Conformación de una cartera de inversión óptima de
cultivos agrícolas para México
Miguel
Ángel Díaz-Carreño
Rafael
Juárez-Toledo
María
del Carmen Gómez-Chagoya*
Resumen
Este artículo
presenta una cartera de inversión óptima de cultivos agrícolas para México a
partir del enfoque teórico de conformación de portafolios de inversión que
introdujo Harry Markowitz. Se emplearon tres grupos
de cultivos: cereales, frutales y hortalizas. La cartera óptima se integró con
cultivos de los tres grupos a partir de los principios de diversificación del
portafolio, también se incluyeron aquellos cultivos que presentaron mayor
frecuencia de correlación negativa de sus rendimientos con el resto de los
cultivos considerados. La cartera óptima se conforma con cultivos de sorgo,
trigo, aguacate, mango, manzana, naranja, piña, chile verde, papa y sandía.
Esta cartera es eficiente en el sentido de que, por un lado, permite maximizar
el nivel de los rendimientos esperados y, por otro, minimizar el nivel de
riesgo.
Palabras clave:
cartera de inversión, cultivos agrícolas, rendimiento, riesgo.
Abstract
This
paper presents a portfolio of agricultural products for optimal investment in
Mexico from the theoretical framework of investment portfolio setup introduced
by Harry Markowitz. Three types of crop were used: cereals, fruit and
vegetables. The optimal portfolio was integrated with crops of the groups
mentioned above based on the principles of portfolio diversification. We have
also included those crops that showed greater frequency of negative correlation
in their yields with respect to the rest of the crops considered. The optimal
portfolio includes: sorghum, wheat, avocado, mango, apple, orange, pineapple,
green chilli, potato and watermelon. This portfolio
is efficient in the sense that, on the one hand it allows maximising
the level of expected returns, and on the other hand, minimising the risk levels.
Keywords: Portfolio of investment, agricultural cultures,
yield, risk
*
Facultad de Economía de la Universidad Autónoma del Estado de México. Correos
e: madiaz@colpos.mx, rjtoledo@yahoo.com.mx y cgchagoya@yahoo.com.mx.
Introducción
A partir de la
entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tlcan), en el sector agrícola mexicano
se intensificó el fenómeno de reconversión de cultivos de aquellos considerados
menos rentables, como es el caso de algunos cereales, a otros con mayor
rendimiento, como ciertos frutales y hortalizas.
Adrián González
(2002: 93) señala que la liberalización comercial y la apertura del sector
financiero a los flujos de capital extranjero cambiarán el patrón de cultivos y
la distribución geográfica de las actividades agrícolas de México; además de
que la superficie cultivada con granos básicos (maíz, frijol, trigo y arroz) se
reducirá considerablemente después de que se elimine la totalidad de las
barreras proteccionistas y desaparezcan todas las transferencias y apoyos
compensatorios, los cultivos básicos perderán importancia relativa dentro del
producto interno bruto (pib) agrícola,
al tiempo que crecerá la de frutales y hortalizas.
De acuerdo con
Quintana (2003: 8), en la geografía agrícola mexicana se ha dado un fuerte
cambio: mientras se reduce la superficie dedicada a granos básicos y
oleaginosas, hay un dinamismo significativo en el crecimiento de frutas,
hortalizas y cultivos forrajeros orientados a los mercados externo e interno
más rentables. Así, la superficie hortícola aumentó en 6% y la frutícola, en
21%.
Esta tendencia
tiene su fundamento en una ventaja comparativa de México respecto de Estados
Unidos para producir frutales y hortalizas, y no cereales (Suárez, 1995: 74);
sin embargo, Martínez y Díaz (2005: 75) argumentan que producir frutales y
hortalizas es más riesgoso que cultivar cereales.
En México, la
superficie dedicada a siembras agrícolas ascendió a más de 20 millones de
hectáreas en promedio durante el periodo 1994-2003 (Sagarpa,
2005): 67% se dedicó a granos mientras que el cultivo de hortalizas sólo ocupó
3.5% de esa superficie, y en el caso de los frutales, se empleó únicamente 6%.
