Presentación
Cuando en el
siglo xvi Tomás Moro escribió su
novela Utopía,
refería la vida cotidiana y el orden social de un lugar inexistente, una isla
donde los valores humanos fundamentales eran una concreción. Menos adictas a
las disciplinas literarias, las generaciones posteriores no han dejado de
imaginar islas –acaso probables– donde sea posible advertir, si no una sociedad
ideal, una que al menos sea habitable.
Inauguramos el siglo xxi casi con las mismas preguntas que,
fatigadas, se suman al cúmulo de nuevas interrogantes que nos plantea el mundo
contemporáneo: ¿qué significa la felicidad en nuestras ciudades?, ¿quién elige
o decide el tipo de vida en ellas?, ¿tenemos en ellas, cada uno de nosotros
–como asegura la tradición platónica– un espacio asegurado?, y de existir,
¿acaso sirve para la expansión de nuestras potencialidades como seres humanos?
Enfrentar la historia presente de
las ciudades contemporáneas no es una empresa sencilla, pero sobre todo no es
fácil cuando se trata de la ciudad que nos habita. Las sociedades, al igual que
los sujetos, se construyen al guardar en la memoria unas cosas y otras no; así,
al enfrentar la historia de nuestras sociedades, los académicos estamos
comprometidos en el modelaje de los mismos ciudadanos, escogiendo unas
historias y otras no, delineando así la identidad y el imaginario colectivo.
Sin duda, todo esto nos lo muestra
el conjunto de trabajos que, en esta ocasión, se reúnen en esta décima entrega
de Economía, Sociedad y Territorio y que se podrían agrupar en tres
grandes temáticas:
La primera de ellas está relacionada
con el análisis del ámbito urbano-regional en América Latina, donde Soledad
Betancur, Omar Alonso Urán y Angela
Stienen nos explican cómo el desarrollo y la
reconfiguración territorial de un entorno urbano-regional es resultado de un
proceso en el que interactúan la lógica de los actores empresariales con la
lógica política y social de otros actores sociales, a partir de la interacción
en redes de acción colectiva; toman para ello como ejemplo el caso del Valle de
Aburrá en Colombia, zona urbana que también es
utilizada como ámbito espacial de análisis por Marleny
Cardona para abordar, de manera detallada, la forma en que las redes y cadenas
productivas definen la configuración de la política sectorial en el territorio,
en el marco de las nuevas perspectivas de la división internacional de la
producción y del trabajo.
Interesada también en el análisis
del ámbito urbano, Alejandra Silva nos presenta los resultados preliminares de
una investigación que busca llamar la atención acerca de la necesidad de contar
con una legislación pertinente para la gestión preventiva de los riesgos del
trabajo en la construcción, ante los inminentes proyectos que en el ámbito de
la construcción se plantean en el Mercosur; para ello toma como referencia los
casos particulares de las ciudades de Rosario, en Argentina y de Montevideo, en
Uruguay.
Derivado de los enfoques abordados
en esta línea analítica de corte urbano-regional, podríamos concluir, junto con
los autores, que en este inicio de siglo el mundo enfrenta múltiples procesos
de cambio, tanto en el plano de las relaciones económicas como en los valores.
Al tiempo que se avanza en una revolución tecnológica, se reafirma la
globalización de los mercados, y se consolida un nuevo balance del poder
político en la esfera internacional, apareciendo el predominio del mercado como
institución central; mientras que la población está aún muy lejos de satisfacer
las necesidades más elementales, y se afirma la tendencia al incremento de la
pobreza y la desigualdad.
Tal fenómeno somete a la cultura y a
la política a la ley de la oferta y la demanda; y como la teoría económica no
fija límite al mercado, todo lo que es objeto del deseo humano es reducido a
las relaciones de intercambio. En el plano político, destaca que la agenda de
los países sea dictada cada vez más por los intereses de las trasnacionales y
los organismos supranacionales y, cada vez menos, por las necesidades y
demandas nacionales; al punto en que la política abandona progresivamente su
función de administrar el proceso económico y social interno, para gestionar
estrategias financieras impuestas a los países de fuera hacia adentro.
En el plano cultural se advierte una
tendencia por abandonar el sentido heurístico del espíritu humano para
adecuarse a los modelos planteados por la comunicación de masas, que se torna
en un mero apéndice publicitario, orientado más a formar consumidores que
ciudadanos. Es quizá ello lo que se percibe como una amenaza desde ciertas
posturas político-religiosas, tal como lo podemos advertir a partir de los
artículos que se agrupan en la segunda línea de análisis que presentamos en
este número de Economía, Sociedad y Territorio, en el que Hossein
Godazagar y Masoumeh Velayati nos ofrecen un acercamiento al mundo y cultura
iraníes.
Hossein Godazgar nos presenta un interesante análisis que nos
permite advertir la influencia de la ideología islámica en la educación del
Irán contemporáneo, particularmente para el caso de la curricula
y de los libros de texto; para ello realiza un análisis comparativo, tanto de
los contenidos como de las formas de abordaje en los programas de estudio,
antes y después del estallido de la Revolución Islámica (1978-1979).
Por su parte, Masoumeh
Velayati nos ofrece una reflexión –respaldada en un
trabajo de investigación de corte cualitativo– que busca examinar la percepción
de las mujeres iraníes respecto al uso del hejab (pañoleta islámica) antes, durante y
después de la Revolución Islámica. La diversidad de perspectivas y de
construcciones simbólicas que se tejen alrededor del uso obligatorio de dicha
prenda, nos permite adentrarnos en la complejidad de la ideología islámica en
el Irán contemporáneo.
Por último, la tercera vertiente
analítica que se presenta en este número es una contribución de los estudios
del tercer sector. En esta ocasión es David Lewis quien nos ofrece un análisis
acerca de las relaciones que se establecen entre organizaciones, cuando varias
de ellas participan de manera conjunta en proyectos de desarrollo; para ello,
toma como caso de estudio un proyecto interorganizacional
de acuacultura llevado a cabo en Bangladesh; a partir de dicho proyecto
concluye que si bien es posible que se dé una colaboración entre ong y agencias gubernamentales, la
carencia de una división ‘funcional’ de los roles de cada organización puede
generar un obstáculo que ponga en peligro el desarrollo mismo del proyecto.
Esto nos invita a reflexionar acerca
de la necesidad de concatenar los proyectos sociales con los individuales, y
quizá sea tiempo de reconocer que las reformas macro no siempre están
aparejadas a las mejoras en el nivel individual; situación que se complejiza al
advertir que durante los años previos a la transición de milenio, la globalización
–aunada a la aceleración del proceso de urbanización– ha sido el escenario en
el que se advierte un incremento de la pluralidad étnica y cultural. Cierto es
que ante las tendencias globalizadoras asistimos a una fragmentación o desdibujamiento de las identidades locales; pero
también es cierto que a medida que las fronteras se vuelven más difusas, las
demandas de autonomía local son más insistentes, ancladas en diversas formas de
identidad local que buscan ser reestructuradas en una fusión de cosmopolitismo
y multiculturalismo.
Paradójicamente,
lo global se localiza, y dicha localización se manifiesta de forma socialmente
segmentada y espacialmente segregada; la diferenciación territorial recrudece
el desarrollo desigual, ya no sólo entre regiones y países, sino principalmente
entre ciudades, y ello introduce una diversidad creciente en la conformación
urbana. Esa es, quizá, una razón por demás suficiente para insistir en el
análisis de aspectos económicos, sociales y territoriales.