Etnocompetitividad del sistema artesanal textil Mitla,
el papel del territorio y la innovación
Ethno-competition in
the Mitla textile handicraft system; the role of territory and innovation
Diosey Ramón Lugo-Morin*
Javier
Ramírez-Juárez**
Hermilio Navarro-Garza***
Néstor Gabriel
Estrella-Chulim**
Abstract
In this
paper we analyse the textile handicraft production of
the central valleys in Oaxaca, Mexico. We consider the territory as a factor
that contributes to the social competition associated to the ethno-linguistic Zapotec group. We identified how tradition and cultural
values give a non-tangible quality to the handicraft production. This is what
we mean in this paper by social etho-competition. It
is indeed this form of competition which, in order to face the challenges of
the market, has generated several technical innovations to complement and
strengthen the inclusive social reproduction strategies in the family and the
territory.
Keywords: territorial competition, textile handicraft,
ethno-competition, innovation.
Resumen
En este
artículo analiza la artesanía textil que se produce en los valles centrales de
Oaxaca, México; considerando al territorio como un factor de competitividad
social, asociado al grupo etnolingüístico zapoteco.
Se logró identificar cómo la tradición y los valores culturales aportan una
cualidad intangible a la producción artesanal, lo que en este estudio se
denomina etnocompetitividad social; misma que, con la
finalidad de hacer frente a los retos del mercado, ha generado diversas
innovaciones técnicas para complementar y fortalecer las estrategias familiares
y territoriales de reproducción social incluyente.
Palabras clave:
competitividad territorial, artesanía textil, etnocompetitividad,
innovación.
Correo-e:
* morin@colpos.mx, ** riavier@colpos.mx, *** hermnava@colpos.mx,
****nestrella@colpos.mx
Introducción
La artesanía en
México la realiza un amplio sector social. García (1990: 201) informa que seis
millones de mexicanos dependen de la producción de las artesanías, lo cual
representa 28% de la población económicamente activa (pea) y apenas aporta 0.1 del producto nacional bruto (pnb). Estas
cifras, si bien no son recientes, reflejan la importancia que tiene la
actividad artesanal para millones de mexicanos, especialmente para numerosas
familias rurales de bajos recursos como las de campesinos e indígenas. Ésta se
constituye como una actividad importante que forma parte de sus estrategias de
reproducción económica y social, frente a la quiebra de las actividades agrícolas
en el contexto de la globalización y el desempleo.
En el estado de
Oaxaca la actividad artesanal se encuentra en ascenso asociada a una demanda
creciente, entre otras, por el turismo y los valores estéticos que representa.
Durante el transcurso de los años los artesanos han integrado innovaciones
organizativas, técnicas y estéticas para posicionarse como sujetos sociales
competitivos en los mercados, integrando un valor étnico territorial frente a
la demanda. De esta manera, el presente trabajo tiene como objetivo identificar
y analizar la transformación de la actividad artesanal textil, en un territorio
de importante presencia campesina-indígena cuyos habitantes han experimentado
para generar y adoptar diversas innovaciones, a partir de la etnocompetitividad, y evolucionar hacia unidades
productivas de artesanías textiles posicionadas en el mercado.
Este proceso, en
una de sus vertientes, está asociado a una estrategia emergente de
competitividad social, basada en diversas acciones: a) la valoración de reconocimiento
regional, nacional e internacional de un territorio étnico específico, el cual
otorga un valor agregado a los productos obtenidos de las unidades productivas
textiles locales y b) el papel de las innovaciones técnicas
como factor que consolida el surgimiento y permanencia de un modelo de etnocompetitividad territorial.
Se considera que
las expresiones e innovaciones ocurridas entre las modalidades organizativas,
tecnológicas y económicas de las unidades productivas de artesanía textil,
ilustran las fortalezas y oportunidades que –frente a los cambios globales– son
potencialmente posibles y han logrado una estrategia específica de
competitividad social, sustentada en el carácter étnico-patrimonial de su
cultura y territorio, lo cual permite la generación de empleo e ingreso para
amplios sectores sociales. Este proceso se puede considerar como una expresión
sintética de la tendencia del proceso de globalización, al interior del cual no
solamente se desregulan los mercados, sino también se generan procesos de
recomposición social, económica y cultural.
Para la revisión
de este planteamiento se aborda el caso de la producción artesanal textil en el
municipio de San Pablo Villa de Mitla, en el cual se observa e identifica un
conjunto de cambios asociados a la etnocompetitividad,
en medio de una intensa competencia de textiles artesanales e industriales de
producción extralocal, principalmente de Guatemala y
Ecuador, que le han permitido posicionarse en los mercados y favorecer su
reproducción socioeconómica y cultural.
Para describir y
comprender las transformaciones locales se elaboró una formulación
teórico-metodológica que pensamos contribuirá a facilitar su comprensión. Se
realizó trabajo de campo utilizando la metodología cualitativa con entrevistas
semiestructuradas a diversos actores del sistema artesanal textil, entre ellos
artesanos, intermediarios y comerciantes, bajo un muestreo de opinión; asimismo
se hizo observación participativa con la finalidad de captar y analizar la
complejidad del sistema artesanal y sus potencialidades de transformación.
También, se abordó el estudio de 11 unidades productivas con la finalidad de
identificar algunas de sus características socioproductivas
y los cambios que han hecho para posicionarse en los mercados. La información
se sistematizó y analizó mediante las categorías de territorio, etnocompetividad, artesanía, mercados y unidades
productivas, lo cual permitió elaborar las tendencias y resultados descritos en
este documento.
1. Territorio,
artesanía y etnocompetitividad
El estudio de las
artesanías comprende dos enfoques: por una parte se considera que son productos
culturales generados localmente, enfatizando en su apreciación estética y su
supuesto o verdadero origen tradicional (Ramírez, 1986); por otra, un
perspectiva que considera que el desarrollo de la artesanía y su
posicionamiento en los mercados está ligado a la valoración y reconocimiento de
la competitividad, la innovación de tecnologías y las nuevas demandas que crea
la modernidad, cuyos resultados provocan las síntesis de productos híbridos con
ciertas características simbólicas (García, 1990: 201). Se ha demostrado que en
la producción artesanal la creciente interacción comercial con la sociedad y el
mercado permite mejorar económicamente (Novelo, 1976). La aceptación de la
producción artesanal en el mercado se asocia a múltiples factores, entre los
que cabe destacar la heterogeneidad social, con diferentes necesidades, gustos
y formas de consumir (Novelo, 2002).
