La ciudad de
México: entre la vulnerabilidad ambiental y la sustentabilidad
Mexico City: between environmental vulnerability and
sustainability
Ezcurra, Exequiel, Marisa Mazari, Irene Pisanty y Adrián
Guillermo Aguilar (2006), La
cuenca de México. Aspectos
ambientales críticos y sustentabilidad, Fondo de
Cultura
Económica, México, 286 pp., isbn
968-16-7558-4.
Los procesos de metropolización de la ciudad de México han derivado en la
construcción de un conglomerado urbano con enorme vulnerabilidad, el cual se
sostiene sobre dos tipos de incompatibilidades: la sujeción de los ecosistemas
a su alrededor y la centralización económica, ambas anacrónicas. Para entender
las formas, causas y consecuencias de la degradación ambiental ocasionada por
la megalópolis, se tradujo al español el libro La
cuenca de México. El
libro editado en inglés en el año 2000, y que el fce publicó en 2006, representa un acontecimiento que aunque
aparentemente tardío, es de celebrarse dada la relevancia de este tema
estratégico para la seguridad nacional y pública del país; y ni qué decir en
relación con las implicaciones que conlleva en materia de políticas ambientales
regionales, así como de desarrollo urbano sustentable, que son muchas.
En la
investigación realizada se establece un postulado central: el rumbo, las
condiciones y los factores del proceso de urbanización está determinado por el
estado de la cuenca de México, el cual ha modificado drásticamente la
intervención humana, sobre todo recientemente. Asimismo, se explican la historia,
la situación, los cambios recientes y las fuerzas del cambio ambiental en la
región para entender los riesgos presentes y así poder plantear las respuestas
a este problema.
Además de que es
la continuación de brillantes publicaciones de los autores, el libro es
producto de acuciosas investigaciones que no escatimaron esfuerzos
intelectuales para lograr su cometido, el cual se traduce en un extraordinario
servicio prestado a las comunidades ambientalistas del país y del mundo
(principalmente de las megalópolis de los países en desarrollo), así como a
científicos y estudiosos del tema.
De esta manera
se escudriñaron innumerables fuentes bibliográficas, imágenes satelitales,
estadísticas, etc., para indagar hechos que resultaron indispensables para
construir esta gran obra, por su contenido y trascendencia, lo que permitió
primero hacer un diagnóstico de la degradación ambiental de la ciudad de México
y después proponer algunas soluciones. Aunque pequeño en extensión (286 pp.),
este libro aborda ampliamente un problema de la complejidad que representa la
Zona Metropolitana de la ciudad de México (zmcm),
cuyos habitantes en el 2006 eran aproximadamente (según el Gobierno del
Distrito Federal) 20 millones (considerando sólo al D. F., en una extensión de
1,400 km2 habitan unos 8 millones).
La zmcm es parte integrante de la cuenca de
México, la cual como unidad de estudio, es resultado de miles de años de
evolución geológica y biológica, así como producto de una continua devastación
provocada por la actividad humana.
Se puede
asegurar que la gran tarea que se propusieron los autores, el estudio de la
cuenca de México y sus problemas ambientales frente a la sustentabilidad, fue
enriquecedora. Esto fue posible debido en gran medida a la perspectiva
multidisciplinaria empleada, sin la cual el conocimiento del proceso histórico
ambiental y actual sería imposible.
Es importante
destacar que esta obra está precedida por dos magníficos, cuanto sintomáticos
prólogos que muestran la enorme fragilidad y vulnerabilidad de la ciudad de
México, que envuelve a la cuestión urbana en un nudo de complicaciones
ambientales cuyo origen se encuentra en una ruptura de los ecosistemas
naturales y las necesidades de la población; aunque algunos de estos daños aún
se podrían reducir y otros revertirse si se contara con los recursos necesarios
y políticas más efectivas.
En consecuencia,
las políticas ambientales deben corresponder a las políticas económicas en
general y éstas fundarse en el objetivo de alcanzar la compatibilidad de la economía
urbana con los procesos ecológicos. Y, sobre todo, se debe considerar la
participación ciudadana en el marco de la reapropiación social del ambiente,
como el principal resorte que conduzca a un desarrollo urbano sustentable.
