El hejab (pañoleta islámica) en el Irán
actual: una visión de las mujeres respecto a su uso
Masoumeh Velayati*
Abstract
This
paper examines the different ways in which the hejab is perceived and used by Iranian women, emphasizing
on the fact that the meanings given to hejab are contradictory and complex for veiled and unveiled
women and it plays different roles in different contexts. The paper makes a
comparison between the use of hejab before, during and after the Islamic revolution, and
establishes a contrast between the literature written by muslim feminists, and the perception of some
informants. It concludes that compulsory hejab is a patriarchal or fundamentalist tool used by men
for controlling women, whereas voluntary hejab can be
an emancipatory tool used by women for delivering
themselves from patriarchal and cultural boundaries to legitimate their
presence in public life whilst still retaining their cultural traditions.
Keywords:
Islam, muslim feminism, contemporary
Iran.
Resumen
El trabajo
examina las diferentes formas en que las mujeres iraníes perciben y usan el hejab,
enfatizando en el hecho de que los significados otorgados al mismo son
complejos y contradictorios tanto para las mujeres que lo usan como para las
que no, y juega papeles diferentes según los contextos. En el artículo se hace
una comparación entre el uso del hejab antes, durante y después de la
Revolución Islámica, y se contrasta la literatura escrita por feministas
musulmanas con las percepciones de algunas informantes. El trabajo concluye que
el hejab obligatorio es una herramienta
patriarcal usada por los hombres para controlar a las mujeres, mientras que el hejab
voluntario es una herramienta usada por las mujeres para liberarse a sí mismas
de las ataduras patriarcales y culturales y para legitimar su presencia en la
vida pública, al tiempo que conservan sus tradiciones culturales.
Palabras clave: Islam, feminismo musulmán, Irán contemporáneo
* Department of Politics, University of York, Correo-e: mv109@york.ac.uk
1. Introducción[1]
Habiendo
experimentado los procesos de modernización, secularización e industrialización
durante más de medio siglo previo a la Revolución Islámica, Irán cambió el
curso de su vida cotidiana bajo la gran influencia del Islam a través de una
nueva interpretación. El paradigma elegido en este artículo para la
interpretación de los procesos de descentramiento y pluralidad es el tema del hejab
y sus muy complejos significados durante, antes y después de la revolución en
Irán.
En el verano de 1998 llevé a cabo
una investigación orientada a analizar si el hejab es opresivo para las mujeres iraníes
–como argumentan muchas feministas– o si las mujeres lo usan a su favor. En
esta investigación participaron nueve mujeres, de las que, cinco eran amas de
casa para quienes el hejab es una obligación religiosa; y cuatro
eran mujeres que no usaban la pañoleta, una de ellas era empresaria, y dos
estudiantes. Una de las estudiantes había decidido usarla o no usarla,
dependiendo de las circunstancias. Estas mujeres eran originarias de diferentes
lugares de Irán, vivían en el Reino Unido y provenían de diversos contextos
sociales, tanto de familias religiosas y tradicionales, como de familias
modernas orientadas al poder. Todas tenían una escolaridad de, por lo menos, nivel A.
El presente artículo está basado en
una revisión bibliográfica, así como en entrevistas con estas nueve mujeres
iraníes para examinar sus actitudes hacia el uso de la pañoleta y su carácter
obligatorio en Irán. La revisión bibliográfica está basada principalmente en
las discusiones de las feministas iraníes establecidas en Occidente, quienes
tienen una variedad de argumentos acerca del papel del hejab
en las vidas de las mujeres iraníes. Sin embargo, en general estos argumentos
pueden dividirse en
dos líneas fundamentales. Algunas de estas mujeres tienen una perspectiva muy
negativa respecto al hejab. Para ellas, el hejab
es el máximo símbolo de la dominación fundamentalista sobre las vidas de las
mujeres, así como un símbolo de la opresión y subordinación de la mujer. Esto
en lo que se refiere principalmente al movimiento de retorno al uso de la
pañoleta entre las mujeres iraníes a finales de la década de los años setenta.
Sin embargo, otras feministas examinan el tema del hejab en el interior de los contextos en
que éste es adoptado. Para ilustrar los diferentes argumentos alrededor del
tema del uso de la pañoleta en Irán, es esencial llevar a cabo una breve
revisión de los principales cambios políticos que han tenido lugar en el Irán
del siglo xx,
y que han jugado un papel preponderante en la conformación del tema de la
mujer.
