Presentación
En esta ocasión est
se presenta al lector con un formato renovado; ni la miscelánea de trabajos que
ofrecimos en otras ocasiones, ni el conjunto de artículos sobre un mismo tema,
como también hemos hecho en otros números. Ahora tenemos dos secciones, cuyas
temáticas no resultan azarosas, sino que responden a dos ejes de fuerte interés
para est: “la relación espacio-sociedad” y la
“reflexión metodológica”, que forma parte central del proceso de investigación
en las ciencias sociales. Además, iniciamos una sección de notas críticas y
otra de reseñas de obras recientes.
La sección dedicada a la relación
espacio-sociedad reúne tres artículos que analizan esa cuestión en tres
situaciones concretas y desde distintos enfoques, como lo son la subjetividad y
la cultura urbana, el desarrollo local y la distribución de la población en el
territorio. Además, estos tres artículos se acercan a la relación
espacio-sociedad con distintas técnicas y muy diferentes fuentes de
información.
En el primero de estos trabajos,
Catherine Bidou analiza detenidamente la relación
espacio-sociedad en un contexto particular; lo específico de su análisis es que
lo realiza desde la dimensión experiencial de los individuos que habitan ese
espacio y forman esa sociedad. La autora construye su análisis sobre el espacio
urbano desde la subjetividad, desde el imaginario, los valores, las creencias
de una época, que terminan plasmándose en las formas espaciales materializadas
y en las maneras de apropiarse del mismo. Evidentemente, esas ideas y
concepciones del mundo van de la mano del hacer cotidiano, de las prácticas
diarias; por ello, Bidou parte del hacer minúsculo,
de los pequeños gestos, de lo banal, de lo cotidiano, para llegar a la ideas de
una época y terminar en el espacio urbano, público y privado, tanto en sus
aspectos materiales como en sus significados y su carga simbólica.
Otro aspecto del artículo de
Catherine Bidou que merece ser destacado es su fuente
de información empírica. La autora le muestra al investigador que es posible
hacer un análisis sociológico del espacio urbano a partir de la literatura.
Dado que su análisis no es actual, sino de un periodo pasado, Bidou nos seduce con un innovador recurso metodológico: Su
fuente de información es la literatura. La autora se vale de una obra maestra
de la literatura, como es la novela de Marcel Proust, y así llega a
presentarnos la vida urbana de París a finales del siglo pasado e inicios del
presente, y la constitución de algunos espacios públicos y privados en la ciudad,
por ese tiempo.
El segundo artículo de esta primera
sección se titula “¿Tiene un sentido el desarrollo local en el contexto
metropolitano? Un enfoque europeo”. En este trabajo, el autor, Christophe Demazière, nos
presenta otra forma de acercamiento a la relación espacio-sociedad; se trata de
una aproximación que aborda la reestructuración por medio del desarrollo local,
de pequeños espacios urbanos degradados.[1] El
autor nos muestra que frente a la dualización de los
espacios urbanos en las ciudades que se globalizan, el desarrollo local plantea
la posibilidad de generación de conocimiento para intervenir en las áreas que
resultan desfavorecidas en esos procesos de dualización;
sobre todo en los barrios obreros pericentrales y en
los grandes conjuntos de vivienda de interés social, es decir, en aquellos
espacios en donde sus habitantes han quedado afectados directamente por el
desempleo resultante de los nuevos procesos productivos globalizados.
El desarrollo local aparece entonces
de la mano de una serie de mecanismos asociativos organizados desde abajo y que
buscan reintegrar a las personas en la economía local y con una mayor justicia
social. Así, Demazière replantea en este artículo la
relación “espacio-sociedad” en la ciudad y en la pequeña escala del barrio, por
medio de las estrategias de renovación urbana y de vivienda, y de la
reinserción laboral, concebidas y puestas en práctica por los propios sujetos y
no por instancias superiores de ordenamiento del territorio. La renovación
urbana siempre ha sido una forma de comprender la relación espacio-sociedad,
aunque en este enfoque lo innovador radica en que la renovación y
revitalización urbana no resulta de políticas impuestas desde arriba, sino de
estrategias asociativas desarrolladas desde abajo, por una multiplicidad de
actores sociales involucrados en el espacio barrial.
Por último, cerramos la sección con
un artículo de Crescencio Ruiz Chiapetto, en el que
el autor aborda la relación espacio-sociedad desde un ángulo de larga tradición
como lo es el de la distribución de la población en el territorio; esto lleva
al problema de los movimientos de población en el territorio en términos de
migración rural-urbana. De este modo, la relación entre el espacio y la
sociedad es estudiada en este caso mediante la movilización territorial
(migración) y la consecuente distribución espacial de la población; la
información empleada es de tipo estadístico. El autor nos indica que este
problema de la distribución espacial de la población debe leerse a la luz del
desarrollo económico, lo que lo acerca a la aproximación presentada por Demazière, aunque en ese caso es una particular versión del
desarrollo, “el desarrollo local”.