En el prólogo a
la primera edición en inglés, Kasperson et
al. describen los
procesos de hiperurbanización, sus impactos y las
políticas ambientales aplicadas, destacando el riesgo
total ambiental de la
zmcm: “ambiente en riesgo,
claramente encaminado a extremos críticos” (p. 15), lo cual constituye de por
sí un auténtico laboratorio (Sarukhán, p. 11) para el
análisis de los impactos que acarrea una urbanización desmedida. Sin embargo,
las políticas ambientales aplicadas y sus resultados “señalan que aún puede
detenerse la marcha hacia la situación crítica […] pero, ¿están preparados para
resistir lo inesperado (pp. 19-20).
Por su parte, en
el prólogo a la edición en español, el doctor José Sarukhán
se pregunta: ¿Qué tanto se ha avanzado desde el año 2000 al 2006, en relación
con la previsión de Kasperson et
al. acerca de la
implosión de la degradación ambiental en la ciudad de México? La respuesta se
la deja al lector.
De entrada,
Ezcurra et al.
consideran que la megalópolis “puede constituir el preludio de una gran
catástrofe ecológica que en el futuro conducirá, para unos, a la
descentralización forzada de la cuenca y, para otros, el problema ambiental
deberá resolverse mediante el desarrollo tecnológico” (p. 26). También afirman
que la ciudad y la cuenca de México “plantean una prueba a la sustentabilidad y
a los riesgos ambientales que amenazan a sus pobladores” (p. 28).
De acuerdo con
la metodología empleada se entiende el problema ambiental como un producto
histórico que ha llevado a la situación actual, y se aplica un enfoque de Estado-presión-respuesta que se expresa en la organización y
orden de los capítulos.
El origen de la zmcm se remonta a una fascinante
historia (ambiental) como la de la misma ciudad de México. De esta manera
(capítulo primero), los autores se remontan a los orígenes y desarrollo
histórico de la ciudad y muestran cómo estaba ligada a sus condiciones
naturales y a un manejo adecuado (por ejemplo, las chinampas), lo que tampoco
excluyó la sobreexplotación de los ecosistemas (donde destaca el caso de Teotihuacán);
aunque no se compara con la degradación ambiental resultado de su evolución
moderna.
La ciudad ha
sido testigo de innumerables perturbaciones ambientales que la marcaron para
siempre, como la lejana erupción del Xitle, las
persistentes y trágicas inundaciones, los más recientes devastadores
terremotos, como el de 1985, e incendios.
En su devenir,
la ciudad de México continúa su expansión hasta el siglo xix, pero no es sino hasta el siglo xx, en las décadas de los cincuenta y
sesenta, que rompe su unidad territorial originaria para abarcar áreas cada vez
mayores y lejanas conformando una auténtica megalópolis, sometida a la anarquía
de los procesos de urbanización desmedida a partir de su centro (característica
de los países en desarrollo).
Es también la
historia de una extrema concentración de poder tanto económico como político,
así como militar, religioso, etc., lo que da cuenta del dominio sobre la provincia (pasando
México, todo es Cuautitlán),
imponiéndose sobre regiones y comunidades rurales y urbanas de su cada vez más
vasta periferia.
En el capítulo
segundo se hace un balance de la situación socioeconómica de la cuenca. La
preponderancia económica de la ciudad es fuente de enormes desequilibrios y un
pretexto para mantener sus ventajas. Y si bien el proceso de descentralización
ha avanzado en todo el país, éste no ha sido suficiente como para modificar el
estado de cosas aún favorable, desde luego muy injustamente, a la zmcm.
Se encuentra con
que los procesos de metropolización han llevado a definir
un área que incluye un centro y tres anillos metropolitanos, donde el
crecimiento y la distribución poblacional muestran diferencias marcadas (p.
78). El centro se ha despoblado, no así los anillos donde se intercala la
pobreza en distinto grado. Estos procesos describen un modelo caracterizado por
la extrema desigualdad social, en el contexto de una urbanización que no ha
respetado nada. Además, se avizora que el futuro desarrollo territorial incluye
varios centros urbanos con un núcleo central (p. 90), en irremediable expansión
hacia el norte, este y oeste.
De esa manera,
el resultado ha sido la ampliación del área urbana que se reducía, de ser una
mera fracción de la entidad federativa (D. F.), a la configuración de la zmcm que abarca las 16 delegaciones del
D. F., alrededor de 50 municipios del Estado de México y uno de Hidalgo; y para
alimentarla en su sed insaciable, es necesario importar agua proveniente de las
cuencas de los ríos Lerma-Santiago, Sistema Cutzamala (y se prevé que muy
pronto habrá que incorporar la cuenca del río Amacuzac).