2. El tema de la
mujer en la formación del moderno Estado iraní
En el Irán del
siglo xx,
el tema de la mujer se ha situado como parte central de los discursos políticos
debido a dos importantes revoluciones nacionalistas. En cada periodo, por la
falta de alguna organización autónoma feminista y la consecuente carencia de
una ideología feminista coherente, el tema de la mujer se volvió, más que una
política radical de género, una parte esencial de los debates políticos
alrededor de los cambios sociales. Por lo tanto, la primera decisión urgente
para proteger al país de una situación de caos y dotarlo de fuerza en el poder
político del Estado centralizado fue la introducción de la discusión acerca del
uso o no uso obligatorio de la pañoleta.
En la primera mitad del siglo y a
través de la imitación de los modelos occidentales, la esencia del movimiento
nacionalista fue de naturaleza secular y el Islam fue asociado con el
retroceso. Por lo tanto, la abolición de las prácticas tradicionales –como el
matrimonio infantil, el uso de la pañoleta y la reclusión en nombre de la
religión– se volvió tema de los debates políticos (Paidar,
1996: 52 y Afkhami, 1994: 6). Con el propósito de
establecer una sociedad moderna basada en las reformas occidentales, Reza Shah[2]
planeó eliminar cualquier signo de tradicionalismo y ‘retroceso’. Una de estas
reformas consistió en la obligatoriedad de no utilizar la pañoleta, y fue
instaurada el 8 de enero de 1936. La ley de abolición obligatoria del uso de la
pañoleta y las políticas de género de Reza Shah
fueron apoyadas por las mujeres y hombres de clase alta, así como por la recién
creada clase media, debido a lo prometedoras que resultaban para la
emancipación de la mujer (Paidar, 1996 y Ahmed,
1992). Ello, sin embargo, provocó la humillación, discriminación y reclusión de
la mayoría de las mujeres de las clases populares (Hoodfar,
1993). Durante el mandato de su hijo,[3] a
pesar de la relajación en la obligatoriedad de no usar la pañoleta, las
políticas de discriminación evitaron el acceso de las mujeres con pañoleta a
los empleos, debido a la ideología estatal oficial acerca de ésta (Hoodfar, 1993). Las desigualdades de género continuaron
debido a la naturaleza limitada de las reformas para la mujer, así como a la
desigual distribución de oportunidades.
Con excepción de una minoría de
clase media alta, la mayoría de las mujeres fueron forzadas a cumplir sus
obligaciones domésticas como parte esencial de sus vidas (Poya, 1992; Ashfar, 1989; Shahidian, 1997; Moghissi, 1993). La política de secularización, así como la
existencia en la sociedad de creencias tradicionales, patriarcales y religiosas
llevó a la mayoría de las mujeres a percibir el mensaje del Estado como
contradictorio con respecto a su cultura tradicional. A mediados de la década
de los setenta, con el ascenso del movimiento de oposición asociado con el
Islam y su énfasis en los sentimientos antioccidentales y antiimperialistas, el
hejab se volvió un símbolo de resistencia y
solidaridad entre las mujeres (Paidar, 1996: 54-7 y Yeganeh, 1993: 7). Las mujeres más jóvenes y mejor educadas
pertenecientes a la clase media tradicional, ambivalentes respecto a las
reformas de Pahlavi, tenían un apasionado interés en un modelo de roles
alternativos por medio del cual pudieran salvaguardar su presencia social y sus
valores culturales indígenas y tradicionales. Para los activistas islámicos, el
Occidente y sus modelos políticos y culturales eran y son aún considerados
tanto opresivos, como culturalmente amenazadores.
Al criticar la explotación de la
mujer como objeto sexual, resultado de la ciega imitación económica y cultural
de Irán con respecto a Occidente, se introdujo el modelo islámico de la mujer,
cuyo énfasis radica en el doble papel de las mujeres: como madres y
revolucionarias (Yeganeh, 1993: 7). La crítica
religiosa de la política de género de Pahlavi fue también apoyada por los
izquierdistas seculares, quienes no tenían alternativa alguna a la desigualdad
sexual y a las políticas de género de los Pahlavi (Shahidian,
1997 y Moghissi, 1993). Tanto para islamistas como
para izquierdistas, una mujer aceptable en la sociedad iraní debía ser modesta, tanto en términos de expectativas
sociales como de comportamiento y vestido (Najmabadi,
1991). Por otro lado, puesto que la ideología religiosa acerca de la mujer
estaba basada en la libertad política prometida, la independencia cultural, la
desigualdad económica y la justicia social, muchas mujeres renunciaron a las
promesas de la modernización de acuerdo con lo que entendían desde su ideología
islámica. Por lo tanto, un amplio grupo de mujeres, tanto seculares como
religiosas, dio la bienvenida al nuevo modelo puritano de la mujer musulmana,
basado en factores ideológicos y políticos, en oposición a los valores
occidentales acerca de la mujer.
De este modo, a pesar de todas las
consecuencias de la eliminación del hejab, este símbolo de ‘retroceso’ fue
gradualmente adoptado por muchas mujeres educadas de clase media y media baja,
como una protesta política o religiosa hacia las políticas de género adoptadas.
