Paradojas de la migración internacional y el medio
ambiente
Rodolfo
García-Zamora
Óscar Pérez-Veyna
Guillermo Foladori
Raúl Delgado-Wise
Miguel
Moctezuma-Longoria
Elivier Reyes-Rivas
Humberto
Márquez-Covarrubias
Patricia
Rivera-Castañeda*
Resumen
En el presente
artículo se analiza la relación entre migración internacional y degradación
ambiental, se estudia el caso de Zacatecas. Se identifican tres paradojas: a) factores como la degradación
ecológica, la escasez de recursos naturales o la presión del crecimiento
poblacional no explican la migración internacional; contrariamente, las causas
se encuentran en la insostenibilidad social derivada de las relaciones de
producción; b)
merced a la migración, la fuerza de trabajo pasa de ser un recurso natural renovable
a uno no renovable, en particular para la dinámica socioeconómica de los
lugares de origen, y c) la migración puede gestar el
empoderamiento de las organizaciones de migrantes en tareas vinculadas a la
reversión de la degradación ambiental.
Palabras clave:
Zacatecas, migración internacional, sostenibilidad, ambiente, despoblamiento,
empoderamiento.
Abstract
In this
article we analyse the relationship between
international migration and environmental degradation. We analyse
the case of Zacatecas. We identify three paradoxes: a) some factors such as
ecological degradation, scarcity of natural resources or the pressure due to
population growth do not explain international migration; on the contrary the
causes can be found in the social unsustainability due to production
relationships; b) due to migration, the work force is transformed from being a
renewable natural resource to a non-renewable one, particularly for the
socio-economical dynamics of the place of origin, and c) migration can develop
the empowerment of organisations of migrants in tasks
related to the reversal of environmental degradation.
Keywords:
Zacatecas,
international migration, sustainability, environment, depopulation,
empowerment.
*
Todos los autores están adscritos a la Universidad Autónoma de Zacatecas,
México. Correo-e de contacto: aire_tierra11@yahoo.com.mx.
Introducción[1]
La migración
internacional es un fenómeno mundial en crecimiento: en 1970 se calcularon 82
millones de migrantes; en 2000, 175 millones, y en 2005, 200 millones (Banco
Mundial, 2005). La principal causa es de índole económica, debido a la
agudización de las desigualdades y asimetrías entre los países del norte
(desarrollados) y los del sur (subdesarrollados), por lo cual más allá de la
diversidad de las migraciones internacionales (refugio, asilo, reunificación
familiar, etc.), el componente más importante de la migración contemporánea es
de carácter laboral.[2] No
obstante, se pueden enumerar otras causas asociadas, como la violencia derivada
de conflictos armados, la presión demográfica, las catástrofes naturales o la
degradación ambiental en los lugares de origen.
México es el
primer exportador de migrantes del mundo y el tercer receptor de remesas, en
tanto que sus migrantes conforman el principal contingente extranjero en
Estados Unidos, que a su vez es el primer país receptor de inmigrantes del
mundo. Dentro de México, Zacatecas se ubica en el primer lugar en cuanto al
porcentaje de hogares con migrantes, de remesas recibidas por hogar y de
remesas como proporción del Producto Interno Bruto (pib) estatal.
En lo que toca a
la relación entre migración y ambiente, algunos autores han señalado las
catástrofes naturales, la escasez de recursos naturales y la degradación
ambiental como causas directas de las migraciones. Inclusive se ha relacionado
la degradación ambiental y la escasez de recursos naturales, junto al
incremento poblacional, como causantes de migraciones que afectan la seguridad
nacional e internacional.
En este artículo
analizamos la relación entre la migración de Zacatecas a Estados Unidos y la
degradación ambiental en dicho estado con tres paradojas sintomáticas que
contradicen la literatura sobre el tema y, también, al sentido común. La
primera sostiene que no actúan como causa de migración la degradación ecológica
o la escasez de recursos naturales, o bien la presión que ejerce el crecimiento
poblacional, sino que la causa es insostenibilidad social. La segunda argumenta
que la migración está convirtiendo a un recurso natural renovable, la fuerza de
trabajo, en uno no renovable para las comunidades de origen. La tercera dice
que la migración se puede constituir en un proceso de empoderamiento para
revertir la degradación ambiental, contradiciendo de esta forma lo aseverado en
la segunda paradoja, pero mostrando la dialéctica que la relación entre
migración y ambiente tiene en el caso de Zacatecas.