No obstante lo anterior, el cultivo de granos aporta solamente 36% del valor
total de la producción, en tanto que los frutales y hortalizas contribuyen con
18 y 16%, respectivamente. Dichos valores reflejan la importancia de estos
cultivos en la agricultura del país (Siller, 2004:
04).
Ante esta
disyuntiva, en la presente investigación se estudia la conveniencia de
continuar con los actuales esquemas de producción agrícola a partir de un
análisis de rendimiento-riesgo que implican los principales grupos de cultivos
en México. De esta manera, el objetivo de este trabajo consiste en determinar
los niveles de riesgo y rendimiento de los cereales, frutales y hortalizas,
tomados éstos como portafolios, así como conformar un portafolio de inversión
óptimo, considerando los cultivos de los tres grupos, a partir de la teoría de
la conformación de portafolios de inversión de Markowitz
(1991: 15). Es decir, se integrará una cartera de cultivos que por un lado
maximice los rendimientos,[1] y
por otro, minimice el riesgo.[2] A
partir de esto se estará en condiciones de constituir una propuesta inicial en
torno a una posible reconversión de cultivos la cual, sin embargo, tendría que
analizarse bajo la consideración de investigaciones relacionadas que permitan
disponer de los elementos necesarios para una posible toma de decisiones al
respecto, así como tomar en cuenta que los resultados mostrados en este
documento corresponden a una metodología en particular y a un periodo
específico: 1980-2004.
Este artículo
consta de tres apartados. En el primero se analiza la función de utilidad de un
inversionista agrícola, la cual depende fundamentalmente del riesgo y del
rendimiento que ésta genera. En seguida se describe la metodología que conforma
los portafolios de inversión, la cual permite analizar el riesgo-rendimiento
que existe en una inversión. Finalmente se discuten los resultados y
conclusiones obtenidos destacando la propuesta de un portafolio óptimo de
cultivos agrícolas para México.
1. Riesgo y rendimiento
en cultivos agrícolas
El problema
fundamental de los inversionistas es cómo distribuir su riqueza entre los
múltiples activos existentes, de modo que puedan maximizar su utilidad esperada
(ULe), la cual a su vez depende del
rendimiento esperado de la inversión (re) así como del riesgo,
representado por la varianza de los rendimientos (Ã2), o bien:
ULe =
UL (re, Ã2)
(1)
+ -
La ecuación (1)
muestra que la utilidad esperada aumenta cuando se incrementa el rendimiento
esperado del portafolio (∂ULe/∂re > 0) y declina cuando
éste se hace más variable, esto es, cuando Ã2 aumenta (∂ULe/∂Ã2 < 0).
En este estudio
se asume que los inversionistas presentan aversión al riesgo; es decir, les
interesa reducir el riesgo tanto como maximizar los rendimientos esperados.
Si los agentes
no se preocuparan por el riesgo, se entendería que son neutrales a éste. Pero
si así fuera, los individuos no contratarían seguros ni los inversionistas
tratarían de diversificar sus inversiones financieras. Sería suficiente mantener
un solo activo, el que prometiera el rendimiento más alto. Por el contrario,
como los agentes contratan seguros y dedican considerable esfuerzo a
diversificar sus inversiones, se concluye que el supuesto de aversión al riesgo
es apropiado (Sachs y Larraín, 1994: 631).
El tema de la
conformación de carteras de inversión para el sector agrícola no se ha abordado
suficientemente en México, son escasos lo trabajos orientados al análisis del
riesgo y rendimiento de los cultivos agrícolas a partir de éste enfoque
teórico.