Un acercamiento
al binomio competitividad-mercados permite señalar un mejor posicionamiento e
ingresos para las unidades que se han mercantilizado o semiindustrializado,
con una clara desventaja de los productos más tradicionales (Hernández et
al., 2002). García Canclini discutiendo los hallazgos de Good,
acerca de los pintores de amate del estado de Guerrero, señala que en la
interacción con la modernidad, “han logrado una independencia floreciente que
no hubieran conseguido encerrándose en sus relaciones ancestrales” (García,
1990: 220-221).
Para estudiar la
artesanía, Victoria Novelo plantea abordar las relaciones sociales que permiten
la producción artesanal, es decir “la manera en que los individuos, como
productores, se presentan ante su objeto y sus instrumentos de trabajo; las relaciones
que se entablan entre aquéllas en el proceso de producción y el producto
resultante” (Novelo, 1976: 8 ). Esto es, se privilegia el estudio del proceso
de trabajo y sus características, entre las que se encuentra el trabajo manual,
el tipo de trabajo familiar o contratado, las características de los medios de
producción y los mercados y se clasifican como pequeña industria rural (Cook y Binford, 1995).
Este
planteamiento, si bien relevante, no aborda con suficiencia la cuestión de los
factores que dinamizan la producción artesanal, además de los mercados, en
particular la etnocompetitividad. La competitividad
se considera como la capacidad de las empresas para soportar la lucha del
mercado y de otras regiones (Porter, 1988; Müller,
1995). Sin embargo, desde una perspectiva más amplia de interés para la
investigación se considera como referente el concepto de competitividad
territorial, en el que un territorio adquiere este carácter si puede afrontar
la competencia del mercado y garantizar al mismo tiempo la viabilidad
medioambiental, económica, social y cultural aplicando lógicas de red y de
articulación interterritorial. En otros términos, la competitividad territorial
supone: 1)
que se tomen en cuenta los recursos del territorio en la búsqueda de coherencia
global; 2)
la participación de agentes e instituciones; 3) la integración de los sectores de
actividad en una lógica de innovación; 4) la cooperación de los otros
territorios y la articulación con las políticas regionales, nacionales y con el
contexto global (Leader ii, 2000).
De acuerdo con Philippe Aurier et
al. (2005), el origen
de los productos –y en particular la referencia al territorio– con el tiempo se
ha consolidado como un soporte típico de diferenciación, en el sentido que la
imagen aportada por la relación con el territorio se traduce como una
transferencia de la imagen regional sobre los productos, aumentando así la
percepción de su calidad. Los autores señalan que los productos del territorio
pueden constituir una categoría cognoscitiva y caracterizar tres factores que
provienen del territorio: 1) la referencia al lugar, 2) la asociación con el tiempo y la
cultura y 3)
la aceptación de un saber hacer. Acerca de lo anterior, en esta investigación
se concluye que el impacto de tales factores sobre las representaciones
relativas a los productos del territorio muestran que aparentemente los factores tiempo
y
cultura son los
determinantes principales de calidad.
En los últimos
años, el tema de la identidad territorial de los productos ha contribuido a
alimentar la discusión sobre limitaciones para aceptar y promover como legítima
una sola concepción para el desarrollo, teniendo en cuenta que éste no se
manifiesta de la misma manera en diferentes territorios, ni con los mismos
compromisos entre los actores, ni se sustenta bajo un enfoque exclusivo. Por
tanto, se podría discutir la pertinencia de reconocer y valorar que frente a
una especificidad cultural y territorial muy alta, como Mesoamérica o México,
se generan oportunidades especiales para los productos artesanales y entre los
consumidores se perciben, en el caso de Oaxaca, calidades asociadas con el
territorio y la cultura local.
Promover el
desarrollo con identidad territorial supone favorecer aquello que distingue a
un lugar geográfico y le permite competir desde sus ventajas absolutas (únicas)
o comparativas (mejores condiciones para entregar el producto o servicio). En
consecuencia, la valoración y la promoción de los productos específicos
permitirá a un territorio desarrollar su propia identidad (Haudry,
2003).
Una definición
de productos con identidad territorial incluiría a todos aquellos bienes,
servicios, información e imágenes propias de un territorio. Ejemplo de bienes
pueden ser algún tipo de quesos, de servicio un grupo de músicos y de imagen un
símbolo que identifique al territorio (una iglesia colonial, una manufactura
industrial, un volcán). La identidad es una cualidad que hace que algo sea
único, que sea distinto, distinguible y a menudo distinguido en el sentido más
amplio de la palabra. En oposición, un desarrollo desprovisto de identidad
supone que en todas partes se debe hacer exactamente lo mismo: la misma
arquitectura, vestidos iguales, idioma único, las mismas comidas, entre otros (Haudry, 2003).
En este
contexto, el rescate de un saber ancestral a menudo revalora bienes y servicios
muy elementales que son estimados precisamente por su carácter limpio y
orgánico (en el caso de productos agrícolas), o por su carácter sui
generis como
resultado de prácticas productivas profundamente arraigadas en algunas
culturas, como es el caso de muchos productos artesanales. De acuerdo con Boissier (2001), saber codificado y saber tácito se dan la mano a través de nuevos o
renovados productos. Este autor destaca que el conocimiento tácito, sea
contemporáneamente adquirido en el trabajo, sea tradicionalmente transmitido
vía capital cultural, está adquiriendo una importancia creciente para la
competitividad y también para construir nichos de mercado con monopolio
respaldado por la cultura local, como es el caso de la denominación de origen.[1]
El análisis es
sugerente para reconocer que la producción artesanal integra diversos factores
que conforman su etnocompetitividad: la identidad
territorial que les atribuye en forma generosa el turismo internacional y el
nacional; la valoración de la identidad territorial y la recreación de una
competitividad social que pondera su calidad étnica exclusiva histórica y
culturalmente para Valles Centrales de Oaxaca-Mitla; por las características
estéticas de los productos y la modalidad prácticamente artesanal del proceso
productivo, sustentados por factores locales entre los que destaca el
conocimiento tradicional y la creatividad; y la interacción e integración con
elementos culturales extralocales, como nuevos
diseños y demandas del mercado.
2. Oaxaca-Mitla,
territorios etnocompetitivos y artesanía textil
El estado de
Oaxaca se reconoce nacional e internacionalmente por su importante riqueza
patrimonial, basada, entre otras cosas, en la diversidad de sus grupos etnolingüísticos. Se registra que un alto porcentaje de su
población se dedica a la actividad artesanal como principal fuente de ingreso
(González, 1997), en la que se ocupan 400 mil personas, de las cuales 80% son
mujeres. Entre las ramas artesanales de mayor importancia se encuentran:
alfarería, cerámica, textiles, artículos de piel, cestería, cuchillería, talla
en madera, orfebrería, cantería y metalistería. En la producción predomina el
trabajo manual, la utilización de instrumentos rudimentarios, materias primas
de origen natural y la aplicación de métodos y técnicas tradicionales (Gobierno
del Estado de Oaxaca, 2004).
