Emergencia de la nueva cultura institucional: impacto en
la transformación del escenario de la globalización económica
José Gpe. Vargas Hernández*
Abstract
In this
paper, we analyse the changes in the institutional
culture within the context of economic globalization, which influence and
promote transformations in different institutions and organisations.
These modifications create the emergence of a new culture that guide the design
of new institutional arrangements through learning in order to adapt to the new
demands of the environment.
From the neo-institutionalist
theories of political cultural change, we try to explain the institutional
change created by the leading players of the globalisation
from the bottom and the new social movements. We conclude that the
institutional cultural learning is a rational solution of the difficulty to
predict the effects of the arrangements of the institutional reform.
Keywords: institutional arrangements, institutional learning,
institutional culture change, institutional change, organisational
change.
Resumen
Este trabajo se
propone analizar los cambios de la cultura institucional en el escenario de la
globalización económica que influyen y promueven transformaciones en las
instituciones y organizaciones. Tales modificaciones inciden en la emergencia
de una nueva cultura que orienta el diseño de nuevos arreglos institucionales
mediante el aprendizaje para adaptarse a las nuevas demandas del entorno.
A partir de las teorías neoinstitucionalistas del cambio de cultura política, trata
de explicarse el cambio institucional ejercido por protagonistas de la
globalización desde abajo y nuevos movimientos sociales. Se avanza como
conclusión que el aprendizaje cultural institucional es una solución racional
de la dificultad para predecir los efectos de los arreglos de la reforma
institucional.
Palabras clave: arreglos institucionales, aprendizaje institucional,
cambio de cultura institucional, cambio institucional, cambio organizacional.
* Institute of Urban and Regional Development,
University of California at Berkeley. Correo-e:
jvargas08@berkeley.edu.
Introducción
Poco se ha
analizado con rigor el tema de la emergencia de una nueva cultura institucional
y sus implicaciones en los arreglos y estructuras organizacionales, las
interacciones entre los diferentes agentes económicos y su impacto en la
transformación organizacional a través del diseño de nuevos arreglos en el
escenario de la globalización económica. El análisis de esta temática es
relevante para determinar los alcances de los cambios y las reformas
institucionales orientadas a lograr la mejor gobernabilidad transnacional,
desde nuevas formas sustentadas en enfoques teórico-metodológicos neoinstitucionales.
Este artículo
analiza los cambios de la cultura institucional en el contexto de los procesos
de globalización económica, desde el enfoque de la economía política
institucional que privilegia las aportaciones teórico-metodológicas del
institucionalismo y del neoinstitucionalismo. En
primer lugar, se explican los cambios de la cultura política ocurridos en el
escenario de la racionalidad de los procesos de globalización económica y, en
segundo lugar, la función que los protagonistas de ese cambio realizan para
determinar los alcances de la transformación institucional, su impacto en el
cambio institucional y sus implicaciones en los arreglos y en el aprendizaje
institucionales.
1. Economía política
institucional
La sociología
política y el institucionalismo de la ciencia política fundamentaron
conceptualmente la noción del buen gobierno empujando la instauración de
procesos de gobernabilidad democrática y el análisis de los procesos de
informalización de la política. El buen gobierno, esencia de la gobernabilidad
democrática, se centra en los procesos de formulación y ejecución de políticas
públicas hacedoras y reguladoras de instituciones y mecanismos que permitan a
los actores colectivos acordar, negociar y asumir funciones de vigilancia de la
esfera pública. Los instrumentos del institucionalismo se aplican a la ciencia
política, por ejemplo, en el análisis de los procesos de disolución como una
inevitable acción de diferenciación social latinoamericana.
La economía
política institucional proporciona las bases para la lógica de la
gobernabilidad al considerar:
[…] las
consecuencias de las formas institucionales alternativas en la conducta de los
individuos y en los resultados de las decisiones colectivas, los mecanismos que
posibilitan a las instituciones constreñir los comportamientos y la lógica de
los procesos a través de los cuales cambian las instituciones (Weimer, 1995: 2).
En la
racionalidad ‘adaptativa’, determinadas conductas son recompensadas y otras son
castigadas, es decir la conducta está sujeta a restricciones que no son
aceptadas y cuyas predicciones son difíciles de determinar con los modelos del Homo
economicus.
La eficiencia adaptativa aparenta tener más importancia que la ‘eficiencia asignativa’ en los resultados del desarrollo
El Estado, el
mercado y la comunidad son mecanismos de coordinación y gobernabilidad
imperfectos, que presentan diferentes ventajas y desventajas, pero que se
complementan. Las formas de gobernabilidad públicas o privadas no ofrecen los
elementos para la fijación de estándares. Los diferentes tipos de estándares requieren
diferentes formas de gobernabilidad, ya sea las organizaciones formales
públicas y privadas y la descentralización más identificada con el mercado. Sin
embargo, el análisis institucional comparado facilita la elección de mecanismos
de gobernabilidad.
2. Nuevo
institucionalismo
El neoinstitucionalismo económico relaciona en forma
inextricable la economía y la política y analiza las fallas de los mecanismos
del Estado y sus ineficacias. El papel de los valores es central en el viejo
institucionalismo, pero el neoinstitucionalismo se
orienta más a los procesos cognitivos. El institucionalismo de la primera mitad
del siglo xix
tenía una orientación descriptiva y usaba el razonamiento inductivo.
El neoinstitucionalismo, que aglutina enfoques históricos, sociológicos
y de la elección racional, surge a principios de la década pasada como un
conjunto de reglas que determina los procesos de la reforma institucional a
partir de los marcos de incentivos y restricciones impuestas a los
comportamientos de los diferentes agentes y actores económicos, sociales y
políticos para la formulación e implantación de políticas públicas, y que
tienen un impacto en los resultados medidos en términos de crecimiento y
desarrollo. El nuevo institucionalismo se cimienta en un individualismo
metodológico fundamentado en el principio de que todos los resultados de las
acciones humanas se explican por la acción individual, cuyas interacciones en
las estructuras legitiman las instituciones. Este individualismo metodológico
tiende a incentivar a los individuos según sus acciones.
El neoinstitucionalismo se fundamenta más en el razonamiento
deductivo y se expresa en dos grandes enfoques: en la elección de las
estructuras de gobernabilidad de los actores privados en un determinado medio que
se convierte en el objeto de análisis económico, y en el cambio institucional
conforme a los efectos que los diferentes medios institucionales tienen en el
desempeño económico y en el desarrollo de las instituciones con el apoyo de
modelos mentales compartidos e ideologías.
El surgimiento
espontáneo de las instituciones en las sociedades se explica por los modelos
mentales compartidos e ideologías que determinan las percepciones de los
actores en situaciones de interacción, en las cuales la cultura y creencias
conductuales tienen un papel relevante. Las estructuras de gobernabilidad se
convierten en híbridas en un continuo que va de la empresa, en un extremo, al
mercado en el otro. El asentamiento de ambientes empresariales data de poco más
de un siglo, a pesar de que las formas de gobernabilidad privadas globales van
más allá de la simple coordinación de mercados anónimos. La globalización no es
un proceso unilineal que transforma las estructuras de gobernabilidad de
producción, distribución y consumo del nivel de las economías nacionales en una
economía global, sino que también en forma paralela se desarrollan estructuras
de gobernabilidad privadas globales tales como la formación de sistemas de
redes globales de valor agregado y quasi jerarquías para integrar a los
emplazamientos locales en los procesos de producción, distribución y consumo de
los mercados mundiales.
Entre el enfoque
neoinstitucionalista y el de regulación democrática
emerge el concepto de gobernabilidad como una relación existente entre los
procesos de libre mercado y los de la democracia. El mercado libre se soporta
sobre una estructura institucional y jurídica, es decir, sobre un orden público
económico concebido como el “conjunto de medidas adoptadas por los poderes
públicos con el objeto de organizar las relaciones económicas y cuya función es
la dirección y protección de la economía” (Streeter
Prieto, 1985).
El neoinstitucionalismo pretende ordenar la esfera pública
desde un esquema de instituciones orientadas más al ordenamiento privado que
aniquila toda pretensión de igualdad económica, social y política, a partir del
supuesto de que ya han sido obtenidas por el régimen democrático. De acuerdo
con Prats (2002):
[…] el mensaje
del neoinstitucionalismo económico es una buena nueva
para la democracia liberal: en las condiciones actuales las instituciones
necesarias para definir y garantizar los derechos individuales requeridos para
el mayor y mejor desarrollo económico no sólo son compatibles sino que son las
mismas necesarias para disponer de una democracia duradera (Olson, 1993).
