Los primeros intentos para documentar la corrupción en México:
los casos Pemexgate y de los Amigos de Fox
Córdova, Lorenzo y Ciro Murayama
(2006), Elecciones, dinero y corrupción, Pemexgate
y los Amigos de Fox,
Cal y Arena, México, isbn: 968-7711-65-5.
El libro que se
reseña es un esfuerzo muy detallado por documentar uno de los sucesos más
relevantes de la vida política contemporánea de México: la indagación por parte
del Instituto Federal Electoral (ife)
y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, sobre el llamado Pemexgate y la asociación civil denominada Amigos de Fox.
El texto intenta
abarcar muchas de las aristas de ambos casos. Los autores relatan y desentrañan
cada etapa de la investigación y los problemas legales y logísticos que
enfrentó una investigación que cuestionaba el ingreso ilícito de dinero a las
campañas presidenciales de los candidatos de los partidos Acción Nacional (pan) y Revolucionario Institucional (pri), en el año 2000. Se trataba pues,
de la primera vez que en México se echaban a andar, con seriedad y
responsabilidad, los mecanismos de fiscalización de los gastos e ingresos de
los partidos políticos, contemplados desde 1996 en el Código Federal de
Instituciones y Procedimientos Electorales (Cofipe).
La pormenorizada
descripción de cada paso que dieron estas instituciones, con el fin de
establecer claramente las responsabilidades sobre los ominosos desvíos de
fondos hacia el pri y el pan, permite al lector darse una idea de
los alcances de la corrupción político-electoral en México. Así, el relato, más
allá de sus circunstancias particulares, se convierte en un pretexto para
preguntarse en dónde estamos parados en México con respecto al proceso de
democratización iniciado a fines de los años ochenta. También nos permite
cuestionarnos acerca de con qué tipo de partidos políticos contamos, qué
sistema de partidos estamos construyendo, qué clase de ciudadano se está
formando y, en especial, cuáles son las reformas que de manera urgente requiere
la legislación electoral en muchas materias, pero en particular en el ámbito de
la fiscalización.
Pero aún más, el
libro puede ser un pretexto para pensar en el gran tema de fondo: la corrupción
política en las sociedades contemporáneas; lo cual merece una profunda
reflexión. No únicamente debemos ahondar en el asunto por la introducción de
dinero ilícito en las campañas electorales; pues estos hechos son sólo la punta
de un iceberg que habría que desmontar con más elementos analíticos. De
entrada, en esta obra se asume muy mecánicamente la relación entre dinero,
elecciones y medios masivos, relación que también comparten muchos estudiosos
del tema (Zovatto, 2003; Nohlen
et al.,
1998; Alcocer, 1993; Gruenberg, 2000; Woldenberg, 1999 y 2003), por lo que nos parece que hay que
examinar el tema con más detenimiento.
Brevemente
proponemos los siguientes puntos para la reflexión. En primer lugar, se
considera sin mayor cuestionamiento que para ganar una elección se requiere
dinero, y que además las victorias electorales tienen que pasar necesariamente
por el ámbito de los medios masivos de comunicación. Aún más, dice Woldelberg (2003), el financiamiento público a los partidos
políticos y sus campañas electorales ha sido así en muchos países democráticos
y no parece haber remedio a la vista. Los políticos necesitan dinero para ganar
votos y los medios son los que más influyen en ello. Es necesario estudiar esa
relación tan automática en virtud de que, si asumimos tales verdades, estaremos
aceptando que entre más dinero, más seguro será el triunfo electoral, y que
mientras mayor sea la penetración vía medios masivos, más posibilidades tienen
los partidos políticos de ingresar a los puestos de elección popular. Por
tanto, los partidos se ven obligados a obtener dinero a toda costa y en cualesquier
ámbito, lo que ha constituido precisamente la antesala de la corrupción.
Mientras que de forma paralela los medios de comunicación, sobre todo privados,
no solo se enriquecen inusitadamente, sino que en el fondo se han convertido en
los verdaderos jefes de las campañas electorales. Éstas son dos de las
consecuencias perversas de tomar como irrefutables los supuestos antes
mencionados.