El estado de
Oaxaca mantiene una estructura económica altamente concentrada en la ciudad de
Oaxaca, capital de estado y centro comercial y administrativo. En su territorio
se presenta una dispersa y poco dinámica actividad económica, de acuerdo con el
inegi
(2001), sólo cuatro centros tienen una población superior a 50,000 habitantes:
Oaxaca de Juárez, Juchitán de Zaragoza, Salina Cruz y San Juan Bautista
Tuxtepec, los cuales acaparan la mayor parte de recursos, bienes y servicios.
La concentración de las actividades económicas, su lento y asimétrico
crecimiento y las vías de comunicación insuficientes limitan la articulación territorial
y la integración económica.
En el año 2000
Oaxaca sólo aportó 1.5% del producto interno bruto (pib) nacional, lo que lo ubica en
el lugar 19 con un ingreso per cápita de $ 6,339.00 (inegi, 2002). Tiene un grado de
marginación muy alto: ocupa el segundo lugar nacional, sólo después de Chiapas
(Conapo, 2001). Es una entidad altamente rural,
41.09% de su población económicamente activa (pea)
ocupada se ubicaba, en el 2000, en el sector primario; 19.36% en el secundario
y 37.51% en el terciario. En este contexto, en algunas poblaciones la
producción artesanal tiene más importancia que la agricultura.
Según cifras
estimadas a partir del padrón artesanal del Instituto Oaxaqueño de las
Artesanías (2005), Valles Centrales tiene 89,680 personas dedicadas a esta
actividad, las cuales equivalen a 22.42% del total estatal, cifra relevante si
consideramos que esos 400 mil artesanos que viven en Oaxaca participan en el pib estatal
con un monto que equivale a 800 millones de pesos. La producción artesanal
principal en los Valles Centrales es la siguiente: textil en telar de pedal,
textil en telar de cintura, bordados y deshilados, cerámica (barro negro,
pintada, natural sin plomo, vidriada), cestería de carrizo, hojalata, talla en
madera, cuchillería, flor inmortal, totomoxtle, joyería, cerería (velas),
plumería, talabartería y herrería. Se calcula que 40% de la producción
artesanal es textil en sus diferentes modalidades. Diskin
y Cook (1989) subrayan la importancia de este tipo de productos para la
generación de ingreso y empleo de amplios sectores sociales de esta región.
En los Valles
Centrales existen dos importantes puntos de producción artesanal textil: Teotitlán del Valle y San Pablo Villa de Mitla. Este último
es uno de los 121 municipios que tiene la región y se caracteriza por sus
elaborados textiles (rebozos, chalinas, servilletas, camisas y pantalones,
huipiles –túnicas prehispánicas–, manteles, cortinas, colchas y en menor
proporción la elaboración de tapetes); palma (capotes, tenates –para las tortillas–,
escobas y soyates –faja de palma–) y tallado en
piedra.
San Pablo Villa
de Mitla es una zona arqueológica prehispánica que se encuentra 43 km al
oriente de la ciudad de Oaxaca, fue fundada por los zapotecas y su esplendor se
dio hacia 1000-1521 d. C. La palabra Mitla es de origen náhuatl y procede del
vocablo mictlán, que significa “Lugar de los muertos”
o “Inframundo”. El sitio se ha convertido en centro de atracción turística que
demanda bienes y servicios, entre ellos productos artesanales.
El antecedente
de la producción artesanal se encuentra en los pueblos mesoamericanos.
Alejandra de Ávila (1997a) señala que los textiles más antiguos conocidos, la
talla y el decorado de madera, la escultura en piedra y la orfebrería con el
diseño de joyas de gran belleza de Mesoamérica provienen de Oaxaca. Destreza
que no pasó desapercibida entre los conquistadores que muy pronto la utilizaron
dirigiéndola hacia la construcción de sus templos, la explotación de las minas
de oro y plata, la explotación ganadera y agrícola; los talleres semifabriles y en cuanta empresa económica y productiva se
presentó en esa época (Hernández-Díaz et al., 2001; De Ávila, 1997b).
El trabajo
textil descansaba en el telar de cintura, cuya representación e imagen se
encuentra en el Códice Florentino del siglo xvi y su producción era básicamente para autoconsumo. Con la
conquista española se introdujo el ganado ovino y con ello se inició el trabajo
con lana, utilizando la misma técnica que para trabajar el algodón, realizada
por mujeres.
A partir de 1920
la producción textil artesanal se dirige paulatinamente al mercado asociado con
el turismo. Esta transformación descansó en la integración –a través del
comercio– de productos y materias primas entre las que se encuentran hilos,
cuentas, agujas, así como productos agrícolas y forestales, con lo que se
estableció un sistema eficiente de intercambio y un conjunto de rutas para la
comercialización (Parsons, 1936). Con las expectativas de un nuevo mercado, la
actividad artesanal textil de Mitla toma un auge importante y tiende a
diversificarse.
A partir de 1940
la producción se empieza a masificar con el uso del telar de pedal, instrumento
en el que levas o pedales mueven las urdimbres (hilos que se extienden en el
telar) por donde pasan las tramas (hilos que se tejen por encima o debajo de la
urdimbre). Introducido por los españoles durante la conquista, este tipo de
telar contribuye a mejorar el proceso, tejer más rápido y abaratar los costos
de producción. Este artefacto lo llevó un norteamericano llamado Frizel, en la década citada.
Traía un telar,
el norteamericano, y entonces entraron dos muchachos de acá a aprender a tejer
y empezó a dar trabajo a la gente, empezó a tejer con pura lana, hacía rebozos
y ahí comenzó a salir ese trabajo de la artesanía, y esos dos señores que
aprendieron salieron y compraron un telar y entonces empezaron a trabajar el
algodón, uno metió lana y otro algodón y así empezó la gente aquí, yo empecé a
trabajar el telar como en 1965…
(Pedro, 70 años, Mitla, septiembre de 2005)
De esta manera
tiende a mercantilizarse una actividad que, de acuerdo con los testimonios, se
dirigía principalmente al autoconsumo, basada en el uso del telar de cintura y
el trabajo femenino, para pasar a la producción para un mercado local
emergente. El ascenso de la actividad artesanal textil ocasionó un cambio
importante en las actividades productivas de la comunidad, las cuales
originalmente se dirigían sobre todo a la agricultura y el comercio.
Hubo un tiempo
en que la gente de Mitla se dedicó mucho al comercio de abarrotes y a la
arriería, y por los años cuarenta y cincuenta empezaron a tener más demanda las
prendas artesanales y es cuando la gente de Mitla comienza a dejar la arriería
y se dedica de lleno a la producción de artesanía textil.
