Los riesgos del trabajo en la construcción. Los casos de
Rosario y Montevideo
María Alejandra Silva Kusy*
Abstract
The paper
states the lack of references in preventive labor management and health risks
within two Mercosur cities: Rosario (Argentina) and
Montevideo (Uruguay), as they are not included neither on the auction sheets,
nor in the feasibility studies. The paper intends to extend the knowledge
within social sciences to interpret the determinants of the health-sickness
process among building workers in Argentina and Uruguay, and determine the
management modalities of the enterprises in Rosario and Montevideo about labor
risks in building work, as well as state the limits of current labor risks
insurance systems, and the possibilities of disasters and diseases prevention
in building sector, contrasted with the global health approach.
Keywords: precarious job, labor risks, worker’s health, risk
management, global health.
Resumen
La
investigación plantea la carencia de referencias a la gestión preventiva de los
riesgos del trabajo y la salud en dos ciudades del Mercosur: Rosario
(Argentina) y Montevideo (Uruguay), debido a que no se les incluye ni en los
pliegos de licitaciones ni en los estudios de factibilidad. El artículo intenta
hacer extensivo el conocimiento de las ciencias sociales para interpretar los
determinantes del proceso de salud-enfermedad en obreros de la construcción de
ambos países, y determinar los modos de gestión de las empresas de las ciudades
de Rosario y Montevideo relacionados con los riesgos del trabajo en la obra de
construcción, así como las limitaciones de los sistemas de cobertura de riesgos
del trabajo vigentes, y las posibilidades de prevenir siniestros y enfermedades
en el sector de la construcción, a partir de su contraste con el enfoque de la
salud globalizada.
Palabras clave:
empleo precario, riesgos del trabajo, salud de los trabajadores, gestión de los
riesgos, salud globalizada.
*
Facultad de Ciencias Médicas, Universidad Nacional de Rosario, Argentina.
Correo-e: msilva@fmedic.unr.edu.ar
1. Introducción[1]
La presente
investigación intenta plantear el estado actual del debate sobre los riesgos
del trabajo en obras de construcción en el Mercosur, ante los nuevos elementos
institucionales y jurídicos de la integración.
Para encarar nuestro estudio,
partiremos de entender “Las condiciones y medio ambiente de trabajo como
constituidas por los factores socio-técnicos y organizacionales del proceso de
producción implantado en el establecimiento (o condiciones de trabajo), y por
los factores de riesgo del medio ambiente de trabajo. Ambos grupos de factores
constituyen la carga global del trabajo [...] la cual es asumida, asignada o
impuesta a cada trabajador, provocando de manera mediata o inmediata efectos
directos o indirectos, positivos o negativos, sobre su vida y su salud física,
psíquica y/o mental.” (Neffa, 1987: 23).
Para el caso particular de la
construcción, adoptaremos la conceptualización que las caracteriza: “el
conjunto de propiedades que caracterizan la situación de trabajo, que influyen
en la prestación del mismo y que pueden afectar la salud física y mental del
trabajador. Las condiciones de trabajo en la empresa son los aspectos organizacionales,
infraestructurales, asistenciales y sociales que inciden en el mantenimiento y
desarrollo de potencialidades del trabajador, y en la preservación y promoción
de su bienestar integral. Las condiciones de trabajo del
puesto son aquellos
factores del ambiente físico y del ambiente psicosocial, y los aspectos de contenido
y organización del trabajo que actúan sobre el trabajador y que influyen sobre
las facultades intelectuales del sujeto” (Vasilachis,
1995: 77). Estas condiciones se inscriben en un contexto de productividad,
calidad y competitividad determinados y en constante cambio, que caracteriza a
las exigencias del mercado en el ámbito del Mercosur.
Específicamente, en lo que respecta
al proceso de salud-enfermedad del grupo de trabajadores de la construcción y
sus determinantes, hemos tomado dos ejemplos particulares: los casos de Uruguay
y Argentina para establecer los modos de gestión de los riesgos del trabajo en
la obra, en cada caso. Además, nuestro objetivo parte de la necesidad de
aplicar el conocimiento de las ciencias sociales al análisis de este aspecto.
Hasta el momento, los proyectos de
construcción más publicitados en el Mercosur carecen de referencias sobre la
legislación pertinente para la gestión preventiva de los riesgos del trabajo y
la salud, dentro de los pliegos de licitaciones o los estudios de factibilidad.
No obstante, cabe destacar dos documentos de dos subgrupos del Mercosur: el
Núm. 11 de salud y el Núm. 10 que abarca tres comisiones temáticas: 1.
Relaciones laborales; 2. Empleo, migraciones, calificación y formación
profesional; y 3. Salud, seguridad, Inspección del trabajo y seguridad social.
En ese sentido se destacan: el documento producido en la VI Reunión Ordinaria
de la Comisión de Vigilancia Epidemiológica y Control Sanitario de Puertos,
Aeropuertos, Terminales y Pasos de Fronteras/sgt
Núm. 11 y el Acuerdo Multilateral de Seguridad Social del Mercado
Común del Sur del sgt
Núm. 10. Este último permite que mediante acuerdos bilaterales se reconozcan
los derechos a la seguridad social de los trabajadores de cualquier
nacionalidad, que prestan servicios en cualquiera de los Estados, así como a
sus familias,[2] aunque no fue aprobado por
los parlamentos de Argentina y Paraguay.
También se destacan cuatro
operativos para el intercambio de experiencias en inspección del trabajo del
sector construcción realizados durante los años 1997 y 1998 en los países
miembros del Mercosur y el Seminario Técnico sobre Investigación y Registro de
Accidentes de Trabajo y Enfermedades Profesionales. En este último encuentro se
logró un acuerdo sobre las definiciones de: enfermedad ocupacional, accidente
de trabajo y accidente in itinere, sin hacer referencia a la situación
de sectores productivos específicos.
Por último, después de diez años se
adoptó la Declaración Socio-Laboral, que establece el mínimo de derechos de los
trabajadores. En ella se contemplan “Principios y Derechos”,
individuales y colectivos, donde se destacan los artículos 16,
de Salud y Seguridad
en el Trabajo, y el 17, de Inspección del Trabajo, que según las
centrales sindicales aún no se han hecho efectivos.
Sin embargo, hasta el momento no se
ha logrado armonizar la legislación sobre higiene y seguridad en las obras.
Asimismo, los encuentros relativos a la salud omiten referirse a las
condiciones específicas de los sectores productivos específicos (químicos,
construcción, lácteos, automotores y textiles, entre otros) y a la prevención.
Quizá esto se relaciona con lo que
algunos estudiosos denominan como la distinción hecha entre asimetrías
armonizables y no armonizables, pues
É que enquanto a Argentina, o Brasil e o Paraguai
têm uma legislação
trabalhista fortemente
intervencionista, no Uruguai as relações
trabalhistas são
fundamentalmente reguladas por acordos coletivos e não através de uma legislação positivada. (Assis de
Almeida, 2000: 6).