En segundo lugar tenemos otra consecuencia: el
alejamiento ciudadano de la política, manifestado en el aumento de la desconfianza
en las instituciones democráticas y en la escasa legitimidad de los gobiernos,
en principio de origen electoral limpio. Todo ello documentado por los sondeos
de cultura política que hacen desde las organizaciones gubernamentales
(Encuesta Nacional sobre Cultura Política y Prácticas Ciudadanas, Encup) y las comerciales (Mitofski),
hasta las de orden académico (Freedom House, Latinobarómetro, lapop).[1] El
ciudadano que observa una abierta relación entre el dinero y sus representantes
o que es abrumado por una propaganda electoral que parece no tener fin, lejos
de aproximarse e interesarse en la vida política, busca escapar de ella. No son
gratuitos los bajos índices de votación en la primera década de este siglo, por
ejemplo en América Latina (Alcántara, 2001) y tampoco sorprende la precariedad
del capital social (Putnam, 1993) en la misma región en general, y en México en
particular.
En tercer lugar,
considerar dicha relación tal cual constituye un campo fértil para eludir el
compromiso ciudadano y contribuye a acrecentar la intolerancia; ideas que
tendrían que estar echando raíz en sociedades provenientes de regímenes
autoritarios. Como dice Nolhen (2006), pasada la fase
de transición, se requiere la “legitimidad de salida”.
Por todo lo
anterior, aceptar que la triple relación entre dinero, elecciones y medios es
insustituible merece discutirse. Más allá de las consecuencias prácticas
señaladas, tenemos a la vista un empobrecimiento de la vida política, o como
dice Zobatto, “…una pérdida progresiva del prestigio
de la política” (2003: 37).
Consideramos que
los supuestos del libro reseñado, compartidos en la literatura ya referida,
deben ser ampliamente revisados. Pues de otro modo, las sociedades
contemporáneas que aspiran a la democracia se están viendo condenadas a padecer
las consecuencias de una relación perversa entre elecciones, dinero y medios.
Al menos valdría la pena preguntarse si existen otros modos de hacer campañas
políticas que no requieran de los medios o si éstos se pueden acotar en materia
de propaganda electoral. O si la ciudadanía merece un bombardeo electoral, o si
tal vez prefiriese algo de mayor calidad y menos espectacular. O dicho de otro
modo, si le damos a la vida política un rango mayor evitando así el alto costo
de entrar al juego de los compromisos y los intereses privados. Éstas son las
cuestiones de fondo de la corrupción político-electoral.
Quizá la mayor
debilidad de este libro, no obstante su calidad documental, es que no se acerca
a estos cuestionamientos. Sin embargo, aborda con más acierto las
circunstancias particulares de la corrupción en los casos del Pemexgate y de los Amigos de Fox –como hechos de execrable
violación de las normas electorales nacionales– que se presentaron después de
las elecciones del 2000, que paradójicamente, marcaron el fin del sistema
hegemónico y el principio de la era democrática.
En el Pemexgate los autores nos muestran un hecho contundente:
hubo desvío ilegal de fondos hacia el pri.
Una pregunta se asoma: ¿por qué después de casi siete décadas de gobierno
ininterrumpido, el pri apeló a la
violación flagrante de todas las normas éticas y legales con el propósito de
mantenerse en el poder? ¿Esto todavía es válido en una democracia incipiente?
Parece que en México ya no lo es, pues el pri
además de hacerse acreedor a una multa significativa –la más drástica conocida
en la historia del mundo a un partido político, dicen nuestros autores–, se fue
ganando el descrédito paulatino de su militancia, sus simpatizantes y del
votante común. El pri de todas
maneras perdió. Esto puede ser una evidencia sugerente de que, en mi
percepción, estamos forjando una ciudadanía más atenta y menos manipulable. Que
el dispendio en campaña no es garantía de triunfo electoral, que el ciudadano
quizá ya no es tan proclive al soborno burdo de antaño. En otros términos y
aludiendo a lo expuesto antes, que la relación entre dinero y elecciones no es
tan clara.
Sin embargo, el
caso de los Amigos de Fox nos vuelve a referir que hay un efecto importante en
la votación cuando se cuenta con recursos desmedidos para obtener el favor
popular. Y otra vez estamos ante una ciudadanía todavía muy influenciada por la
mercadotecnia abierta y agresiva para comprar el voto. Aspectos muy cercanos a
lo que Anthony Downs (1957) llama el costo-beneficio
del voto en las democracias.