Primera paradoja: no
es la degradación ambiental, sino la insostenibilidad social, la que actúa como
causa de la migración Zacatecas-Estados Unidos
La relación entre
migración y ambiente ha dado lugar a una extensa bibliografía. Algunos autores
sostienen que los problemas ambientales se pueden convertir en causa de
migración. Norman Myres (2005) señala que el
calentamiento global de origen antrópico podría provocar un aumento del nivel
del mar con la consecuente expulsión de 200 millones de personas de las zonas
costeras para 2050. Cuando la Organización de las Naciones Unidas (onu, 1991) identifica “zonas ecológicas
críticas”, es claro que está privilegiando problemas ambientales como causa de
migración. El término refugiados ambientales, utilizado ampliamente por autores e
instituciones, transmite la idea de que la causa de la migración radica en
algún tipo de crisis ambiental (Myres, 2005; Suhrke, 1994; El-Hinnawi, 1985). Jodi Jacobson (1988) sostiene que la degradación del suelo,
provocada por un mal manejo, deriva en migraciones masivas en el área del
Sahara. Michelle Schwarts y Jessica Notini (1995) argumentan de forma similar, y hacen
extensivo el ejemplo a México, Haití, el nordeste brasileño y el noroeste
indio. Ashok Swain (1996)
se refiere al mayor estrés ambiental en los países en desarrollo por prácticas
degradantes. Cuando Thomas Homer-Dixon (1994) señala
la escasez de recursos naturales renovables como causa de violencia ambiental y
migración, también privilegia la insostenibilidad ecológica en el análisis
(aunque reconozca que son las propias actividades humanas las que degradan los
recursos, o que se genera escasez por la presión del incremento poblacional o
la desigual distribución de recursos).
En otros casos
son los desastres naturales provocados por eventos climáticos extremos
(catástrofes) los que aparecen como causa; y los medios de comunicación
establecen relaciones mecánicas entre los ciclos de sequía y la migración en el
Sahara, o los ciclos de sequía y las inundaciones en India o Bangladesh, y en
otros países o regiones.[3]
Otros critican
el argumento de que los problemas ambientales se convierten automáticamente en
causa de migración.[4] En todo caso, los
problemas ambientales podrían ser causas inmediatas, pero existen situaciones
más profundas o estructurales relacionadas con la pobreza o los estilos de
desarrollo (Hugo, 1996; Richmond, 1995; Suhrke,
1994).
Es claro que la
discusión gira en torno a privilegiar la insostenibilidad ecológica o la
insostenibilidad social como causa de la migración. Cuando se habla de
desarrollo sostenible se considera que existen tres grandes áreas que agrupan
los diversos elementos que encierra el concepto. Estas áreas son: la
sostenibilidad económica, cuya viabilidad supone eficiencia, rendimiento y
competitividad; la sostenibilidad ecológica, que supone garantizar la salud ecosistémica, la biodiversidad de especies y la riqueza
genética; y, finalmente, la sostenibilidad social, que se refiere a la equidad
y condiciones de vida en general. De allí que cuando se relacione la migración
con la problemática ambiental, algunos autores digan que el deterioro de los
ecosistemas (o sea, la sostenibilidad ecológica) puede ser la causa principal
de las migraciones, mientras que otros argumentan que la causa principal son
las condiciones sociales y económicas de pobreza e inequidad (o sea, la
sostenibilidad social). El problema es que mientras la relación causal entre
erosión del suelo y migración, o entre sequías o inundaciones y migración,
resulta fácil de visualizar –y atractiva para los medios de comunicación–, no
es tan fácil entender cómo la pobreza o los estilos de desarrollo, que son
conceptos más generales y abstractos, pueden relacionarse directamente con la
migración.
El análisis del
caso zacatecano nos enseña que los factores ambientales se traducen en
relaciones sociales para convertirse en causantes de migración. La erosión
derivada de un mal manejo del suelo, por ejemplo, no puede expresarse
directamente como causa de migración, porque no actúa por sí misma, sino que lo
hace una vez valorada en los precios relativos del suelo y sus productos, y en
los cuales se entrelazan otros muchos factores sociales, económicos y
culturales que convierten la fertilidad físico-natural en fertilidad económica.