El concepto de gharbzadegi (intoxicación occidental, westoxication), concepto compartido por todos los partidos, se volvió
un medio útil de politizar el hejab (Najmabadi,
1991). El uso de la pañoleta, sin embargo, no significó retroceder a las
prácticas tradicionales. Por el contrario, se trataba de un “regreso a la
identidad cultural”, algo nuevo por medio de lo cual las mujeres podían
distinguirse tanto del modelo tradicional como del modelo occidental de mujer.
Por esta razón, cuando adoptaban el hejab islámico, elegían una tela muy simple
que no era ni tan restrictiva como el chador, ni tan moderna como la ropa
occidental. Este nuevo hejab se volvió un símbolo del rechazo de
la mujer hacia el concepto de “mujer consumista moderna”, así como un símbolo
de solidaridad para unificar a las mujeres de diferentes contextos sociales.
En la ideología islámica de género
la maternidad era glorificada y las mujeres eran vistas como miembros
invaluables de la familia. Así, después de la derrota del Shah
y debido a la falta de una ideología feminista coherente, esta perspectiva
ideológica fue percibida como de prosperidad para la mayoría de las mujeres,
que se encontraban fundamentalmente marginadas en la era Pahlavi, a quienes se
les otorgó un “papel ‘central’, ‘fundamental’ e ‘invaluable’, papel que nunca
antes habían valorado” (Afshar, 1989: 119). Las
nociones definidas por los varones –profundamente compartidas por algunas
mujeres activistas– acerca de la debilidad biológica, emocional e intelectual
de la mujer, y del papel destructivo de la sexualidad femenina, por un lado, y
la debilidad del hombre frente al atractivo de la mujer, por el otro (Afshar, 1994), llevaron a esta noción de que la sexualidad
de la mujer debía ser controlada y domesticada para prevenir su potencial poder
seductor. A pesar de las protestas y demostraciones inmediatas por parte de las
mujeres en contra de los conceptos fundamentalistas acerca de la imposición del
hejab en el verano de 1980, la mujer quedó
sujeta a un rígido control.
La imposición del código de
vestimenta por parte del Estado islámico generó diferentes puntos de vista
entre las feministas occidentales e iraníes, dentro y fuera de Irán. Para la
mayor parte de quienes se oponen a ellos, la política de islamización y el hejab son los símbolos de la opresión de la
mujer en Irán, debido a que han dado como resultado la exclusión de la mujer de
algunos campos de estudio, la prohibición de la justicia, la imposición de
reglas estrictas, etcétera. Para las mujeres iraníes que habían luchado por
mucho tiempo para obtener un limitado nivel de igualdad y protección en la
familia la política de islamización ha significado opresión y una derrota real.
Así, para este sector de mujeres, el consentimiento de la mujer en la adopción
del hejab es considerado como falsa conciencia
por medio de la cual ellas juegan un papel muy importante en su propia
‘desigualdad’.
Algunas otras feministas han
percibido el otro lado de la moneda, y confirman los resultados opresivos del
uso de la pañoleta, argumentando que los nuevos conceptos de mujer han jugado
un papel emancipador en las vidas de muchas mujeres de clase baja y
tradicional, en donde debido a sus códigos morales, éstos les han ofrecido una
definición aceptable para el trabajo fuera del hogar. Así, dichas mujeres deben
su presencia pública y su compromiso económico a la ideología islámica.
El fracaso del Estado islámico,
debido a sus políticas contradictorias para responder a las promesas hechas a
las mujeres respecto a la libertad política, la justicia social y la igualdad
económica, motivaron a las feministas islámicas a oponerse a las políticas de
género del Estado. Por lo tanto, desde finales de la década de los años ochenta
al interior del establishment religioso y político, las feministas
islámicas iraníes dieron inicio a su campaña autónoma contra las prácticas
discriminatorias hacia la mujer en los ámbitos de educación, empleo, política
y, de manera particular, la familia, mediante sus interpretaciones radicales
centradas en la mujer respecto a la ley shari’a; y tuvieron éxito en eliminar algunas
de las prácticas discriminatorias y en encabezar muchas otras reformas en favor
de los intereses de la mujer. Sus campañas se orientaron, principalmente,
contra los conceptos elaborados por los varones acerca de la mujer y la
domesticidad, aparejados a sus interpretaciones de la ley islámica. La Ley de
Protección a la Familia constituyó una plataforma para las feministas seculares
durante el periodo del Shah, y fue abolida por su
naturaleza no islámica inmediatamente después de la revolución. Pero las
feministas islámicas lucharon por ella y lograron restaurarla nuevamente en
1992; esta última no sólo perseguía los mismos objetivos, sino que incluso
incorporaba algunas estipulaciones para otorgar mayor apoyo económico en las
leyes de divorcio (Mir-Hosseini, 1995 y 1996).