El componente del
concepto de la democracia liberal es el control del Estado; sus decisiones y
asignaciones se fundamentan en las autoridades electas, un poder ejecutivo
limitado por otras instituciones estatales autónomas, el respeto y
reconocimiento de derechos a las minorías culturales, étnicas y religiosas,
multiplicidad de canales de comunicación, expresión y representación de los
intereses partidistas y de grupos, etc.
El neoinstitucionalismo estudia los rasgos de las estructuras
institucionales económicas que posibilitan el desarrollo de los pueblos y
enfatiza las instituciones que definen el comportamiento de los actores frente
a su medio social. La economía neoinstitucional
demuestra las deficiencias e incapacidades del Estado como mecanismo de
gobernabilidad y coordinación que garanticen los acuerdos y compromisos sobre
la propiedad. De acuerdo con la teoría neoinstitucional
de la economía, el subdesarrollo es resultado de las fallas del Estado en proveer
las estructuras de gobernabilidad necesarias para garantizar las instituciones
que apuntalan el desarrollo de los pueblos. El neoinstitucionalismo
recomienda un Estado fuerte, pero limitado en sus funciones. Su cometido es
sólo garantizar al mercado la posibilidad de ejercer su función sin
obstaculizar su trabajo y protegerlo de injerencias ajenas (Estefanía, 2002).
De acuerdo con
Burgos Silva (2002), el análisis económico neoinstitucionalista
define la institucionalidad jurídica y el desarrollo económico, cuestiona el
derecho como instrumento del desarrollo económico, reconoce a las instituciones
informales y promueve mecanismos institucionales considerados como óptimos. La
teoría neoinstitucionalista argumenta que la
importancia de los marcos de referencia normativos y las reglas de
comportamiento para guiar, constreñir y crear poder en las organizaciones
consisten en estructuras y actividades cognitivas, normativas y regulativas que
dan significado al comportamiento social. El nuevo institucionalismo atiende
los campos organizacionales como unidades de análisis. Los procesos
institucionales pueden dar cierta estabilidad a los campos organizacionales,
aunque éstos siempre están evolucionando y no son estáticos; mediante consenso
negociado resuelven socialmente las diferencias de interpretación.
Una crítica al neoinstitucionalismo consiste en que diseña arreglos
institucionales con criterios óptimos de implantación en los países más
desarrollados, los cuales son seriamente cuestionados por el path dependence
para ser adaptados en los países menos desarrollados.
3. Cambio de cultura
política en el escenario de la globalización económica
Las teorías del
cambio de cultura política tratan de explicar el cambio institucional. Parsons (1960) distingue los niveles técnico,
administrativo e institucional de la organización. El nivel técnico se
convierte en el racional que busca una eficiente producción. Las estructuras y
formas organizacionales son irracionales o no racionales en su carácter. Los
mitos culturales como un producto de la irracionalidad de las masas son el
aglutinante necesario para la cohesión social y la unidad nacional. Por otro
lado, la teoría de la tipología de las culturas basada en los estilos de vida
de Wildasky (1987) considera las relaciones sociales
y los valores. Las condiciones sociales, económicas, tradiciones culturales o
eventos impredecibles importan, pero no influyen en forma mecánica en la acción
política.
Según Kaiser (1997), la hipótesis del conservadurismo
institucional sostiene que las reformas constitucionales en las democracias son
relativamente poco comunes, no debidas a factores institucionales, sino al
cálculo de los actores políticos. Solamente cuando una gran crisis ocurre, ya
sea por un abrupto cambio de factores contextuales o a través de un deterioro
dramático de la satisfacción de la política pública, una ventana de oportunidad
se abre para la persecución de planes de reformas.
La propuesta de
aprendizaje institucional sostiene que los actores políticos que quieren cambiar
aspectos de su sistema son influidos en un grado considerable, ya sea por el
sistema político al cual están cultural o geográficamente más próximos, o
cuando hay un acuerdo para un cambio fundamental por modelos que son
considerados historias de éxito excepcional.
Mientras que el
conservadurismo institucional y las propuestas dependentistas
institucionales nos conducen a esperar que la evolución de los sistema
políticos democráticos exhiben diferentes patrones, la propuesta de aprendizaje
cultural institucional apunta a la convergencia.
El estudio entre
el cambio cultural y la congruencia con el cambio institucional implica el
análisis que sugiere que la cultura puede componerse y transformarse. Las
modificaciones económicas y políticas también implican cambios de los valores
sociales, culturales y, sobre todo, de los morales. La transformación puede
realizarse mediante la ocurrencia de eventos que anulan mecanismos viejos en
forma incremental, o bien, en forma revolucionaria. Por lo tanto, la cultura está
cambiando más aceleradamente que las instituciones en un mundo cada vez más
interdependiente. Las representaciones colectivas de la realidad de los
individuos inciden en los anhelos de cambio. El sentido de acción colectiva que
construyen los actores sociales en función de atributos sociointerculturales
delimitan las identidades individuales y comunitarias.
El periodo de la
Guerra Fría se distinguió por una distribución bipolar del poder, y su
desenlace marca el aumento de los procesos de la globalización, caracterizado
por el rompimiento del contrato social existente. El principal sujeto y actor
de estas relaciones internacionales es el Estado-nación, en cuyo espacio se
establecen las instituciones que ordenan la vida económica, política, social,
cultural, jurídica, etc. Es en el espacio nacional, delimitado por las
fronteras territoriales físicas y geográficas, donde ocurren estos fenómenos.
Desde el fin de la Guerra Fría, el evangelio del libre mercado es llevado a
todos los rincones del globo, en el nombre de los poderes hegemónicos, por
Estados Unidos y otros países industrialmente avanzados, a pesar de que “la
cultura de la política económica internacional en la democracia más poderosa
del mundo no es democrática”, como afirma Stiglitz
(2003). Esta retórica basada en la doctrina del libre mercado ha sido promovida
por los ideólogos de la derecha y asimilada y repetida por los de la izquierda.
La derecha ha tomado ventaja de la promoción de las funciones del Estado
orientadas por una política económica en beneficio de los intereses de los
grandes capitales transnacionales.
Por otro lado,
el fin de la Guerra Fría mostró las limitaciones predictivas de las ciencias
sociales y de las políticas, y también causó un vacío que dislocó los
fundamentos sobre los que se habían construido las relaciones internacionales
en el periodo de la posguerra sobre la base de una simple bipolaridad (Reich, 1998). Sin embargo, entre sus efectos negativos se
mencionan la pérdida de tiempo en las ciencias humanas, una confusión cultural
oscurantista y el debilitamiento de la izquierda política. Las tendencias
derechistas del posmodernismo se expresan con conservadores planteamientos tecnocientíficos de filósofos del establishment que limitan las alternativas de acción política para
superar la etapa de desarrollo de la humanidad, como en el fin de la historia
de Fukuyama.
De hecho, la
globalización es vista aquí como un conjunto de estructuras y procesos
económicos, sociales y políticos que derivan de un carácter cambiante de los bienes
y activos que comprenden la base de la economía política internacional, y más
particularmente la diferenciación estructural creciente de estos bienes y
activos (Lawrence, 1996). Las empresas transnacionales producen y comercian a
través del planeta buscando la ventaja económica con apoyo en una
administración multinacional sobre una base nacional. Lo hacen mediante la
insistencia en la eliminación de las regulaciones de los estados nacionales a
fin de establecer relaciones de poder de los estados imperiales sobre ellos.
Cuando las
corporaciones se expanden en la globalidad, sus niveles de competitividad ya no
se circunscriben a un solo país o región, y se constituyen en lo que se
denomina competitividad de clase mundial. Ya que las empresas nacionales y
locales carecen de los medios para competir en igualdad de términos con el
capitalismo transnacional, tienen pocas posibilidades de elección que no sea
otra que convertirse en los socios junior locales. Petras (2001: 8) afirma que
“el alcance de las corporaciones globales” se estimula por la lucha de clases
contra los trabajadores más que por la revolución tecnocientífica,
así como por la reducción o eliminación de la asistencia social. El futuro de
los trabajadores es muy incierto.
Una nueva
cultura de la administración viene a dominar el ambiente de las corporaciones
globales que alcanzan altos niveles de expansión mediante el empleo de
estructuras multidimensionales que les permite lograr ventajas competitivas
sobre sus principales rivales. Las prácticas administrativas y organizacionales
están orientadas a cambiar la cultura para reorientar las instituciones en un
enfoque ‘hacia fuera’. En un ambiente tan cambiante por su incertidumbre,
complejidad y diversidad, algunas técnicas administrativas de organizaciones
privadas pueden ser usadas para mejorar el desempeño de las instituciones
públicas. Los cambios en el medio institucional dan como resultado la
desmoralización, entendida como la erosión de una forma particular de definir
la moral, asociada a roles que resultan en la desmotivación generalizada.