En este camino, el autor revaloriza
viejas concepciones demográficas, como es la comprensión de la migración
rural-urbana como una forma de progreso, y no simplemente como una forma de
profundizar la pobreza y el deterioro de las ciudades, como ha tendido a
hacerse en América Latina. En esta recuperación de la migración del campo a la
ciudad como progreso, está en juego el punto de vista. Ese movimiento en el
territorio puede ser progreso para el individuo que migra, y al mismo tiempo,
aumentar los índices de hacinamiento o de otras carencias en la ciudad.
Evidentemente, en esa visión alternativa de la migración que el autor le ofrece
al lector, también le está recordando al investigador que sus resultados
siempre son una interpretación entre otras posibles, y todas igualmente
parciales. En este juego de interpretaciones optativas, Ruiz Chiapetto nos revela que la migración rural-urbana, aquella
que habría podido ser entendida como una forma de progreso, de acuerdo con
algunas hipótesis muy fundadas para el año 2000, estaría disminuyendo en el
ámbito nacional, con lo cual es posible el escenario “no esperado” en términos
de lo que la demografía nos ha enseñado desde hace muchos años.
La segunda sección de est,
titulada “Entre la teoría y lo banal: el camino metodológico”, reúne otros tres
artículos, en este caso focalizados todos ellos en cuestiones metodológicas. En
el primero, la reflexión metodológica es desplazada hacia arriba, hasta lo
teórico y lo epistemológico. El segundo artículo se construye enteramente en el
plano metodológico; mientras que el tercero se plantea desde lo metodológico,
pero se desplaza hacia lo técnico. De manera general, el espíritu de esta
sección es el de trabajar sobre la relación entre las abstracciones del
investigador y las representaciones de la realidad con las que se puede contar
en el proceso de investigación. En esta línea, se llama la atención
críticamente sobre aquellas formas de plantearse la investigación en las cuales
se abre un abismo entre las interpretaciones de la realidad (la teoría, las
conceptualizaciones, las abstracciones) y los fragmentos de la realidad
considerados por el investigador. Así mismo, se presentan algunas instancias
mediadoras entre las teorizaciones y las representaciones de la realidad.
Esta segunda sección de est
se inicia con un artículo de Georges B. Benko
titulado “Espacio de las representaciones, representaciones del espacio: una
relectura sobre el imaginario”, en que el autor construye su reflexión
desplazándose entre el nivel epistemológico y el metodológico. Desarrolla una
crítica a la influencia que el paradigma objetivista ha tenido en el desarrollo
de las ciencias sociales y las humanidades en cuanto a la concepción de la
realidad y a las formas de interrogarla; para ello, reconstruye los vínculos
entre la física teórica y la antropología estructural. Benko
analiza críticamente y con detalle la concepción del realismo físico que ha
penetrado en las ciencias sociales, según la cual lo real es independiente del
hombre y del pensamiento, es decir, está fuera de lo perceptual, preexiste al
pensamiento y analíticamente puede ser considerado como un dato objetivo. Esto
tiene importantes consecuencias metodológicas, como es el reconocimiento de que
el sujeto-observador (el investigador, en nuestro caso) se debe mantener al
margen del objeto real estudiado. No obstante, el autor también reconoce el
ligero desplazamiento que este postulado tuvo dentro del pensamiento
estructuralista, al asumir que lo real no es totalmente independiente del
sujeto observador, aunque la realidad del estructuralismo sigue siendo un
concepto, o un “artefacto” en palabras de Benko, ya
que el investigador sólo incluye lo que se articula con su modelo de análisis.
En última instancia, Benko propone que estas
concepciones reducen el movimiento histórico en el cual se construye la
realidad al tomarla como “cosa” estática.
En el segundo artículo de la
sección, Daniel Hiernaux-Nicolas nos pone el ejemplo
de Walter Benjamin como el de un investigador
comprometido con su oficio, pero también con la realidad social que lo absorbe,
quien a partir de fragmentos minúsculos de la realidad (como “la borra del
café”) es capaz de construir el concepto, de generar nuevo conocimiento sin que
se pierda o desdibuje eso banal de lo cual se partió. De cierta forma, el
quehacer de Benjamin es tomado por Hiernaux como fuente de estímulo y ejemplo de aquella forma
de hacer investigación en el campo de las ciencias sociales, que acompaña a la
realidad, que sigue de cerca a la realidad, en el sentido maffesoliano;[2]
antes que aquella otra investigación que busca controlarla o “asesinarla” con
los conceptos que cortan, seccionan y aíslan lo que la vida social reúne, o
bien, que forzosamente une aquello que en la realidad no reconoce conexiones.