Además, el libro
reseñado nos permite observar que los partidos políticos en México han entrado
al juego de obtener a toda costa más dinero para sus campañas y con ello,
eventualmente, arribar al poder. Los propios partidos perciben la relación
dinero-poder como central para sus propósitos. Son –dicen los autores– “…seres
humanos cargados de intereses y no arcángeles que jamás caerán en la tentación”
(p. 17).
A lo largo del
texto también resalta el resumen de los debates en el Consejo General del ife en los casos analizados. Llama la
atención la argumentación propiamente técnica, legal y política que los
consejeros hicieron en defensa de la legalidad en ambos procesos, al lado de la
defensa francamente cínica de los partidos para salvaguardar sus intereses, de
acuerdo con las indagaciones de nuestros autores.
Una frase
enmarca la sentencia política de los consejeros electorales para actuar frente
a un documentado desvío ilegal de recursos hacia un partido político. Alonso
Lujambio dice que no actuar “supondría la institucionalización de la impunidad”
(p. 83). Posición apuntalada todavía con más precisión jurídica cuando el
Tribunal emitió la sentencia y la sanción bajo los instrumentos del denominado “levantamiento
del velo” y de la “culpa
in vigilando” (pp.
107-108).
Pero el caso de
los Amigos de Fox se agrega al relato de los autores. Con sus particularidades,
el asunto final era el mismo, manejo ilícito de fondos para el financiamiento
de partidos y campañas políticas. Aquí la diferencia era que el grupo
denominado Amigos de Fox llevó a cabo una intrincada red de triangulaciones
financieras que hacían sumamente complicada la averiguación del ilícito.
Contando para ello con un conjunto de lagunas y omisiones que la legislación
electoral tiene –todavía hoy– en materia de fiscalización. Ardua e intrincada
tarea del ife, según documentan
Córdova y Murayama.
Un problema era
evidente, el secreto bancario que protegía las transacciones de particulares,
luego demostró ser parte de la red que financiaba los partidos Acción Nacional
y Verde Ecologista.
El resultado a
la larga, y luego de muchos pormenores jurídicos, fue la posibilidad de que el ife se erigiese en autoridad hacendaria
con los partidos políticos. Éste fue un logro de enorme trascendencia, no sólo
para el Instituto, máxima autoridad en materia electoral, sino para el
desarrollo de un sistema de partidos regulado y transparente. En virtud de este
precedente se anuló el secreto bancario para la fiscalización de los partidos
políticos, esencial para desentrañar la corrupción electoral en México como
señalan atinadamente los autores.
La respuesta del
pan –según nos describen– fue de
abierta simulación al negar toda responsabilidad y vínculo sobre la actuación
financiera de Amigos de Fox. Era evidente que el argumento no se sostenía, la
campaña presidencial de Vicente Fox fue financiada por una red ilegal de
transferencias hacia el pan, o
algunas veces sin su intervención. Culpa in vigilando aplicó posteriormente el tribunal y
sancionó.
No nos
extendemos más en la rica lectura del texto que se reseña, pues resultará
interesante para el lector conocer con detalle los alegatos de fiscalización de
los partidos políticos así como la construcción y reconstrucción de las bases
institucionales para llevarla a buen puerto. Es una parte descriptiva muy rica,
pero débil en cuanto a su fundamentación analítica.
Finalmente el
libro invita a pensar en las necesarias y urgentes reformas a la legislación
electoral mexicana. La lista es larga: reformas sobre los ingresos y egresos de
los partidos; nuevas fórmulas de financiamiento público (es más, urge discutir
si éste debe continuar y cómo); reformas en los gastos (o mejor dicho,
ofensivos dispendios) de las campañas y regulación de las precampañas y su
duración (obviamente su reducción); discutir tiempos y gastos en radio y
televisión (grandes ganadoras de la política en México); y otros más como
remover el secreto fiscal para el ife
o el intercambio de información entre autoridades electorales, etc. Sobre algunos de estos temas, como lo hemos
expuesto líneas arriba, sería deseable comenzar por cuestionar las bases del
financiamiento público a los partidos políticos en México, ya que, tal y como
se encuentra en la actualidad, no parece que resuelva de fondo el riesgo
siempre latente de la corrupción.