La
interdependencia cuestiona los supuestos de las ventajas que representan el
control de recursos dentro de las fronteras de una organización específica. El
poder y la rendición de cuentas que para su uso fueron puestos por los
propietarios para su control por los altos directivos de las organizaciones
burocráticas tradicionales se ha convertido en un asunto más complejo en
aquellas organizaciones donde existe una multiplicidad de accionistas y cuya
forma de organización es más horizontal. Las nuevas asimetrías del poder son un
reto clave para las nuevas formas organizacionales. La coherencia y la
motivación son provistas por una visión y una cultura compartidas. Los cambios
en el poder de-rivan de la posesión de activos
tangibles e insumos de poder derivados de la posesión del conocimiento e
información.
Junto con
algunos muy discutidos logros económicos formales, el neoliberalismo también
trajo consigo cambios socioculturales en forma más difusa, pero también
importantes: la reevaluación de las utilidades capitalistas como deseables y
congruentes con los intereses nacionales, una devaluación concomitante del
trabajo organizado e industria protegida como paraísos de rentas y eficiencias
económicas, el apoyo de la inversión foránea como necesaria para el crecimiento
sostenido, la renovada fe en el mercado con efectos de ‘derrame’ para la
redención de la desigualdad social y la reorientación de las fuentes de orgullo
nacional de la resistencia a la hegemonía extranjera y hacia la inserción de
los más habilidosos en los círculos del comercio global.
Las tendencias
de los procesos de globalización no son realidades inmutables, como pregona el
modelo neoliberal hegemónico. La irreversibilidad de la globalización no
necesariamente implica que paulatinamente se imponga un modelo neoliberal de
economía, sociedad, política y cultura como el único posible sin que se
consideren otros modelos globales alternativos. Estar en contra del modelo
neoliberal actual como único camino de los procesos de globalización no
significa estar en contra de la misma globalización. No existe la pretendida
universalidad del modelo único de gestión macroeconómica ni tampoco el mismo
proceso de integración a la globalización que como garantía de éxito puedan
recetarse para todos los países. Inherente a las prácticas de los sistemas de
gestión macroeconómica es el comportamiento incierto, cíclico y caótico que
conlleva colapsos y crisis financieras para los principales agentes económicos.
La cultura
intelectual racionalista y científica encuentra sus limitaciones en las
manifestaciones de la pluralidad. Para la transformación de la sociedad, es
necesario disponer de instrumentos de diagnóstico y análisis de los sistemas
reales que determinen qué es lo transformable. La economía política racional se
centra en el estudio de los intereses como productores de una dialéctica de la
racionalidad e irracionalidad, y al considerar al individuo como la unidad de
análisis, no toma en cuenta las estructuras e interacciones de los
agrupamientos humanos y su influencia en el desarrollo.
4. Emergencia de una
nueva cultura institucional
Las bases
socioculturales facilitan el desarrollo del capital social y su recuperación
resulta de la combinación de cambios estructurales y estrategias deliberadas de
los agentes económicos y actores políticos y sociales. El capital social es un
recurso acumulable que crece si se usa, o se devalúa si no es renovado. Putnam
(1995) demostró que los patrones culturales reflejan los modelos históricos de
la asociación cívica, los cuales tienen más influencia que las diferencias
económicas entre las regiones. Cuando no hay confianza, los arreglos para
sanciones y garantías resultan muy costosos, y será difícil aprovechar las
oportunidades de cooperación para beneficio mutuo. De acuerdo con Putnam (1993:
183), “la comunidad cívica tiene profundas raíces históricas. Ello es una
observación deprimente para quienes ven la reforma institucional como una
estrategia de cambio político”.
Por ejemplo, un
instrumento de las organizaciones de la sociedad civil para la construcción de
la cultura de rendición de cuentas es la inclusión de mecanismos de monitoreo y
auditoría social. La auditoría social que deben instrumentar el Estado y la
sociedad integrada por componentes de usuarios y grupos sociales a través de
los agentes responsables en una cadena de control que se inicia con la
formulación y va más allá de la ejecución mediante mecanismos de exigencia de
rendición de cuentas. En todo caso, los usuarios constituyen el eslabón débil
de la cadena, cuya actuación en la auditoría social tiene que ser en pleno
ejercicio de su función de usuarios, en una dualidad que satisfaga sus propias
necesidades y su papel dentro del sistema de control social, incluyendo la
connotación cultural negativa del término que alude al control ejercido por los
gobiernos sobre las libertades y derechos de la ciudadanía, y que debe ser
sustituido por el término control de lo social. En esta misma tónica, es
preferible denominar destinatarios y no beneficiarios a quienes son receptores
de derechos sociales.
El nuevo
pensamiento crítico asume la colectivización del pensamiento en acción en la
construcción de alternativas para la convergencia en la diversidad, que
requiere una nueva cultura con capacidad de enfrentar a las élites capitalistas
hegemónicas y su verdad única, característica de la mentalidad colonialista que
todo monetariza y cosifica, y para desestructurar las
contradicciones del modelo de desarrollo neoliberal. En este sentido, la
expansión del capitalismo globalizador hace pensar a la izquierda en términos
de desarrollos desiguales y estrategias de resistencia cultural, política y
económica. Thoreau (1921 y 1999) ha dicho que todos
los hombres reconocen el derecho a la revolución, como el derecho a rechazar la
obediencia y la lealtad, y a resistir a un gobierno cuando su tiranía e
ineficiencia son insoportables.
5. Los protagonistas
del cambio cultural político
La estructura
social de las sociedades contemporáneas experimenta cambios profundos, el más
importante es la disminución, en la industria, de los obreros frente a los
‘operadores’, quienes, más ricos en capital cultural, podrán concebir nuevas
formas de organización, nuevas armas de lucha y nuevas solidaridades. El
surgimiento de nuevos movimientos sociales con el apoyo de instrumentos
tecnológicos de la comunicación que orientan las luchas de resistencia son un
medio para construir otra visión del mundo y trabajar por ella sin temer a las
convicciones. Las tecnologías de la información y la comunicación (tic) son vistas como nuevas formas de
organización social y como procesos de transformación y cambio económico,
político, social, cultural, etc., mediante la formación de comunidades u
organizaciones de protesta y la emergencia de movimientos con nuevas
inquietudes y reivindicaciones.
Los nuevos
movimientos sociales intentan la construcción de un modelo alternativo al
proyecto hegemónico neoliberal mediante prácticas y estrategias de resistencia
y organización en redes que, aceptando los principios de la diversidad
cultural, étnica, ideológica, política y social, se orientan a modificar la
correlación de fuerzas para preparar una transición. Las redes de actores
individuales y colectivos “representan un nexo sobresaliente en la relación
entre las personas y los sistemas funcionales” (Lechner,
2000: 23). Las nuevas formas de protesta son instrumentalmente mediáticas y
utilizan estrategias que exhiben las debilidades y flaquezas de los actores
mediante acciones descentralizadas, impulsadas y coordinadas muchas veces
espontáneamente por los nuevos movimientos sociales.
Los nuevos
movimientos sociales se desarrollan como redes más que como organizaciones
estables en periodos activos y en periodos latentes de actividad, pues
modifican sus características y presencia mediante la construcción de
identidades colectivas. La protesta en los tiempos actuales se caracteriza por
una madeja de organizaciones coordinadas en nuevas formas de organización en
red que enfatizan los códigos culturales y los roles de identidad de las
comunidades. Así, los nuevos movimientos sociales forman redes informales de
relaciones de individuos y organizaciones aglutinados en una identidad
colectiva que movilizan recursos para la resolución de conflictos.
Los movimientos
sociales tienen una producción colectiva de códigos y valores, símbolos,
discursos y significados culturales como sistemas de interpretación y acción de
la realidad que mediante prácticas cognitivas (Jamson
y Eyerman, 1991) generan conocimiento. Sobre el
comportamiento instrumental, los significados y conceptos se articulan en la
acción social simbólica que tiene lugar en redes, donde se establecen y
reproducen los vínculos de solidaridad y comunidad. Los nuevos movimientos
sociales actúan como fuerzas resistentes a las presiones sistémicas que apuntan
hacia la conformidad, reivindican nuevos espacios de autorrealización y
conformación de significados generadores de códigos culturales alternativos a
los dominantes, construyen nuevas identidades colectivas con nuevos procesos de
acción. Además, facilitan los contactos interactivos entre las diversas redes
con heterogéneos enclaves culturales y las llaman a la acción colectiva. Diani (1990) analiza estos efectos en las organizaciones
que movilizan recursos de participación, organizaciones que se centran en
recursos profesionales y redes transnacionales, para concluir que los
movimientos sociales deben ser interpretados en sus estructuras de redes y en
sus procesos de construcción de identidades sociales, políticas y culturales.