(Gildardo, 42 años, Mitla, septiembre de 2005)
Con el telar de
pedal se comienzan a elaborar nuevas artesanías, como los rebozos de lana o
algodón, y se introducen nuevos diseños y prendas en los que plasman
representaciones prehispánicas como las grecas típicas de la zona arqueológica
de Mitla. Hacia la década de 1970 el rebozo era la principal prenda que
producían, pero también empiezan a hacer chamarras, camisas, pantalones y
suéteres, entre otros. Con la masificación de la actividad textil comienza un
gradual crecimiento de los talleres y mayor demanda de fuerza laboral, animada
por la creciente venta de suéteres de lana, asimismo se experimenta con
estampados de tintes químicos y nuevos diseños.
Así,
paulatinamente la actividad artesanal sufre cambios asociados con la
utilización de nuevos materiales, como lana. Posteriormente, la introducción
del telar de pedal permite aumentar la producción y dirigirla al mercado local,
a su vez favorecido por el turismo. Este proceso trajo como consecuencia
cambios en la organización de las actividades productivas del territorio,
pasando del comercio a la producción artesanal textil, lo que se observa en la
composición de las actividades económicas actuales: la pea dedicada a las actividades primarias representa 21.16%,
al sector secundario 43.17% y al terciario 34.62% (inegi, 2001). La economía del
municipio no descansa en las actividades agrarias pues presentan pocas opciones
de ingreso, los cultivos principales son el maíz y el frijol, dirigidos al autoconsumo.
De esta manera la economía se concentran en las manufacturas, especialmente en
la producción textil que concentra 30.92% de la pea
y el comercio asociado al turismo con 17.98% (inegi, 2001).
La producción
artesanal es muy diversa en la ciudad de Oaxaca y en Valles Centrales, donde,
en esta última región, se han logrado consolidar con una identidad local dos
territorios: Teotitlán del Valle y San Pablo Villa de
Mitla. La diversidad artesanal de Oaxaca tiene su antecedente en la producción
textil de los grupos etnolingüísticos mesoamericanos.
La permanencia y
los cambios experimentados durante el siglo xx
han conllevado transformaciones de los procesos organizacionales asociados con
la actividad artesanal, combinando medios de producción nuevos y tradicionales,
con la integración de lana y fibras nuevas, reorganizando e innovando procesos,
conservando e integrando nuevos diseños y una dinámica generacional de nuevos
productos y nuevos mercados, muchos de ellos asociados in-situ a un turismo creciente y
diversificado en sus demandas.
La etnocompetitividad tiene relaciones e impactos locales que
la sustentan y transforman, por ejemplo, en un conjunto de funciones que la
hacen primordial económicamente: es fuente de ingresos pues genera empleos,
articula la economía local con la regional y la nacional, y sin duda también
contribuye como impulsora de turismo. Se trata de una actividad de reproducción
cultural basada en una producción textil ancestral, pero también modernizada
que al insertarse en el mercado se ha transformado. Socialmente articula redes
para la comercialización que en el ámbito local se concentra en un mercado
artesanal y en una red de tiendas de cobertura territorial.
3. Los mercados y la
artesanía textil
El incremento de
la producción artesanal por la demanda en el mercado ha ocasionado cambios en
la especialización de la producción, la introducción de innovaciones, e incluso
la quiebra económica de ciertas unidades productivas por la competencia. Como
se señaló, inicialmente la producción artesanal estaba dirigida al mercado
local, pero cada vez más tiende a expandirse comercialmente con diversas
consecuencias.
Entre los
elementos que han alterado la producción comercial típica y artesanal se
identifican la comercialización extralocal, la
desregulación del comercio en 1994 con el inició del Tratado de Libre Comercio
de América del Norte (tlcan)
y la formación de redes sociales para la comercialización. El primer elemento
se encuentra asociado con el comercio extralocal de
la producción de suéter de lana, el cual se vendía a comerciantes de Santa Ana Chiautempan, Tlaxcala, con una amplia demanda que ocasionó
cierta especialización de la producción local durante varios años. Sin embargo,
los compradores eran productores y comerciantes regionales de prendas textiles,
pero no con la técnica para la producción del suéter, por lo que en su momento
procuraron y lograron conocerla y utilizarla para una producción propia.
Finalmente, al adquirirla terminaron sus relaciones comerciales con Mitla, lo
que posteriormente ocasionó transformaciones y cambios organizacionales para
adecuarse a las nuevas circunstancias.
Hubo un tiempo
en que se produjo el suéter de lana que comenzó a tener mucha demanda por otros
lugares y todo el pueblo de Mitla empezó a hacer suéter, venían carros de seis
toneladas de Puebla a acaparar todas las prendas, pero no faltó uno de los
paisanos que les enseño la técnica a los de Tlaxcala y fue cuando ellos
empezaron a producir el suéter allá y ya no había necesidad de venir a Mitla a
comprar. Ahora ya se invirtió la cosa porque ellos vienen a vender las prendas
acá, en Mitla.
(Gildardo, 42 años, Mitla, septiembre de 2005)
La difusión del
conocimiento entre localidades no se da por la cercanía, sino por la
interacción comercial, lo cual ocasionó en el centro difusor la desarticulación
de las actividades productivas y en el receptor la consolidación de la
producción del suéter.
El segundo
factor fue la liberalización del comercio con la entrada en vigor del tlcan y, en
cierta forma, el consecuente tráfico de productos textiles importados de
Guatemala y Ecuador presentados como artesanía local a bajos precios, que
ocasionaron la quiebra económica de numerosas unidades productivas. Este
proceso implicó la existencia de agentes locales, comerciantes e intermediarios
dispuestos a integrarse a la venta de productos, en particular la producción de
dichos países de camisas, pantalones, vestidos, faldas, chalecos, bolsas y
rebozos por debajo de los precios locales, mientras de China se obtiene manta a
bajos precios.
El surgimiento
de un sector especializado en la comercialización, a partir de la década de
1990, señala la creciente división del trabajo en la actividad textil artesanal
y su dependencia creciente del mercado. Los comerciantes mezclan los productos
que elaboran artesanos locales con los textiles importados, lo cual es
favorable para ellos pues los adquieren a un precio muy por debajo de los que
se producen en el municipio, promoviendo la falsa artesanía.
Las fuentes
tempranas novohispanas nos indican que muchas características del comercio
indígena prehispánico se asimilaron en la época de la Colonia. Así, encontramos
continuidad en las rutas y en sus implicaciones socioculturales al considerar a
los mercados indígenas no sólo en su aspecto económico sino como nexo social
entre etnias, lenguas y culturas. Continuidad que se enriqueció con nuevas
rutas y con las nuevas mercancías del mundo no indígena asimiladas por las
comunidades (Sánchez, 1999).