Asimismo, los
riesgos de una obra se inscriben en un proceso laboral que incluye numerosos
pasos: la idea, el preproyecto, el proyecto y la
ejecución . Pero, además, entre la idea y la ejecución de un
proyecto existen riesgos de los materiales de construcción (toxicidad,
fragilidad, etc.), los útiles (complejidad de empleo, estabilidad, etc.), la
energía utilizada (presión, falta de visibilidad, electricidad, etc.), de los
trabajadores (preparación para el trabajo, adaptabilidad al puesto, etc.)
(Asociación Internacional de la Seguridad Social, 1986: 10) y de los criterios
de gestión de la obra (obligada a contar con un promedio de 15 días laborables
por mes, debido a las interrupciones por cuestiones meteorológicas o
financieras). Paralelo a esto, intervienen numerosas figuras jurídicas
preocupadas por el ‘día a día’, que abarcan tanto a técnicos especializados que
realizan diferentes tareas, como a las empresas contratistas y subcontratistas
más vulnerables a los vaivenes económicos y políticos.
La industria de la construcción
posee una conformación y una dinámica complejas, pues se produce siempre en un
sitio distinto, está sujeta a un proyecto diferente y a un determinado grado de
flexibilidad y margen de libertad.
Esta peculiaridad de la obra de
construcción adquiere ribetes preocupantes, porque es uno de los sectores
productivos más críticos donde se estima que la construcción causa 13.5% del
total de accidentes laborales y 31% de los accidentes mortales de Argentina
(Rodríguez, 2001: 3). Algo similar ocurre en Uruguay, donde la
construcción causa 15% de los accidentes comunes y 20% de los accidentes
mortales del total de los siniestros nacionales (Guzmán, 1998: 1). Pero dichos
datos adquieren otro tenor si carecen de una referencia a las horas trabajadas,
o al tiempo de exposición de la fuerza de trabajo, cuestión que muestra el índice
de frecuencia.[3]
Esto es así porque en el pronunciado proceso de desocupación y de empleo no
registrado suele constatarse que en menos horas trabajadas se registra la misma
cantidad de accidentes (pit-cnt, 2000: 68).
Este hecho no sólo es alarmante en
términos humanos, sino también en términos económicos, pues tiene un enorme
costo para las economías nacionales[4] y
el sistema público de salud, el privado y la seguridad social (Pérez Salinas,
1997: 169). En el caso específico de la construcción, se calcula que mientras
los excesos de costos por errores de organización alcanzan fácilmente 2% del
importe de las obras (aiss,
1990: 11), las inversiones previstas para solventar la seguridad en las mismas
significarían sólo 1% del costo global de las mismas (Suárez, 1999: 1).
2. El caso de dos Mercociudades
de Argentina y Uruguay: Rosario y Montevideo[5]
Rosario es un
núcleo urbano significativo, pues junto a la capital de la ciudad de Santa Fe
concentran 54.46% de la población de la tercera provincia de Argentina (esto
sería: 2’249,280 habitantes). Partiendo de esta cifra, se ocupan en la
construcción 46,710 obreros. De ellos, 35,493 viven en Rosario, y 11,217 en
Santa Fe.[6]
Además, posee una gran obra de infraestructura vial (longitud del proyecto de
59.5 km) en ejecución, destinada a conformar uno de los corredores bioceánicos más importantes del Mercosur para el transporte
de mercaderías entre los centros brasileños de producción y las terminales
portuarias de Chile. Este hecho ubicará a la ciudad en esta nueva concepción de
región, al menos en tres dimensiones espaciales: la región metropolitana, la
región centro (Córdoba y Santa Fe) y la región Mercosur, para el final de la
obra durante el mes de abril de 2002 (Plan Estratégico Rosario, 1999: 146).
Por otro lado, Montevideo posee
33,977 trabajadores registrados en el sistema de la seguridad social según el
Informe del Área de Medicina Laboral del Banco de Previsión Social (bps), los cuales están ocupados en unos
dos mil centros de trabajo, ya que en Uruguay 70% de las obras se localizan en
Montevideo, Canelones y Maldonado (pit-cnt,
2000: 64).
2.1 Modalidad de
trabajo en obra y precarización creciente
En Argentina existe
una alta heterogeneidad en las modalidades de trabajo en obra y pueden
identificarse por lo menos tres sistemas productivos. En principio, la
construcción tradicional utiliza tecnología de producto (más sensible a los
tiempos de trabajo y el ritmo de realización de la secuencia productiva) y de
proceso (más sensibles a la calidad de las operaciones físico-químicas). Las
constructoras de vivienda son empresas de bajo porte, baja composición orgánica
de capital, escasa posibilidad de acceder al crédito, que subcontratan las
actividades de obra en distintos gremios, mantienen muy poco personal estable
(diez personas en promedio) y de bajo nivel de calificación (Panaia, 1996: 15). En segundo lugar, la construcción
industrializada se apoya en la industria de componentes y en la de las máquinas
para la construcción. Realiza trabajos de montaje en obra sujetos al criterio
de calidad y posee una mano de obra con mayor calificación. Finalmente, la
construcción industrializada liviana implica importar viviendas que requieren
solamente un sistema de ensamblaje con asesoramiento técnico, y que permitiría
producir en el mercado viviendas de muy bajo costo. No se requiere ninguna
calificación para participar en la fabricación y en el montaje de obra (Panaia, 1996).
En Uruguay, por su parte, durante
los últimos años hubo algunos cambios en el trabajo en obras, como los
siguientes:
·
La eliminación de tareas, actividades y etapas: un caso es el de la
introducción de encofrados trepantes que permiten la eliminación de actividades
de corte, fijación de clavos y cuñas.
·
La unión de tareas, actividades y etapas: se observa en la introducción de la
retroexcavadora, que hace posible la integración y ejecución de actividades
(hace posible la excavación, carga, descarga y transporte de tierra).
·
La incorporación de nuevas tareas y actividades, como la introducción de
chavetas, bulones y soldadura en las estructuras metálicas.
·
La transformación de actividades y etapas se observa en la introducción de las
estructuras prefabricadas, eliminan pérdidas de tiempo muerto en la confección
de estructuras en la obra, además se evita desperdicio de material, ya que éste
se realiza en las empresas fabricantes de estructuras prefabricadas (Santamarta, 2000: 33).
En suma, se
asiste a una incorporación de nuevos productos y materiales, técnicas y
procesos constructivos y herramientas que generan una disminución del trabajo
físico (y una mejor utilización del tiempo de trabajo), que va acompañada de
mayores exigencias, sobre todo en la coordinación entre los equipos de trabajo,
la atención, el ritmo y la responsabilidad en la labor (Santamarta,
2000). Dichas modificaciones han sido estudiadas en la evaluación de tareas
donde participaron el sindicato de trabajadores, los empresarios y el Centro Interamericano
de Investigación y Documentación sobre Formación Profesional (cinterfor), el cual es un servicio técnico de la
Organización Internacional del Trabajo (oit). En ese sentido, cabe destacar la declaración del
representante empresario: “nos costó mucho trabajo, pero se tomó como parámetro
la ley de seguridad, si estaba legislado el riesgo y su mitigación, si se
cumplía…”[7]
Sin embargo, hasta el momento faltan
estudios que relacionen cada uno de los tipos de construcción o de
transformaciones en los procesos constructivos antes mencionados, con su
impacto en la salud de los trabajadores en ambos países.