Martínez (1999:
119) argumenta que algunas veces se ha evaluado el riesgo en la actividad
agrícola mediante métodos que no requieren del planteamiento de una función de
distribución probabilística, con la implicación de sobreestimar lo riesgoso de
una actividad. Además, evalúa la dispersión que presenta la estimación del
riesgo obtenida empleando, por un lado, una distribución probabilística y por
otro, un método libre de distribución. Dicha evaluación consistió en comparar
dos métodos aplicados a una muestra de productores de trigo, en la que se
aproximó al ingreso con una función de distribución beta en tres parámetros y
una función de bienestar logarítmica, encontrando que la estimación de la prima
de riesgo se puede reducir hasta en 1.52 veces con respecto al método
conservador.
Martínez y Díaz
(2005: 75) presentaron un análisis del nivel de riesgo entre los cultivos de
cereales, frutales y hortalizas a partir del cálculo de la varianza de los
índices de precios de dichos cultivos. En el estudio se observó que dicha
varianza resulta significativamente mayor en el caso de los frutales y
hortalizas respecto de los cereales cuando la metodología de cálculo del índice
de precios fue la de Laspeyres, de Paasche y Fischer. En el trabajo se concluyó que la
inversión en la producción de frutales y hortalizas presentaba mayor nivel de
riesgo respecto del cultivo de cereales.
2. Metodología de la
investigación
Existen diversos
procedimientos estadísticos que permiten estimar el nivel de riesgo y
rendimiento para cultivos agrícolas (Sánchez, 2001: 251). Entre otros, la
estimación del riesgo de los cultivos agrícolas se puede aproximar a través del
cálculo de la varianza de sus índices de precios correspondientes (Martínez y
Díaz, 2005: 79). Para tal fin, en este trabajo se emplea la teoría de la
selección de portafolios de inversión[3]
introducida por Harry Markowitz (1952: 11). Su
percepción más importante fue que los agentes intentan alcanzar alguna
combinación óptima de riesgo y rendimiento en sus portafolios. Para llegar a
esta combinación, la estrategia óptima de inversión involucra, por una parte,
la diversificación del portafolio, esto es, mantener un portafolio que
tiene pequeñas cantidades de un gran número de activos,[4] y
por otra, que en la medida que un portafolio contenga más elementos con
covarianza negativa de sus rendimientos respecto del resto de los cultivos
incluidos, el nivel de riesgo global de la cartera se reducirá de manera
significativa sin afectar sustancialmente el rendimiento de la misma.
Markowitz (1991: 469) considera que para
evaluar un portafolio y tomar decisiones en torno a éste, únicamente se
requiere conocer dos elementos: el riesgo y el rendimiento medio. Diversos
estudios, entre ellos el de Tobin (1958: 65),
concluyen que en la mayoría de los casos los rendimientos siguen una
distribución normal, lo cual permite apoyar el planteamiento de Markowitz en el sentido de que si una variable aleatoria se
distribuye en forma normal, ésta se puede describir en su totalidad a partir de
sus dos primeros momentos, los cuales corresponden a la media y la varianza
(Serrano, 1993: 6).
A continuación
se describe el procedimiento a partir del cual es posible estimar el
rendimiento esperado (media), así como el riesgo (varianza) de un portafolio de
inversión.
Consideremos un
inversionista que posee un monto dado de recursos, W0, y que invierte en N activos distintos. La fracción del
portafolio global invertida en el activo j se designará como aj;
j=1,2,…,N.
En términos absolutos, ajW0 estará invertido en el activo
j. Como las fracciones correspondientes a todos los activos deben sumar uno,
tenemos que a1 + a2 + a3 + …+
aN = 1.
En general, si
un activo genera un rendimiento r1, un rendimiento r2 y así
sucesivamente hasta rn, entonces el rendimiento esperado, re, sobre el activo se puede obtener a
partir del valor esperado de sus rendimientos, E(re), el cual podemos estimar mediante la
siguiente expresión:
rie =
n-1 (r1 + r2 + r3 + … + rn); I = 1,2,…,N (2)
donde n
representa el número de retornos que genera el activo.