La migración
laboral de México a Estados Unidos lleva más de un siglo, pero en la última
década ha experimentado un aumento sin precedentes. El saldo neto migratorio
internacional promedio anual aumentó 20.5 veces en el curso de las últimas
cuatro décadas y media, cuando pasó de 28 mil migrantes en los sesenta a 575
mil en el lustro comprendido entre 2000 y 2005 (Conapo,
2004, 2006). Zacatecas se ubica en la llamada zona histórica de la migración
mexicana; cuenta con 74,669 km2 de suelos, en su mayoría
semidesérticos, y con 1’384,512 habitantes (Conapo,
2006). Dentro del país, Zacatecas se erige como la principal entidad de
migrantes, por el porcentaje de su población que reside en Estados Unidos, la
intensidad con la que se manifiesta el fenómeno en los hogares, la
participación femenina y el monto e importancia económica de las remesas
(Delgado Wise, Márquez y Rodríguez, 2004).
Zacatecas es el
primer productor de frijol en México, con cerca de 31% de la producción
nacional; de ésta, 76% es de temporal (Sagarpa,
2004). Entre 1987 y 2003, el frijol representó cerca de 57% del total de la
superficie sembrada y cosechada del estado, y 31% del total del valor generado
por la agricultura (Sagarpa-Sedagro,
1987-2003). Es claro que se trata del principal producto agrícola del estado, y
que, debido al carácter temporalero de su producción,
las prácticas agrícolas resultan altamente determinantes de la sostenibilidad
de sus suelos.
Según
investigadores del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas
y Pecuarias (inifap),
en Zacatecas más de 150 mil hectáreas de tierras de cultivo están en proceso de
desertificación y otras 300 mil sufren erosión severa. Debido al tipo de
práctica agrícola imperante, anualmente se pierden de 35 a 40 toneladas de
suelo por hectárea, situación que afecta gravemente a municipios como
Sombrerete y Juan Aldama, que se cuentan entre los principales productores de
frijol (Valadez, 2005).
No obstante la
degradación del suelo, en los últimos 16 años no hubo reducción de la
superficie cultivada ni de sus rendimientos, más allá de las variaciones
cíclicas adjudicables al carácter temporalero
de la producción.[5] Pero esto no significa que
no haya migración. Al contrario, entre los principales municipios con migrantes
se encuentran los de mayor rendimiento y producción de frijol. Sombrerete y
Juan Aldama, por ejemplo, ubicados como los principales productores de frijol
del estado, tienen índices de intensidad migratoria alto y muy alto,
respectivamente (Conapo, 2002). Por esta razón está
habiendo un notorio proceso de envejecimiento de los productores, cuyos hijos
migran a Estados Unidos.
El ejemplo de
Zacatecas es apropiado para una argumentación mecánica del siguiente tipo:
prácticas agrícolas insostenibles provocan desertificación que a su vez genera
migración. Pero ésta sería una conclusión errada. Las malas prácticas agrícolas
causan degradación del suelo, pero es necesario que el producto del suelo
erosionado compita desventajosamente en el mercado para convertirse en causante
de migración.
Esto último ha
venido sucediendo en Zacatecas desde mucho tiempo atrás. Por un lado, los
rendimientos físicos colocan a la entidad en situación desventajosa frente a
otros estados mexicanos. Para la producción temporalera
del ciclo primavera-verano, el de mayor producción de la entidad, los
rendimientos se ubican por debajo del promedio nacional. Por ejemplo, en 2003
Morelos registró una producción de 1,250 kg/ha; Colima, 980; Estado de México,
960, y Zacatecas, 442; en tanto que la media nacional fue de 610 kg/ha (Sagarpa,
2004). Por otro lado, los precios del producto han disminuido, no así los
costos de producción, lo cual establece una brecha en detrimento de los
productores. La gráfica 1 ilustra la tendencia descendente de los precios en
comparación con la producción total de frijol en México.
Las dos visiones
de la relación entre deterioro ambiental y migración podrían exponerse de forma
esquemática como sigue:[6]
·
Las
malas prácticas agrícolas provocan degradación del suelo y, consecuentemente,
son causantes de migración.[7]
·
Las
malas prácticas agrícolas provocan degradación del suelo, lo cual incide en los
precios relativos de la producción agrícola para, en una combinación de
factores, convertirse en causantes de migración.