El costo de la construcción tuvo un
aumento creciente y la mayor incidencia corresponde al costo de la mano de obra
argentina, que explica los altos índices de precarización del sector (Panaia, 1996). Este hecho también se corroboró en Uruguay,
donde el empresario representante indicó:
Yo pago el cien
por ciento en aportes al bps de lo
que gasto en salario, porque tendría que ser del setenta y dos por ciento, pero
estamos llegando al noventa y dos por ciento, debido al complemento de cuota
mutual. Eso lo lleva a uno a ser informal,[8]
porque el empresario le pregunta al obrero si quiere ganar $300 o $600, y
después cuando se enferma que vea qué hace.[9]
Las cifras que
constatan la desprotección de los trabajadores de la construcción en ambos
países indican que el porcentaje de empleo no registrado de la construcción
alcanza 59.1% de las empresas de Argentina y 32.9% de las empresas de Uruguay (Galín, 1998: 11). Estos empleos precarios se apartan de
alguna de estas características: “ser de tiempo completo, para un solo e
identificable empleador, por tiempo indeterminado, realizado en el domicilio
del empleador, generalmente protegido por la legislación laboral y la seguridad
social...” (Galín y Novick,
1990: 10).
Esta situación se repite en el caso
de Rosario, donde existen datos contradictorios que dan cuenta de 30% de obras
no registradas y entre 70 y 120 empresas de la construcción (según la
referencia sea el Registro nacional de la Construcción, la Cámara Argentina de
la Construcción, las empresas que figuran e la Guía
telefónica, las cooperativas de trabajo registradas en la municipalidad de
Rosario o los registros de la Facultad de Arquitectura). Esta cifra se agrava
con la cantidad de obreros que trabajan ‘en negro’ en obras registradas, pues
según consta en un informe oficial, durante la visita a 41 empresas de la
ciudad se comprobó que, de un total de 453 trabajadores verificados, estaban
‘en negro’ 137, de los cuales 30% correspondían a las grandes obras y 90% a las
pequeñas obras de los contratistas y subcontratistas (Pravisani,
1998: 5).
Algo similar ocurre en Uruguay,
donde la tercera parte de los trabajadores posee empresas unipersonales. A esto
se suma la subcontratación y la división del trabajo en la obra, es decir, que
a los contratistas tradicionales (sanitario o electricistas) se agregan nuevos
fraccionamientos de la estructura de hormigón, o de la herrería y la
carpintería.[10] Esto se constata en los
disímiles registros de la población ocupada, ya que mientras el bps registra unos sesenta y siete mil
trabajadores comprendidos por la Ley del Aporte Unificado (Decreto Ley
14.411/76),[11] el ministerio del trabajo
señala “si bien están registrados unos 35,000 trabajadores, se calcula que debe
ocupar no menos de 55,000 obreros”.[12]
Esta situación de precariedad
laboral se inscribe en un contexto de “fuertes asimetrías en materia de
organización sindical y de negociación colectiva entre los países del Mercosur,
en el tipo de libertad sindical, la personería gremial, la titularidad del
derecho de huelgas, las contribuciones sindicales, etcétera” (Treviño Ghioldi, 2000: 5).
La misma asimetría también se
registra entre los propios sindicatos de la construcción. En Argentina, el
sindicato de trabajadores de la Unión Obrera de la Construcción de la República
Argentina (uocra) denuncia las irregularidades
empresariales, luego de ocurridos los hechos fatales, pues todavía posee una
preocupación central en el campo reivindicativo de tipo económico, en cuanto a
la indemnización del riesgo. Esto se debe a que la entidad sostiene “el cobro
de un plus por
trabajo en altura” y “el cambio de enfermedad por premio al presentismo”.
Las actividades de fiscalización y
visita a obras del sindicato de trabajadores de Rosario también se realizan de
forma esporádica, después de una denuncia y dentro de las empresas registradas
oficialmente. En Rosario, el mismo sindicato naturaliza algunas condiciones de
bienestar y de seguridad en obra, como cuando se afirma: “bueno acá no tienen
baño, pero no es problema porque siempre es así, y hay que esperar hasta el
encofrado. La falta de una canilla con agua cuando hay cuarenta grados de
temperatura, tampoco es un problema, porque los muchachos pueden aprovechar el
agua potable de la zona…”[13]
Este gremio carece de tareas de
capacitación en higiene, seguridad y salud para todos los trabajadores de obras
de diferente porte, pues la Fundación de Capacitación de la uocra destina los cursos a las
grandes empresas de diferentes puntos del país, o a los estudios de
arquitectura o ingeniería dirigidos a personas con solvencia económica, pues su
costo es superior a cien dólares. Además ofrece a un costo de cincuenta dólares
cada manual normativo de seguridad e higiene de la construcción producido por
esta entidad y destinado a profesionales (según se observa en su lenguaje y
costo). En la ciudad de Rosario es imposible acceder a un informe donde conste
la lista de empresas que recibió capacitación, a fin de observar si pertenecen
a grandes firmas debido a que el representante local de la Fundación de
Educación y Capacitación para los Trabajadores de la Construcción argumenta la
dependencia jerárquica de la misma.[14]
En Uruguay existen dos sindicatos,
que agrupan a trabajadores y capataces. En las décadas de los ochenta y los
noventa, el primero poseía un perfil más comprometido con los cambios en la
legislación de higiene y seguridad. Se destacó por participar en el diseño del
Manual Para Delegado de Obra en Seguridad de cinterfor/oit, que contó con la
participación de los empresarios, e indicó la necesidad de que el trabajador
colabore con el monitoreo del plan de seguridad. El otro sindicato, denominado
Asociación de Empleados, Capataces y Apuntadores (aecac) expresó que los
trabajadores viven bajo la amenaza constante de sufrir accidentes y
enfermedades, reciben escasa información sobre los peligros y contingencias que
entraña el desempeño de su trabajo, y pocos pueden participar en la etapa de
planificación de los proyectos de construcción (icudu, 2000: 1).
En ese marco es necesario
reflexionar acerca de las visiones sobre el riesgo que subyace en los sindicatos de
trabajadores y los gobiernos de cada país, ya que habitualmente las empresas
ofrecen, y los gremios reclaman aumentos de salario como compensación monetaria
de la nocividad (Berlinguer, 1993: 208), los riesgos
laborales, la discapacidad y la muerte. Esta postura ex
post posee
limitaciones porque considera a los accidentes y a las enfermedades a
posteriori, o sea, a
partir de las consecuencias o secuelas perjudiciales provocadas por el suceso
nocivo sobre el trabajador, inquiriendo sobre la culpabilidad del empleador o
del trabajador (Vasilachis, 1998: 301). Esta postura
se basa en la carencia de mecanismos de gestión de los riesgos y la salud,
debido a la falta de tareas preventivas que incluyan la visita regular y
sistemática al medio laboral, tendente a identificar y controlar los riesgos
del trabajo en la obra, y las secuelas sobre la calidad de vida en el trabajo y
la salud.
