Innovación tecnológica en informática. Los jóvenes y el
empleo
Reseña de: Crovi
Druetta, Delia y Cristina Girardo
(2001), La convergencia tecnológica en los escenarios
laborales de la juventud,
unam, México, 144 pp.
La investigación
llevada a cabo por las autoras de este libro tuvo como objetivo analizar hasta
qué punto la convergencia tecnológica (conexión en red de los sectores de
telecomunicaciones, radiodifusión e informática) constituye hoy un nuevo
paradigma entre los jóvenes. Otras de las preocupaciones fue el saber cómo
repercute la apropiación de nuevas tecnologías de información y comunicación en
los procesos identitarios de la juventud.
El libro inicia con un análisis del
proceso conocido como convergencia tecnológica, contextualizado desde una
perspectiva histórica, así como desde las diferentes lecturas que varios
autores han aportado sobre el tema. En el apartado dos y tres definen el
concepto de identidad y tolerancia, por parte de los jóvenes en circunstancias
específicas de la convergencia.
Nos aclaran posteriormente por qué
eligieron el mundo de los jóvenes como universo de estudio y la relación de
ellos con el mundo del trabajo y las nuevas tecnologías. Y encuentran sus
razones en varios motivos. En principio, porque los jóvenes son usuarios
privilegiados de las nuevas tecnologías de la comunicación y de la información;
son ellos quienes mantienen un fluido intercambio simbólico con otros jóvenes
de ciudades, regiones o países más o menos lejanos. Sin mediar las barreras que
antes imponían las distancias e incluso los horarios, la juventud de fin de
milenio establece un flujo constante de comunicación con sus pares a través de chats, grupos de noticias, correo
electrónico, listas de correos o foros de discusión por Internet o algún otro modo
de intercambio creado a partir de la convergencia. Precisamente en este
escenario de la convergencia, contradictorio y confuso, muchas veces, es donde
a los jóvenes se les abren nuevos horizontes, se les amplía la conciencia, se
les ofrecen nuevas perspectivas laborales, de estudio y capacitación, se les
permiten nuevas formas de ejercitar la interculturalidad; pero a su vez, todos
estos cambios les generan nuevas formas de consumo, explotación y exclusión.
Este es uno de los aspectos que
quiero subrayar del libro ya que, si bien por un lado las autoras se empeñan en
demostrar cómo y por qué los jóvenes constituyen un recurso estratégico del
desarrollo –por los lugares que ya ocupan en la convergencia, por la clara
ventaja en que se encuentran respecto al mundo de los adultos, por su mayor
plasticidad para lidiar con las nuevas tecnologías, así como por su mayor
adaptabilidad a las transformaciones–, no dejan de señalarnos a lo largo de
todo el recorrido del libro la dramática iniquidad distributiva entre los
países y al interior de ellos, cuando de tecnologías de la información se
habla. Queda muy clara y muy bien explicada la brecha digital existente entre
países ricos y pobres, así como el abismo entre los jóvenes de sectores de
altos y bajos ingresos. La apropiación de las nuevas tecnologías es todavía un
proceso lento y desarticulado para la mayoría de los jóvenes mexicanos y
latinoamericanos. La idea de que aún falta mucho camino por recorrer para que
estas tecnologías puedan ser una oportunidad concreta de acceso al trabajo que
abarque a todo el sector juvenil constituye una de las conclusiones más severas
del libro.
A través del análisis de un rico
material estadístico (recopilado con métodos cuantitativos y cualitativos) con
una investigación de campo en la ciudad de México, donde se involucraron a
jóvenes trabajadores cuyas edades van de 25 a 29 años, las autoras nos dejan
una visión clara sobre cómo estos actores se fueron apropiando de las nuevas
tecnologías en los escenarios laborales, dónde aprendieron a manejarlas, cómo
la usan en sus trabajos, así como la percepción que los jóvenes tienen sobre la
presencia de Internet en México, en sus vidas personales y del futuro que
tienen por delante.
En el capítulo cinco, las autoras,
junto con Patricia Maldonado –quien realizó la búsqueda e interpretación de los
datos cuantitativos– nos permiten acceder a información de las ofertas
laborales que se presentan para los jóvenes, siempre vinculada con las nuevas
tecnologías, el tipo de empleos, las edades de las personas solicitadas, los
salarios mensuales ofertados, los niveles escolares requeridos, etcétera.
Los elementos de novedad que surgen
son, a grandes rasgos, que la juventud actual es protagonista de un fenómeno
inédito debido a que posee un mayor dominio de las nuevas tecnologías y, por
primera vez, las actividades laborales vinculadas con el uso de la red podrían
estar invirtiendo la relación de dominio y control del conocimiento,
tradicionalmente en manos de los adultos.