Gráfica i
Volumen y valor
de la producción de frijol en México
Fuente: Sistema de Información Agropecuaria de Consulta, Sagarpa, 2004, http://www.sagarpa.gob.mx.
La diferencia
entre ambas visiones no es trivial. Según la primera, para solucionar el
problema serían necesarias políticas públicas de reconversión productiva. De
acuerdo a la segunda, no bastan políticas de reconversión productiva: es
necesario ubicar la competitividad relativa de Zacatecas frente al resto del
país y frente a la completa apertura comercial con Estados Unidos en 2008,
según lo previsto en el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (tlcan), y
debido a la incorporación plena de China en el mercado mundial; ambos países
son fuertes exportadores de frijol: Estados Unidos exporta 28% del total
mundial y China, 14% (faostat,
1961-2004). Es indudable que una reconversión productiva mejoraría las
condiciones de competitividad, pero el problema no es mejorar, sino igualar o
superar las condiciones de los competidores, algo muy diferente, y para lo que
se requieren políticas que abarquen no sólo la producción sino también la
comercialización, la siniestralidad,[8] la
política fiscal y muchas otras cuestiones relacionadas.
Entonces, no es
la degradación ambiental lo que actúa en favor de la migración, sino las
relaciones de producción que colocan a la gran mayoría de los productores de
frijol de temporal de Zacatecas en situación desventajosa frente a sus competidores,
orillando a la migración laboral.
Segunda paradoja: la
migración está convirtiendo recurso natural renovable, la fuerza de trabajo, en
un recurso natural no renovable para las comunidades de origen
La distinción
entre recursos naturales renovables y no renovables es crucial en el discurso
del desarrollo sostenible. Los recursos no renovables son aquéllos cuya posible
recuperación supera las expectativas humanas, como es el caso de los minerales.
Los recursos renovables son los que la naturaleza reproduce o que el ser humano
puede recuperar a voluntad, como es el caso de los productos agrícolas. La
literatura especializada hace énfasis en la necesidad de utilizar los recursos
renovables dentro de los ritmos de su recuperación, para no extinguirlos. Pero
no suele aplicarse el concepto de recurso renovable a la propia naturaleza
humana, como debería, ya que la fuerza de trabajo es uno de los principales
recursos del proceso económico.
El caso de
México –y el de Zacatecas– es elocuente acerca de los efectos de la migración
sobre la fuerza de trabajo en los lugares de origen. El crecimiento
espectacular de la migración desde principios de los años noventa se
corresponde con un cambio en el patrón migratorio, que, para el estado de
Zacatecas tiene como principales características:[9]
·
Una
creciente presencia de la emigración permanente. Mientras que entre 1990 y 1995
los migrantes permanentes representaban 57.5%, entre 1995 y 2000 aumentaron a
81%.
·
Una
prolongación del tiempo de estancia de los migrantes que regresan, que pasa de
11 a 13 meses.
·
Una
mayor participación femenina en la migración laboral, la cual pasó de un
promedio de 8% en la década de los ochenta, a 28.9% en 2000.
·
Aunque
la presencia del varón jefe de familia sigue siendo dominante en el contexto de
la migración internacional, en el último lustro se advierte un incremento en la
participación de los hijos. De allí que también disminuya la edad promedio de
los migrantes, pasando de 32 años en los ochenta, a 25.9 años en 2000. Amén de
que se incrementa la migración de familias, en lugar de hombres jóvenes, como
venía siendo la pauta.
En suma, se
manifiesta el tránsito de un patrón migratorio con fuerte participación del
migrante laboral de retorno, varón y jefe de familia, a otro caracterizado por
la creciente presencia de la migración permanente con mayor proporción de hijos
e hijas jóvenes e incluso familias enteras, y la prolongación de los tiempos de
estancia de los migrantes laborales de retorno (Delgado Wise
y Rodríguez, 2000; Moctezuma y García Zamora, 2000; Meza y Márquez, 2005).
El resultado es
que durante la última década, y debido al cambio en el patrón migratorio,
municipios de Zacatecas comienzan a registrar tasas de crecimiento poblacional
negativas: 28 en 1995, 34 de 57 en 2000 y en 2005, 42 de un total de 58
municipios presentan despoblamiento. Sólo cinco tienen tasas de crecimiento
superiores a 1.5% anual entre 1990 y 2005. Cabe decir que los municipios que
presentan las tasas más altas de despoblamiento se localizan en la región sur
del estado, y que el sector más afectado es el de los jóvenes, que abarca la
población comprendida entre 12 y 29 años, y con mayor intensidad a partir de
los 20 años (Moctezuma y Pérez Veyna, 2006).