Por su parte, la cuenca de México abarca 86 municipios y delegaciones del D. F.
y de los estados de México, Hidalgo, Puebla y Tlaxcala (p. 89).
Una
característica central del desarrollo urbano efectuado es la transición del D.
F., en tanto ciudad centrada en la actividad industrial, a una donde prevalecen
las actividades de servicios, que en el 2000 aglutinaron a 72% de la población
empleada; a la par que se mantiene el predominio económico de la ciudad sobre
el resto del país, pues concentra 21% de la fuerza de trabajo industrial a
nivel nacional (Nuevo León 8% y Jalisco 6%).
El modelo en
funciones se puede caracterizar principalmente a través de dos formas. En la
primera, se cuenta con toda una red de desarrollo inmobiliario moderno,
servicios e infraestructura, mientras que la segunda se caracteriza por falta
de empleo, servicios (sobre todo agua potable, drenaje y transporte) e
insuficiencia de vivienda (mientras que la violencia e inseguridad está en
todas partes).
El resultado
(capítulo tercero) ha sido la destrucción de los ecosistemas y la subyugación
de áreas rurales cada vez más lejanas (p. 106); además de las pérdidas
ocasionadas por el excesivo tiempo de transportación que emplea la población
(sobre todo en la parte oriental) a sus centros de trabajo (situados en su
mayoría en la parte norte) y el retorno a sus hogares. Todo ello hace menos
viable la economía urbana capitalina, que además ha vivido la emigración de la
industria a otros sitios; aunque todavía conserva altos niveles de
competitividad en al ámbito nacional.
Los cambios
recientes en la situación ambiental de la cuenca incluyen, además, el impacto
de los patrones de urbanización, principalmente en los recursos hídricos:
demanda, utilización y recarga de agua (con énfasis en la baja recarga del
acuífero y las fugas), así como los hundimientos persistentes, baja calidad del
agua y sistema de drenaje deficiente; en los crecientes desechos (líquidos y
sólidos); así como en la contaminación atmosférica (pp. 107-158).
En el capítulo
cuarto se describen las fuerzas motrices del cambio ambiental que incluyen el
cambio poblacional, las políticas gubernamentales, la distribución de la
riqueza y los recursos (donde se advierte acerca de las tendencias a la pobreza
y desigualdad social, así como del auge de la economía informal) e igualmente
la concentración de la capacidad tecnológica (p. 160). El resultado es que
A pesar de que
las tasas de crecimiento de la cuenca tienden a disminuir, las presiones a corto
plazo para ocupar terrenos periféricos sin servicios se mantendrán y actuarán
como una fuerza motriz importante para la expansión urbana y los procesos de conurbanización: la creciente polarización de ingresos (y
del mercado laboral) convierte a estos terrenos marginales en una alternativa
posible para los más pobres entre los pobres, aunque la periferia represente un
sitio cada vez más alejado de los lugares potenciales de trabajo, un deficiente
suministro de servicios, una mala calidad ambiental y costos altos de
transporte (p. 178).
A lo largo del
libro destaca la presencia de lo que los autores denominan dobles subsidios
(ecológicos y económicos), generando dos graves conflictos: 1) el que es producto de la destrucción
de los ecosistemas y 2) el conflicto derivado de la
subordinación económica de la periferia al centro, que no ha eliminado las
ventajas que la ciudad da a “migrantes recientes que han llegado a la cuenca
desde el México rural en busca de los bienes y servicios que ésta parece
prometer” (p. 184) y que sólo se revierte por la creciente emigración a Estados
Unidos. Dichos subsidios propician que la megaciudad
siga creciendo incesantemente.
Estos dos
conflictos han hecho sentir que la vulnerabilidad urbana (capítulo quinto) está
ligada a las perspectivas de la ciudad, las cuales tienen que ver con una
ciudad sobrepoblada que enfrentará la escasez de vegetación y espacios
abiertos; en un contexto de menor disponibilidad e insuficiente reutilización
del recurso hídrico, excesivo tráfico vehicular, graves problemas de
contaminación, enfermedades, etcétera.
En el capítulo
sexto se destaca que la respuesta al problema ambiental está ligada a la
construcción de una conciencia ambiental, la cual incluye: las tendencias de
las instituciones gubernamentales, la evolución de las políticas, el cambio de
paradigma y se destacan nuevas herramientas económicas y políticas. Aparece así
la sustentabilidad ambiental como una importante preocupación política; y luego
se señala lo difícil de las perspectivas para las políticas públicas.