El análisis de
los nuevos movimientos sociales debe considerar la gran heterogeneidad,
diferencias y particularidades de su composición social y sus interacciones en
función de elementos contextuales que imprimen dinámicas cambiantes a la lógica
del comportamiento social. La perspectiva americana de los nuevos movimientos
sociales se centra en las elecciones racionales y el cálculo de costes y
beneficios para explicar la acción colectiva con una orientación política,
cultural, etc. La corriente europea pone un marcado énfasis en los procesos de
identidad y su preeminencia, poco racional, en toda acción colectiva.
De acuerdo con
Rodríguez Giralt (2002), ambas aproximaciones ofrecen marcos de interpretación
útiles e interesantes de la acción colectiva, pero, lejos de resolver su
ambición holística, no han hecho más que multiplicar las paradojas e
interrogantes que se ciernen sobre la explicación de la acción colectiva. Así,
por ejemplo, los actores legitimadores quedan obligados a la observancia de los
recursos institucionales para legitimar o deslegitimar acciones.
Se necesita una
revolución cultural para no aceptar las formas de dominación, poder y
alineación del capitalismo globalizador y para reconstruir la identidad de las
comunidades mediante la acción individual y colectiva que afirme la
autodeterminación, independencia y autogestión. La aceptación de la pluralidad
política y cultural en procesos de autogestión y solidaridad facilita las bases
morales, políticas y organizativas del desarrollo de las comunidades. Esta
propuesta libera los elementos económicos sociales, políticos, culturales,
ambientales, etc. de las personas.
El concepto
amplio de derechos humanos implica no solamente las reivindicaciones políticas
y civiles, sino también la sostenibilidad de los derechos económicos, sociales
y culturales de la población. La estrategia de desarrollo humano sostenible
busca revertir la tendencia del deterioro mediante las libertades contra la
discriminación (género, raza, origen, etc.), libertad de la necesidad (nivel de
vida decente), libertad para desarrollarse y realizarse (potencialidad humana),
libertad del temor (amenazas contra seguridad personal, tortura, etc.),
libertad contra la injusticia y violaciones a la ley, libertad para participar
(expresión de opiniones, etc.), libertad para tener un trabajo decente, etc.
Para que la sostenibilidad tenga sentido, se requieren acción y cambio en todos
los niveles conjuntamente (Sutcliffe, 1995: 43-45).
Por lo tanto, es necesario que exista coherencia y agregación entre los
diferentes niveles, donde las acciones nacionales deben tener correspondencia
con las decisiones locales y estar respaldadas por acuerdos internacionales.
El sistema
político que se fundamente en la gobernabilidad democrática genera mecanismos
de acuerdos y negociaciones sobre la base de un amplio acceso a la información
de carácter público, lo cual permite ampliar las posibles respuestas a la
solución de problemas públicos. Las decisiones en el ámbito comunitario local
involucran e incrementan el grado de compromiso de los individuos en tareas
colectivas, en el resguardo de recursos no renovables que aseguran la
sostenibilidad del ambiente a través de su uso más racional, eficiente y
estable, y en el cuidado de los bienes y servicios públicos con una orientación
de beneficio social que respeta las diversidades biológicas, económicas y
culturales. Sin embargo, el cambio institucional de los servicios públicos con
una orientación hacia la acción social centrado en los valores de la cultura
cívica y en los del capital social es muy complejo, debido a la racionalidad
instrumental del enfoque de la eficiencia económica.
Gobierno y
empresarios pueden hacer importantes contribuciones a la sostenibilidad de una
nueva cultura institucional. Un aspecto relevante de todo programa de gobierno
es que éste tenga por objeto la promoción de un mayor acceso de la población a
los bienes culturales, educativos e informativos. Esenciales a la democracia
son las posibilidades que tiene la población para acceder al conocimiento y el
respeto de su derecho a la información que garantizan una participación
efectiva. Las redes informales empresariales, por ejemplo, se apoyan en la
innovación de la tecnología de la información, facilitan la comunicación en un
contexto social para auxiliarse en actividades relacionadas con la nueva
cultura institucional y aprovechar las oportunidades que surgen en el ámbito de
la globalización.
Los acuerdos
internacionales deben ser evaluados según sus contribuciones a la reducción de
la pobreza. Un nuevo modelo de desarrollo implica asumir compromisos y
responsabilidades para un diseño institucional capaz de producir oportunidades
de acceso que propicien el ejercicio de las capacidades autogeneradas de los
pobres y consideren las disparidades de las situaciones económicas, políticas y
socioculturales como elementos de un mismo proceso.
De acuerdo con
Rodríguez Giralt (2002), estos cambios permitirán argumentar que las luchas
culturales y sociales contemporáneas, debido en parte al influjo tecnológico,
viran su sentido, pasan de la política a la cosmopolítica
actual, que permite reunir actores muy diversos –incluso antagónicos– en un
mismo escenario, precario y global, donde el intercambio de propiedades, la
negociación y las alianzas, por ejemplo entre seres humanos y otras entidades,
es moneda común. La construcción colectiva de políticas e instituciones
culturales es tarea pendiente en la mundialización que se renueva en los
procesos de democratización de la sociedad y que necesita concretarse en un
proyecto político cultural.
6. Transformación
institucional
El estudio entre
el cambio cultural y la congruencia con la transformación institucional implica
la premisa de que la cultura puede generarse y transformarse. Las teorías del
cambio de cultura política tratan de explicar la transformación institucional.
Las fuentes de cambio institucional que presionan las normas o prácticas
institucionalizadas son funcionales, políticas y sociales. Las primeras surgen
de problemas percibidos en niveles de desempeño o utilidad asociadas con las
prácticas institucionales, ligadas a modificaciones del ambiente, tales como la
competencia intensiva por recursos escasos.
North (1990)
define las instituciones como las reglas de juego que moldean la interacción
humana en una sociedad. Voigt y Engerer
(2002) distinguen dos componentes de las instituciones, la regla y la
imposición o sanción, para definirlas como las reglas conocidas comúnmente con
el fin de estructurar situaciones de interacción repetitivas seguidas de un
mecanismo de aplicación y sanción que asegura que la falta de cumplimiento del
componente de la regla se sancione.
La función de
las instituciones es reducir la incertidumbre a través de elementos importantes
como asegurar la propiedad y los contratos de derechos. Las instituciones
proveen las estructuras para definir y limitar el conjunto de elecciones de los
individuos, lo que reduce la incertidumbre gracias a la regulación de un medio
legal de los derechos de propiedad, el establecimiento de convenciones sociales
y normas, la preocupación por un desarrollo económico centrado en el desarrollo
institucional, etc. En cualquier interacción humana se presenta la
incertidumbre estratégica, la cual puede ser constreñida a la conducta.
Las
transformaciones organizacionales y los procesos institucionales son
precursores críticos del cambio institucional. Los arreglos institucionales
delimitan en forma contingente el juego político generando oportunidades,
restricciones y riesgos al desarrollo. Las reglas institucionales inventan la
racionalidad. El énfasis original de Weber (1978) es el análisis de la
transformación institucional que distingue las dimensiones de la racionalidad,
lo que requiere un cambio de énfasis de la acción racional a las formas de
racionalidad.
La
transformación institucional es vista como una condición de la transición
económica con el supuesto de que es posible establecer las reglas básicas de la
economía de mercados. La economía de mercado inspirada en el liberalismo
económico tiene como contrapunto las economías centralmente planificadas que
caracterizaban a los países socialistas, de los cuales sobreviven muy pocos. En
este contexto, surgen las propuestas de políticas neoliberales que retoman los
principios y tesis clásicas del liberalismo económico promotores de una
libertad económica como ideología hegemónica del mercado, que transforman la
economía mundial en diferentes grados conforme a la región y al país. La
economía de mercado requiere instituciones que facilitan los intercambios.
Las sociedades
más desarrolladas han generado sus propias condiciones para la transformación
institucional que implica, según Prats (2002: 5):
[…] las reglas estructurantes de la acción colectiva, los modelos mentales,
los valores, las actitudes y capacidades y los equilibrios de poder. Esto sólo
puede resultar del proceso de aprendizaje social el cual por lo general sólo
puede darse incrementalmente. Las correlaciones de que depende la
transformación institucional son excesivamente complejas como para permitir su
planeamiento válido. Es esa complejidad lo que no sólo hace muy difícil la
programación temporal de los cambios sino que producirá también casi
inevitablemente transformaciones no intencionadas y efectos imprevistos. La
transformación institucional no puede ser sólo fruto de la voluntad humana como
sigue pretendiendo el racionalismo instrumental constructivista, aunque como
veremos ésta –y con ella los sentimientos y valoraciones éticas– juegan un rol
importante.