La depredación y
degradación de los recursos ha sido la pauta en Zacatecas desde la época
colonial. La entidad se integró al comercio mundial mediante la venta de plata
y oro de sus minas, actividad aún vigente. Actualmente, lo que más exporta es
la fuerza de trabajo, sobre todo a Estados Unidos, la mayoría de la cual no
retorna. Esta derrama de fuerza de trabajo ya manifiesta serias dificultades
allí donde se demanda empleo, sea porque no hay disponible, como ocurre para
muchas actividades agrícolas, sea porque la comparación salarial con Estados
Unidos es un desestímulo al trabajo en los lugares de
origen. Se ha llegado al punto de inflexión donde, por el volumen de migración,
la fuerza de trabajo en tanto recurso se convierte en no renovable para las
comunidades de origen y, en consecuencia, las posibilidades de desarrollo
económico se ven comprometidas. Esta disyuntiva sugiere políticas públicas que
consideren a la población migrante como ciudadanos transnacionales, con
plenitud de derechos en ambos territorios, para que, siendo los actores de su
destino, encuentren menos barreras legales en términos espaciales y puedan
acceder productivamente a los recursos naturales.[10]
Tercera paradoja: la
migración se puede constituir en un proceso de empoderamiento para revertir la
degradación ambiental
Junto al aumento
del número de migrantes y su estancia en Estados Unidos, también crece el
volumen de las remesas enviadas desde ese país a México. Ese flujo de remesas
se ha multiplicado 30 veces desde los ochenta hasta 2005, cuando alcanzó un
máximo histórico de 20 mil millones de dólares (Banxico, 2006), lo que coloca a
la exportación de fuerza de trabajo como la segunda fuente de divisas del país,
con una contribución a la balanza de pagos que supera a las del turismo, las
exportaciones agropecuarias y la industria maquiladora, y que queda sólo por
debajo de la exportación de petróleo.
El monto total
de remesas recibido por el estado de Zacatecas en 2003 ascendió a 481 millones
de dólares. Tal magnitud equivale a una proporción del pib que supera la participación de
la agricultura (8.2% frente a 7.6%) y ubica la producción de fuerza de trabajo
migrante como la principal actividad productiva del estado (Delgado Wise, Márquez y Rodríguez, 2004).
Contradictoriamente
con la tendencia a una migración sin retorno –y al consecuente
posible descenso tendencial del monto de las remesas–, las organizaciones de
migrantes en Estados Unidos han crecido de manera significativa. Según el
Instituto de los Mexicanos en el Exterior, en mayo de 2003 existían 623 clubes
de migrantes registrados en los distintos consulados mexicanos en Estados
Unidos (Vega, 2004). No obstante, es menester reconocer que el número de clubes
está subestimado, porque muchas de estas asociaciones mantienen una distancia
respecto de las instancias oficiales y, por esa razón, su registro no forma
parte de los archivos oficiales (Escala-Rabadán, 2004). Los estados de
Zacatecas, Jalisco, Michoacán, Guerrero, Guanajuato y Oaxaca concentran 66.1%
del total de clubes (más de 400), y la distribución de éstos en Estados Unidos
abarca las principales ciudades de California, Illinois y Nueva York (Imaz, 2004).
Así como faltan
datos sobre el número de clubes, también hay diferencias acerca de la cantidad
de miembros con que cuenta cada club. Más allá de estas dudas, la investigación
in situ
muestra que este tipo de organización tiene un amplio radio de influencia,
basado fundamentalmente en su legitimidad social, que se extiende más allá de
los confines de su membresía. Los distintos grados de desarrollo se expresan en
el nivel de organización alcanzado, según sean clubes aislados o asociados
(federaciones), tengan diferentes grados de institucionalización (formalización
y funciones complejas) y posean permanencia, legitimidad social y
desdoblamiento institucional (separación de funciones comunitarias, políticas y
empresariales) (Moctezuma, 2004).