Este hecho
explica cómo desde hace más de una década el mercado textil de Mitla
comercializa textiles guatemaltecos, práctica que se relaciona con las largas
peregrinaciones que realizaban los mitleños a
Guatemala por motivos religiosos y a su regreso llevaban consigo productos textiles
de Guatemala. Pero con la entrada en vigencia del tlcan los volúmenes de producción
aumentaron y se sumaron otros países como Ecuador y China.
En cuanto a la
formación de redes sociales para la comercialización, se trata de una respuesta
de los artesanos o productores textiles a la intermediación en busca de
mercados alternativos, proceso asociado a la crisis económica de 1995 y la
profundización de la migración.
Yo tenía mis
telares y empecé a moverlos de nuevo, tenía tres debajo de una sombra hecha de
láminas. Fui con el mismo patrón que me compraba y le dije que comenzáramos de
nuevo, pero de repente la materia prima empezó a subir de precio, el doble, y
no salía pues, ya no le ganabas nada, entonces el comprador ya no podía
comprármelo más caro. Le dije a mi esposa, vamos a venderlo y salí a venderlo a
Oaxaca y sí se vendía pero lo malo es que era puro fiado, me daban un poco y me
quedaban a deber hasta la otra semana pero no me quedaba otra más que
aceptarlo. Nunca te pagaban todo completo y el que me compraba mucho ahora me
pedía poca mercancía, y no salía y como él lo revendía tampoco le salía. Pues
ni modo, me dije, entonces yo tenía un hermano en cabo San Lucas y familiares
en Puerto Vallarta y a ellos se los mandaba…
(Roberto, 44 años, Mitla, septiembre de 2005)
El comercio extralocal se va construyendo mediante una red social
animada por el parentesco y la solidaridad que permite la comercialización, lo
cual genera demanda y la reactivación de la producción local. Esta red de
comercialización rebasa el ámbito nacional, como lo señala en siguiente
testimonio.
Una parte de la
población se va a Estados Unidos, la mayoría está en Seattle, otros en Los
Ángeles, otros en Carolina del Norte y en la misma República Mexicana muchos
viven en Puerto Vallarta, Mazatlán, Cancún, Ixtapa, Veracruz, en el Distrito
Federal. La gente de Mitla de alguna manera es muy atrevida, yo mismo comencé a
viajar después de que ya no trabajaba los telares y empecé a comercializar la
ropa que hacíamos aquí, la llevaba a Acapulco, Cancún y ahí se vende muy bien y
también en Cabo San Lucas.
(Antonio, 32 años, Mitla, septiembre de 2005)
El transporte de
artesanía se ve favorecido por las vías de comunicación terrestre y aérea, bajo
la modalidad de paquetería con pago a destino que ofrecen varias compañías, y
que hoy están presentes en Mitla. Los artesanos han creado una red de comercio
que cubre destinos turísticos importantes, sobre la base de las relaciones
familiares de parentesco y solidaridad, rompiendo los límites locales. También
han establecido conexiones con tiendas especializadas para colocar sus prendas.
Estas nuevas
áreas de comercio provocan a su vez la especialización de la producción de
acuerdo con su destino, por ejemplo, en los ámbitos local y regional (mercado
artesanal Benito Juárez de Oaxaca) se orienta hacia los rebozos, mientras que
en el nacional (Puerto Vallarta) se dirige a las camisas, cuyas ventas en ambos
casos se relaciona con los ciclos vacacionales de los turistas.
El turismo y un
mercado creciente han favorecido el incremento de la producción artesanal
territorial, lo que contribuye a su valor etnocompetitivo.
El crecimiento de la demanda artesanal ha ocasionado cambios en la
especialización de la producción, la introducción de innovaciones y cambios
organizativos en los procesos productivos y en las redes de comercialización.
Se identifican como factores externos específicos que han ocasionado
transformaciones internas: la desregulación del comercio en 1994 con el inicio
del tlcan,
la dinámica de comercialización extralocal y la
formación de redes sociales de comercialización.
Las relaciones
de mercado tienden a subordinar la dinámica productiva, a establecer una forma
de organización productiva con la división del trabajo y la especialización, así
como a provocar su quiebra económica. Estas características son similares a
cualquier unidad productiva de régimen capitalista. Sin embargo, lo notable del
comportamiento social y económico es la capacidad de respuesta de los artesanos
para reiniciar procesos de inserción en el mercado y no desaparecer, a través
de integrar redes sociales de comercialización que constituyen un componente
central de la competitividad territorial.
4. Las innovaciones
artesanales
La segunda
respuesta de los artesanos para entrar en el mercado es la innovación. En la
actualidad casi se ha suprimido el uso de la lana, quedando sólo el algodón
como materia prima y la incorporación reciente de materiales de fibras
sintéticas. En las últimas dos décadas, las unidades artesanales han
diversificado sus productos con mejoras notables en su presentación final. La
producción se orienta a camisas, vestidos, blusas, pantalones y se comienzan a
producir cortinas, rebozos y servilletas.
En la última
década las mejoras que introdujeron son materia prima de primera calidad,
costura y tejidos más cuidados, la utilización de peines más cerrados, del
número 30 al 40, con los que se obtiene una mejor la calidad en el tejido y la
retención en el rollo de tela. También han mejorado la presentación de las
camisas y pantalones, en el caso de las primeras experimentan haciéndoles
diferentes tipos de cuellos y en cuanto a los pantalones ahora los hacen de
vestir, a los rebozos le incorporan nuevos estampados y tejidos, producto de su
creatividad e invención como el tejido de galleta, cocol y nochebuena, lo cual
constituye un elemento de identificación y presentación en el mercado.
Las personas de
Mitla crean su propio estilo, desde la forma hasta el bordado son específicos
de cada artesano, por ejemplo, nosotros tenemos nuestro propio estilo de
producción y ése lo vendemos aquí y mandamos para Vallarta, aunque han venido
de otros estados, como Colima y el Distrito Federal, y nos han comprado.
(Gildardo, 42 años, Mitla, septiembre de 2005)
La familia se
convierte en el espacio de aprendizaje e innovación, que inicia desde la niñez
al involucrarlos en el trabajo del taller artesanal, el cual va adquiriendo su
propia fama y prestigio de acuerdo con la calidad, creatividad y estilos de las
artesanías. Las innovaciones se dirigen a una mayor calidad del producto, pero
también a los estilos y creaciones gestadas en las unidades productivas que
constituyen un conocimiento propio que se preserva como un elemento que las
identifica pero también las posiciona en el mercado. El conocimiento es un
patrimonio que conservan y reproducen estableciendo límites a su difusión, pues
desde su perspectiva la enseñanza o capacitación de personas diferentes a los
miembros de la familia puede ocasionar pérdidas y competencia.