Por el contrario, existe una
concepción de los accidentes y las enfermedades en la obra, que busca la
incorporación de la seguridad y la salud a priori, desde el proyecto o la realización
de los planos de construcción como en la ejecución de la estructura resistente,
la explotación y el mantenimiento de una obra (o la postobra). En ese sentido, existen
experiencias donde se prevé que el especialista en seguridad se coloque frente
a un tablero y escoja los planos de estructura con el fin de proyectar en ellos
lo siguiente:
·
Planos de instalación de la protección colectiva (redes, barandillas,
pasarelas, ubicación de andamios colgantes, ubicación de andamios metálicos
apoyados, tendido eléctrico provisional de obra, etc.);
·
Planos de ordenación general de obra (lugares dedicados a los acopios,
ubicación de maquinaria fija, caminos de circulación interna para personas y
vehículos, ubicación de almacenes, etc.);
·
Planos de estructura e instalación de: retrete, vestuario, comedor, botiquín,
etc.;
·
Planos de interferencia con líneas de conducciones aéreas o enterradas:
eléctrica, alcantarillado, gas, agua potable, oleoducto, etc.;
·
Planos de evacuación interna y externa de accidentados (plano callejero y de
carretera) (Instituto Nacional de Seguridad e Higiene en el Trabajo, 1991: 15).
Esto se logra
integrando la seguridad y la salud al resto de los objetivos empresariales,
como la productividad, la calidad y la protección del ambiente. Asimismo,
requiere de profesionales que recorran la obra en las diferentes fases
constructivas, con el fin de conocer y controlar los riesgos físicos (humedad,
temperatura, iluminación, vibraciones, ruido); biológicos (contacto con
bacterias, hongos, insectos); químicos (polvo, gases, humos); fisiológicos
(esfuerzos, posturas) y psicológicos (turnos, conflictos, maltrato,
insatisfacción, entre otros) (Instituto de Seguridad Social, 1995: 20);
sociales (el cambio de los horarios, la ubicación de los trabajos y las obras
de muchos proyectos, le exigen al trabajador vivir en campamento o viviendas
lejos de su hogar, razón por la cual pueden carecer de redes estables y
fiables, sumado al carácter intermitente del trabajo, sujeto a cambios
económicos y climáticos, por lo que suele sufrir intensa presión para ser más
productivo) (ops,
2000d); tecnológicos, ergonómicos, y de infraestructura (comedor, vestuario,
baño, instalación de agua potable).
3. La metodología de
investigación social en salud
Para este trabajo
se adoptó una metodología de investigación que combina los enfoques cualitativo
y cuantitativo, que incluye el uso de la técnica de observación directa en las
obras de edificación y las entrevistas a informantes calificados, porque “hace
falta estar más cerca para
encontrar el trabajo perdido y para conocer la forma en que es vivido en la
experiencia de la gente” (Castillo, 1997: 420). Por tal motivo, se utilizaron
22 entrevistas semi-estructuradas en
Montevideo y 23 en Rosario que sirvieron como instrumentos de comparación que
incluyen a: empresarios, jefes de recursos humanos, proyectistas, jefes de
obra, ingenieros de higiene y seguridad, encargado general de obra, capataces y
trabajadores. Las entrevistas poseen dibujosdel tipo historietas que permiten
reconocer los riesgos, el peso, la postura y la frecuencia de las cargas que
manipulan habitualmente (mtss,
1991: 201), debido a los resultados de investigaciones anteriores, las cuales
muestran que las condiciones de sobreesfuerzos son consideradas por los obreros
como una señal de debilidad (Míguez, 1990: 21). El
relevamiento de este sector se apoyó, a nivel contextual, en datos secundarios
(censos y encuestas de carácter nacional).
En Montevideo se realizó una
búsqueda bibliográfica en las facultades de Medicina y Ciencias Sociales de la
Universidad de la República (udelar),
con escasos resultados. El análisis de los documentos seleccionados, las
consultas a las autoridades del Ministerio de Trabajo, el bps, el Banco de Seguros del Estado (bse), el
Colegio de Arquitectos y la Asociación de Higiene y Seguridad reflejan que, en
lo referente a la vinculación entre las condiciones y medio ambiente de trabajo
y la salud en la construcción –desde el enfoque integral antes mencionado– no
se ha realizado ningún estudio en Uruguay hasta la fecha. Además, se entrevistó
a los representantes empresarios y sindicales, la Organización Internacional
del Trabajo (oit) y la Comisión de Salud y Medio
Ambiente de la central obrera de Uruguay denominada Plenario Intersindical de Trabajadores y Convención Nacional de
Trabajadores (pit-cnt).
En Rosario se realizaron encuestas a
representantes de la Asociación de Arquitectos, la uocra, la Secretaría de Obras
Públicas municipal, la Secretaría de Trabajo de la Provincia de Santa Fe y la
Fundación de Educación y Capacitación de los Trabajadores de la Construcción.
Las conclusiones de esta
investigación, al apoyarse en estudios particulares de empresas privadas del
sector formal con más de 20 trabajadores, no son generalizables linealmente
para la rama, ni para la zona.
Las dificultades de ingreso a las
obras de Argentina fueron numerosas, ya que era imposible contactarse con los
trabajadores, o era preciso eliminar las preguntas referidas a sueldo, tipo de
contrato o beneficios sociales. Estos obstáculos fueron de tal magnitud que
temporalmente se debió cambiar el universo de observación. Entonces, se optó
por comenzar con el caso de Montevideo, Uruguay, donde hubo amplia
predisposición empresarial para la investigación. En el segundo intento por
estudiar una ciudad de Argentina, se optó por Rosario. Nuevamente hubo
inconvenientes, pero esta vez fueron felizmente sorteados gracias a las
numerosas negociaciones con diferentes responsables de las empresas
(contadores, abogados, ingenieros y gerentes) a quienes les acercamos
publicaciones científicas previas donde no figuraban los nombres de empresas o
entrevistados.
4. Inconvenientes
para el abordaje de medidas de seguridad concretas
Los márgenes de
prevención de los riesgos del trabajo se explican por la modalidad de gestión.
Por esa razón, se tiende al abordaje de la “gestión global de los tres
procesos: a nivel de la concepción se toma el análisis de la gestión de
proyecto; a nivel de la producción, la gestión de la empresa, y a nivel de la
realización la gestión de la obra. Esta visión propone una gestión global del
proyecto que organice la competencia más que la simultaneidad de prácticas y
actores que son diferentes en sus status jurídicos, sus oficios y sus momentos
de intervención” (Panaia, 1998).
Para comprender la modalidad de
gestión de los riesgos del trabajo, es preciso analizar el papel del jefe de
obra y el del especialista en higiene y seguridad. En primer lugar, el rol de
los jefes de obra es vital en las cuestiones de seguridad, con el fin de evitar
situaciones peligrosas. Sin embargo, esta dimensión está ausente en el ámbito
universitario de Rosario, pues “desde lo académico no se ha logrado unificar un
criterio para la formación de grado y postgrado” (Lucarini,
1999). Este hecho se reitera en el país ya que existen escasos lugares que
ofrezcan una carrera de posgrado en higiene y seguridad destinada a arquitectos
o ingenieros civiles.