Sorprenden, sin embargo, algunos
datos que emergen de los grupos estudiados: no existe aún una conciencia clara
y extendida sobre la importancia de contar con conocimientos informáticos por
parte de los jóvenes postulantes y en busca de trabajo. Se trataría de una
falta de conciencia sobre la necesidad de informatizarse, como recurso para
estar en mejores condiciones competitivas ante un empleo. Posiblemente, los
jóvenes acceden a las nuevas tecnologías más como juego y exploración que como
formación específica para el trabajo. La incorporación de los desarrollos
tecnológicos a su vida personal ocurre sin conflictos; es más, buscan a través
de diversos medios contar con habilidades que les permitan manejarlos. En estos
casos se dan procesos de autoaprendizaje (a veces
producto de la propia convergencia), la observación, la búsqueda de tutores
virtuales (entre amigos de la red) o presenciales, que se transforman en los
caminos ideales para estar a tono con el paradigma de su tiempo.
Pero a la hora que ya están
insertados en sus lugares de trabajo, comprenden inmediatamente los beneficios
de la convergencia tecnológica ya que les resulta menos monótono, más rápido,
eficaz y seguro.
Un dato que llama mucho la atención
es la naturalidad con la que la juventud se ha apropiado de las nuevas
tecnologías, a tal punto que les permite convivir con la convergencia, sin
detectar sus debilidades para poder tomar una actitud crítica frente al uso de
las tecnologías y sus consecuencias en el trabajo. Su relación con ellas es
positiva, creativa y llena de esperanzas. Sin duda, sería deseable que los
jóvenes tuvieran una actitud vigilante y crítica frente al fenómeno de la
convergencia, ya que de ella dependen en buena medida algunos logros que pueden
y deben alcanzar en el plano de las reivindicaciones laborales. Sin embargo,
por las opiniones vertidas en los trabajos de grupos, aún no se sale de un
primer periodo de encantamiento con los usos y beneficios de las nuevas
tecnologías, el cual –a mi juicio y al de las autoras– se irá decantando con el
tiempo y, desde luego, con las aportaciones de numerosas investigaciones sobre
el tema, que seguramente ya están en marcha, así como de muchas otras que
quedan sin realizarse.
El tema de la identidad y de la
tolerancia-intolerancia fueron abordados desde la construcción y la práctica. A
partir de los espacios restringidos que existen en la red (chats, grupos de discusión) parecería que
la identidad se ve menos amenazada por las diferencias debido a que las
elecciones se hacen a partir de un interés común. Se transformarían éstos en
sitios privilegiados para la práctica de la tolerancia, debido a las
coincidencias, al menos en torno a ciertos aspectos. Sin embargo, no deja de
advertirnos al respecto lo ya enunciado por Cruz (1998): la tolerancia puede
ser un asunto casi tan importante como la democracia, siempre y cuando se
practique tomando en cuenta la realidad.
En el libro se mencionan otras
lecturas sobre el tema en donde se sostiene que la red constituye un vehículo
de expresión para voces diversas y múltiples; o la idea de que se trata de un
espacio que, al brindar contenidos simbólicos sobre una gran diversidad de
formas de vida y pensamientos, sólo ofrece el caos. ¿Cómo resuelven este tema
las autoras? Señalándonos que la novedad de este tipo de canal expresivo está
en que la diversificación de los contenidos permite a los usuarios seleccionar
aquellos que no les provocan inseguridad ni los ponen en tela de juicio: les
permite colocarse en situación de ser tolerantes, es decir, los coloca en
situación de evitar la intolerancia. Dos caras de la misma moneda que es
también la dualidad que presenta el binomio tolerancia-intolerancia.
En sus conclusiones, Delia Crovi, si bien deja más preguntas que respuestas, es
convincente cuando nos asegura que los jóvenes que hoy tienen entre 25 y 30
años pertenecen a una generación para la cual la convergencia es –o debería
ser– algo natural, con la cual están familiarizados desde su vida de
estudiantes de secundaria. No deja de advertirnos, como se hace en otras partes
del libro, que dicha apropiación ha sido y es desigual, dando lugar a un nuevo
tipo de excluidos: los analfabetos informáticos que no sólo tienen menos
oportunidades en el mercado laboral, sino también en el ámbito cultural,
educativo y social.
Este libro nos deja la propuesta de
un gran desafío actual: que la apropiación tecnológica por parte de los jóvenes
deberá ser cada vez más extensa, de manera que abarque a un número mayor de
jóvenes. Cada vez es más necesario contar con una inversión pública que posibilite
a todos los seres humanos una educación básica y superior, fundamento de todos
los procesos posteriores; incluida la capacidad de acceder y usar las actuales
y futuras tecnologías de comunicación. Desde la perspectiva de las autoras del
libro, el ejercicio de una plena ciudadanía intelectual y política depende de
esas oportunidades educativas.
Referencias
Cruz, Manuel
(1998), Tolerancia o barbarie, Gedisa,
Barcelona, España.
Prudencio Mochi Alemán
Centro
Regional de Investigaciones Multidisciplinarias, Universidad Nacional Autónoma
de México
correo-e:
pmochi@cmq.edu.mx