Para obtener el
rendimiento esperado del portafolio global, rpe, primero se determina el rendimiento
de cada uno de los N activos, de acuerdo con la expresión
(2). Se les designa como r1e, r2e,…,
rNe, para los activos 1,2,…,N, respectivamente. El rendimiento
esperado del portafolio (rpe) se calcula entonces como un promedio
ponderado de los rendimientos esperados de los N
activos que forman
parte del portafolio, en el que las ponderaciones corresponden a las fracciones
del portafolio invertidas en cada uno de los activos; es decir:
rpe = a1r1e +
a2r2e +…+ aNreN
(3)
Por tanto, el
rendimiento esperado de un portafolio depende al mismo tiempo de los
rendimientos esperados de cada uno de los activos componentes del portafolio,
como de la fracción de los recursos asignados a cada activo.
Por otra parte,
es posible medir el riesgo de un portafolio a través de la obtención de la
varianza de los rendimientos que genera. Primero examinemos el concepto de
varianza en el nivel de un solo activo (Ã2).
Técnicamente, la
varianza de los rendimientos de un activo se define como la suma ponderada de
las desviaciones cuadráticas de los rendimientos del activo respecto de su
media (Mood et al., 1974: 229), el factor de ponderación
es (n-1), el cual representa los grados de libertad con que se realiza esta
estimación, es decir:
Ãi2 = (n – 1)-1[(r1
- rie)2 + (r2 - rie)2
+…+ (rn - rie)2]; i=1,2,…,N (4)
donde rie es el rendimiento esperado de un
activo, definido en la ecuación (2). Es común observar que en lugar de la
varianza, se emplea la desviación estándar como la medida del riesgo; es decir,
la raíz cuadrada de Ãi2.
Consideremos un
portafolio con dos activos, 1 y 2, que tienen rendimientos esperados r1e
y r2e, respectivamente. Entonces, su rendimiento medio,
de acuerdo con (3), será:
re
= a1r1e + a2r2e;
donde: a1 + a2= 1 (5)
en tanto que la
varianza de este portafolio se define en seguida (Ross, 2002: 123):[5]
Ã2(a1r1+a2r2)=
Var(a1r1+a2r2)= Var(a1r1)+
Var(a2r2)+
2a1a2Cov(r1,r2) (6)
donde Cov(r1,r2)es la covarianza de los
rendimientos de los activos 1 y 2, que tienen rendimientos r11
y
r21; r12
y
r22; y así
sucesivamente hasta r1n y r2n. Si hay n combinaciones posibles
diferentes de resultados entonces:
Cov(r1,r2) = (n-1)-1
[ (r11 - re1)(r21 - re2)+
(r12 - re1)(r22 - re2)
+…+ (r1n -
re1)(r2n - re2)] (7)
De acuerdo con
la definición de varianza en (6), es posible generalizar ésta al caso de un
portafolio con N activos (Ã2p). Así, la varianza del
portafolio global es la suma ponderada de cada una de las varianzas de los
activos componentes más un término que corresponde a la covarianza de dos
activos (Sachs y Larraín, 1994: 635), esto es:
Ã2p
= Var(a1r1e + a2r2e
+…+ aNrNe )=
a21Ã21 + a22Ã22
+ …
+ a2NÃ2N
+2a1a2 Cov(r1,r2)+
2a1a3 Cov(r1,r3)+
… + 2a1aN Cov(r1,rN)
+2a2a3 Cov(r2,r3)+
2a2a4 Cov(r2,r4)+
… + 2a2aN Cov(r2,rN)
+ … +2aN-1aN Cov(rN-1,rN) (8)
Es posible
obtener una expresión equivalente, como en (7), para cada término de covarianza
que se presenta en (8).
Un inversionista
agrícola puede elegir entre diversos cultivos y conformar múltiples portafolios
considerando distintas participaciones de cada uno de los cultivos. Cada
combinación de cultivos en un portafolio específico podrá caracterizarse por su
nivel de riesgo y rendimiento.