Para poner en
marcha este proyecto, se requiere la transformación institucional con una nueva
cultura política en la que se involucren los principales actores. Como variable
de la política, la cultura política es entendida por algunos analistas como
esencial, mientras que para otros es residual en el análisis de los patrones
culturales de la conducta política. La tesis de la congruencia cultural apoya
la evidencia de la relación que existe entre las creencias de los ciudadanos y
la emergencia de la democracia. La profundidad y amplitud de las normas
culturales compatibles con la democracia explican los procesos de transición
que ocurren en muchos países. El estudio de la cultura política se fundamenta
en encuestas de opinión pública. Inglehart (1990)
encontró evidencia de congruencia entre actitudes políticas y estabilidad
democrática. Esta congruencia entre la cultura política y el sistema político
adquiere importancia en la nueva ola democratizadora, la cual es una
oportunidad para analizar y evaluar aspectos como la formación de la identidad
de culturas políticas y su conexión con las normas y conductas políticas.
El neoinstitucionalismo económico relaciona en forma
inextricable la economía y la política. En el enfoque neoinstitucional
de instituciones cognitivas, el énfasis en la transformación institucional se
centra más en determinar cómo se reemplazan o transforman prácticas legítimas
cognoscitivamente y cómo se terminan los supuestos que se consideran
existentes. Así, las instituciones políticas deben promover la transformación
institucional hacia formas más democráticas, sistemas de representación y
participación, de tal modo que maximice los intercambios entre los actores. Los
regímenes políticos son arreglos institucionales que facilitan las diferentes
interrelaciones entre los actores. Al respecto, North (1991: 67) argumenta:
[…] la teoría
macroeconómica nunca resolverá los problemas que confronta, a menos que
reconozca que las decisiones adoptadas en el proceso político afectan
críticamente el funcionamiento de la economía. Esto sólo puede hacerse mediante
una modelización del proceso económico-político que incorpore las instituciones
específicas afectadas y la consiguiente estructura del intercambio político y
económico.
La integración de
las teorías neoinstitucional y de dependencia de
recursos contribuye a predecir la transformación institucional. Los vínculos
que explican las diferentes relaciones económicas, sociales, políticas, etc.,
existentes entre las localidades, regiones, países y globalidad se han
analizado desde dos enfoques teóricos: el dependentista
y el desarrollista. Los mecanismos de dominación explican las relaciones de
dependencia de unos países menos desarrollados a otros más desarrollados. Los
teóricos de la dependencia de recursos ven la organización como un sistema
abierto dependiente de organizaciones externas y de contingencias ambientales.
La función de la provisión de recursos de acuerdo con la teoría de la
dependencia de recursos se refiere a la habilidad del consejo para obtener
recursos para la organización, que pueden ser cualquier cosa en términos de
fortaleza o debilidad organizacional.
La aplicación de
las mejores experiencias en las técnicas, métodos y sistemas de la
administración de empresas para mejorar el desempeño de la administración
pública es una tendencia que lleva implícita la descentralización de las
funciones y el manejo de la transformación institucional. La nueva
administración pública es una respuesta de la economía neoliberal a la crisis
financiera del Estado-nación. El Estado como articulador de la gobernabilidad
en las esferas económicas, sociales y políticas está en constantes
transformaciones discontinuas conforme a un nuevo diseño neoliberal.
El viejo modelo
de gestión pública burocrática basado en una racionalidad normativa ha cedido
paso a un modelo de gestión orientado por una racionalidad tecnocrática de
transformación institucional. La concepción de la racionalidad pública es consecuencialista. La teoría de la utilidad esperada, en el
que a cada resultado se le asigna una utilidad y para cada opción en una
situación de elección existe una probabilidad determinada que se convierta en
un producto dado –por lo que a cada opción puede asignarse una utilidad
esperada–, es por lo tanto una variante del enfoque consecuencialista
de la racionalidad de transformación institucional, aunque no es la única
posibilidad.
Por naturaleza,
la administración pública es altamente intensiva en información. El gobierno es
considerado como un conjunto de sistemas, tales como educación, salud, defensa,
ingresos y gastos públicos, administración de recursos naturales, seguro
social, etc. La administración pública se basa fuertemente en el uso de las
tecnologías de la comunicación y la información para colectar, procesar y
difundir la información en los dominios público y privado. El aprendizaje es el
recurso de transformación institucional más elemental que es limitado por la
falta de sistemas confiables de comunicación entre las organizaciones, su
indisposición para compartir información, la falta de datos en los
requerimientos de la implantación y una práctica eficaz.
Los factores
técnicos e institucionales afectan la responsabilidad institucional. Las
fuerzas que generan responsabilidad a las nuevas normas son diferentes en el
sector público y en el privado. La difusión de las nuevas normas
institucionales es lenta y no afecta todas sus partes. Los elementos que
generan heterogeneidad en las organizaciones que responden a la transformación
institucional es la lógica usada para influir en las organizaciones, la
competitividad de los mercados donde ellas operan y la aplicación generalizada
a las organizaciones públicas y privadas que desempeñan la misma tarea para
atender a la misma población. Así, un tipo de estructura de gobernabilidad neoinstitucional para la provisión de un servicio público
que tiene lugar en empresas privadas con una gobernabilidad de implantación
hace que formen una industria del servicio público. La modernización de la
gestión pública propuesta con nuevos supuestos explicitados en el paradigma de
la nueva administración pública, la cual se instrumenta en la reforma
administrativa, ha tenido resultados en lo referente a la prestación de
servicios públicos que no han sido del todo positivos.
La explicación
de la acción política en un contexto institucional es diferente para esclarecer
la transformación institucional en periodos largos. Las presiones políticas
resultan de cambios en los intereses y en la distribución del poder que apoya y
legitima los arreglos institucionales existentes, como resultado de crisis de
desempeño, cambios de ambiente y otros factores organizacionales que cuestionan
la legitimidad de las instituciones.
Emprender el
cambio institucional considerando los costos de la acción colectiva producidos
por quienes resisten a la transformación no siempre resulta racional, como en
el caso de los dictadores que prefieren imponer dicho cambio al costo que sea.
Las soluciones políticas para los problemas de acción colectiva son procesales
o institucionales basadas en toma de decisiones y coerción colectiva. La
propuesta de la teoría política clásica, que no es del todo política, es la
solución hobbesiana que delega todos los poderes a un
soberano, quien procura a través de la coerción encauzar todas las conductas de
los actores en la cooperación, es decir, en la necesidad de tener un poder
externo que imponga reglas y exija el cumplimiento de los contratos que
solucionen en forma cooperativa los dilemas colectivos.
El cambio
institucional radical que entra en conflicto con las instituciones existentes
se promueve cuando los campos organizacionales son permeables a ideas y modelos
de otros campos, acoplados con laxitud y caracterizados por disenso ideológico
y cuando la transformación es congruente con los valores e intereses de los
actores más poderosos. Los significados compartidos y las creencias colectivas
de los campos organizacionales son reforzados por los procesos regulatorios de
la agencias gubernamentales, las cuales presionan normativamente por
conformidad en las comunidades.
Los arreglos
institucionales delimitan en forma contingente el juego político, con lo que
generan oportunidades, restricciones y riesgos al desarrollo. La
institucionalización ocurre cuando estas reglas del juego son aceptadas por
todos los actores. Los procesos de desarrollo institucional implican cambios en
las reglas del juego, las cuales deben estar orientadas por estrategias de
eficiencia y eficacia para que las organizaciones logren resultados. Por lo tanto,
los cambios en las reglas de juegos que implican transformaciones
institucionales no siempre son causados por los procesos, técnicas y
herramientas administrativas. Más que administradores, lo que se requiere son
líderes emprendedores. En aquellas sociedades donde prevalece un ambiente que
promueve el desarrollo emprendedor y la innovación de los agentes y actores,
los cambios institucionales ocurren con más naturalidad, por lo que se
dificulta el transplante de estos procesos de
innovación en aquellas sociedades donde no existen las condiciones necesarias.
Los niveles del
cambio y transformación institucional van desde lo microinterpersonal
y suborganizacional al nivel macrosocial
y global. La micropolítica del cambio institucional
es el resultado de las interacciones entre diversos actores, actividades y
significados.
7. Cambio y
transformación organizacional
La transformación
institucional modifica el carácter y la integridad de las organizaciones. Las
instituciones son el conjunto de reglas del juego político que se relacionan
con las formas de interacción de los actores y de las organizaciones que
integran un sistema político, por lo que la transformación organizacional está
relacionada con el cambio de dichas reglas de juego que condicionan las formas
de acceso al poder y las relaciones de los ciudadanos con los gobernantes.