Los arquitectos e ingenieros pueden
actuar en el área de higiene y seguridad en obras, en virtud del Acta acuerdo
sobre Certificación de la Especialidad de Higiene y Seguridad de Profesionales
y Técnicos en Higiene y Seguridad en el Trabajo suscrita entre la
Superintendencia de Riesgos del Trabajo y los consejos profesionales
correspondientes en el convenio núm. 039 del 6 de octubre de 1999.
Lamentablemente, hasta el momento la
prevención legislada no implica más que imputar cargas penales y económicas a
algunos de los involucrados. Por ese motivo, mientras algunos arquitectos
reconocen su responsabilidad porque protegen su propio patrimonio y su libertad
personal, otros consideran a la seguridad en la obra de construcción
como una nueva ‘fuente de trabajo’. “De esa forma, el resultado obtenido es una
especie de ‘higiene y seguridad de papeles’, que implica únicamente un registro
de libros de incidentes y accidentes […] la simulación de hacer prevención y el
dictado de cursos de 15 minutos […]” (Lombardi, 1999).
En principio, la situación
universitaria del pregrado de arquitectura de Uruguay es similar al de la
Argentina, porque los estudiantes poseen unas cuatro horas al año para conocer
elementos teóricos de higiene y seguridad en la obra. Sin embargo, en la
actualización del graduado es posible capacitarse en higiene y seguridad. Según
declaraciones de la Comisión de Higiene y Seguridad de la Asociación de
Arquitectos de Uruguay, sobre el universo de unos dos mil arquitectos, existen
unos noventa que poseen una formación de posgrado en higiene y seguridad. También
se reitera el caso de aquellos que optan por este tema como una ‘salida
laboral’.
No obstante, existen conflictos de
competencia y responsabilidades, porque “no están claros los alcances de las
disciplinas en lo que hace al estudio de seguridad del andamio, donde se
requiere la firma del arquitecto técnico de obra y la tarea de prevención del
técnico prevencionista” (Lombardi, 1999). Asimismo,
existen problemas como: la empresa subestima los aspectos de la seguridad
argumentado restricciones económicas, la mayor desprotección en las obras del
interior debido a la falta de capacitación en prevensión
de los profesionales en un contexto de falta de registro de las obras, la
existencia de conflictos derivados de aquellas obras por administración que son
un puente entre lo formal e informal: “como aquel dueño que contrata un técnico
(firma), alquila equipos, arma andamios en las peores condiciones, y los
elementos de protección personal son de mala calidad” (Lombardi, 1999).
Otra figura importante es el
especialista en higiene y seguridad. En Argentina, su tarea en la obra de
construcción es insuficiente, ya que mientras un grupo de profesionales limita
su acción a tareas administrativas, realizando muy pocas visitas a obra, otro
grupo, con estabilidad laboral, señala la falta de estímulos profesionales en
la empresa, derivados de la legislación. Esto se desprende de sus propias
declaraciones, cuando indican que carece del apoyo empresarial porque faltan
premios significativos para quienes cumplen con las normas de seguridad. Esto
se agrava porque el colegio que los agrupa carece de un comité de ética que
responsabilice de alguna manera a quienes “no visitan los lugares de trabajo”,
así como de políticas destinadas a la capacitación continua de sus miembros.
Por el contrario, en el Uruguay no
se otorgan títulos de ingeniero especializado en higiene y seguridad, ni la
licenciatura de ingeniería laboral o ambiental. Sólo se forman técnicos prevencionistas, que pueden ejercer en forma particular o
estar afiliados a la Asociación de Promotores Privados de la Vivienda de Uruguay
(appvu),
que aglutina a inversionistas. Según se constató in
situ, los mismos
suelen tener a cargo a un número excesivo de empresas, generando una práctica
predominantemente administrativa que se acompaña con visitas a obra en casos
puntuales como: demolición, excavación e instalación de andamios.
5. La situación sociosanitaria de los trabajadores
5.1 Las patologías
de los trabajadores
La salud de los
obreros de la construcción puede ser analizada a partir de diferentes fuentes
de datos como:
·
Los registros de accidentes y enfermedades profesionales de los trabajadores
con todos los beneficios sociales;
·
Los registros de las enfermedades comunes de los trabajadores;
·
Los registros de las consultas de los ‘trabajadores no registrados’ en la salud
pública;
·
Los registros del empleo ‘informal’ en entidades privadas o en la salud
pública.
En cuanto a las
enfermedades profesionales, cabe aclarar que Argentina cuenta con datos
insuficientes, pues se realizaron 3% de los exámenes médicos pre-ocupacionales
y se diagnosticaron quinientas enfermedades profesionales (Faragó,
1999: 5) que carecen de referencia a la actividad económica de pertenencia del
obrero. En este sentido, los abogados laborales indican que: “la variable de
ajuste de las Aseguradoras de Riesgos del Trabajo (art) son las prestaciones, pues ‘las hernias no son
accidentes y los problemas de columnas no son enfermedad...’ e incluso del
total de siniestros laborales cubiertos sólo 1.2% son enfermedades
profesionales, lo cual no puede interpretarse como indicador de una población
sana, sino como un ocultamiento deliberado” (Ramírez, 2001: 2).
También Uruguay posee limitaciones,
pues los registros del bse
datan de 1989 y 1990, e indican que existen enfermedades de la
piel (68.33% de los
operarios), las alergias (23.3%
de obreros de la construcción) y los traumas
acústicos (6.67%) (mtss, 1991).
Cabe resaltar que la falta de difusión de los datos actualizados se relaciona
con el proceso de desmonopolización del mercado de seguros que se inició en 1994
y alcanzó a todos los rubros, a excepción del “seguro de riesgos del trabajo”.
En dicho marco estructural, ambos países carecen de datos referidos a las
ciudades de Rosario y Montevideo.
En cuanto a las enfermedades
comunes, las cifras no son comparables porque Argentina registra las consultas
del grupo familiar y Uruguay posee exclusivamente información de los
trabajadores.
En Rosario, el único estudio que se
difundió indica que los primeros tres motivos de consulta del grupo familiar
son: respiratorias, enfermedades de la vista y musculoesqueléticas.[15]
No obstante, es un registro insuficiente para el conocimiento específico del
perfil de morbi-mortalidad de los trabajadores.
En el caso de Uruguay, el órgano
encargado de diagnosticar y tratar las enfermedades comunes de los trabajadores
enfermos es el Banco de Previsión Social (bps).
Según sus registros, los motivos de consulta de 1999 indican que: 29.5% padece
problemas osteomusculares, seguido de 19.4%, que
sufre de traumatismos, y finalmente 10% posee patologías circulatorias. En
menor grado, se registran enfermedades respiratorias (7% de los pacientes),
digestivas (6.2% de las consultas), y tumores (4.2% de los registros). En
dichos informes oficiales se comprueba que durante un año, cerca de 25% de los
trabajadores de la construcción han obtenido certificaciones médicas (Banco de
Previsión Social, 2000).