Por último,
habría que resaltar que, más allá de los datos y hechos que el libro ofrece de
manera muy descriptiva, su lectura invita a reflexionar con más seriedad en la
relación entre dinero y poder y en sus consecuencias para el horizonte de la
democratización en marcha, por ejemplo en América Latina. Para esta región, por
desgracia, la literatura que aborda el fenómeno se ha centrado sobre todo en
los casos de corrupción de mayor escándalo político, como el de Collor de Mello, Fujimori o Carlos Andres
Pérez. Falta todavía abordar de manera más seria y fundamentada el caso de los
medios de comunicación.
En general, el
libro es un documento de consulta muy serio para conocer los pormenores de los
casos Pemexgate y Amigos de Fox; sin embargo, deja
pendiente el análisis de fondo para tratar el asunto de la corrupción política
en las sociedades contemporáneas.
Bibliografía
Alcántara,
Manuel (2001), Partidos políticos en América
Latina, Fondo de
Cultura Económica-Instituto Federal Electoral, México.
Alcocer, Jorge (comp.) (1993), Dinero y partidos: propuestas
para regular los ingresos y los gastos de los partidos políticos, cepna-Nuevo
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Downs, Anthony (1957), An Economic Theory of Democracy,
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Gruenberg, Christian (2000), Monitoring the Financing of Political Campaigns from
the Civil Society, Poder Ciudadano,
Transparencia, Buenos Aires.
Lujambio, Alonso
(2003) “México”, en Manuel Carrillo Alonso Lunjambio, Carlos Navarro y Daniel Zobatto
(comps.), Dinero y contienda político
electoral, el reto de la democracia,
Fondo de Cultura Económica, México.
Nolhen, Dieter
(2006), “Instituciones y cultura política”, conferencia ofrecida en el
Instituto Electoral del Estado de México, 14 de febrero de 2007.
Nohlen, Dieter,
Silvia Picado y Daniel Zobatto (comps.)
(1998), Tratado de derecho electoral comparado en América
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Putnam, Robert (1993) Making democracy work: civil traditions in modern
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Woldelberg, José (1999), La
mecánica del cambio político en México,
Cal y Arena, México.
Woldelberg, José (2003),
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actualidad de la contienda político-electoral”, en Manuel Carrillo, Alonso Lujambio,
Carlos Navarro y Daniel Zovatto (comps.),
Dinero y contienda político electoral, el reto de la democracia, Fondo de Cultura Económica, México.
Zovatto, Daniel (2003), “América Latina”, en
Manuel Carrillo, Alonso Lujambio, Carlos Navarro y Daniel Zovatto
(comps.), Dinero y Contienda Político
Electoral, el reto de la democracia,
Fondo de Cultura Económica, México.
Recibido: 20 de febrero de 2007.
Aprobado: 21 de febrero de 2007.
Laura
Leticia Heras-Gómez es doctora
en ciencias sociales. Actualmente es Directora de la Facultad de Ciencias
Políticas y Administración Pública, de la Universidad Autónoma del Estado de
México. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel i y es perfil Promep.
Su línea de investigación actual se centra en cultura y participación política,
política comparada, estudios sobre democratización. Sus publicaciones más recientes
son: “Más allá del prd: avances en la investigación
sobre la izquierda política mexicana”, Convergencia, uaem, 13 (42): 249-255(2006); “El
estudio de la ciencia política en México y sus antecedentes en la uaem”,
Espacios Públicos,
fcpyap-uaem,
9 (17): 10-19 (2006); “Cultura política y democratización en América Latina”, Revista
de Ciencias Sociales (Cr),
Universidad de Costa Rica, ii
(104): 27-37, (2004); “Participación política en México: convergencia de dos
tendencias, 1982-2002”, Revista Apuntes Electorales del ieem, v (2): 86-112 (julio-septiembre, 2005); “Cultura Política el
Estado del Arte contemporáneo”, en Reflexion
Política,
revista del Instituto de Estudios Políticos de la unab, Colombia, 4 (8):275-291 (diciembre, 2002).
[1] Latin
American Public Opinion
Project (lapop)
es una organización que lleva a cabo estudios de opinión para América Latina y
cuya sede se encuentra en la Universidad de Vanderbilt
(http://sitemason.vanderbilt.edu/lapop/links).