Para establecer
la diferencia entre un orden institucional y un orden organizacional, Dove (2001) argumenta:
[…] tanto las
instituciones como las organizaciones están hechas por la humanidad. Pero
tienen naturaleza totalmente distinta, y requieren procesos mentales diferentes
para estudiar, comprender y cambiarlas. Las organizaciones son componentes del
orden social, mientras que las instituciones son ese orden. Las instituciones son
entidades abstractas, y su fin es facilitar los intercambios entre
organizaciones o individuos, permitiéndoles realizar objetivos específicos. Es
decir, las instituciones son como las reglas del juego que las organizaciones
están jugando.
El cambio y la
transformación organizacional avanzan más lento que los cambios institucional y
político. Por lo mismo, la transformación institucional que implica conflictos
de intereses entre los agentes económicos y actores políticos es más complicada
que el cambio y la transformación organizacional. En cualquier interacción
humana se presenta la incertidumbre estratégica, la cual puede ser constreñida
a la conducta para determinar la eficiencia e innovación, al control de
operación global y local, y a la visión centralizada y la autonomía
descentralizada, etc. Su diversidad se deriva de fuentes exógenas, percepciones
e interpretaciones que dan significado a las instituciones desde una lógica
institucional.
La flexibilidad
de la combinación dinámica de recursos tiene lugar dentro de las fronteras
formales de las organizaciones y entre estas fronteras. Los campos se definen
como aquellas organizaciones que, en suma, constituyen un área reconocida de la
vida institucional cuyas prácticas se reproducen mediante procesos regulatorios
e interactivos. Más que los puntos de vista de las organizaciones como
estructuras estables diseñadas para absorber la incertidumbre, las nuevas
organizaciones se construyen en la flexibilidad y capacidad para manejar
cambios constantes, por lo que es importante lograr la alineación de los
componentes organizacionales para preservar la flexibilidad y construir
sistemas que se enfrenten con esta paradoja. La administración del cambio y la
transformación organizacional implican una mayor descentralización de las
decisiones, el uso de sistemas de administración flexible, mayor autonomía de
los subsistemas organizacionales, estructuras planas con una mayor circulación
de la información, etc.
La
administración del Estado puede tener alguna de las formas siguientes:
patrimonial, burocrática y la nueva gerencia pública o nueva gestión pública.
La nueva gerencia pública es un modelo que se sustenta en el empleo de
técnicas, métodos y sistemas de la administración privada y pública orientados
a mejorar los procesos, a innovar y al cambio organizacional mediante las
denominadas cinco erres: reestructuración, reingeniería,
reinvención, realineación y reconceptualización, con
sus respectivas herramientas que se emplean para la gestión gubernamental de
cometidos de la función pública, orientadas a lograr la calidad y efectividad.
La reingeniería de procesos es un cambio radical en las estrategias
organizacionales mediante modificaciones profundas a las reglas del juego
institucional promovidas por líderes más que por administradores. La
democratización del Estado y de la nueva gestión pública son procesos que se
correlacionan y se adecuan dependiendo de las diversas situaciones de los
Estados nacionales
En los procesos
de preinstitucionalización, las organizaciones
innovan independientemente buscando soluciones técnicas viables a los problemas
locales. El cambio y la transformación organizacional deben orientarse a lograr
la eficiencia adaptativa, entendida como la capacidad de una sociedad para
aprender a innovar mediante la resolución de problemas que se presentan en el
continuo y necesario proceso de adaptación a los cambios ambientales, y se
determina por las reglas que diseña la sociedad para regular el juego social
que incentiva los comportamientos innovadores a través de las organizaciones.
Por ejemplo, nuevas formas de organización, como el ‘hipertexto’, facilitan los
procesos de generación de conocimientos (Nonaka y Takeuchi, 1995), son una forma organizacional híbrida para
asegurar la ambidexterity, que combina la capacidad de
innovación con la habilidad para operar eficientemente, para explorar nuevas
posibilidades y explotar el conocimiento ya existente. Por lo tanto, la
eficiencia adaptativa se estimula mediante el establecimiento de reglas del
juego social que fortalecen los procesos de aprendizaje e innovación.
En los procesos
de cambio, transformación y adaptación organizacional, se presenta una tensión
dinámica entre la integridad institucional y la responsabilidad con el papel
del liderazgo. La adopción de una nueva forma organizacional induce cambios y
transformaciones institucionales en las normas, creencias y prácticas hasta que
la forma emergente es aceptada por todos. Los ecologistas de la población
sugieren que el medio selecciona las organizaciones cuyos elementos
estructurales proveen los valores de ajuste más altos, enfatizan el proceso
competitivo como impulsor de la transformación institucional y sugieren además
que las organizaciones fundadas en una forma específica y combinadas con diferencias
en las tasas de sobrevivencia entre organizaciones con diferentes formas
producen cambio institucional. La creciente densidad de las organizaciones con
una forma conlleva una mayor legitimidad, la cual se aprecia en una estadística
vital (Hannan y Freeman,
1989).
8. Arreglos
institucionales
De acuerdo con
Ayala (2001), el arreglo institucional es el conjunto de reglas que permite, a
través de la negociación política, que los actores realicen intercambios
económicos y políticos. Los arreglos institucionales acotan el oportunismo,
pero incentivan a los políticos para actuar con responsabilidad porque se
obligan a hacer revelaciones de las restricciones y de los costos de las
ofertas electorales que reciben. Los arreglos institucionales y las negociaciones
de los diferentes agentes económicos establecen las instituciones para asegurar
sus beneficios mediante la formación de diferentes configuraciones que
facilitan las relaciones de complementariedad y de coordinación entre las
instituciones, así como también la emergencia de nuevas formas de autocoordinación.
La participación
de los diferentes actores políticos, sociales y los agentes económicos mediante
procesos de distribución de poder para solucionar los conflictos de intereses
incide en la formación de los arreglos institucionales. La filosofía política
que supone un continuo entre el orden y el conflicto no es univalente, sino
ambivalente porque sus contenidos implican tensiones no radicables
entre orden y conflicto, estructura y sujeto, institución y acción, que son
expresiones de movimientos de dimensiones constitutivas de la política. De
acuerdo con Bardham (2001: 59):
[…] los
arreglos institucionales de una sociedad son a menudo el resultado de
conflictos distributivos estratégicos entre diferentes grupos sociales, y la
desigualdad en la distribución del poder y los recursos puede a veces bloquear
el realineamiento de estas instituciones hacia formas conducentes al desarrollo
de todos.
Los arreglos
institucionales que limitan el desarrollo de la sociedad resultan de los
conflictos distributivos del poder para tener acceso a los beneficios del
patrimonio en propiedad privada o colectiva. Los espacios vacíos que dejan los
arreglos institucionales son fuente recurrente de conflictos que desestructuran
los sistemas sociopolíticos.
En arreglos
institucionales del Estado de Bienestar universal que cubre a la población
total, los grupos de ésta compiten por beneficios y propician conflictos de
interés. La naturaleza secuencial de los procesos políticos dificulta la
coordinación de las demandas de los grupos de interés debido a sus presiones.
El incremento gradual de la demanda por la protección del ingreso y la
provisión de servicios sociales mediante arreglos institucionales del Estado de
Bienestar es resultado de la incertidumbre y de las limitaciones en los
procesos de toma de decisiones políticas que deben ser secuenciales.
La expansión del
gasto en el Estado de Bienestar es resultado de un efecto combinado del interés
creciente de la población por nuevos arreglos institucionales para la
protección del ingreso y la provisión de servicios sociales, los cambios de las
fuerzas políticas y una movilización gradual de nuevos votantes. El existente
sistema de arreglos institucionales del Estado de Bienestar repercute en la
conducta de los votantes. El incremento de su gasto es influido por las normas
constitucionales y por arreglos institucionales que resultan más en sistemas
donde hay tendencias de votación mayoritaria que tiende a proteger a ciertos
grupos más que en sistemas donde hay más proporcionalidad de las votaciones.
Los distintos
arreglos institucionales que soportan los diferentes sistemas de patronazgo o
confianza política y el de méritos están orientados por la acción colectiva
para la resolución de problemas. Pero ambos sistemas que fundamentan la
confianza política y el mérito deben combinarse en un arreglo institucional que
responda a las interrelaciones entre los requerimientos de los aparatos
político-burocrático-administrativos.
La apertura creciente
y la integración internacional de los mercados tienen un impacto en las
instituciones nacionales. Por lo tanto, la distribución de los beneficios
derivados de un modelo económico basado en procesos de globalización llevados
al extremo de generar exclusión de pueblos que no pueden insertarse en el mundo
globalizado requiere nuevas formas y arreglos institucionales que realicen las
transformaciones para hacer viable la ampliación de oportunidades. La
discriminación y la exclusión social son dos fenómenos que demeritan los
sistemas democráticos e impiden los procesos de institucionalización
democrática. Los excluidos son víctimas del modelo económico político, por lo
que deriva en un problema ético que solamente puede ser solventado con su
propio derecho para combatir las iniquidades con sus propias formas de
movilización y organización hasta alcanzar su propia liberalización, entendida
como el conjunto de acciones que desatan las libertades cautivas para
desarrollar la vida humana a través de un nuevo marco institucional. Para ello
es necesario reconocer los límites de pobreza y exclusión que los pueblos son
capaces de soportar, los impedimentos para la expansión de libertades,
oportunidades y capacidades de los individuos.