Al hacer referencia a los análisis
de las feministas, pretendo dilucidar si las mujeres son embaucadas para usar
la pañoleta, como argumenta la mayoría de estas feministas, o si la pañoleta es
percibida de manera genuina como algo que responde a sus propios intereses.
Pretendo observar si es posible emplear alguno de los argumentos de las
feministas acerca del hejab y su carácter obligatorio en Irán,
para arrojar luz acerca de las perspectivas de mis informantes y, a la inversa,
si alguna de las perspectivas de mis informantes confirma o desafía estas
posturas feministas.
3. Puntos de vista de
mis informantes acerca del hejab
He clasificado mi
análisis en cinco secciones: las impresiones sobre el hejab;
el papel de la familia en la conformación de las ideas acerca del hejab;
sus ventajas y desventajas; el énfasis de la República Islámica en el código de
vestimenta de las mujeres; y la propia actitud de las mujeres hacia el hejab
y su carácter obligatorio en el Irán actual.
De acuerdo con mis informantes, el hejab
es una manifestación de diversos significados; en primer lugar el tipo de hejab
indica la posición social de la mujer que lo usa; en segundo lugar, hace
referencia a las relaciones de parentesco, puesto que la mujer musulmana usaría
el hejab en presencia de na-mahrams;[4] en
tercer lugar, hace referencia al tema de la sexualidad; en cuarto lugar, en los
países no islámicos es un indicador de la identidad de quien lo usa; y lo más
importante en el contexto iraní, demuestra la hegemonía de las políticas
islámicas.
Aquellas informantes que usan
pañoleta perciben el hejab como una obligación religiosa que
todas las mujeres musulmanas deberían cumplir para demostrar un sentido
interior de modestia al evitar todo tipo de pecados, particularmente el deseo
sexual. Una de las mujeres dijo: “el hejab es una ley de Alá, nos guste o no.
Creo que el verdadero hejab proviene del corazón, y el hecho de
cubrir el cuerpo es un reflejo material de las creencias interiores”. Otra
mujer dijo: “Si a ellas (a las mujeres que no usan la pañoleta) no les gusta
usar el hejab, no deberían llamarse a sí mismas
musulmanas.” El puritanismo defendido por el Islam para evitar la expresión de
los deseos sexuales de ambos sexos fuera del matrimonio fue mencionado a menudo
por estas mujeres. Aunque las informantes que no usan la pañoleta no la
consideran como un requisito religioso, sí la usan de manera voluntaria durante
algunos eventos religiosos o en algunos contextos tradicionales. Cierta mujer
que no usa la pañoleta mencionó: “Utilizo el hejab, si voy a una mezquita o si hay
partes religiosas o ceremonias, o cuando lo necesito.” Sin embargo, todas las
informantes consideraron que el uso de una vestimenta apropiada es un valor
para la mujer, pero no al grado en que el Islam lo recomienda.
A pesar de la influencia de diversos
factores en la conformación de las ideas de mis informantes acerca del hejab,
tanto las informantes que usan la pañoleta como las que no la usan, afirmaron
haber seguido como modelo a sus madres respecto a usar o no el hejab,
y esperaban que sus hijas, a su vez, las tomarían a ellas como modelo. Una
mujer que usa la pañoleta afirmó:
Mi madre fue
quien más influyó en mí. Ella constantemente nos aconsejaba prestar atención a
nuestro hejab y a la matant (modestia). Ella solía decir que una
chica es como una tela blanca. Una vez que una chica es acusada de no tomar en
cuenta su castidad y su modestia, será como una tela blanca manchada, con una
mancha que no puede limpiarse fácilmente. Contrario a lo que los occidentales
puedan pensar acerca de que los padres, los hermanos o los esposos obligan a
las mujeres a practicar el hejab, fue mi madre quien jugó el papel más
significativo en mi decisión de utilizar la pañoleta.
El papel de los
esposos no es tan determinante, aunque influyen en el uso del hejab
en las mujeres, particularmente en los primeros años de matrimonio, debido a la
importancia de la familia como una “institución sagrada” en la cultura iraní,
así como al papel de la mujer en el mantenimiento de su dignidad. Esto se debe
a que la mayoría de las parejas en Irán están cultural e ideológicamente
establecidas antes del matrimonio y, por lo tanto, practicar o no practicar el hejab
es a menudo un asunto que concierne a ambos. Una mujer que usa la pañoleta
dijo:
Mi esposo está
de acuerdo con el hejab. Una de nuestras condiciones de
matrimonio fue que yo usaría hejab, no chador. Yo acepté esta condición, porque ya
había tomado la decisión de hacerlo después de casarme. Por el contrario,
rechacé a uno de mis pretendientes por exigirme usar chador. Si él me hubiera pedido que no usara
pañoleta, tampoco lo habría aceptado. La razón es que existe una diferencia
entre el hombre que exige usar el hejab, y el que exige que no se use en
absoluto. El primero tiene algunos compromisos hacia la religión en su vida,
mientras que el segundo puede no tenerlos para nada. Aún después de mi
matrimonio yo siempre uso mi hejab de la forma en que a mí me interesa
hacerlo, no como él me pide que lo haga. Durante un tiempo él quiso que
cubriera mi cabello completo, pero yo cubro sólo una parte.