Yo empecé a
enseñar como en el 68-70. Venían muchos porque yo tenía seis telares y cada
sábado venían ha hacer puntas y duraban mucho tiempo,
por lo menos trabajaban unos cinco años conmigo y después venían otros. Algunos
seguían trabajando en los telares aquí y compraban sus propios telares, otros
se iban a los Estados Unidos y es competencia porque son los que dan barato.
Por eso ahora hay gente que no quiere enseñar, porque al aprender echan a
perder tela, las prendas salen defectuosas y ellos no pierden nada, al
contrario, se les paga. Ahora se le da trabajo al que sabe y el que no pues no
trabaja.
(Pedro, 70 años, Mitla, septiembre de 2005)
La difusión del
conocimiento de la producción textil es un factor que dinamiza la economía y la
producción y se ha extendido a otras comunidades, por ejemplo, desde 1970 y
finales de 1990 a través de la capacitación de mestizos de la agencia municipal
de Xaaga y los mixes. Los primeros actualmente se
encuentran con una producción sostenida dirigida a los mercados locales, los
segundos están en un lento y gradual crecimiento de la actividad artesanal
textil de muy buena calidad; la localidad más importante es Tlahui
Tontepek.
El conocimiento
local es el impulsor de la actividad artesanal textil y ha marcado su tradición
en las últimas seis décadas, constituyéndose en un patrimonio para dinamizar la
economía, generar empleo e ingresos. Pero la tradición textil de Mitla no
inicia con la llegada del telar de pedal, pues su antecedente es una producción
para el autoconsumo con el mismo principio de entrecruzado de hilos pero con
herramientas más rudimentarias, como lo fue el telar de cintura.
El conocimiento
local textil que poseen los artesanos de Mitla no sólo ha sido el motor
principal impulsor de la economía local, sino el elemento que favoreció la
valoración de elementos patrimoniales heredados y recreados de generación en
generación, que ha posibilitado la reproducción y la innovación de su riqueza
cultural.
El paso de la
producción para autoconsumo a una para mercado invariablemente modifica los
criterios estéticos y de calidad que han cambiando de acuerdo con las dinámicas
del mercado. La diversidad de productos en el mercado de diferentes orígenes,
la producción industrial y la integración de materiales sintéticos, como
sucedió recientemente, desdibuja el proceso local, pero el factor que las
identifica y distingue es su diseño y valor estético con la posibilidad de
venta entre segmentos sociales de la población y el turismo que los valora y
las adquiere, lo que vuelve especialmente valiosa la capacidad de innovación y
creatividad de los artesanos.
5. Características
sociales y productivas de las unidades productivas textiles
Las unidades
productivas de artesanía textil organizan el trabajo a partir de la unidad
doméstica campesina e indígena, donde se desempeña la multiactividad
como estrategia de reproducción, entre éstas la artesanía, el comercio, la
agricultura y la migración. Sin embargo, en los últimos años un sector
importante ha venido incorporando en forma creciente la contratación de fuerza
de trabajo sobre la base de un mayor número de telares por unidad productiva e
incremento de la demanda. De acuerdo con estimaciones de productores locales,
pues no existe censo al respecto, existen alrededor de 300 unidades de
producción textil, las cuales llegan a tener de uno a diez telares de pedal.
En general los
medios de producción de que disponen, independientemente del tamaño del taller,
son: telares de pedal y muy escasamente telares de cintura, máquinas de coser,
una urdidora y una redina. La materia prima la
suministran proveedores locales, sobre todo para los pequeños talleres, la cual
adquieren, a su vez, con proveedores en los estados de Puebla, Tlaxcala y
Estado de México.
La división del
trabajo en las unidades productivas ha cambiado en las últimas dos décadas,
considerando que los hombres además de la actividad del tejido se han
involucrado en la costura, trabajo que antes sólo hacían mujeres. Por su parte,
los niños se dedican a rellenar las canillas que se usan en el proceso de
tejido.
Esta
reorganización productiva se relaciona con el incremento de la demanda, que
permite mantener la producción textil alrededor de 10 meses al año, demandando
no sólo fuerza laboral de toda la familia, sino también para contratarla, en
especial aquéllas unidades artesanales familiares que han evolucionado a
pequeños talleres.
La producción
textil está diferenciada de acuerdo con la temporada: en los meses de noviembre
a agosto se presenta una demanda fuerte, pero durante septiembre y octubre
disminuye considerablemente, sin duda asociada a los ciclos del turismo. Esto
ocasiona el cierre temporal de los talleres más pequeños, con uno o dos
telares, obligando a sus miembros a integrarse como trabajadores en las
unidades con mayor capacidad productiva, por el número de telares disponibles.
Con esto, los pequeños talleres logran algunos ingresos que les permiten
mantenerse y ahorrar un pequeño capital para iniciar nuevamente sus labores
artesanales hacia finales de octubre.
La familia ha
sido y es la base de la organización productiva textil, considerando que en su
seno se gestiona y recrea el proceso de organización productiva, se adoptan
innovaciones y estilos y se transmite el conocimiento, todo lo cual se
convierte en un factor de etnocompetividad, mantenido
en cierta forma como un patrimonio familiar y de prestigio de la unidad
productiva. Asimismo, a partir de la familia se organiza la comercialización de
la producción textil, enfrentándose y llegando a acuerdos frente a la
competencia entre los productores, en la búsqueda de mejores ingresos o
beneficios, principalmente para las unidades familiares.
Hay mucho
egoísmo por la fuerte competencia que existe en el mercado, cada quien quiere
ganar más campo de venta, entonces, por alguna razón, cuando alguien produce
cierto tipo de ropa o modelo y ven que se está vendiendo, todo mundo quiere
hacerlo y como no existe ninguna patente ni nada, están libres para hacerlo.
Así, cuando se empieza a producir se debe cuidar con mucho celo el tipo de
prenda que están sacando, pero no dura mucho porque como sea la competencia
empieza a producirla.
(Gildardo, 42 años, Mitla, septiembre de 2005)
Este
comportamiento, muy cercano a un modelo de racionalidad estratégica, limita la
cooperación entre los artesanos para emprender acciones de colaboración y
solidaridad, con fines explícitos para promover y consolidar una organización
gremial territorial.
Por otra parte,
la comercialización de la artesanía comprende varios circuitos y agentes sociales
que establecen relaciones de cooperación, negociación y subordinación: a) la red de comercialización que
establecen los artesanos con familiares que residen a lo largo de la costa
mexicana, b)
la red de comercialización local y venta directa en los mercados artesanales de
Tule, Oaxaca, Mitla, Tlacolula y Teotitlan
y c)
la venta a intermediarios por pedidos específicos donde están presentes
relaciones de negociación y subordinación.