Al conjunto de
todos los portafolios que es posible construir con diversas combinaciones de
los cultivos se le llama conjunto de portafolios factibles. Éste muestra las
combinaciones riesgo-rendimiento que se pueden obtener mediante diferentes
elecciones para el portafolio. Sin embargo, en la práctica el inversionista
centra su interés en un subconjunto del conjunto factible: el conjunto de
portafolios eficientes. Éste se caracteriza porque considera únicamente
aquellos portafolios que generan un máximo nivel de rendimiento para un
determinado nivel de riesgo; o bien, un mínimo riesgo para un rendimiento dado.
Por tanto, si el objetivo del inversionista es maximizar la utilidad esperada,
deberá considerar exclusivamente aquellos portafolios que son eficientes
(Serrano, 1993: 24).
En este trabajo
el diseño de portafolios eficientes se basa, primero, en la inclusión de un
gran número de activos, y después, en que la correlación de los rendimientos
entre los activos sea negativa. Esto, por un lado, permitirá diversificar el
riesgo entre los diferentes activos y, por otro, se espera que el riesgo global
del portafolio se reduzca en forma significativa. En este estudio, la
elaboración de una cartera óptima de cultivos se basa fundamentalmente en estos
dos principios.
3. Resultados
La información de
los rendimientos de los diferentes cultivos considerados por grupo se extrajo
de la base de datos del Sistema de Información Agropecuaria de Consulta (Siacon) de la Secretaría de Agricultura, Ganadería,
Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa). En
tanto que el programa computacional empleado para la estimación de la varianza
de los rendimientos de cada grupo fue el Statistical Analysis System (sas) en su versión 8ª y Excel.
Los cultivos
considerados, por grupo, en la estimación del riesgo y rendimiento se presentan
en el cuadro 1.
Martínez y Díaz
(2005: 75) mostraron que estos grupos, tomados en forma individual como
portafolios de inversión, tanto frutales como hortalizas tienen rendimientos
mayores respecto del grupo de cereales; sin embargo, también se encontró que
este último grupo tenía un menor nivel de riesgo respecto de los frutales y
hortalizas. Por lo que, si se observa la variable de rendimiento, resulta más
atractivo invertir en frutales y hortalizas; aunque si se incorpora la variable
de riesgo al análisis, esta decisión podría tomar otro sentido.
Cuadro 1
Grupos de cultivos considerados[6]
Cereales |
Frutales |
Hortalizas |
Arroz (Oryza sativa) |
Aguacate (Persea americana) |
Cebolla (Allium sepa) |
Avena (Avena sativa) |
Limón (Citrus uarantifolia) |
Chile verde (Capsicum
sp.) |
Cebada (Ordeum vulgare) |
Mango (Manguifera indica) |
Melón (Cucumis melo) |
Frijol (Phaseolus vulgare) |
Manzana (Malus sp.) |
Papa (Solanum |
|
|
tuberosum) |
Garbanzo (Cicer arietum) |
Naranja (Citrus sinensis) |
Pepino (Ecballium |
|
|
elaterium) |
Maíz (Zea
mays) |
|
Papaya (Carica papaya) |
Sorgo (Sorghum vulgare) |
Piña (Ananas comosus) |
Tomate rojo (Lico |
|
|
persicum esculentum) |
Trigo (Triticum vulgare) |
Plátano (Musa paradisiaca) |
Tomate verde (Physalis |
|
|
exocarpa) |
Cuando se
seleccionaron los cultivos para construir una cartera óptima de inversión, se
evaluaron diferentes opciones. Primero se consideraron los cultivos por grupos,
lo que originó tres portafolios de inversión: cereales, frutales y hortalizas
(cuadro 1). Posteriormente, de la totalidad de cultivos incluidos en los tres
grupos, y de acuerdo con los principios de diversificación y correlación
negativa de los rendimientos entre cultivos, se elaboraron tres portafolios
alternativos (cuadro 2).