Por otro lado,
una mujer que no usa pañoleta mencionó: “Si yo sigo a mi esposo, él me impondrá
el uso de la pañoleta. Me parece que todos los hombres piensan de la misma
manera.”
Acerca de las ventajas del hejab,
dos de las informantes mencionaron que no existe ventaja alguna en su práctica.
Sin embargo, la mayor parte del resto de las informantes, tanto las que lo usan
como las que no, percibe que el hejab, debido a su carácter obligatorio en
Irán, es algo que está a favor de los propios intereses de la mujer, en
términos de su papel en el respeto propio y en la autoprotección contra el
acoso sexual de los hombres, la corrupción moral, los pecados, e incluso por la
seguridad que proporciona en una situación de riesgo, tal como una mujer que no
lo usa dijo:
…debido a que
en Irán las mujeres son obligadas a usarlo, están seguras con el hejab,
de lo contrario estarían en peligro. Las mujeres que se visten mal o que no
usan la pañoleta pueden ser arrestadas o castigadas. Otra ventaja que le
encuentro en nuestra sociedad es que el hejab es una forma de autoprotección contra
el acoso de los hombres. Hasta donde recuerdo de mi juventud, cuando yo no
usaba pañoleta en Irán, no me sentía segura cuando salía. Puesto que los
hombres no son precisamente civilizados, siempre había abuso verbal y chistes
groseros. Por las noches era aún peor, me parecía realmente amenazador. Si
hubiera estado cubierta, probablemente me habría sentido mejor. Pero ahora
desde que las mujeres en Irán se cubren, no creo que los hombres puedan
acosarlas fácilmente.
Sin embargo, las
mujeres que usan pañoleta se mostraron más preocupadas por las ventajas de ésta
en los casos de consolidación de la unidad familiar y en la reducción de la
tasa de divorcio, sacando a relucir la dedicación a los hijos, la salud y el bienestar
de la familia y la sociedad. La familia ha sido siempre considerada por la
mayoría en Irán como una institución clave para la salud, tanto de la sociedad
como de los individuos. Desde esta perspectiva, la sociedad se compone de
individuos, pero en forma de pequeños grupos llamados familias. Por lo tanto, a
través del mejoramiento moral de las familias se garantizará la seguridad de la
sociedad. Otra de las ventajas del hejab según las informantes que lo
practican es que permite que las mujeres de familias religiosas y tradicionales
tengan acceso a mayores niveles educativos, a empleos y a una mayor presencia
social. En el periodo prerrevolucionario, debido a la hegemonía de la
modernización, las mujeres que usaban la pañoleta no tenían un lugar y un estatus
para expresarse en la sociedad. Sus familias tradicionales y religiosas tampoco
les permitían ser parte activa de una sociedad llena de corrupción moral para
ellas, así que eran prácticamente dependientes de sus parientes varones. Una de
estas mujeres describe cómo:
En tiempos del Shah, debido a la corrupción existente en la sociedad, a
las mujeres de las familias religiosas y conservadoras sus familias les
impedían encontrar un trabajo o tener una mejor educación. Además, puesto que
las mujeres que no usaban pañoleta tenían prioridad sobre las mujeres que la
usaban, siempre había discriminación en la sociedad contra las mujeres que
usaban pañoleta. Pero ahora, como todas las mujeres tienen que cubrirse y son
casi lo mismo, no enfrentarán ninguna discriminación a condición de que tengan
la misma preparación. Actualmente, las mujeres de las familias religiosas
pueden ir a la universidad con chador, mientras que en aquella época eran
humilladas, y esa era en sí misma otra razón para la falta de éxito de las
mujeres que usaban pañoleta.
Otro de los
aspectos que fue planteado por las mujeres que usan pañoleta es la unidad de
las mujeres musulmanas y su respeto al Islam al practicar el hejab
en el Occidente.
Acerca de las desventajas del hejab,
el aspecto mencionado por ambos grupos fue la discriminación contra las mujeres
que usan pañoleta en las sociedades occidentales. Las mujeres que la usan
también mencionaron algunas dificultades prácticas, como la incomodidad del hejab
durante los días calurosos del verano, para lo cual se negaron a usar la
palabra “desventaja”, puesto que ellas creen que recibirán recompensas
espirituales por las penurias que soporten por el Islam: “Alá ha previsto
recompensas para aquellos que sean fuertes”, dijo una de las mujeres que usa
pañoleta.