Este conjunto de
elementos y relaciones moldea el funcionamiento de las unidades productivas,
las cuales asumen ciertas características sociales y económicas, entre ellas el
número de telares, su presencia en los mercados, la contratación de fuerza de
trabajo y los ingresos económicos derivados de la actividad artesanal, como se
observa en el cuadro 1.
Cuadro 1
Características
productivas e ingresos económicos de las unidades productivas textiles
Unidades
productivas |
Número de telares |
Contrata fuerza |
Presencia en los mercados |
Ingresos brutos |
||
Local |
Regional |
Nacional |
(pesos /mes) |
|||
1 |
5 |
No |
Sí |
Sí |
Sí |
30,000.00 |
2 |
7 |
Sí |
Sí |
Sí |
Sí |
28,000.00 |
3 |
5 |
Sí |
Sí |
No |
No |
20,000.00 |
4 |
5 |
Sí |
Sí |
Sí |
Sí |
20,000.00 |
5 |
5 |
Sí |
Sí |
No |
No |
15,000.00 |
6 |
3 |
No |
Sí |
Sí |
No |
13,000.00 |
7 |
3 |
No |
Sí |
Sí |
Sí |
13,000.00 |
8 |
3 |
Sí |
Sí |
No |
No |
12,000.00 |
9 |
4 |
Sí |
Sí |
Sí |
Sí |
8,000.00 |
10 |
1 |
No |
Sí |
No |
No |
6,600.00 |
11 |
3 |
Sí |
Sí |
No |
No |
6,000.00 |
Fuente: Elaboración propia.
En general, las
unidades productivas que descansan en la fuerza laboral familiar poseen menos
telares de pedal que las que contratan empleados, a excepción de la unidad 9,
donde se observa una variación de los ingresos de $ 6,000.00 a $ 30,000.00.
Probablemente entre los factores de diferenciación de las unidades productivas
se encuentre el número de telares, la disponibilidad de fuerza de trabajo
contratada o familiar y con ello el volumen de producción.
Estas unidades
han evolucionado durante los últimos 12 años con la incorporación de nuevas
técnicas y diseños, influenciados por el mercado y la creatividad de los
miembros de la unidad familiar. Estos elementos impactaron de manera
contradictoria la producción textil: por una parte el quiebre económico de
algunas, pero también su recomposición, reinserción y diversificación de los
mercados, con un aumento en sus ingresos. Así, diez unidades incrementaron sus
ingresos cuando incorporaron nuevos diseños a sus productos.
Los diseños
artesanales que han incorporado son: tejidos nochebuena 73%, cocol 55%, cocol
combinado con pepenado 46%, deshilado 36% y galleta 18%. La principal ventaja
obtenida es la exclusividad en el diseño y el incremento en sus ingresos (entre
10 y 30%). Asimismo han incluido técnicas que les permiten reducir los costos
de producción de 5% hasta 15%. Entre los principales productos textiles con
incorporación de nuevos diseños destacan los rebozos, camisas, servilletas,
chalinas y cortinas, posicionándose en los mercados artesanales de Oaxaca,
Mitla y Puerto Vallarta.
Los resultados
permiten concluir que en un lapso de 10 años las unidades domésticas
campesinas-indígenas, e incluso algunas emergentes de mestizos, en Mitla
lograron diversificar sus productos textiles e incrementaron sus ingresos
cuando mejoraron aspectos del proceso productivo y generaron nuevos diseños,
posicionándose y ampliado su presencia en los mercados. Este proceso descansa
en el conocimiento local para procesar y crear nuevos diseños y mejoras
técnicas en el proceso productivo, pues la base de medios productivos,
principalmente del telar de pedal, se ha mantenido desde su introducción en el
municipio de San Pablo Villa de Mitla.
Con las innovaciones
destaca la capacidad de respuesta y cambio que generaron los artesanos en la
producción, asociando a la capacidad típica campesino-indígena que desarrollan
un patrón de multiactividad como base de estrategias
específicas de reproducción –a partir de sus recursos y medios– para
reorganizarse, innovar e insertarse en diversos mercados mediante el desarrollo
y dinamismo de redes sociales.
De esta manera,
la etnocompetitividad está asociada no sólo a la
competitividad social, sino también, en forma dinámica y compleja, a diversos
factores temporales y territoriales como la reorganización de la división del
trabajo, la búsqueda de mejoras en la productividad, las innovaciones en
diseños, materias primas, procesos y productos, entre otros.
Es importante destacar
la visión incluyente de lo local en un mercado dinámico y global. Sin embargo,
la insuficiencia de iniciativas integradoras desde la perspectiva gremial y de
las redes sociales se consideran necesarias para aprovechar las oportunidades etnocompetitivas y su consecuente valoración como
componente de una estrategia pertinente para el desarrollo social.
Conclusiones
Este análisis
permite reconocer que la producción artesanal en Mitla, Oaxaca, ha integrado
diversos factores que conforman una etnocompetitividad
funcional. Dicha etnocompetitividad se analiza a
través de la permanencia y consolidación de una identidad territorial,
atribuida en forma sistemática y generosa por el turismo tanto internacional
como nacional; la valoración de la identidad territorial y la recreación de una
competitividad social por las características estéticas de los productos
artesanales y la modalidad prácticamente artesanal del proceso productivo; la
combinación de factores locales entre los que destaca el conocimiento tradicional
y la creatividad; en interacción e integración con elementos culturales extralocales como nuevos diseños y demandas del mercado.
La etnocompetitividad tiene relaciones e impactos locales que
la sustentan y transforman, por ejemplo, en un conjunto de funciones que la
hacen primordial en lo económico y local, la generación de empleos, la
dinamización de la economía territorial y la creación de redes sociales para la
comercialización. El crecimiento de la demanda artesanal ocasionó cambios en la
especialización de la producción, la introducción de innovaciones y cambios
organizativos en los procesos productivos y en las redes de comercialización.
Los resultados
sugieren considerar que el análisis y comprensión son limitados debido a la
compleja dinámica de diversos factores temporales y territoriales como: la
reorganización de la división del trabajo, la búsqueda de mejoras en la
productividad, las innovaciones en diseños, materias primas, procesos,
productos, la visión incluyente de lo local, así como la insuficiencia de
iniciativas integradoras desde la perspectiva gremial y de las redes sociales,
las cuales se consideran estratégicamente necesarias para aprovechar las
oportunidades etnocompetitivas, entre otros.
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Recibido:
24 de enero de 2006.
Reenviado:
14 de mayo de 2007.
Liberado:
16 de enero de 2008.
