el Colegio de México. Actualmente
es profesor-investigador de tiempo completo en la División de Posgrado del Instituto
Tecnológico de Oaxaca. Sus líneas de investigación son: análisis del bienestar
social y evaluación de políticas públicas sustentables en las regiones. Entre
sus publicaciones destacan: Ciencia regional, principios de
economía y desarrollo,
México, Conacyt-ito (2000); “Regiones, competitividad y
desarrollo en México”, Problemas del Desarrollo, Revista
Latinoamericana de Economía,
35(138), iies-unam, México, pp. 87-101 (2004).
Pedro Maldonado Cruz. Es doctor en ciencias económicas por la Facultad de Economía
de la Universidad de Camagüey, Cuba; realizó sus estudios de licenciatura en
administración de empresas y de maestría en planificación del desarrollo
regional en el Instituto Tecnológico de Oaxaca. Actualmente es investigador
nivel 1 en el Sistema Nacional de Investigadores (sni) y es coordinador del
programa de doctorado en ciencias en desarrollo regional en la División de
Estudios de Posgrado e Investigación del Instituto Tecnológico de Oaxaca. Sus
líneas de investigación actuales son: análisis económico, análisis social y
evaluación de políticas públicas. Entre sus publicaciones destacan: Demografía:
conceptos y técnicas fundamentales,
México, Plaza y Valdés (2005); “Las desigualdades económicas y sociales en el
contexto nacional”, Economía y Sociedad de México, 2(1), en
<www.eumed.net/rev/tecsistecat/n2/pmc.htm>.
Julio César Torres Valdéz. Es doctor por la Universidad de París
iv-Sorbona,
Francia. Fue director de desarrollo urbano y director de planeación turística
en el Gobierno del Estado de Oaxaca. Actualmente se desempeña como jefe de la
División de Estudios de Posgrado e Investigación del Instituto Tecnológico de
Oaxaca. Sus líneas de investigación actuales son: desarrollo e impactos del
turismo, desarrollo urbano sustentable y calidad de los servicios turísticos.
Durante los últimos siete años ha sido asesor del Gobierno de Estado de Oaxaca
y comunidades rurales para el desarrollo del turismo.
Maritza
Cruz Atayde. Es maestra en planificación de
empresas y desarrollo regional por el Instituto Tecnológico de Oaxaca.
Actualmente se desempeña como coordinadora de investigación del Departamento de
Desarrollo Académico del Instituto Tecnológico de Oaxaca. Sus líneas de
investigación actuales son: análisis del bienestar social y evaluación de políticas
públicas sustentables en las regiones. Ha publicado diversos trabajos en el
campo del desarrollo regional.