Mujeres,
medio ambiente y desarrollo: ¿Tema de
moda, no-tema, tema de la ONU?
Referencia a la situación del debate y del
movimiento después de la Conferencia Mundial de la Mujer 1995, celebrada en
Pekín*
Birte Rodenberg
Universidad de Bielefeld
Resumen
El conjunto temático
"mujeres-medio-ambiente-desarrollo" se ha establecido como una
discusión independiente en el debate político del desarrollo de los últimos
años. El persistente lobbying (cabildeo) de
las organizaciones internacionales de mujeres, especialmente antes y durante la
Conferencia para el Medio Ambiente y el Desarrollo de las Naciones Unidas en
Rio de Janeiro (1992), ha tenido como resultado que actualmente ya no se ponga
en duda el hecho de que las mujeres del sur son las más afectadas por la
degradación global del medio ambiente. Ya entonces era evidente que las
representantes del enfoque ecológico feminista eran las críticas más enérgicas
de los paradigmas imperantes del desarrollo. Ante todo, contra el peligro de
que las mujeres comprometidas fueran absorbidas por instituciones
ecológico-políticas como "amas de casa globales en la protección del medio
ambiente". Sin embargo, en 1995, durante el Foro de las ONG en la Cuarta
Conferencia Mundial de la Mujer, celebrada en Pekín, el problema de la ecología
ocupaba un lugar marginal en las asambleas principales. El debate en torno a la
crisis ecológica y sus repercusiones para las mujeres desaparecía −aparentemente− en las
discusiones sobre globalización de la economía y la consiguiente feminización
de la pobreza. El artículo versa sobre la historias de las ideas de la
discusión, e ilustra la posición actual frente al trasfondo de las conferencias
de la ONU que han sido relevantes para la temática en los últimos años.
*Original en alemán publicado en Entwicklungsethnologie
(Revista de Etnología), núm. 1, 1996, traducción: A. Garrido A., Universidad de
Bielefeld.
El debate ecológico de las
mujeres en la República Federal de Alemania: de víctima a heroína ecologista
Al cumplirse el décimo aniversario de la catástrofe
del reactor atómico de Chernóbil a fines de abril de 1996, también cumplió años
el conjunto temático "mujeres, medio ambiente y desarrollo".
Actualmente el tema ha vuelto a captar la atención pública en Alemania,
"precisamente a tiempo del aniversario del terrible accidente
('GAU')", dirán con amarga ironía aquellas personas que han seguido
trabajando y luchando en este ámbito.
Las fluctuaciones en el interés público se deben en
gran parte a la falta de arraigo de la política ecológica a nivel medio. El
medio ambiente enfermo, por cierto, tiene su cabildeo en las asociaciones
nacionales y las redes internacionales, pero no existe un movimiento fuerte e
importante que sirva como mediador entre la política comunal local de los
afectados, por un lado, y la de los representantes de la política nacional o
bien global, por el otro.
Es así como las mujeres con hijos y las embarazadas,
como principales afectadas por las precipitaciones radioactivas, fueron
protestar a las calles después de la catástrofe nuclear en la primavera de
1986. También fueron ellas, como víctimas, quienes criticaron exaltadamente la
locura de la factibilidad en la investigación, economía y la política
patriarcal. La protesta femenina presenta a la ideología destructiva del
progreso como uno de los paradigmas imperantes de nuestra civilización, y
establecía una relación con la división sexual del trabajo en nuestra sociedad:
en su afán por dominar y comercializar la naturaleza, la sociedad patriarcal
asigna el trabajo no asalariado de reproducción a las mujeres, que se ven
obligadas −cual si fueran enfermeras− a hacerse cargo del cuidado de los seres humanos
que han sufrido daños, y a ocuparse de limpieza –como amas de casa− removiendo
los desperdicios dispersos en la naturaleza (Gambaroff
et al., 1986).
Sin embargo, no fue posible crear un
movimiento ecológico feminista amplio y permanente que abordara abiertamente el
vínculo entre la destrucción de la naturaleza causada por la sociedad y
explotación de la fuerza de trabajo femenina. La pequeña ola de protestas
vehementes, en cambio, desembocó en el así llamado Debate sobre la Renuncia
al Consumo (Konsumverzichtsdebatte).[1] Éste, por cierto, argumenta frente al contexto económico y también
ofrece estrategias concretas de acción para las mujeres del norte; pero los
requerimientos fuertemente moralizantes en el debate han irritado a muchas de
ellas, de modo que un gran potencial de mujeres ya comprometidas anteriormente,
ahora no participan en movimiento.
Aunque en el contexto de la
discusión sobre Chernóbil las mujeres subrayaron sobre todo su condición de
víctimas, ya en este momento también prevenían del peligro de una feminización
de responsabilidad. Este acaparamiento de las mujeres de una política de
limitación de daños, criticada y llamada posteriormente "domesticación de
la protección del medio ambiente" (Wichterich,
1992) fue destacado especialmente por científicas sociales a comienzos de los
años noventa, cuando determinados productos textiles alergizantes
y el trabajo extra de separar la basura excitaban los ánimos en las bases (Wichterich, 1992; Schultz, 1993).