Por su parte, el
fundamentalismo del mercado asume que la búsqueda colectiva del interés privado
resulta en equilibrio y estabilidad económica. Entre las teorías del interés
privado sobresale la denominada Escuela de Chicago, que interpreta los procesos
de la reforma institucional como un intercambio de políticas y rentas. A
diferencia del trabajo, el capital transnacional no se encuentra regulado, pero
actúa sobre aquél mediante arreglos institucionales que lo sujetan al control
directo de los Estados nacionales. El capital transnacional se beneficia de la
colaboración de las élites dirigentes locales, que a su vez se distancian de
sus bases locales; esto ocasiona un vacío de poder que genera conflictos.
De acuerdo con
Burgos Silva (2002), el análisis económico neoinstitucionalista
define la institucionalidad jurídica y el desarrollo económico, cuestiona el
derecho como instrumento del desarrollo económico, reconoce a las instituciones
informales y promueve mecanismos institucionales considerados óptimos. El nuevo
institucionalismo atiende a los campos organizacionales como unidades de
análisis. El enfoque de la economía institucional sobre el desarrollo se hace
desde dos perspectivas teóricas: la teoría de la información imperfecta y el
análisis comparativo de los procesos de desarrollo, los cuales fundamentan los
arreglos institucionales. La economía institucional estudia la economía de los
costos de transacción, la economía de los derechos de propiedad, la teoría del
principal agente, los enfoques de economía constitucional y elección pública.
El análisis de
los costos de transacción proporciona el contexto de la seguridad jurídica en
una economía de libre mercado. Los costos de transacción resultan de una
interpretación subjetiva de información, monitoreo y sanción de los acuerdos
establecidos. La medición de los costos de transacción, y aún más, los costos
de transacción política con su fuerte inclinación a las ine-ficiencias,
tiene muchas dificultades teórico-metodológicas, y su operación representa las
fuerzas y debilidades de las instituciones que componen el sistema político.
A partir de los
fundamentos teórico-metodológicos de las relaciones entre el desarrollo
económico y las instituciones jurídicas que establece la nueva economía
institucional, se superan las limitaciones del análisis del ‘movimiento del
derecho y el desarrollo’, y se sientan las bases para la construcción de un
Estado de derecho que promueve el desarrollo económico. El derecho es un
instrumento del Estado, un sistema de incentivos y obstáculos que encauzan los
comportamientos en determinados cursos de acción de conformidad con los
objetivos que un sistema económico y social se plantea para su proceso de
desarrollo. Por lo tanto, el derecho establece los límites propios al poder
estatal en el ámbito económico y su capacidad de intervención, posibilitan el
diseño de los arreglos institucionales que facilitan la predictibilidad en las
interacciones sociales e incentivan los comportamientos coherentes con el
modelo de desarrollo deseado.
La información
estratégica que tienen los diferentes actores explica su comportamiento
estratégico en la racionalidad del diseño de los arreglos institucionales. El
estudio de la racionalidad facilita el análisis de la estabilidad de los
arreglos organizacionales, su inercia, cambio y conflicto. Los mecanismos del
mercado implican costos de transacción como descubrir la relevancia de los
precios, la negociación, exigir su cumplimiento, etc.; y en general todos los
posibles modos de organización económica implican costos relativos de organizar
transacciones con arreglos institucionales. El diseño de las instituciones
pragmáticas obedece a contratos deliberados que tienen como base la teoría de
la información imperfecta y los costos de transacción.
Las
instituciones orgánicas son el resultado impredecible de la evolución gradual
de la persecución de intereses individuales. Existe una relación estrecha entre
la institucionalización de las normas y el comportamiento individual, es decir,
las instituciones se legitiman cuando incentivan a los individuos. Los nuevos
arreglos institucionales que originan nuevas formas de gobernabilidad
proporcionan beneficios, los cuales compensan ampliamente las inversiones que
resuelven las relaciones contractuales, de acuerdo con la teoría de la agencia,
entre el principal y el agente, mediante un conjunto de normas organizacionales
e institucionales, de tal forma que determinan derechos y obligaciones de los
empleados y reducen los comportamientos oportunistas a su mínima expresión. Los
cambios institucionales impulsados por la nueva gestión pública causaron nuevas
formas y arreglos institucionales tales como las agencias ejecutivas, las
agencias reguladoras y las organizaciones sociales.
El análisis
económico institucional endogeniza los procesos de
toma de decisiones en arreglos institucionales formales e informales. Los
sistemas institucionales pueden limitar los alcances del crecimiento económico
y el desarrollo social. El bajo desempeño económico está relacionado con el
marco institucional formal e informal que regula el funcionamiento del mercado
base del proceso de desarrollo. El sistema social gobernable, de acuerdo con
Prats (2001: 3), está
[…]
estructurado socio-políticamente de modo tal que todos los actores estratégicos
se interrelacionan para tomar decisiones colectivas y resolver sus conflictos
conforme a un sistema de reglas y de procedimientos formales o informales –que
pueden registrar diversos niveles de institucionalización– dentro del cual
formulan sus expectativas y estrategias.
La convergencia
de normas, arreglos institucionales y programas incide en la coherencia y
sustentabilidad del desarrollo. La identificación de los actores, las demandas,
los procesos y las convergencias permiten diseñar estrategias de cooperación.
Los procesos institucionales pueden dar cierta estabilidad a los campos
organizacionales, aunque éstos siempre están evolucionando y no son estáticos,
resuelven mediante consenso negociado socialmente las diferencias de
interpretación. Las instituciones, políticas y arreglos sociales como modos de
regulación son interactivos entre sí, de tal forma que se refuerzan mutuamente,
a tal punto que están en estrecha relación como componentes de la
gobernabilidad. Los gobiernos pueden determinar el establecimiento de arreglos
institucionales que sean propensos a inducir el crecimiento y el desarrollo.
Los actores políticos y sociales deben compartir esfuerzos administrativos para
alcanzar el desarrollo compartido. La capacidad para facilitar las
interacciones es una cualidad de las instituciones, la cual se manifiesta en
los costos de transacción en que incurren para asegurar ciertas transacciones.
Por lo tanto, la calidad de un conjunto de instituciones es una variable del
crecimiento económico.
En un sistema
democrático, los intercambios entre los agentes económicos son costosos e
inciertos, sobre todo si no se cuenta con buenos arreglos institucionales.
Prats (2001: 3) señala que la governance, como metapolítica
que concierne “a la estructura institucional de la acción política tanto del
gobierno como de los actores de la sociedad civil”, tiene una dimensión
estructural y otra dimensión dinámica o de proceso. Prats (2001: 3) delimita
las dimensiones de governance en la estructura que hace referencia
a “los arreglos institucionales existentes en una sociedad dada” y en la
dimensión dinámica o de proceso que alude a “las acciones de los actores” que
afectan la estructura.
Desde la
perspectiva analítica, governance tipifica los arreglos institucionales
de la sociedad y la gestión de actores comprometidos en un liderazgo moral
(perspectiva normativa). La amplia gama de relaciones contractuales en los
fenómenos organizacionales se comprende mejor desde la perspectiva de la
estructura de governance. La governance de las instituciones trata de los
arreglos que gobiernan las relaciones de los individuos en las instituciones.
El concepto de governance y el de gobernabilidad son
interdependientes y operables en las estructuras institucionales de los
diferentes sistemas económicos, sociales y políticos, aunque se refieren a
distintos fenómenos sociopolíticos. Los nuevos mecanismos de governance que superan los sistemas de regulaciones existentes son
el resultado del desarrollo de nuevas teorías económicas y de su
instrumentación mediante el poder político de regímenes conservadores. Las
nuevas formas institucionales surgen y se combinan con los arreglos
institucionales para formar nuevas estructuras y procesos.
Además, se
requiere el conjunto de arreglos institucionales formales e informales que
definan las facultades, relaciones y mecanismos de control del comportamiento
entre los diferentes niveles de gobierno. La democracia legitima el conjunto de
programas y políticas públicas generados en el seno de las instituciones de
gobierno y constituyen su actividad fundamental. La política pública legítima
se basa en la legitimidad de las instituciones.