Una
manifestación del vínculo de las comunidades de origen con los grupos de
migrantes en Estados Unidos es el reconocimiento social de autonombrarse
comunidades filiales
o hijas.
Cada una de éstas –cuyo referente directo es el lugar de origen del migrante–
se convierte en un espacio privilegiado para la recreación de las raíces,
identidad y cultura locales, así como el fortalecimiento de los lazos de
solidaridad entre los migrantes y sus lugares de procedencia. Lo trascendente
de este proceso es que rebasa el horizonte de las relaciones estrictamente
familiares, para dar lugar a vínculos comunitarios de carácter transnacional.
Con el paso del
tiempo, algunas comunidades filiales avanzaron hacia esquemas organizativos más
formales –como los clubes o asociaciones de migrantes– que posibilitan el
tránsito hacia el migrante colectivo: nuevo sujeto social que surge como
subproducto contradictorio de la evolución histórica de la migración internacional
(Moctezuma, 1999). En contraste con el migrante individual, este nuevo sujeto
se caracteriza, entre otras cosas, por disponer de una organización formal
relativamente permanente; por fortalecer, a partir de ella, los lazos de
identidad cultural, pertenencia y solidaridad con sus comunidades de origen;
por abrir espacios de interlocución ante diferentes instancias públicas y
privadas de México y Estados Unidos, y por contar con un significativo
potencial financiero expresado en fondos colectivos, que superan las
limitaciones y rigidez propias de las remesas individuales o familiares, para
la realización de obras de beneficio comunitario.
Zacatecas es la
entidad del país que detenta la mayor y más avanzada organización de mexicanos
en Estados Unidos, con alrededor de 40 mil socios distribuidos en poco más de
200 clubes, que a su vez se congregan en 10 federaciones del sur de California,
Chicago, Oxnard, Denver, Dallas, Las Vegas, Atlanta, Houston, Waco, Florida y
Carolina del Norte (Moctezuma, 2000).
En las reuniones
de clubes zacatecanos en Illinois y el sur de California se han venido
considerando problemas ambientales en las poblaciones de origen zacatecanas,
como la ausencia de tratamiento de la basura, las aguas negras, la degradación
que causan los talleres mecánicos, la tala de árboles y otros. La misma
preocupación se manifestó en la Primera Conferencia Binacional sobre Proyectos
Productivos, realizada en Zacatecas en diciembre de 2004. Éste es un primer
indicio de la posibilidad de que las organizaciones de migrantes se constituyan
en agentes de reversión de la degradación ambiental. Pero hay más. Ya existen
inversiones productivas en las que migrantes de retorno están utilizando
prácticas de agricultura sostenible aprendidas en Estados Unidos. Hay casos de
sistemas de agricultura sin labranza (fao, 2001) y de riego por goteo
para conservar el agua. En Los Haro, Jerez, se está experimentando con un
sistema de cultivos de cobertura que disminuye la erosión, aumenta la cantidad
de materia orgánica en el suelo, mejora la retención de humedad y también
proporciona un hábitat para insectos benéficos que controlan las plagas sin uso
de químicos (Nichols, 2004). El Club Las Ánimas de Nochistlán, de la Federación de Clubes Zacatecanos del Sur
de California, invirtió en la construcción de un proyecto para el tratamiento
de aguas negras, aunque en este caso se tuvieron resultados infructuosos. El
Club Campesinos El Remolino y el Club Social Chaquiloca,
del municipio de Tepechitlán; el Club Boquilla de Abajo,
del municipio de Cañitas de Felipe Pescador; el Club el Tuiche,
del municipio de Nochistlán, y el Club Lo de Carrera,
del municipio de Apulco, con el apoyo del Programa
Tres por Uno han desazolvado las presas de estas comunidades (Moctezuma, 2005).
Ejemplos de lucha por la justicia ambiental también han sido parte de la
dinámica migración-ambiente en Zacatecas. A mediados de los noventa, una
empresa papelera y propietarios forestales elaboraron un plan de explotación de
maderas muertas en un área de 3,000 hectáreas de bosque, en el municipio de
Monte Escobedo. Ello provocó una movilización social sin precedentes en ese
municipio de alta migración. El bosque de pino-encino no era lo único en juego,
pues éste creaba las condiciones para un ecosistema donde la riqueza en aves le
valió el reconocimiento federal como Área de Importancia para la Conservación
de las Aves en México del Programa aica (Puig, 2002). Dos organizaciones locales, con el
respaldo de migrantes de California, surgieron en defensa del bosque,
constituyendo un ejemplo de la organización zacatecana transnacional en defensa
de los recursos del estado.