Sin embargo estos datos son
limitados, porque ignoran los altos porcentajes de informalidad, que como se expresó anteriormente,
adquiere diferente magnitud para la cámara empresarial, el sindicato o el mismo
bps. Se desconoce la situación de
salud de estos obreros, porque concurren a sectores que no poseen interconexión
entre sí, como las mutuales privadas o al sector público.
Según el representante sindical
uruguayo, el área de salud laboral del bps
debería detectar la relación entre las enfermedades y el medio laboral desde
una concepción científica, pero lamentablemente se ha convertido en un sistema light, “donde está todo bien”. Incluso
señala: “hace cuatro años que insistimos sobre la necesidad de publicar los
datos sobre la salud de los trabajadores y realizar un sistema de estadística y
seguimiento, pero no encontramos respaldo político… pues
se está disimulando u ocultando un agravamiento de las condiciones de trabajo
en el Uruguay”.[16]
5.2 Los accidentes
de trabajo
En Argentina
existe una legislación abultada que cambió radicalmente la cobertura de riesgos
del trabajo desde 1996, creando la figura de las Aseguradoras de Riesgos del
Trabajo (art), que son operadores
privados que aseguran a las empresas afiliadas, las ayudan a elaborar sus
planes de seguridad industrial y deben informar a la Superintendencia de
Riesgos de Trabajo (srt, órgano oficial dependiente del
Ministerio de Trabajo de la Argentina) de los siniestros y las enfermedades
laborales que ellas registran.[17]
Según los propios datos de las srt, mientras
aumenta el número de empresas, disminuye el número de obreros afectados al
sector. De acuerdo con los registros gubernamentales, el total de empleadores
de la construcción asegurados pasó de 15,110 (mayo de 1997) a 19,342 (mayo de
2000). Contrariamente a esta cifra, se redujo el número de personas ocupadas
con cobertura de riesgos de trabajo, pasando de 250,000 (mayo 1997) a 234,955 (mayo
de 2000). Pero, paradójicamente, este descenso en la población ocupada estuvo
acompañado por un incremento en el total de siniestros y casos fatales (V. los boletines de la srt de los
años: 1997, 1998 y 1999), ya que mientras en 1997 se identificaron 48,963
siniestros, en 1999 la cifra alcanzó los 57,745 casos.
Se desconoce la situación de la Mercociudad
de Rosario, ya que
según los registros gubernamentales, sólo existen datos generales de la
provincia de Santa Fe (de la cual Rosario es la ciudad de mayor tamaño).
Asimismo, tampoco registra la realidad de las obras en cada lugar, pues se
incluye a la empresa según su ámbito de residencia, desconoce la existencia de
entidades de una jurisdicción que gana licitaciones y ejecutan proyectos en
otro ámbito geográfico.
La situación de desprotección
estatal se ha profundizado con la última modificación legislativa (Ley 1278/00)
que pareciera salir en auxilio de las art
y en perjuicio de los trabajadores, ya que reduce el universo de inspección
nacional de las srt
a unas 3,412 empresas y 812,806 trabajadores del total de 430 mil empleadores
afiliados al sistema y de los 4 millones 988 mil trabajadores asegurados
durante 1999. Esto significa cubrir 47% de la siniestralidad total a través del
plan de acción para empresas críticas con una incidencia de 10% superior a la
media del sector. Este hecho generó un enorme rechazo entre los abogados
laborales, de modo que su presidente afirmó: “de esta forma hay una prevensión al revés, porque será prevensión
sobre el mayor índice de siniestralidad... O sea una vez que ocurrieron los
hechos. ¡El trabajador se tendrá que enfermar, que accidenter
y que morir para que vayamos a verlo!” (Ramírez, 2001).
En cuanto a Uruguay, cabe señalar
que al momento en que surge la ley en Argentina, como se expuso en el primer
párrafo de este subtítulo, el bse deja de publicar los boletines de siniestralidad,
debido a la probable desmonopolización del seguro de riesgos laborales.
Este hecho fue anunciado recientemente por el presidente de Uruguay (Correio Sindical do Mercosul,
2000: 4).
No obstante, existen dos fuentes
secundarias de información de la situación en dicho país: el bse y el
Ministerio del Trabajo y Seguridad Social (mtss). Por un lado, según cifras del banco, las ocupaciones más
riesgosas en el país son: albañil, conductor, limpiador, maquinista, mecánico,
carpintero y cocinero, y el cargo con mayor siniestralidad es el de peón. La
mayoría son hombres con edades desde los 18 a los 36 años. Además, las cifras
de 1998 señalan que los incapacitados a causa del trabajo son 616 trabajadores,
correspondiendo: 414 a la industria en general, 102 al agro y 100 incapacitados
pertenecen a la construcción (sobre 4,813 accidentes) (Barreneche,
1999).
Por otro lado, según los casos de
mortalidad por accidente investigados por el Ministerio de Trabajo existe un
descenso en los mismos, pues, mientras en 1996 se producían 16 casos
fatales, en 1999 se registran 8 muertes. Lamentablemente, en la actualidad se ha revertido esta
situación, porque en un mes del 2001 se produjeron
7 muertes en Uruguay,
que el sindicato atribuye a la suspensión de las inspecciones gubernamentales
en el interior y en Montevideo desde septiembre de 2000 (La
República en la red,
Montevideo, 23 de enero de 2001: 29). El mtss replicó las acusaciones,
señalando que los siniestros se produjeron en el sector informal y durante el
periodo de licencia de la construcción, por lo que no tiene relación de
causalidad alguna con la actuación de dicha secretaría (La
República en la red,
Montevideo, 23 de enero de 2001, pág. 29).[18]
Cabe aclarar que estos registros son
insuficientes porque la realidad es diferente a la normativa legal. Según lo
estipulado en el Decreto del 22 de enero de 1936, Art. 157, y el Decreto 406 de
1988 (Prevención de Accidentes de Trabajo), Título vi, Artículo 3, que mantiene dicha precisión, el mtss posee el
cometido de controlar y fiscalizar las condiciones de trabajo del país e
investigar las causas de los accidentes que se producen. Lamentablemente en la
práctica sólo se entera de los mismos por dos vías: la denuncia de un
trabajador o bien la prensa, ya sea oral, escrita o televisiva (Asesor médico
del Ministerio del Trabajo de Uruguay, 2000). Por tal motivo, la información es
totalmente insuficiente.
Otros aspectos a considerar en
Uruguay son: la falta de criterios unificados en las entidades involucradas en
el diagnóstico, la asistencia y la prevención de los siniestros laborales y
enfermedades, que son el bse,
el Ministerio de Salud Pública, el Área de Toxicología y Salud Laboral del bps y los servicios de salud laboral.
Asimismo, existe un subregistro de datos sobre
enfermedades profesionales y accidentes de trabajo y el atraso de tres años en
la publicación de datos (ops,
2000a: 1).
6. Reflexiones
finales a partir de la noción de salud globalizada
La situación de
los riesgos del trabajo en la construcción se inscribe en el contexto de una
sociedad que ya no se organiza en torno a la producción, el trabajo y la
política, sino en torno a la comunicación y el consumo… y el lugar de encuentro
de la gente no es la fábrica, el partido, ni la asamblea, son los e-mail y el espacio público creado por los
medios de comunicación de masas (Garretón, 1998: 12).