Las presiones
políticas resultan de cambios en los intereses y en la distribución del poder
que apoya y legitima los arreglos institucionales existentes, como resultado de
crisis de desempeño, cambios del ambiente y otros factores organizacionales que
cuestionan la legalidad de las instituciones. El debilitamiento de los partidos
políticos está condicionado por los arreglos institucionales que delimitan los
mecanismos, procedimientos y actores involucrados en los procesos de decisiones
políticas. Así, los arreglos institucionales inciden directamente en la
naturaleza y funcionamiento de los sistemas políticos, pero también condicionan
las capacidades de los gobiernos. La acción política tiene como contexto a las
instituciones en cuyas estructuras se forman los arreglos institucionales
específicos que facilitan las interacciones entre los actores diversos con
diferentes intereses y caracterizan el sistema político.
Como ejemplo,
las instituciones de los sistemas políticos establecidos en América Latina no
tuvieron las capacidades para el establecimiento de una autoridad efectiva
capaz de separar los beneficios privados que proporcionaban los beneficios de
carácter social, con lo cual se reforzaban las conductas patrimonialistas. De
acuerdo con los análisis de Prats (2002), en América Latina existe una “brecha
institucional” en relación con otras regiones del mundo que obstaculiza el
crecimiento económico y su desarrollo social y político. El desarrollo social
requiere un Estado con instituciones más democráticas para alcanzar los fines
con un mejor desempeño. La participación en los procesos políticos de las
organizaciones sociales mediante arreglos institucionales que promuevan su
democratización y garanticen al Estado su capacidad de regulación permitirá a
dichas organizaciones su participación en la formulación e implantación de
políticas públicas.
El foco central
de las organizaciones no gubernamentales y de la sociedad civil es reestablecer el control democrático de las instituciones en
las políticas públicas económicas, sociales y de bienestar, pero se pierde
control social y rendición de cuentas cuando estos procesos están muy
centralizados. Además, es preciso establecer límites formales e informales a
los compromisos económicos de quienes ejercen el poder, tales como mecanismos
de descentralización económica y política, con el establecimiento de organismos
independientes de regulación y la instauración de los arreglos institucionales
para la accountability vertical y horizontal de los poderes
públicos.
La participación
de las instituciones y los actores en las situaciones políticas locales da pie
a las condiciones necesarias para el diseño de los arreglos institucionales que
faciliten la gobernabilidad. La debilidad de las instituciones económicas va
aparejada con instituciones políticas débiles. Las instituciones funcionales
maximizan las oportunidades de las organizaciones y las instituciones
disfuncionales bloquean el desarrollo de los pueblos. En lo local, las
disfuncionalidades institucionales pueden ser mayores por la falta de
coordinación con la burocracia del Estado y la carencia de sensibilidad para
detectar las necesidades comunitarias en aras de administrar programas de
desarrollo. La gestión comunitaria de recursos debe propiciar las condiciones
suficientes para la transferencia de funciones del ámbito nacional al local,
con el soporte estructural de arreglos institucionales que faciliten la
participación política en un sistema democrático, de tal forma que reduzca las
brechas del crecimiento económico y desarrollo social desigual.
9. Aprendizaje
institucional
El aprendizaje
institucional es una solución racional de la dificultad de predecir los efectos
futuros de la reforma institucional. La reforma institucional solamente debe
ser efectuada si los costos políticos de mantener los arreglos institucionales
actuales son más altos que los esperados para la transacción del cambio (Kaiser, 1997). De hecho, las instituciones tienen razón de
ser cuando son resultado de arreglos institucionales y de negociaciones de
largo plazo entre los diferentes agentes económicos y actores políticos, al
adaptar los modelos globales a las condiciones de desarrollo local.
Una nueva
realidad político-social, después del colapso del bloque socialista soviético y
el surgimiento de los movimientos separatistas en todo el mundo, puede ser el
resultado de una ola creciente por la democracia. En las autocracias, los
ciudadanos perciben que pueden proveerse los bienes públicos por sí mismos como
lo hacen los grandes Estados, donde los grupos demandan mejores arreglos
institucionales para hacer un uso más efectivo de los recursos. De existir un
florecimiento de la democracia, los Estados pueden beneficiarse de arreglos
institucionales supranacionales, con el principio de la subsidiariedad, que
limiten los abusos internacionales. El diseño de las políticas debe ser guiado
por circunstancias nacionales y locales y ser la posesión de las personas,
quienes deben implantar y experimentar sus efectos, con el principio de subsidariedad que sostiene que las decisiones deben ser
tomadas por organismos en arreglos institucionales cercanos a las personas
involucradas.
Las nuevas
formas y arreglos institucionales requieren características y capacidades que
absorban las incertidumbres de las acciones corrosivas de los mercados. Las
crisis financieras revelan la importancia de originar y mejorar los arreglos
institucionales, en términos de organizaciones, reglas y códigos de
comportamiento para garantizar las transiciones a los procesos de globalización
económica. El aprovechamiento de las economías de escala a partir de
innovaciones tecnológicas y especialización requiere el diseño de complejas
estructuras de arreglos institucionales que faciliten las interrelaciones y
negociaciones de los diferentes actores y absorban los niveles de
incertidumbre.
Por lo tanto, el
desafío de la globalización
[…] no es
detener la expansión de los mercados globales, sino encontrar las reglas y las
instituciones de una governance mejor –local, regional, nacional y
global– para preservar las ventajas de los mercados y la competencia global,
pero también para proveer los recursos comunitarios y medioambientales
suficientes para asegurar que la globalización trabaje para la gente y no solo
reglas, instituciones y prácticas establecidas que sientan los límites y los
incentivos para el comportamiento de los individuos, las organizaciones y las
empresas (Martínez, 1999, citada por Prats, 2001: 4).
Conclusión
La emergencia de
una nueva cultura institucional está siendo modelada por los principales
agentes económicos y protagonistas de los crecientes procesos de globalización
económica. Las nuevas formas de gobernabilidad transnacional en el escenario de
la racionalidad económica de los procesos de globalización económica son
diseñadas y puestas en marcha en gran medida desde los centros del poder con un
enfoque de economía política neoinstitucional. El neoinstitucionalismo económico analiza las fallas de los
mecanismos de gobernabilidad del Estado y sus ine-ficacias,
y muestra los fundamentos teórico-metodológicos para el diseño de nuevas formas
de gobernabilidad mediante arreglos institucionales y organizacionales, con sus
prácticas administrativas tendentes a cambiar la cultura para reorientar las
instituciones en un enfoque ‘hacia fuera’.
En la teoría
económica neoinstitucional, es cuestionable el hecho
de que las instituciones disfuncionales que no alcanzan los niveles óptimos permanezcan
durante mucho tiempo y prolonguen el subdesarrollo, debido fundamentalmente a
causas de mecanismos de autorrefuerzo en procesos de
dependencia. El diseño de nuevos arreglos institucionales y las nuevas formas
de gobernabilidad desde la teoría neoinstitucional es
desafiada y contestada con la emergencia de una nueva cultura institucional por
los protagonistas de los procesos de globalización desde ‘abajo’,
principalmente de las acciones de los nuevos movimientos sociales.
El aprendizaje
cultural institucional es una solución racional en la dificultad para predecir
los efectos futuros de los arreglos institucionales de la reforma
institucional. Por lo tanto, el estudio entre el cambio cultural y la
congruencia con las transformaciones institucional y organizacional implica el
análisis que sugiere que la cultura institucional puede establecerse y
transformarse para adaptarse a las nuevas condiciones de los procesos de
globalización económica.
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Enviado: 1 de abril de 2004.
Aceptado: 16 de noviembre de 2004.
José
Gpe. Vargas Hernández es doctor en administración pública (Columbia States University), y en economía
(Keele University, England), además de tener estudios de doctorado en
comportamiento organizacional (Lancaster University),
maestro en administración de empresas con especialidad en dirección industrial
(Pacific States University); tiene el Marketing Certificate
(The British Institute of
Marketing) y un diplomado en filosofía (Universidad Panamericana), licenciado
en relaciones comerciales por el Instituto Politécnico Nacional. Es miembro del
Sistema Nacional de Investigadores, investigador asistente en la Universidad de
California en Berkeley, profesor investigador del Centro de Estudios Superiores
del Noroeste, docente del Instituto Tecnológico de Ciudad Guzmán en el área de
ciencias económico-administrativas, catedrático del doctorado
interinstitucional de administración de la Universidad Autónoma de
Aguascalientes y profesor visitante de ocho universidades. Recientemente obtuvo
los premios Internacional de Allies Academies nominado por la International Business Academy y el Global Business and Economic
Development. Ha publicado más de 100 trabajos
científicos, es autor de dos libros y coautor de ocho. Su experiencia en
administración pública municipal se ha desarrollado en Ciudad Guzmán, Jalisco.