Sin embargo, las mujeres que no usan
la pañoleta dieron diversas opiniones, como la restricción de los derechos y
las libertades de la mujer; la falta de opciones para la mujer; el dictado de
los hombres sobre las mujeres; la disminución del estatus de la mujer, la
humillación de la posición de las mujeres en la sociedad; la opresión a la
mujer; la desigualdad entre hombres y mujeres en términos del acceso a las
oportunidades; y la incomodidad. Las siguientes citas fueron expresadas por mujeres
que no usan pañoleta:
Si estuviera en
Irán, creo que me sentiría frustrada por estar cubierta todo el tiempo,
particularmente cuando hiciera mucho calor. Algunas veces restringe la libertad
de las mujeres, por ejemplo, cuando las mujeres quieren escalar montañas, la
forma en que tienen que cubrirse lo hace difícil e incómodo, mientras que los
hombres no tienen que hacerlo.
No sé qué tanto el hejab
incidió en el bajo estatus social de la mujer en Irán. Pero creo que las
diferencias entre hombres y mujeres se han tornado serias y el estatus de la
mujer en la sociedad ha disminuido.
Me parece que ahora en Irán, puesto
que se cubren la mayor parte del tiempo, las mujeres se ven disminuidas y son
tratadas de manera desigual respecto a los hombres.
La imposición del
hejab en Irán se percibió de acuerdo con
cuatro perspectivas: el hejab como fenómeno religioso; como
identidad nacional e independencia cultural; como un asunto de políticas
sexuales; y como una demanda tanto política como religiosa. Las mujeres que
usan pañoleta piensan que la revolución fue únicamente un movimiento religioso.
Entonces, en un Estado islámico las exigencias del Islam deben ser respetadas
tanto por el gobierno como por el pueblo. Una de ellas dijo:
Puesto que más
del 90 por ciento de la población de Irán es musulmana, se trata de un país
islámico, y el hejab es también una de las reglas
islámicas mencionadas en el Corán. Es más, el pueblo de Irán se movilizó contra
el Shah y hubo cerca de un millón de mártires para
que pudiera haber un país islámico ideal. En una sociedad islámica ideal no
debería permitirse a las mujeres comportarse de formas no islámicas. En la
época del Shah, nuestra sociedad era casi el
Occidente, teníamos bares y clubes y nuestras mujeres eran arrastradas a la
corrupción, y todo lo que quedaba del Islam era el nombre. Así que hicimos la
revolución, porque perseguíamos algo que fuera diferente del Occidente.
Sin embargo, para
las mujeres que no usan pañoleta, la revolución fue un movimiento nacionalista
y sus demandas fueron independientes de las religiosas. Piensan que durante la
revolución, el papel de la mujer en la identificación de este nacionalismo
cultural consistía en usar pañoleta. Con esta perspectiva, una mujer que no usa
pañoleta explica, en una forma muy interesante, su propia experiencia con el hejab
en el periodo revolucionario:
Nuestra
profesora de literatura decía todo el tiempo que el Athey (el Occidente) estaba tomando nuestro
petróleo gratis, mientras que en los pueblos de esta ciudad, en clima frío o en
invierno, la gente no tenía petróleo para calentarse. Ella siempre estaba
hablando de los pobres. Cuando el país se volvió contra el Shah,
ella usaba hejab. En realidad ella siempre tenía
mascadas extra, para dárselas a quien estuviera interesada. Yo nunca las usé,
pero la mayoría de las alumnas sí.
Sin embargo,
estas mujeres argumentan que la imposición del hejab es una forma sencilla de controlar a
la mujer y de destruir sus derechos humanos y su libertad individual en el
Estado Islámico.
Yo creo que es
una forma de oprimir y controlar a la mujer. Por ejemplo, si una mujer no usa
el hejab, no tendrá trabajo. De manera que es
una forma de control.
Algunas mujeres
perciben al hejab como un asunto tanto político como
religioso, por lo que interpretaron la instauración del hejab
obligatorio por parte del Estado Islámico en términos de autoridad, control de
la mujer, e identificación y presentación de Irán como un verdadero país
islámico frente al resto del mundo. Como menciona una mujer que no usa
pañoleta:
Para demostrar
verdaderamente el cambio. Para demostrar el estatus religioso de Irán a través
de la mujer, y el hejab de la mujer era una manera de
mostrarle al mundo que había una diferencia entre Irán como país islámico
y los otros países islámicos. […] Era (el hejab)
y es una forma de control social, y las mujeres podían ser controladas
fácilmente.