Así, Hiernaux-Nicolas
recuerda con el ejemplo del trabajo de Benjamin que
la investigación en las ciencias sociales requiere necesariamente del
involucramiento del investigador con el objeto estudiado y con su propio
quehacer. Nos recuerda que la investigación social se hace en “tiempos largos”
y no en la fugacidad de las temporalidades marcadas por los cronogramas
legitimados en las instituciones. También es claro en cuanto a que el proceso
de generación de conocimiento en las ciencias sociales requiere de la vivencia
del propio investigador, exige de todos sus sentidos y no sólo del razonamiento
que descuenta lo sensible y perceptible, la vivencia compartida con el sujeto
al que se estudia. En esta perspectiva, Hiernaux
recupera la metáfora benjaminiana de la “dirección
única” como una forma de reconocer que el tema de investigación, su quehacer
como investigador y la propia vida del investigador, se constituyen en un todo
indisociable. Esa unicidad entre quien investiga, lo que investiga y cómo lo
hace, es una evidencia de que esta labor no puede ser asimilada a la del
trabajador que se desprende de su empleo al salir del recinto donde lo
desarrolla. De hecho, el investigador que es capaz de explorar minuciosamente
la realidad social en los pequeños detalles, en lo banal, lo efímero, no puede
tener un único “recinto” laboral, ya que parte de su lugar de trabajo es el locus de esos fragmentos de la realidad que
indaga y que necesita experimentar. La posibilidad de dar cuenta del microevento como un texto que requiere ser interpretado,
difícilmente se podría lograr desde modelos teóricos únicos y universales que
despojen a la realidad de lo sensible, de los mitos que la interpretan y le dan
forma.
La sección termina con el artículo
titulado “Narrativas autobiográficas, memoria y mitos: una aproximación a la
acción social”, en el cual se plantea que la generación de conocimiento social
sobre las acciones sociales, sobre las formas de obrar del individuo, sobre su
hacer, debe estudiarse dentro del entramado de sentidos y significados en que
surge cada acción, aun cuando toda acción emerge de manera espontánea. En este
artículo, de manera implícita se está advirtiendo sobre las limitaciones de
aquella otra forma de producir investigación social, en la cual el investigador
reconstruye acciones sociales como si estuvieran desprendidas de un sistema de sentidos
y significados, que en todo caso, el investigador sólo imputa de manera externa
al sujeto actuante, por medio de los conocidos motivos y causas de la acción.
Por el contrario, aquí se plantea la necesidad de reconstruir cada acción
social en la subjetividad en la cual emerge y se conforma.
Así, en ese artículo se explora una
forma concreta de aproximación entre la teoría y la realidad minúscula y banal.
El acercamiento a la realidad propuesto es por medio de las narrativas
autobiográficas, entendidas como un discurso interpretativo sobre fragmentos de
la realidad. La propuesta de conexión de esas representaciones de la realidad
con las abstracciones del investigador, es mediante la interpretación que,
reconociendo estructuras narrativas, pueda hallar claves de interpretación que
expresen creencias, ideas, valores socialmente compartidos en un conjunto
social del que el hablante se siente parte, y sobre el cual el investigador
plantea sus interrogantes. Desde esta perspectiva, los mitos (conocimiento colectivo
transmitido intergeneracionalmente) tienen la
capacidad de estructurar las narraciones autobiográficas, y darle un sentido
social a la narración de cada vida individual. En otras palabras, los mitos
cumplen un papel mediador entre lo social y lo individual, y por lo tanto, la
posibilidad de descifrarlos representa para el investigador la posibilidad de
hallar lo social en una vida particular.
Por último, est ofrece una sección de notas críticas y
otra de reseñas. En la primera de ellas, Patricia Romano revisa el pensamiento
de Judith Butler acerca de la construcción del sujeto.
Alicia
Lindón
Directora de est
[1] Este enfoque del desarrollo local en
barrios obreros desde el cual se desarrolla el artículo de Demazière,
est ya lo ha incluido en el número 4 para
el análisis de algunos barrios pericentrales de la
ciudad de Montreal (mediante un artículo de Klein, Fontan
y Tremblay), reconociendo así la relevancia y las
potencialidades que ofrecen los estudios del desarrollo local para la
investigación territorial actual.
[2] Michel Maffesoli, Elogio de la razón sensible, Barcelona, Paidós, col. Studio, núm. 129, 1997, pp. 31-103.