Conclusión
La mayoría de los
estudios que relacionan la migración con el ambiente lo hacen mecánicamente.
Unos sugieren que el deterioro ambiental es causa de la migración. Otros
señalan lo contrario, pero que la causa profunda es la pobreza. En el primer
caso, la relación es claramente mecánica; en el segundo no se establecen cuáles
son las intermediaciones entre las causas profundas y las aparentes, de manera
que el razonamiento es también, aunque menos evidente, mecánico. En este
artículo se demuestra que la principal causa de la migración radica en la
productividad relativamente inferior del trabajo valorada monetariamente entre
las zonas migrantes y el resto de las áreas que producen mercancías
competitivas. De esta manera mostramos que la degradación de la naturaleza no
puede expresarse directamente, necesita hacerlo por medio de los precios de los
productos, o sea, de las relaciones sociales de producción. Establecemos así la
mediación entre el ámbito ecológico y el socioeconómico, y lo ejemplificamos
con el caso de Zacatecas, en México, una zona de alta migración a los Estados
Unidos de América.
También
mostramos que la migración tiene dos consecuencias inesperadas si las ubicamos
dentro del discurso ambientalista hegemónico. La primera es que la fuerza de
trabajo también puede convertirse en un recurso natural no renovable, y que,
por lo tanto, este concepto, que es una de las claves en la discusión ambiental
y es utilizado exclusivamente para los recursos naturales no humanos, debe
extenderse a los grupos humanos en determinadas regiones y contextos. La
segunda consecuencia es que la migración, aunque convierta a la propia fuerza
de trabajo en recurso no renovable, puede, paradójicamente, impulsar, por medio
de las remesas formas de recuperación ambiental.
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migrante, Universidad
de Guadalajara, México, pp. 315-346.
Recibido: 5 de enero de 2006.
Reenviado: 11 de mayo de 2006.
Aprobado: 17 de octubre de 2006.
Rodolfo García-Zamora. Doctor en ciencias económicas por la Universidad
Autónoma de Barcelona. Actualmente es profesor-investigador del doctorado en
estudios del desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Sus líneas de
investigación se centran en migración, remesas y desarrollo regional. Su
publicación más reciente es Migración, remesas y desarrollo, Universidad Autónoma de Zacatecas,
México, 2005.
Óscar Pérez Veyna. Doctor en administración por la
Universidad Autónoma de Aguascalientes. Actualmente es profesor-investigador
del doctorado en estudios del desarrollo de la Universidad Autónoma de
Zacatecas. Su línea de investigación se centra en la Estadística Experimental.
Guillermo Foladori. Doctor en economía por la Universidad
Nacional Autónoma de México. Actualmente es profesor-investigador en el
doctorado en estudios del desarrollo por la Universidad Autónoma de Zacatecas.
Sus líneas de investigación se centran en medio ambiente y desarrollo,
nanotecnología. Entre sus publicaciones destacan:
Por una sustentabilidad alternativa,
Unión Internacional de los Trabajadores de la Alimentación y afines, en
coautoría con Naína Pierri, 2005, Montevideo, 110
pp.; ¿Sustentabilidad? Desacuerdos sobre el desarrollo
sustentable, Miguel
Ángel Porrúa, México, 2005, 250 pp.
Raúl Delgado Wise. Doctor en ciencias sociales por la
Universidad de Pennsylvania. Actualmente es profesor-investigador del doctorado
en estudios del desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Sus líneas
de investigación se centran en migración internacional y desarrollo. Entre sus
publicaciones destacan: Contribuciones al análisis de la
migración internacional y el desarrollo regional en México (en coautoría con Beatrice Knerr), Miguel Ángel Porrúa, México, 2005.
Miguel Moctezuma. Doctor en ciencias
sociales por El Colegio de la Frontera Norte. Actualmente es
profesor-investigador del doctorado en estudios del desarrollo de la
Universidad Autónoma de Zacatecas. Sus líneas de investigación se centran en
migración internacional y organizaciones de migrantes. Su publicación más
reciente es La cultura y el simbolismo de la migración y las
remesas. Reflexiones a partir de la experiencia de Zacatecas, en Raúl Delgado y Beatrice Knerr (comps.), Contribuciones
al análisis de la migración internacional y el desarrollo regional en México, Miguel Ángel Porrúa, México, 2005.