Finalmente, se explican las tendencias de las políticas no gubernamentales, el
activismo ecológico y la conformación de redes, como medios para enfrentar la
degradación ambiental en la ciudad.
En las
conclusiones se afirma que
Aunque el
crecimiento de la población está disminuyendo, y muchos jóvenes de clase media
están emigrando a otras ciudades en busca de una mejor calidad de vida, la
migración de campesinos provenientes de las regiones rurales empobrecidas hacia
la megalópolis continúa, y la ciudad se sigue extendiendo sobre bosques y
campos. Además el consumo de combustibles fósiles, la cantidad de automóviles,
la sustitución de bosques por áreas urbanas y el bombeo de agua subterránea de
un acuífero críticamente disminuido siguen aumentando a una tasa frecuentemente
más alta que el propio crecimiento poblacional (pp. 241-242).
De ahí la
necesidad, señalan, de una fuerte política de descentralización, eliminación de
los subsidios, aumento de la conciencia sobre la magnitud del problema, así
como la vinculación con el modelo económico y político a desarrollarse en el
siglo xxi (pp. 242-243).
La historia de
la cuenca es una de crecimiento, colapso y renacimiento cultural. Los
conflictos crecientes sobre el uso del agua, la severa contaminación del aire,
la inadecuada eliminación de desechos, los problemas de salud relacionados con
el ambiente y la merma de los recursos naturales son asuntos comunes a la
mayoría de las megalópolis de los países en vías de desarrollo. La cuenca de
México es un laboratorio donde se prueban muchos de los procesos que provocan
cambios en las poblaciones, en los recursos naturales y el uso del suelo en los
países menos desarrollados. Este laboratorio proporciona escenarios fascinantes
y terribles sobre lo que el futuro podría deparar a muchas de las megalópolis
de América Latina y el Tercer Mundo (p. 244).
Los autores
mantienen un “optimismo cauto que les permite vislumbrar resquicios de una
recuperación que puede lograrse a través de las políticas ambientales
recientes, los esfuerzos coordinados de las organizaciones no gubernamentales,
las tecnologías innovadoras y una ciudadanía con capacidad de recuperación” (Kasperson et al., p. 17).
Aportaciones
principales
Se puede decir
con certeza que los esfuerzos desarrollados a lo largo de esta investigación
resultaron bastante exitosos; y por todo el panorama crítico ofrecido, el texto
es invaluable para cualquier estudioso e interesado en este gran tema como es
la zmcm.
El resultado es
que la cuenca abastece cada vez menos agua a la población de la megaciudad y donde aumenta aceleradamente la demanda
ficticia de ella (fugas, derroche, crecimiento urbano), mientras que su
capacidad que sólo es para 8.5 millones de personas se alcanzó en el año 1964
(p. 117).
La megalópolis
de la ciudad de México no puede entenderse si su viabilidad no se enmarca en el
estudio de la cuenca de México. Ésta es sin duda la principal aportación de los
autores, que por lo demás viene a confirmar la teoría, puesto que la destrucción
de la naturaleza es directamente proporcional a un modelo insustentable. De ahí
que este libro proporcione un marco referencial y analítico que es de suma
importancia para entender, y sobre todo detener, los rumbos de la degradación
urbana y modificarlos en una dirección opuesta.
Este modelo
urbano conlleva dos claros límites bien destacados en el libro. El primero
tiene que ver con las barreras naturales: desde la presencia de zonas de minas,
barrancas y fallas geológicas hasta la crisis del agua, falta de áreas verdes
(aunque en el D. F. 59% del territorio es rural, pero muy degradado). Este
límite implica un deterioro en la calidad ambiental. Mientras que el límite
social está relacionado con una baja calidad de vida (desigualdad social,
pobreza, enfermedades etcétera).
En suma, una
reducida extensión territorial es capaz de provocar enormes desequilibrios a su
alrededor, tal es el caso de la disminución del nivel del lago de Chapala (aunque aunado a otras causas). De esa forma, la
ciudad toma recursos frescos de su periferia y los devuelve en forma de
desechos líquidos y sólidos (Hidalgo y Estado de México) contaminados.
Insuficiencias y
limitaciones
No obstante, se
pueden encontrar algunas debilidades en el libro. Quizá la mayor sea la falta
de contundencia para plantear soluciones a la problemática estudiada. De esta
forma, no se mencionan las características del modelo alternativo (que no puede
limitarse a la descentralización y eliminación de subsidios, p. 243), con el
cual se articularían las políticas ambientales.