La política de
occidentalización del régimen Pahlavi y la corrupción moral que estaba tan en
boga fueron las principales razones dadas por mis informantes, tanto por las
que practican el hejab como por las que no, para la creación
de una revolución que persuadiera a la mujer y después a las autoridades para
la adopción y la imposición del hejab. Valdría la pena citar un comentario
de aquellas que participaron en la revolución. Al respecto, una de mis
informantes enfatizó que:
Irán estaba en
verdad perdiendo su cultura al irse al extremo. Yo era estudiante en la
universidad y estaba convencida de que el Shah era un
títere de los Estados Unidos. Había una enorme brecha entre ricos y pobres. Yo
era joven y tenía mucha esperanza acerca del futuro de Irán y pensaba que si
derrocábamos al Shah, tendríamos más libertad.
Durante la revolución yo me cubría. Fue una pérdida cubrirme el cabello y el
cuerpo, pero no el chador.
A pesar de la
aceptación activa del hejab por parte de las mujeres durante la
revolución, en tanto símbolo de regreso a la identidad cultural, ellas se
oponían principalmente a su imposición por parte del Estado Islámico. En
general, todas mis informantes sostenían que el hejab debería ser una cuestión privada y
que no tenía nada que ver con la política. Respecto a la imposición del hejab
a las mujeres iraníes, una mujer que sí lo practica dijo:
No puedo decir
que se impuso de manera obligatoria, fue una sugerencia. Recuerdo que el líder
dijo que ‘es mejor para las mujeres cubrirse, y si no lo hacen, dejaré a la
nación lidiar con ello’ y así fue como se volvió obligatorio. Al día siguiente
muchos hombres acosaron a las mujeres que no llevaban pañoleta, hubo mucho
terror y la gente realmente se asustó, y al día siguiente de eso, las mujeres
que antes no usaban pañoleta llevaban el hejab. Así fue como sucedió, fue sugerido y
entonces las mujeres se vieron amenazadas.
El descontento de
las mujeres que no usan pañoleta con respecto al hejab fue muy claro cuando describieron
cómo se sintieron cuando lo usaron por primera vez. Una mujer explicó su propia
experiencia de la siguiente manera:
Puesto que
nadie en nuestra familia usaba el hejab y yo no estaba acostumbrada a
hacerlo, no me gustaba. La primera vez que usé el hejab sentía que no podía escuchar nada y
no me sentía cómoda con él. Pero todos me decían que la pañoleta me hacía ver
más bonita.
Sin embargo, el
haber crecido en familias religiosas fue una buena razón para que las mujeres
que usaban pañoleta estuvieran de acuerdo con el código de vestimenta, ya que
la introducción de este no era un fenómeno nuevo en sus vidas:
Puesto que yo
vivía en una pequeña ciudad religiosa en donde la gente practicaba el hejab,
su introducción obligatoria no fue algo nuevo. La única cosa que me parecía
interesante, era el hecho de que todas teníamos que lucir igual en la escuela
al usar un vestido largo, pantalones y una mascada.
Respecto a la
propia actitud de las mujeres hacia el hejab y su imposición, muchas mujeres que
usan pañoleta están, en general, de acuerdo con usarla. Una de estas mujeres,
sin embargo, estaba sorprendida por su carácter obligatorio. Pese a que creía
en el uso del hejab en tanto exigencia religiosa, no
estaba de acuerdo con su carácter obligatorio, porque haría que las mujeres que
fueran obligadas a usarlo en Irán estuvieran descontentas no sólo con el hejab,
sino con el Islam en general. Aquellas que usaban la pañoleta y que se encontraban
de acuerdo con su obligatoriedad, influenciadas por la ideología
político-religiosa del Estado gobernante, creían que en lo que concierne a los
decretos religiosos, no hay punto de discusión, y puesto que el uso de la
pañoleta es un decreto religioso, debe ser acatado por todas las mujeres
musulmanas. El hejab es tan importante para ellas que
acusaron a las mujeres que no lo usaban de no ser creyentes. Además, el uso
obligatorio de la pañoleta es legítimo para ellas porque es una “ley de Dios”
mencionada en el Corán, así como una ley de la República Islámica. En su
lógica, las mujeres iraníes deberían respetar a los mártires de la revolución y
de la guerra Irán-Irak que fueron asesinados en nombre de la castidad de la
mujer. Entonces, por medio del hejab, las mujeres demostrarían su respeto
por la sangre de los mártires y de sus familias. Aquellas que ya se habían
beneficiado de alguna manera de las oportunidades educativas y ocupacionales
durante el periodo del Shah, y que esperaban mayores
reformas orientadas al mejoramiento de las desigualdades de género se sintieron
despojadas de poder por el código de vestimenta. Para ellas, la política de
islamización dio como resultado otro tipo de discriminación contra las mujeres
a quienes no les interesaba para nada el hejab. Así que, para dos de ellas, esto
jugó un papel muy importante en su decisión de permanecer en el Reino Unido.