Cuadro 2
Carteras de inversión de cultivos agrícolas para
México
Cartera
1 |
Cartera
2 |
Cartera
3 |
Sorgo |
Sorgo |
Avena |
Aguacate |
Trigo |
Frijol |
Mango |
Aguacate |
Sorgo |
Manzana |
Mango |
Trigo |
Naranja |
Manzana |
Aguacate |
Piña |
Naranja |
Mango |
Papa |
Piña |
Manzana |
Sandía |
Chile
verde |
Naranja |
|
Papa |
Piña |
|
Sandía |
Cebolla |
|
|
Chile
verde |
|
|
Melón |
|
|
Papa |
|
|
Sandía |
En el portafolio
1 se integran los cultivos que presentaron mayor frecuencia de covarianza
negativa de sus rendimientos respecto del total de cultivos. La cartera 2 sólo
difiere por dos cultivos respecto de la cartera 1, dichos cultivos también
mostraron una alta frecuencia de covarianza negativa en sus rendimientos con el
resto de los cultivos; sin embargo, dicha frecuencia fue ligeramente menor a la
observada en los ocho cultivos de la cartera 1. Finalmente, la cartera 3
considera cuatro cultivos adicionales a los que presenta la cartera 2, esto,
por un lado, atendiendo el principio de diversificación, y por otro, el de
mayor frecuencia de covarianza negativa de los rendimientos entre cultivos. En
el cuadro 3 se muestra la frecuencia de covarianza negativa de los rendimientos
de cada cultivo respecto del total de éstos.
Cuadro 3
Frecuencia de covarianza negativa de los
rendimientos de un cultivo específico respecto del total de cultivos
Cultivo |
Frecuencia
de |
Cultivo |
Frecuencia
de |
Cultivo |
Frecuencia de |
|
covarianza |
|
covarianza |
|
covarianza |
|
negativa |
|
negativa |
|
negativa |
Arroz |
4 |
Aguacate |
14 |
Cebolla |
6 |
Avena |
6 |
Limón |
6 |
Chile verde |
7 |
Cebada |
5 |
Mango |
20 |
Melón |
6 |
Frijol |
6 |
Manzana |
15 |
Papa |
9 |
Garbanzo |
4 |
Naranja |
19 |
Pepino |
4 |
Maíz |
5 |
Papaya |
5 |
Sandía |
9 |
Sorgo |
20 |
Piña |
17 |
Tomate rojo |
5 |
Trigo |
7 |
Plátano |
4 |
Tomate verde |
4 |
En este cuadro
se muestra que el cultivo de sorgo tiene una fuerte asociación negativa de sus
rendimientos respecto de 20 cultivos de los 24 considerados; en tanto que, para
la naranja se observaron 19 resultados en este sentido y para la sandía 9. Aquí
también se resume la frecuencia de covarianza negativa para el resto de los
cultivos estudiados.
Una vez
conformadas las carteras de inversión, se procedió a calcular el rendimiento y
riesgo de cada una de ellas, a partir de las ecuaciones (3) y (8),
respectivamente. Sin embargo, para no basar la elección de la cartera óptima
únicamente en un solo resultado de riesgo y rendimiento, se realizaron 100
réplicas de estas variables para cada portafolio, considerando 100
combinaciones de ponderación (o asignaciones para a1 + a2 +…+
aN = 1). Debido a que no se
trata de un estudio de simulación propiamente, 100 réplicas son suficientes
para tener una buena aproximación a los valores medios tanto del riesgo como
del rendimiento.[7]
Los resultados
obtenidos, respecto del riesgo, para las carteras de cereales, frutales y hortalizas
fueron de 0.1666, 1.3460 y 3.2395, respectivamente, y en relación con los
rendimientos,[8] se observó 2.4118, 18.3035
y 17.0528, respectivamente. Esto es congruente con lo expuesto por Martínez y
Díaz (2005: 75) en el sentido de que los cereales son el grupo con menos riesgo
pero también con mucho menor nivel de rendimientos.