Asimismo, se le
da más importancia a las políticas gubernamentales que a la expansión y
consolidación de las redes ambientales para la solución de la problemática
estudiada, la cual no se restringe a la lucha contra la contaminación (p. 216);
mientras que no se le atribuye suficiente trascendencia a la organización y
movilización social (que fue fundamental como reacción al terremoto de 1985).
Lo anterior está
asociado a la metodología empleada. En ese sentido, se pudieron plantear aquellos
aspectos que conciernen a la intersección de la economía y la ecología (por
ejemplo, las conexiones entre la naturaleza y la agricultura, industria y
servicios) y no analizarlos de manera separada. Así, el primer capítulo se
refiere a la historia ambiental, el segundo a la economía, el tercero, cuarto y
quinto capítulos están ligados a los impactos de la economía sobre el ambiente
ecológico y el capítulo sexto a las respuestas al problema ambiental. Sin
embargo, no hay un apartado donde se integren la ecología y la economía
urbanas.
Por otro lado,
ante tan abrumadora presencia de cifras, éstas resultan no muy precisas cuando
se ofrecen diversas estimaciones a partir de estadísticas provenientes de
distintas fuentes. Aunque ello se justifica por la relativa ausencia de
información oficial fidedigna y por el hecho de que las estadísticas no se
presentan como relativas a la zmcm en cuanto tal, sino al D. F., estados de la
Federación o la ciudad de México.
Además, es
notoria la ausencia de un capítulo dedicado al manejo de conceptos básicos como
ambiente, sustentabilidad, desarrollo urbano, etc. Ello hubiese permitido un
texto mucho más rico de lo que es, consolidando los puentes entre las ciencias
geofísicas, la ecología y las ciencias sociales. De esa forma, el manejo
teórico resultó insuficiente y en ocasiones ambiguo, como en el caso del
concepto mismo de ambiente, el cual pareciera reducido a lo ecológico por
oposición a lo social (y puesto que lo social también es intrínseco al
ambiente); y en consecuencia, con el de sustentabilidad ambiental. Todo ello
lleva a cierta confusión en el lector.
Un aspecto
importante a considerar es la falta de una mayor explicación de la economía
mexicana, la cual no se puede entender sin la comprensión del papel histórico y
actual del campo mexicano. De hecho, cuando en las conclusiones se plantea la
descentralización como una medida indispensable para resolver el problema
ambiental (p. 243), ésta no se asocia para nada con la necesidad de impulsar un
desarrollo rural que sea convergente con dicha descentralización. Y es que el
desarrollo rural está asociado a los patrones de urbanización.
Así, la
migración a la zmcm
no sólo se explica por los dobles subsidios, sino también por el modelo rural
caracterizado por la exclusión y el abandono. De manera que un adecuado
desarrollo rural ayudaría igual que la eliminación de tales subsidios urbanos a
un reordenamiento de la población, desde luego junto con el territorial.
De lo señalado
se desprende además que un elemento enriquecedor para el análisis de las
grandes ciudades es el papel de la producción agropecuaria, agroalimentaria
específicamente (véase, por ejemplo, la iniciativa de la onu denominada wehab, por sus
siglas en inglés: Water, Energy,
Health, Agriculture and Biodiversity, para cumplir con las Metas del Milenio,
Johannesburgo, 2003). Y mientras que en el primer capítulo, relativo a la
historia ambiental, se estudió la producción alimentaria local para entender la
productividad ecológica de la cuenca, después este aspecto ya no se trató. Pero
ello también sigue siendo fundamental en la sociedad actual, ya que el
suministro de alimentos no puede dejarse simplemente a la importación de otras
regiones, aparte del hecho de que su producción implica una precondición
energética esencial (energía calorífica) para la población; así como una
reducción en el consumo de energía, con el consecuente ahorro de dinero. El
desaprovechamiento de los recursos agrícolas de la región no se debe entender
como algo que está ocurriendo inevitablemente, ya que se trata de un hecho que
debiera corregirse (mediante el impulso de los mercados agrícolas,
agroindustriales y agroalimentarios), pues la sustentabilidad alimentaria es
parte de la sustentabilidad en general, y urbana en particular. Además esto se
relaciona con los programas de agricultura urbana impulsados por la onu (y en el
marco de la nueva ruralidad). Por lo tanto, este aspecto es parte de la
solución a la crisis ambiental.