Además, los mecanismos productores de solidaridad están desintegrándose de
manera casi irreversible debido a que el Estado providencia tradicional que
funcionaba como una máquina de indemnizar, fue concebido para tratar
situaciones coyunturales que se han convertido en estados desgraciadamente más
estables (Rosanvallon, 1995: 10).
En el caso de los países del
Mercosur también se observa esta retracción del papel del Estado como
compensador de los avatares a los que el mercado somete a los trabajadores. En
principio, las jurisdicciones locales de ambas Mercociudades
carecen de mecanismos
de licitación de obras donde comitentes, contratistas, subcontratistas y
proveedores sean seleccionados según prioridades sobre las condiciones de
higiene, seguridad y salud. Además, la inspección del trabajo de ambos países
carece del personal y de presupuesto suficientes destinado a realizar visitas
periódicas, tanto a las obras del sector formal como informal, de grandes
ciudades y del interior. No obstante, la inspección del trabajo del gobierno de
Uruguay todavía posee algún control sobre ‘la memoria de andamio’ dentro de
empresas del sector formal, ya que suele clausurar aquellas obras que
desconocen el marco legal.
Este hecho es preocupante si se
analizan los siniestros mortales. Por un lado se incrementan los casos en
Argentina; por otro lado, mientras en Uruguay parecía registrarse una reducción
de los casos entre 1993 y 1999, actualmente presenta un panorama inquietante.
No obstante, en ambos países preocupa la situación de seguridad en un contexto
de precarización e informalidad crecientes, en obras no registradas que carecen
de inspección gubernamental o sindical.
Algo similar ocurre en lo que
respecta a la salud de los trabajadores, pues en ambas jurisdicciones políticas
“faltan los reconocimientos médicos pre-ocupacionales y periódicos,
inspecciones en obra; cláusulas de seguridad y salud entre los comitentes,
contratistas y subcontratistas” (Rodríguez, 2001). Además, ambos países carecen
de fuentes confiables y comparables sobre: enfermedades ligadas al trabajo,
enfermedades comunes, discapacidad y siniestralidad de trabajadores formales,
informales y no registrados. Incluso, carecen de políticas de salud orientadas
a dicho campo de la medicina.
En ambos países, el Estado busca
desprenderse de la cobertura de los riesgos del trabajo y la salud laboral. La
desmonopolización del mercado de seguros, que en Uruguay permite la entrada de
aseguradoras privadas en todos los seguros, a excepción del de accidente
durante 1994, alcanza la cobertura de riesgos del trabajo de Argentina en 1996.
Por esa razón, actualmente Argentina posee aseguradoras privadas y Uruguay
todavía continúa con el seguro público en manos de la entidad estatal
denominado bse.
No obstante, los recientes anuncios del presidente de Uruguay sobre la
desmonopolización del seguro de accidente establecen un seguro privado.
Sin embargo, a pesar de que difieren
en la fuente de financiamiento de los costos de accidentes, ambos gobiernos
poseen una visión indemnizatoria del daño que elude la perspectiva preventiva y
educativa. Este proceso de transferencia de responsabilidades desde el Estado a
los particulares tiene un sustento en la tensión entre el principio de
solidaridad (la sociedad tiene una deuda con sus miembros) con el principio de
responsabilidad (cada individuo es dueño de su existencia y debe hacerse cargo
de sí mismo) (Rosanvallon, 1995: 21). La preeminencia
de una u otra visión tiene su correlato en una concepción de ‘los riesgos del
trabajo y la salud’, que adquiere diferente forma en otros dos actores significativos:
los empresarios y el sindicato.
En cuanto a los empresarios, cabe
destacar que en Montevideo invierten en medidas individuales y colectivas de
prevención, así como en mejorar las condiciones de bienestar (instalación de
comedor, vestuario y baño con ducha y agua caliente). Por el contrario, la
mayoría de los empresarios de Rosario consideran al sistema como un seguro más,
donde pagan una alícuota mensual y se desligan de cualquier inversión en medias
individuales y colectivas (incluso eluden contratar un profesional de higiene y
seguridad en forma permanente).
En lo que respecta al sindicato de
los trabajadores, en principio se observa un comportamiento diferenciado.
Mientras el sunca difundió un
diagnóstico de la salud de los obreros en los últimos diez años dentro de la
Comisión de Salud Laboral y Medio Ambiente del pit-cnt y ha capacitado delegados
de seguridad en obra, el sindicato argentino uocra continúa preocupado por la
asistencia médica individual y carece de registros que diferencien la salud del
obrero de la de su familia, desinformando a la opinión pública. Sin embargo, en
ambos casos pareciera que aún predomina una visión de salud laboral ex-post, que considera a los accidentes y las
enfermedades a posteriori, o sea a partir de las secuelas.
Este develamiento
del contexto regional vigente puede tener efectos aflictivos y desalentadores.
Sin embargo, la manera de evitar el agravamiento de las condiciones de trabajo
en las obras de construcción requiere de una visión de la salud globalizada,
capaz de identificar aquellos problemas derivados de
la globalización de la producción y
la exportación de riesgos, que caracterizan el comportamiento
de algunas empresas europeas como el caso típico del traslado a Rumania de la
producción de aislante desde una fábrica de Busseto,
Italia, luego de la prohibición de
amianto en dicho país durante 1981. Se transfiere la producción debido a la
legislación y los sistemas político-administrativos débiles... No sólo por el
menor costo de la mano de obra, sino también para eludir las ataduras
legislativas en materia ambiental y de seguridad (Frigeri,
1999: 7).
Por esta razón, se plantean nuevos
retos para la salud pública internacional, pues “la movilidad creciente de las
personas, los bienes, de las empresas y de la información determina la
transferencia a nivel fronterizo o multinacional de riesgos de la salud
relacionados con los entornos del trabajo, el ambiente y el comportamiento” (ops, 2000c).
De esta forma, la salud de un país se ve afectada por la globalización de las
enfermedades (Gro Harlem Brundtland, 1999: 14). En
ese sentido, la ops
organizó un encuentro internacional de personas de habla hispana de eeuu y
delegados de los países de Centro y Sudamérica, donde se ha señalado la
necesidad de poner en operación políticas tendentes a la armonización de la
legislación, la capacitación y las acciones universitarias, estatales y no
gubernamentales en la salud de los trabajadores.
En el caso de la construcción, la
perspectiva de la salud globalizada precisa de algunas decisiones
gubernamentales regionales y nacionales, de investigaciones científicas,
empresariales, sindicales y de las organizaciones no gubernamentales, a favor de un trabajo
decente, que “no se
circunscriba a un trabajo con adecuados niveles de productividad y salarios,
sino que requiera que el trabajador esté protegido frente a los riesgos de
accidentes, ya que la prevención de estos riesgos constituye una inversión
social y es económicamente rentable” (oit, 1999: 18). Esto
implica armonizar las normativas de salud de los trabajadores que vaya
acompañada de acuerdos multilaterales de la salud pública, debido a la
creciente informalidad laboral.
