Impacto del aprendizaje de la tecnología en la clase
obrera
Peter H. Sawchuk (2003). Adult Learning and Technology
in Working-Class Life, Cambridge University Press,
272 pp., New York, isbn: 0521817560.
En su
interesantísimo libro Aprendizaje en adultos y
tecnología en la vida de la clase obrera, Peter Sawchuk presenta una
cuidadosa investigación sobre el aprendizaje de la informática por parte de
obreros industriales canadienses. Muestra no sólo los procesos a través de los
cuales este aprendizaje ocurre, sino también cómo éstos están moldeados por las
circunstancias laborales y de vida de los trabajadores.
A partir de una
revisión de la literatura, el autor revela las debilidades de las teorías
convencionales sobre el aprendizaje de adultos que buscan comprender el
aprendizaje no formal. Por ejemplo, no conceptualizan adecuadamente la
interacción entre los elementos concientes y los
aspectos tácitos del aprendizaje, ni entre sus aspectos individuales y
colectivos. Tampoco toman en cuenta adecuadamente el contexto político
económico en el cual ocurre el aprendizaje. Más aún, a decir del autor, dichas
teorías expresan y reproducen un bies de clase al hacer énfasis en algunos
aspectos del aprendizaje y ocultar otros.
Dado que el
autor pretende analizar los procesos de aprendizaje informático realizados por
trabajadores industriales, procesos que ocurren predominantemente en ámbitos no
formales, construye sus herramientas analíticas a partir de fuentes alternas. Sawchuk retoma, sobre todo, las teorías socioculturales del
aprendizaje, particularmente la activity
theory y
la situated
learning theory. Para entender la relación entre
experiencia pasada, aprendizaje presente y reproducción de la vida obrera,
retoma críticamente el concepto de habitus de Bourdieu, dando lugar al concepto
de habitus de aprendizaje de la clase obrera.
Finalmente, hace una conexión con Gramsci, retomando
su noción de sentido común –mezcla de ideologías y de perspectivas que emergen
de las experiencias de vida de la clase obrera– para analizar las ideas que los
trabajadores han desarrollado en relación con la tecnología.
Las evidencias
empíricas provienen de 73 entrevistas a través de las cuales el autor
reconstruyó los procesos de aprendizaje en la historia de vida de los
trabajadores, así como de la observación etnográfica en los ámbitos de
aprendizaje, en las fábricas, en los hogares, en los sindicatos; dando
particular atención a la observación de la interacción hombre-computador. Los
entrevistados son trabajadores de la industria automovilística (en la cual el
propio autor trabajó, lo que le da al libro una visión desde adentro, rica y
comprometida, à la Braverman) y en la industria química. La
investigación también contiene algunas entrevistas con altos ejecutivos de
empresas, realizadas con el propósito de contrastar la visión de éstos y la de
los trabajadores en relación con la tecnología y la alfabetización científica y
que, efectivamente, revelan diferentes perspectivas de clase.
La investigación
de Sawchuk muestra que los obreros industriales han
construido vastas redes de aprendizaje de la informática, lo que ha sido poco
documentado y no es captado por indicadores tales como el número de
computadoras por domicilio. Expone, también, que estas prácticas no pueden ser
apreciadas desde una perspectiva cognitiva individual, ni en los moldes de una
relación pedagógica experto-novato. Por el contrario, son prácticas
predominantemente colectivas y cooperativas, enraizadas en la vida diaria, en
condiciones materiales específicas y en la cultura de la clase obrera. El autor
señala que “el panorama del aprendizaje de la informática que surgió de las
entrevistas era el de esferas de actividad superpuestas y con múltiples
propósitos, en las cuales sólo había momentos aislados [...] que podían ser
tomados como instancias de aprendizaje en el sentido convencional” (p. 97). Más
aún, “el aprendizaje de informática por la clase obrera está a menudo imbricado
en actividades que no tienen el propósito del aprendizaje per
se” (p.122).
Aunque en varios
momentos el autor corre el riesgo de caer en una visión romántica del
aprendizaje tácito al señalar los recursos, siempre arduos, encontrados por
muchos trabajadores para aprender e, inclusive, volverse ‘expertos’ en
informática, esto no llega a suceder. El libro trasmite, sin duda, emoción al
relatar la lucha constante de estos trabajadores por actualizar sus
conocimientos frente a la amenaza latente de perder el empleo por falta de
alfabetización tecnológica –una noción que ha llegado a difundirse en el sentido
común obrero. Pero el trabajo de Sawchuk nos muestra
también que estos procesos de aprendizaje se enfrentan con restricciones
materiales continuas tales como las dificultades para comprar y mantener
actualizado un computador; disponer de tiempo en el trabajo para dominar software en el contexto de la división del
trabajo fabril; de las presiones impuestas por el proceso productivo y las
regulaciones fabriles; la necesidad de utilizar el tiempo libre; el tiempo
familiar para correr atrás del conocimiento, lo cual, a su vez, genera
diferencias de género importantes. Todas estas restricciones hacen que el
proceso de aprendizaje esté siempre amenazado por la fragmentación. Y esta
fragmentación del conocimiento es una característica específica dada por las condiciones
de clase, como también lo es su carácter colectivo y cooperativo.
El libro
concluye con algunas recomendaciones políticas, que parten de la constatación,
hecha durante la investigación, de que la llamada sociedad del conocimiento no
ha prescindido, ni en el ámbito fabril ni en la vida social en su conjunto, de
la distribución jerárquica del conocimiento y la información. La cuestión de
clase, así, no sólo se manifiesta en las desigualdades en el acceso y la
calidad de la educación formal, también está presente en los procesos
informales de aprendizaje que ocurren en la vida cotidiana. Para los grupos
subordinados, continúa siendo necesario reivindicar mejores condiciones en el
ámbito de la educación formal. Ésta tiene el papel fundamental de acentuar, dar
forma y ligar el amplio y difuso conocimiento que se obtiene cotidianamente en
todos los ámbitos de la vida. Pero la educación formal no basta, según el
autor, es preciso fortalecer las redes de conocimiento informal. Para ello, es
preciso encarar otros desafíos, tales como la necesidad de mayor participación
democrática en el proceso de investigación y desarrollo de la tecnología; la
necesidad de crear condiciones para el desarrollo de las redes de aprendizaje
en el trabajo, condiciones que requieren mayor estabilidad en el empleo; y la
necesidad de desarrollar nuevos enfoques en la educación de grupos
subordinados, promoviendo la transformación del sentido común en lo que Gramsci llamó “buen sentido”.
Noela Invernizzi
Center
for Science, Policy and Outcomes. Columbia University.
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