Presentación
El
campo de los estudios
urbanos y regionales –como muchos otros campos de estudio que surgen en el
intersticio de varias miradas disciplinares– se ha nutrido de los enfoques
provenientes de diversas disciplinas sociales. Al iniciar el siglo xx, destacaron los aportes provenientes
de la geografía, la sociología y la economía, de tal suerte que durante la
primera mitad de ese siglo se logró no sólo la institucionalización de este
singular campo de estudios, sino que, además, se popularizó a tal grado que se
consolidaron áreas de estudio específicas: este es el caso de los estudios socioespaciales, la economía regional y la geografía
urbana, entre muchos otros.
En las
postrimerías del siglo xx, el
campo de los estudios urbanos y regionales empezó a experimentar un viraje
hacia dos vertientes disciplinares: por una lado hacia la ciencia política,
desde donde se rescataron temas como la descentralización, los estudios
municipales y la gestión urbana, entre otros, y por otro lado –y también en menor
medida– hacia los estudios culturales, desde donde se ha recurrido a diversas
tradiciones intelectuales que van desde la antropología, la lingüística y la
teoría literaria, hasta los enfoques de género y los estudios multiculturales
contemporáneos.
Las reacciones
a estos cambios han sido diversas: del entusiasmo absoluto a una abierta
hostilidad, este debate ha traído consigo definiciones controvertidas acerca de
lo que constituye ‘lo urbano-regional’. En un extremo encontramos a quienes
advierten en este viraje una renovación de este campo de estudios; pero también
hay voces que niegan las reivindicaciones de novedad de este reciente viraje
hacia la política y la cultura, al subrayar que no se trata de posturas nuevas,
sino sólo del reconocimiento de ambas esferas. Sin embargo, el debate está muy
lejos de reducirse a una batalla es este sentido, también –y acaso de modo más
relevante– se plantean cuestiones más profundas sobre el proceso de
conocimiento y la transgresión de los límites disciplinarios que, dicho sea de
paso, son trazados generalmente con bastante arbitrariedad.
De este modo,
inauguramos un nuevo siglo con muchas más preguntas que respuestas, con un
campo de estudios dilatado por las mismas fronteras disciplinares que ha
derribado y por las perspectivas analíticas que ha ido incorporando a su paso.
El estudio de la ciudad y de la región se ha ido transformando en un interés
por la identidad, el significado y la imaginación urbanas, en una preocupación
por analizar cómo las personas responden a la experiencia urbana, ya no sólo
desde la morfología urbana, la planificación o la estructura social de la
ciudad, sino también desde las representaciones, símbolos y las significaciones
que implica.
La variedad
de enfoques compilados en esta decimotercera entrega de Economía,
Sociedad y Territorio pretende
ser reflejo sintomático de los diversos planteamientos con que se abordan
actualmente los estudios territoriales.
En este
sentido, Ugo Rossi sugiere
la idea de ‘ciudad múltiple’ a partir del reconocimiento de la complejidad
actual de los procesos de cambio urbano y la multiplicidad de fuentes de poder
social que gravitan a su alrededor, situación que analiza para el caso
particular del centro histórico de Nápoles.
Por su parte,
Angela Stienen relaciona los
procesos de integración social y económica de los migrantes indocumentados en
Suiza con los territorios urbanos contestatarios surgidos alrededor de los años
ochenta y con el auge, en la década de los noventa, de una nueva clase media
urbana.
Raúl Zamorano
nos ofrece una interesante caracterización de la democracia en lo que denomina
‘la periferia de la modernidad’ y concluye que, en sociedades como las
latinoamericanas, no será posible concretar expectativas institucionalizadas
–como la misma democracia– en la medida en que en la región continúen primando
las corporaciones y el caudillismo clientelar.
Más
interesado en el enfoque económico-regional, Eduardo Mendoza nos presenta
avances de una investigación en torno al crecimiento del empleo manufacturero
en las tres principales ciudades mexicanas (ciudad de México, Monterrey y
Guadalajara); así, gracias a la aplicación de tres modelos econométricos,
advierte que la especialización entre industrias ha mostrado un efecto positivo
para el crecimiento del empleo manufacturero.
Ahora bien,
en el debate entre lo público y lo privado, dos son los artículos que se
integran en este número. En principio, tras explorar las transformaciones
teóricas del modelo de gerencia pública que ha permeado el quehacer de las políticas
públicas en Latinoamérica, Gloria Guadarrama nos sugiere tomar con precaución
este paradigma, que no necesariamente contribuirá a resolver todos los
problemas derivados de la reforma del Estado que se ha puesto en marcha en los
países de la región. Por su parte, Myriam Cardozo –en el marco de la transición
entre el Estado benefactor y el proyecto neoliberal– reflexiona en torno a la
responsabilidad social que asumen las empresas privadas y analiza el caso
particular del Centro Mexicano de Filantropía
(Cemefi) y su propuesta de galardonar a las
empresas que, dentro de sus políticas, asuman compromisos en el ámbito social.
Adicionalmente,
se integra una reseña escrita por Guillermo Foladori
en torno al libro: Teoría social e ambiente, escrito por David Goldbaltt y publicado por el Instituto Piaget; y una más
que nos ofrece María Teresa Jarquín sobre el libro: Ya
es tiempo de actuar. El proceso de organización de los profesores del Estado de
México 1921-1959, escrito
por Norberto López Ponce y recientemente editado por El Colegio Mexiquense.
Los textos
que aquí se integran nos obligan a reconocer que, en el contexto actual, es
necesario mirar más allá de nuestra formación disciplinar, y rescatar los
aportes de las más diversas posturas y perspectivas; y si ello implica empezar
a ser un poco menos geógrafo, un poco menos politólogo, un poco menos sociólogo
o quizá algo menos antropólogo y a cambio ser un poco más humano, quizá sea
entonces esta una ocasión para celebrar; sobre todo si dicha condición humana
nos permite no ser indiferentes ante las situaciones límite:
“Una pareja
de enemigos, esgrimiendo unos garrotes, se pelea en medio de arenas movedizas.
Atento a las tácticas del otro, cada uno responde ojo por ojo y frente a regate
réplica. Fuera del marco del cuadro, nosotros, espectadores, observamos la
simetría de los gestos a lo largo del tiempo: ¡qué magnífico –y banal–
espectáculo!”
Michel Serres, a propósito de
un cuadro de Goya.