Por el contrario, las mujeres que
usan pañoleta mencionaron con frecuencia la política de discriminación del
régimen secular contra las mujeres que usaban la pañoleta, la atmósfera de
corrupción de la sociedad, y la humillación de las mujeres que usaban pañoleta
en el periodo del Shah. Una gran cantidad de mujeres
discriminadas y alienadas, cuyo número no es pequeño, encontraron muchas más
oportunidades de disfrutar de las ventajas educativas y ocupacionales, y se
sintieron dotadas de mayor poder y más protegidas bajo las políticas de género
de la República Islámica.
4. Conclusión
Al considerar los
argumentos de las feministas y los puntos de vista de mis informantes, queda
claro que el hejab tiene significados complejos y
contradictorios para las mujeres que lo practican y para las que no lo hacen.
Al comparar los movimientos de retorno al uso de la pañoleta en el Irán
prerrevolucionario y en diversas sociedades como Egipto y Turquía, con el
carácter obligatorio que tiene en el Irán posrevolucionario, encontré que el hejab
porta diferentes mensajes en contextos diferentes. El hejab
obligatorio es una herramienta patriarcal o fundamentalista empleada por los
hombres para controlar a las mujeres, mientras que el hejab
voluntario puede ser visto como una herramienta emancipadora empleada por las
mujeres de alto nivel educativo para liberarse de las ataduras patriarcales y
culturales, así como para legitimar su presencia en la vida pública y conservar
sus tradiciones culturales.
Un análisis cuidadoso deja en claro
que tanto las mujeres que usan la pañoleta como las que no la usan son movidas
por el mismo impulso y persiguen las mismas metas a largo plazo, pero la falta
de una conciencia feminista no les permite vislumbrar sus intereses comunes en
las problemáticas de la mujer. En vez de ello, las diferencias ideológicas
abren una enorme brecha entre las mujeres islámicas y las seculares, que les
impide comprender que su objetivo principal es liberarse de cualquier forma de
dominación patriarcal, ya sea ésta islámica o secular. La adopción del hejab
por parte de las mujeres a finales de la década de los años setenta, así como
su resistencia al hejab obligatorio en sus diversas formas, y
la reinterpretación y relectura de la ley shari´a, indican el desafío de la mujer
contra la dominación patriarcal sobre sus vidas.
Por lo tanto, el hejab
en sí mismo no simboliza la opresión de todas las mujeres musulmanas iraníes,
la mayoría de las cuales se han acostumbrado a vivir con ello. Para aquellas
que ya habían aceptado el hejab como parte de su identidad religiosa
y cultural indígena, el código de vestimenta en el periodo posrevolucionario ha
dotado a la mujer de una nueva identidad bajo la protección de éste. El hejab
en sí mismo tampoco opera a favor de los intereses de todas las mujeres
iraníes, algunas de las cuales no definen ni condensan los decretos religiosos
e Islámicos sólo en el hejab, y ven su imposición como un ataque
contra sus derechos individuales. Pero al mismo tiempo, el hejab
podría considerarse como un estado de violencia legitimado contra aquellas que
no definen o no reducen los decretos religiosos e islámicos sólo al hejab,
aunque muchas de ellas lo hagan recurriendo al uso no deseado de la pañoleta,
entre ellas algunas profesionistas que no eran aceptadas o que no eran bien
vistas por las mujeres durante la época prerrevolucionaria. Por lo tanto, lo
que resulta importante es el contexto en el que el hejab se utiliza y la aplicación práctica
que las mujeres hacen de él.
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Enviado: 24 de octubre de 2001
Aceptado: 19 de noviembre de 2001
[1] Traducción de Alma Mancilla.
[2] Fundador de la dinastía Pahlavi
(1925-1979) que asciende al poder mediante un golpe militar en 1921, con el
apoyo de Gran Bretaña, para asegurar los intereses británicos en Irán y evitar
la penetración rusa en el sur de Asia (Ghods, 1989:
61-70).
[3] Segundo y último rey de la dinastía
Pahlavi (1941-1979).
[4] Mahram es, tanto para hombres como para mujeres, alguien con quien el matrimonio está prohibido usualmente debido al parentesco, ya sea por matrimonio o por relaciones ancestrales. Na-mahram es lo opuesto a mahram. Para una mujer, excepto para las mujeres o los jóvenes que no tienen aún deseos sexuales, los mahrams consanguíneos son el padre, los hermanos, los hijos, los sobrinos, los tíos y los abuelos; y los mahrams políticos son su esposo y su suegro. El resto serían na-mahrams, ante quienes debe cubrirse.