La discusión
sobre el desarrollo urbano es una falta importante, ya que sin tener claridad
en el modelo de sustentabilidad urbana apropiado que se puede ofrecer para la
ciudad de México, la solución a esta crisis no será posible.
Un último punto
tiene que ver con los subsidios económicos que otorga la gran ciudad. Éstos en
sí no son buenos ni malos. Está claro que en muchos casos los subsidios se
deben seguir dando cuando, por ejemplo, no hay otra forma (el mercado no lo
puede hacer) de satisfacer necesidades sociales (o bien de atraer capitales
frescos para la ciudad). Sin embargo, los subsidios siguen siendo un imán para
los inmigrantes.
Pese a las
dificultades señaladas –lo que sería exigir a los autores demasiado después de
los resultados, hallazgos y aportaciones presentados en el libro–, el balance
es altamente positivo. Hay que reconocer que, finalmente, el avance del
conocimiento y la necesaria intervención social para salir de la crisis
ambiental –agravada por el calentamiento global– y poder transitar así a otro
escenario: la sustentabilidad urbana, inevitablemente es producto de un
esfuerzo colectivo más amplio, al cual los autores contribuyeron adecuadamente
y en gran medida.
Conclusión
La participación
ciudadana como eje de la transformación en el entorno urbano hacia otro
cualitativamente diferente resulta esencial en la transición hacia ese nuevo
ambiente. Esto es indispensable para enfrentar el dilema de supervivencia:
megalópolis o red de ciudades verdes.
Para avanzar
hacia la última opción, es necesaria una actualización de las leyes ambientales
bajo una perspectiva que abarque el conjunto del problema socioambiental.
Es necesaria, pues, una mayor visión, un enfoque de prevención y atacar el
problema no nada más como un ejercicio de recaudación fiscal (el
que contamina paga).
Es indispensable impulsar una ley y políticas públicas que no sólo afiancen la
disminución y prevención de la contaminación (como la Ley General del
Equilibrio Ecológico y Protección al Ambiente), sino que a la vez permitan
avanzar hacia un desarrollo sustentable como modelo económico en todo el
territorio nacional. Para ello es necesario conocer, como lo ofrecen los
autores, las causas y efectos de la degradación ambiental, paradigmáticos en la
zmcm. De
ahí la gran importancia de este texto, que si bien es rigurosamente científico,
también es fácil de entender para el público en general.
Por estas
razones invitamos a los lectores de la revista Economía,
Sociedad y Territorio, ante
la conflictividad socioambiental de la ciudad de
México, a no resistirse a leer, y sobre todo estudiar, éste que por mucho
tiempo será un libro actual: La cuenca de México. Aspectos
ambientales críticos y sustentabilidad, que el Fondo de Cultura Económica ha tenido el tino de
publicar en el año 2006, aunque sea un poco tarde.
Guillermo Torres-Carral
Universidad Autónoma Chapingo
Correo-e: gatocarr@hotmail.com
Recibido:
3 de agosto de 2007.
Aceptado:
14 de agosto de 2007.
Guillermo Torres Carral. Es doctor en ciencias agrícolas por la
Universidad Agrícola de Varsovia, Polonia (1987). Realizó sus estudios de
maestría en economía agrícola y política agraria en la misma universidad
(1984). Asimismo, es egresado de la Facultad de Economía de la Universidad
Nacional Autónoma de México (unam)
(1977). Se desempeña como profesor-investigador de tiempo completo en el
doctorado de Ciencias Agrarias, así como en el doctorado en Educación Agrícola
Superior, en el departamento de Sociología Rural de la Universidad Autónoma Chapingo. Sus líneas de investigación son: economía
ecológica, alternativas del minifundio mexicano, nueva ruralidad y desarrollo
sustentable en México. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: Introducción
a la economía política ecológica,
Plaza y Valdés-uach,
México (2001); Civilización, ruralidad y
ambiente, Plaza y
Valdés-uach,
México (2003); en coautoría, Agricultura ecológica y
reconstrucción social,
uach,
México (2004); Poscivilización:
guerra y ruralidad, Plaza
y Valdés-uach,
México (2006); “El campo mexicano: los caminos del desarrollo rural
sustentable”, Revista Agro Nuevo, año 2, 15, Secretaría de la Reforma
Agraria, México (2006); “El pago por servicios ambientales y las comunidades
indígenas”, Revista ra ximhai,
año 2, 1, México (2006).