Por otra parte,
los resultados del riesgo para las carteras 1, 2 y 3 son 1.3946, 1.1175 y
1.1280, respectivamente; en tanto que los rendimientos fueron 14.5147, 13.9387
y 11.3915, respectivamente. Por lo que es claro que la opción que representa la
cartera 3 no es recomendable en el sentido de que muestra, por un lado, un
mayor riesgo y un menor rendimiento respecto de la cartera 2. Ahora bien,
aunque la cartera 1 presenta mayor rendimiento que la 2, esta última implica un
nivel de riesgo menor que la cartera 1. De esta manera, puesto que elegir la
cartera 1 en lugar de la 2 permitiría aumentar sólo marginalmente el
rendimiento (de 13.9387 a 14.5147), 4.13%, por otra parte, se incrementaría en
forma sustancial el riesgo (de 1.1175 a 1.3946), 24.78%. Por lo que, bajo la
consideración de aversión al riesgo, la cartera de inversión óptima sería la 2.
Ahora, la
cartera 2 también es mejor opción respecto de las de cereales, frutales y
hortalizas. En cuanto a los cereales, es cierto que su nivel de riesgo es muy
bajo pero su rendimiento también lo es. En relación con las hortalizas, no
obstante que su rendimiento medio es mayor que el de la cartera 2 (17.0528
contra 13.9387), 22.34%, el riesgo asociado a éstas es casi tres veces mayor al
de la cartera 2 (3.2395 contra 1.1175). La cartera de frutales presentó un
rendimiento medio de 18.3035, el cual es mayor en 31.31% al de la cartera 2 (de
13.9387); en tanto que el riesgo en frutales fue de 1.3460, sólo 20.45 mayor al
de la cartera 2 (de 1.1175). Esto último sugiere que la cartera de frutales es
tan recomendable como la 2; sin embargo, como ésta no se construyó a partir de
los principios de diversificación y la consideración de activos con mayor
frecuencia de covarianza negativa de sus rendimientos, esto hace que la cartera
2 sea mejor opción que la de frutales. Lo anterior se puede interpretar de la
siguiente manera: elegir una cartera conformada únicamente por frutales en un
país como México, no sólo sería inviable atendiendo la diversidad de
condiciones agroecológicas de las diferentes regiones que lo conforman, también
sería imposible tratar de reorientar la gran diversidad de cultivos agrícolas
generados a únicamente los de frutales.
Conclusiones
A partir de los
resultados de riesgo y rendimiento obtenidos para las carteras de inversión
elaboradas en esta investigación, se observó que entre más elementos
correlacionados en forma negativa en sus rendimientos integre un portafolio,
tenderá a presentar menor nivel de riesgo para determinados grados de
rendimiento.
De manera que es
posible argumentar que la hipótesis establecida por Harry Markowitz
–en el sentido de que aquellos portafolios que atienden los principios de
diversificación e inclusión preferencial de los cultivos que se correlacionan
en forma negativa en sus rendimientos, presentarán riesgos más bajos frente a
niveles de rendimiento dados–, se mantiene en este trabajo.
De acuerdo con
los resultados obtenidos en este estudio, es evidente que, para el país en su
conjunto, mantener los niveles de producción de los diversos cultivos generados
hasta ahora resulta poco eficiente en el sentido de que, por un lado, no se
maximiza el nivel de rendimiento de los cultivos, y por el otro, tampoco se
minimiza el grado de riesgo. De esta manera, la búsqueda de mayor eficiencia
del sector agrícola involucra un replanteamiento del esquema de producción
actual para tratar de transitar gradualmente a otro donde se incentive la
producción de aquellos cultivos que permitan generar mayores rendimientos con
poco riesgo, como los que se consideran en la cartera óptima de cultivos
determinada en este estudio (cartera 2, cuadro 2).