Asimismo, requiere de la
coordinación de metodologías para evaluar riesgos, ratificar convenios
internacionales y armonizar aquellas leyes laborales que regulen las
condiciones de trabajo y los subcontratos (Montanaro, 2001: 2), asegurar los
derechos a la formación, información y participación de los trabajadores en la
prevención y la paralización del trabajo inseguro. Si bien en el derecho de la
seguridad social cada país tiene un derecho administrativo particular, eso no
implica que no se puedan aunar criterios en el reconocimiento de algunos
derechos como: las lesiones por esfuerzos repetitivos, el amianto, el accidente
in itinere, etcétera (Carneiro, 2001).
Sin embargo, el mayor desafío,
proviene del necesario viraje cultural en todos los actores sociales, de la visión
indemnizatoria del riesgo
a la detección previa de la seguridad en cada una de las etapas de la obra:
proyecto, organización y ejecución.
En suma, mientras los actores
sociales eviten reflexionar sobre la pérdida de centralidad del trabajo y la
política (Garretón, 1998: 2), como se la conocía
hasta ahora, y evadan la tensión entre la solidaridad institucionalizada y la
gestión preventiva de los riesgos del trabajo, seguirá reproduciéndose el mal
de nuestra época:
“Unos se matan por trabajar, debido al empleo precario, a la coacción externa
del miedo al desempleo, y otros se matan trabajando: ¡o nada o demasiado!”
(Castillo, 1997: 424).
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Enviado: 4 de junio de 2001
Aceptado: 18 de julio de 2001
[1] El presente trabajo es parte de la
investigación que se lleva a cabo como Becaria de Perfeccionamiento del conicet, Argentina.
[2] Si bien este acuerdo multilateral
resuelve el problema del acceso del trabajador al sistema de los Estados partes
de destino, aprovechando las contribuciones realizadas en los Estados de
origen, no se soluciona el problema de discrepancia entre las contribuciones en
las prestaciones de la Seguridad Social en los Estados partes (Assis de Almeida, 2000: 6).
[3] El índice de
frecuencia se calcula
con la siguiente fórmula: Accidentes x 1’000,000 / Horas-hombre trabajadas.
[4] Se incluyen los siguientes costos: el
daño a la propiedad, el tratamiento médico, el gasto administrativo y los
incurridos (la seguridad social, los empleadores, las aseguradoras, el
gobierno, los sindicatos y los abogados), y la reducción neta de la producción
de bienes y servicios debido a la pérdida por muertes y por lesiones (Kornblit, 1994: 83).
[5] Si bien originalmente estaba pensada
una muestra mayor, nos vimos obligados a reducir el campo de estudio del año
2000 a dos ciudades: Montevideo (capital de Uruguay) y Rosario (Argentina)
debido a las restricciones presupuestarias de conicet. Rosario ocupa el tercer
lugar de importancia en el interior de la Argentina, después de las ciudades de
Córdoba y la Capital Federal.
[6] En la Encuesta Permanente de Hogares
(eph) de
la provincia de Santa Fe se incluyen en el Conglomerado de Rosario las
siguientes ciudades: Pérez, Funes, Pto. Gral. S. Martín, Villa Gdor. Gálvez, Gdero. Baigorria, Capitán Bermúdez,
San Lorenzo, Fray Luis Beltrán.
[7] Jorge Pazos es un dirigente de la
Cámara de la Construcción de Uruguay, que fue entrevistado el 8 de mayo de 2000
en Montevideo, Uruguay.
[8] Con relación a la fuerza laboral que
integra este sector, existen numerosas categorías como: a) Trabajadores por
cuenta propia, que no perciben salario, pero son retribuidos por su labor; b)
Propietarios o empleadores de microempresas, que cuentan con aprendices y
algunos trabajadores contratados, generalmente de palabra; c) Jornaleros
asalariados, que son empleados por las microempresas, normalmente sin contrato
formal (eventuales o permanentes); d) Trabajadores familiares, que por lo
general no reciben salarios, sino retribución en especie, por alojamiento o
comida, y e) Trabajadores asalariados, que eligen su lugar de trabajo y
generalmente desarrollan sus actividades en su propio domicilio (Pérez Herrera,
1999: 3)
[9] Entrevista con Jorge Pazos.
[10] Entrevista con Ronald Graside, dirigente sindical del Sindicato Único Nacional de
la Construcción y Anexos (sunca), que
pertenece a la Comisión Nacional de Salud y Seguridad Ambiental de la única
central de trabajadores de Uruguay (pit-cnt, Plenario Intersindical
de Trabajadores-Convención Nacional de Trabajadores). Fue entrevistado en Montevideo,
Uruguay, el 8 de mayo de 2000.
[11] Entrevista con Ernesto Murro,
director en representación de los trabajadores del Banco de Previsión Social de
Uruguay. La entrevista fue realizada en mayo de 2000.
[12] Entrevista con Pierlet,
inspector del trabajo del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, que fue
entrevistado en Montevideo, Uruguay, el 28 de abril de 2000.
[13] Declaraciones emitidas por el
representante del sindicato de la uocra/Rosario durante las visitas realizadas junto al
inspector de la Superintendencia de Riesgos del Trabajo, a dos obras de
Rosario: el hipermercado coto y un
edificio de la zona centro –Buenos Aires 1021–, Rosario, 21 de diciembre de
2000.
[14] Sólo se accedió a un documento
denominado “Seguridad y Supervisión” (señalando los elementos de protección
personal, el trabajo en altura y las excavaciones). Se argumenta la dependencia
jerárquica de la Fundación de Educación y Capacitación para los Trabajadores de
la Construcción (Declaraciones del arquitecto Hermes del Rey, entrevistado el
19 de diciembre de 2000, en Rosario).
[15] Los registros de Rosario son de 1994
porque durante 1998 no se obtuvo una respuesta favorable del director médico de
la obra social de la uocra
de Rosario. Incluso le solicitamos los registros del personal de obra que
pertenece al plantel de las empresas que estábamos estudiando, pero nos
respondió: “desde Buenos Aires sostienen que esos datos no pueden salir afuera,
salvo que participe en la investigación el director médico de Rosario”. Como no
accedía, al año siguiente regresé mediante un contacto con el Jefe de los
médicos residentes. Dicho profesional mostró una gran predisposición en el
primer encuentro, pero en el segundo encuentro manifestó que el director médico
puso trabas. Lo mismo sucedió cuando desde la Facultad de Medicina se invitó a
una mesa de debate a la psicóloga de la obra social.
[16] Entrevista con Graside,
2000.
[17] Estas funciones son ambiguas y
contradictorias, como señala un representante de dichas aseguradoras: “no se
puede ser juez y parte al mismo tiempo“ (Entrevista con A. López Catáneo, 1997).
[18] Este problema también fue señalado por la Cámara de la Construcción de Uruguay, cuando afirmaron: “El alto porcentaje de informalidad que aumenta el riesgo de accidente, pues los accidentes que se produjeron el año 1999 fueron en changas como el que estaba trabajando con una hormigonera con su hijo, y murió electrocutado. En general carecen de disyuntor y están lejos de la capacitación” (Entrevista realizada al representante, Jorge Pazos, durante el mes de mayo de 2000 en Montevideo).