Elivier
Reyes. Maestro en
administración por la Universidad Autónoma de Zacatecas y doctorante
en estudios del desarrollo en la Universidad Autónoma de Zacatecas. Su línea de
investigación se centra en el desarrollo
agropecuario.
Humberto Márquez. Maestro en ciencias por la Universidad Autónoma de
Zacatecas y doctorante en estudios del desarrollo en
la Universidad Autónoma de Zacatecas. Su línea de investigación se centra en
migración internacional y desarrollo. Su
publicación más reciente es “El desarrollo participativo transnacional basado
en las organizaciones de migrantes”, Problemas del Desarrollo, 37 (144).
Patricia Rivera. Maestra en ciencias por el Colegio de la Frontera Norte y
doctorante en estudios del desarrollo en la
Universidad Autónoma de Zacatecas. Su línea de investigación se centra en medio
ambiente y desarrollo.
[1] Una
versión preliminar de este trabajo se presentó en el congreso Ecology in an Era of Globalization, organizado por la Ecological
Society of America, en
Yucatán, México, del 8 al 12 de enero de 2006.
[2] La
Organización Internacional del Trabajo (oit, 2006) estima que en el mundo
hay 90 millones de trabajadores migrantes, que equivalen a 3% de la fuerza
laboral global. Ese flujo se asocia con el desempeño de las cadenas globales de
producción y con los procesos de flexibilización y precarización laboral en los
que participan tanto los países receptores como los emisores (Delgado Wise y Márquez, 2006).
[3] Aunque
la relación causal entre sucesos naturales extremos y migración resulta
atractiva, cuando se asume como explicación política justifica que se
privilegie el desarrollo de la ciencia y la tecnología para “corregir” el
ambiente sobre la disminución de la vulnerabilidad humana asentada en las áreas
críticas (Foladori, 2005).
[4] Richard
Black (2001) hace una crítica a todas las posiciones que adjudican causas
ambientales a las migraciones.
[5] Degradación de los suelos, por un
lado, y mantenimiento de rendimientos y producción, por otro, resultan
aparentemente en una paradoja. Sin embargo, una cosa es la degradación del
suelo en términos absolutos, como lo mide la erosión, y otra muy diferente la
posibilidad de utilizar ese suelo para producir un determinado cultivo. En el
caso del frijol, la erosión puede manifestarse en rendimientos diferenciales
después de un tiempo más prolongado; además hay otros factores que inciden
–como es el caso de los insumos, que se combinan con la fertilidad natural para
un mayor rendimiento–, en el hecho de que cosechas exiguas, como las que hay en
Zacatecas, hagan que las variaciones por fertilidad tengan impactos menores.
[6] Es
claro que muchos otros factores inciden en la relación ambiente-migración en
ambas visiones, pero aquí abstraemos los elementos centrales para facilitar su
comparación.
[7] “Los
hallazgos contenidos en este informe sugieren que un serio debilitamiento de
las tierras agrícolas de México puede ocasionar migración. Hay evidencia que
sugiere que una porción de las 900,000 personas que anualmente migran de las
regiones áridas y semiáridas de México lo hacen debido al proceso de
desertificación que debilita por año 1,000 millas cuadradas de superficie de
suelo y causa el abandono de otras 400 millas cuadradas de tierras de cultivo”
(Schwarts y Notini, 1994:
7).
[8] En el
caso de Zacatecas, el fenómeno meteorológico puede ser responsable de 14% de
las variaciones en la producción de frijol de temporal entre 1980 y 2003, si se
consideran las diferencias entre superficie sembrada y cosechada (Sagarpa, 2004).
[9] Los
datos que siguen se basan en la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica,
en sus versiones 1992 y 1997,y en el i Conteo de Población y Vivienda
1995 y el xii Censo General de Población y
Vivienda 2000.
[10] El despoblamiento absoluto conlleva dificultades para el desarrollo adicionales al propio abandono de las actividades económicas, ya que debido a la normatividad administrativa, las partidas presupuestales federales destinadas a la entidad y a los municipios disminuyen proporcionalmente con el tamaño y estructura de la población.