No obstante que
en este trabajo se obtuvieron conclusiones para México en su conjunto, debemos
tomar en cuenta que las condiciones geográficas, climáticas, económicas y
sociales –traducidas en escasez de recursos de los productores, poco
conocimiento técnico, limitaciones de mercado que restringen las opciones de
uso productivo de la tierra, así como insuficiencia de programas de fomento
agrícola para la reconversión productiva (Rivera, 2004: 61), entre otras– son
muy diversas. La propuesta de un posible replanteamiento gradual del esquema de
producción agrícola actual, considera en buena medida la continuidad de la
producción de una gran diversidad de cultivos, en virtud de que el portafolio
óptimo incluye una amplia variedad de los mismos. Dicha propuesta es acorde con
lo descrito por Quintana (2003: 8) en el sentido de que en el periodo 1991-2001
se observó un fuerte cambio en la geografía agrícola mexicana, pues mientras se
reduce el área dedicada a granos básicos, hay un notable crecimiento en
frutales y hortalizas; la superficie hortícola aumentó en 6% y la frutícola en
21%. Así, las adecuaciones que sugerimos tendrían que analizarse a partir de
las condiciones de cada región para determinar en cuáles es viable realizar las
conversiones convenientes de cultivos.
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Miguel Ángel Díaz Carreño. Es doctor en ciencias con
especialidad en economía por el Colegio de Postgraduados. Es
profesor-investigador en la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma del
Estado de México. Su línea de investigación se centra en economía de los
sectores productivos. Sus publicaciones más recientes son: “Pruebas no
paramétricas para procesos Poisson no homogéneos”, Agrociencia, 37(1) pp. 21-31 (2003); “Comparación
de la varianza estimada de los índices de precios al consumo de cereales,
frutas y hortalizas en México, 1980-2002”, Análisis
Económico, xx(45),
pp. 75-88 (2005); “Estudio comparativo del nivel de riesgo entre los cultivos
de granos, frutales y hortalizas, 1980-2003”, Ciencia Ergo
Sum, 13(2),
Universidad Autónoma del Estado de México, pp. 143-148 (2006).
Rafael Juárez Toledo. Es maestro en economía por la Facultad de Economía de
la Universidad Autónoma del Estado de México. Actualmente es coordinador de
Investigación y Estudios Avanzados de dicha facultad. Su línea de investigación
se centra en economía de los sectores productivos.
María
del Carmen Gómez Chagoya.
Maestra en economía por la Facultad de Economía de la Universidad Autónoma del
Estado de México. Actualmente se desempeña como profesora-investigadora en la
facultad mencionada. Su línea de investigación se centra en economía de los
sectores productivos.
[1] El rendimiento de un cultivo agrícola
se mide como la cantidad de producto generada por unidad de superficie
cosechada en cierto periodo, por ejemplo: toneladas por hectárea (ton/ha)
durante un año.
[2] Medido a través de la varianza de los
rendimientos.
[3] Es común emplear como sinónimo de
portafolio de inversión, cartera de inversión. En este trabajo los conceptos
son equivalentes.
[4] En este estudio un activo corresponde
a un cultivo en particular.
[5]
La varianza de una variable aleatoria (o función de variables
aleatorias) comúnmente se denota con s2(.), o bien, por el término
Var (.).
[6] Esta muestra de ocho artículos es
representativa en el sentido de que los productos considerados constituyen más
de 90% de la producción en el caso de los cereales y 80% en el caso de los
frutales y hortalizas en el país, en relación con la producción total de su
grupo (Sagarpa, 2005).
[7] Las 100 réplicas del riesgo y
rendimiento involucran en cada caso portafolios de alto, mediano y bajo riesgo.
La determinación de si un portafolio es de alto o bajo riesgo se define a
partir de la asignación de altas ponderaciones a los activos con elevado
rendimiento, en el primer caso, así como ponderaciones mínimas a estos mismos
activos en el segundo.
[8] Las cifras de los rendimientos mostradas a partir de este párrafo, corresponden al rendimiento medio en toneladas de producto por hectárea (ton/ha).