Diosey
Ramón Lugo-Morin. Es estudiante de doctorado en el Colegio de
Postgraduados, Campus Puebla; hizo la licenciatura en la Universidad Central de
Venezuela, donde obtuvo el grado de ingeniero agrónomo en la especialidad de
desarrollo rural; tiene una maestría en ciencias por el Colegio de
Postgraduados. Actualmente es candidato en el Sistema Nacional de
Investigadores de Venezuela (ppi)
y miembro investigador de la Red Venezolana de Conocimiento Económico del Banco
Central de Venezuela. Su línea de investigación actual son las dinámicas
productivas locales. Recientemente obtuvo el Premio Nacional de Investigación
Laboral 2006 (2º). Entre sus publicaciones destacan: “Una reflexión teórica al
desarrollo de líneas de acción estratégicas orientadas al campesinado mexicano
actual”, Mad,
16, Universidad de
Chile, Santiago de Chile, pp. 35-46 (2007); “Evaluación del riesgo
agroambiental de los suelos de las comunidades indígenas del estado Anzoategui, Venezuela”, Ecosistemas. Revista
científica y técnica de ecología y medio ambiente, año xvi,
1, Asociación Española de Ecología Terrestre, pp
59-69 (2007); “Aves de caza del grupo indígena E´ñepa
de Guaniamo, Venezuela”, Ecosistemas:
Revista científica y técnica de ecología y medio ambiente, año xvi,
2, Asociación Española de Ecología Terrestre, pp. 91-102 (2007); “Economía
indígena y estrategias de reproducción del grupo indígena Warao.
Cayapa”, Revista Venezolana de Economía Social, vii(13),
Universidad de Los Andes, Venezuela, pp. 59-75 (2007).
Javier Ramírez-Juárez. Es doctor y maestro en ciencias agrícolas por el Colegio
de Postgraduados; hizo estudios de licenciatura en la Universidad Autónoma
Chapingo (uach).
Actualmente es investigador nivel ii
en el Sistema Nacional de Investigadores (sni) y líder de la línea de
investigación desarrollo rural sustentable del Colegio de Postgraduados. Sus
líneas de investigación actuales son: sujetos sociales en el desarrollo rural
territorial, ruralidad y campesinado. Entre sus publicaciones destacan: “El
sistema de usos y costumbres bajo el poder económico y político local en Matatlán Oaxaca”, en J. Hernández (coord.), Ciudadanías
diferenciadas en un estado multicultural, México, Siglo XXI, pp. 131-150 (2007); “Territorialidad
y conflicto por el agua en Axocopan, Atlixco”, en V.
Vázquez, D. Soares, A. de la Rosa y A. Serrano (coords.), Gestión y cultura del agua, Instituto Mexicano de Tecnología del
Agua-Colegio de Postgraduados, México, pp. 169-192 (2006); “Lógica
socioeconómica regional y pobreza rural: la ruralidad en el Valle de Puebla y
la cordillera del Tentzo, México”, en J. Luzón y Ch. Stadel (coords.), Transformaciones
regionales y urbanas en Europa y América Latina, Universidad de Barcelona, Barcelona,
pp. 209-219 (2003).
Hermilio
Navarro Garza. Es
doctor-ingeniero por el Instituto Nacional Agronómico París-Grignon
(1984), donde también obtuvo el master con especialización en agricultura
orgánica (1980). Hizo la maestría en ciencias en el Colegio de Postgraduados
(1978) y la licenciatura en la Escuela Nacional de Agricultura Chapingo (1972).
Actualmente es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel i, asimismo es representante académico
del Instituto de Socioeconomía, Estadística e
Informática ante el Conacyt-Padrón Nacional de
Posgrado y profesor-investigador titular en el Campus Montecillo del Colegio de
Postgraduados. El consorcio de cuatro universidades europeas, en el marco de la
red Erasmus-Mundus lo invitó como profesor de la
maestría internacional en desarrollo rural (imrd) durante un cuatrimestre en
2005. Los últimos 15 años ha coordinado la Red Mesoamericana para el Desarrollo
de la Agricultura Regional (Remidar) y el grupo de
investigación enfocado a las transformaciones territoriales de las agriculturas
urbana/periurbana: recursos y organización. Entre sus publicaciones recientes
se encuentran: “Transformations urbaines-rurales,
ressources et agricultura periurbaine”,
vrm, Reseau Universitaire d’Études Urbaines et Regionales, http://www.vrm.ca/ (2006); “Transformations in perturban agriculture:
case study in the north and northeast of the Metropolitan zone of the Valle de México”,
memoria, European Research
and Action Network on Intra or Periurban
Agricultural Space, Fiordo,
S.r.l., Milán, pp. 55-62 (2005); “Evaluación de cinco
especies vegetales como cultivos de cobertura en Valles Altos de México”, Revista
Fitotecnia Mexicana,
30(2), Sociedad Mexicana de Filogenética, a.c., México, pp. 151-157 (2007);
Agricultura campesina-indígena, patrimonio y
desarrollo agroecológico territorial,
Diamante,
México (2004).
Néstor
Estrella-Chulim. Es PhD. del Departamento de Agronomía
de la Universidad del Estado de Iowa, Estados Unidos. Hizo la licenciatura en
la Escuela Nacional de Agricultura de Chapingo, donde obtuvo el grado de
ingeniero agrónomo, y la maestría en ciencias en el Colegio de Postgraduados de
Chapingo. Actualmente es profesor-investigador adjunto del Colegio de
Postgraduados, Campus Puebla. Coordina el comité de publicaciones del campus y
un programa de doctorado conjunto entre el Colegio de Postgraduados y la
Universidad Politécnica de Madrid. Sus líneas de
investigación-docencia-vinculación son: sistemas complejos, contaminación
ambiental, métodos de indagación y divulgación del conocimiento. Entre sus
publicaciones más recientes destacan: Enfoques
de la pobreza rural en México, LunaArena, México (2007);
“Escuelas de campo y adopción de ecotecnia agrícola”,
Ecosistemas. Revista
científica y técnica de ecología y medio ambiente, año xvii,
2, Asociación Española de Ecología Terrestre, Madrid, pp. 94-102 (2008);
“Evolución y efectos en la concesión del agua subterránea en una entidad del
altiplano mexicano”, en N. Amaya, y M. García (comps.),
Gestión integrada de los recursos hídricos, Universidad Externado,
Colombia (2008).
[1] La denominación de origen garantiza una relación íntima entre producto y territorio, es decir, una zona geográfica bien circunscrita, con sus características geológicas, agrarias, climáticas,“así como aquellas características atribuibles mediante otras disciplinas particulares y útiles para el propósito de su tipificación (Navarro, 2005: 7).