Pero no es sólo por el hecho de que al estar a cargo
de la atención de la familia las mujeres tengan mayor trabajo en el ámbito
doméstico con la protección del medio ambiente y los daños eclógicos. También
son ellas quienes toman iniciativas a nivel local, organizando grupos de base,
de autoayuda, food-coops, etcétera −naturalmente sin retribución alguna. Y, como es habitual, siguen sin participar en
las decisiones políticas tomadas en las dirigencias de las asociaciones ecologistas.
Es así como en las asociaciones de protección ambiental aproximadamente dos
tercios de los socios siguen siendo mujeres. Pero al examinar quiénes ocupan
los cargos directivos de las agrupaciones locales, se observa que menos de 20%
son mujeres, como lo demuestra el ejemplo de la Federación Nacional para la
Protección de la Naturaleza y el Medio Ambiente de Alemania (Bund für Umwelt- und
Naturschutz Deutschland,
BUND): mujeres dirigen sólo 6% de las agrupaciones locales (Rigos,
1995:40).
Con las diversas dotes de
Greenpeace para impedir el planeado hundimiento de la plataforma Brent-Spar durante el verano y otoño de 1995 −que fueron
sumamente comentadas en todos los medios−, el tema de las "mujeres y el medio
ambiente" volvió a recibir nuevo pábulo: en la prensa las mujeres fueron
retratadas como luchadoras comprometidas en el frente ecológico, como heroínas
ecologistas (Kamradt, 1995; Klonne,
1995; König, 1995), o como "futura fuerza en la
protección del medio ambiente" (Rigos, 1995:40).
Pero, al mismo tiempo, constantemente se habla del peligro de que las mujeres
sean funcionalizadas para hacer desaparecer los
deterioros y la contaminación del medio ambiente: ahora no sólo las activistas
se pronuncian categóricamente en favor de la cogestión También la prensa trata
de evitar la glorificación de las mujeres ecologistas, diciendo que sólo su
participación activa en la política ambiental, incluso en puestos de decisión
superiores, las protegerá de ser responsabilizadas como amas de casa ecológicas".
El debate sobre
"mujeres, medio ambiente y desarrollo" desde Rio 1992 hasta Pekín
1995
También en los debates políticos del ámbito
internacional, el complejo temático "mujeres y medio ambiente"
siempre depende de las fluctuaciones de intereses. El tema fue discutido
intensamente en el contexto de la Conferencia sobre el Medio Ambiente y el
Desarrollo organizada por las Naciones Unidas (UNCED), que se efectuó en Rio de
Janeiro en 1992. En cambio, durante la Cuarta Conferencia Mundial de la Mujer,
en Pekín, en septiembre de 1995, la crisis ecológica y sus consecuencias para
las mujeres no parecían ser temas importantes de las discusiones políticas.
A continuación referiré alguna: 15 aspectos
esenciales discutidos en el debate internacional sobre las mujeres, el medio
ambiente y el desarrollo. Como en los últimos años las grandes conferencias de
las Naciones Unidas han ganado cada vez mayar importancia como plataforma de
acción y negociación para el movimiento feminista internacional expondré los
cambios en las posiciones con base en aquellas conferencias de la ONU. Para
ello es importante entender estas conferencias no como eventos puntuales, sino
como procesos en los cuales, movimientos feministas internacionales tratan de
aclarar sus posiciones y de ejercer influencia tanto en las conferencias
preparatorias como en el foro no
gubernamental organizado paralelamente a la conferencia de la ONU.
Ya en las conferencias mundiales de la mujer
efectuadas en la década mundial de la mujer, 1975-1985, proclamada por las
Naciones Unidas, se vio claramente que estos foros de las ONG son centros de
cristalización de los movimientos feministas internacionales (Wichterich, 1995:8 y ss). Allí es
posible presentar, vincular y fortalecer sus temas, sus posiciones y sus
diversos potenciales.[2] El Foro de las ONG paralelo a la última Conferencia Mundial de la
Mujer en Pekín, tuvo gran importancia en este sentido, ya que en él no sólo se
discutieron diferencias estructurales y aspectos comunes de las diversas
realidades en que viven las mujeres en todo el mundo, sino que también se
pretendió reducir las líneas de discusión de las cuatro conferencias anteriores
a un denominados común para afianzar sus resultados.
Una mirada retrospectiva al proceso de preparación
de la Conferencia Ecológica de las Naciones Unidas, el así llamado Proceso de
la UNCED 1991-1992, nos muestra claramente el modo eficaz como −por la
influencia que han tenido las mujeres comprometidas− se ha
modificado la imagen de la mujer en la política ecologista y del desarrollo.
Retrospectiva: el proceso
de la Cumbre de la Tierra
En la fase de preparación para la conferencia
denominada "Cumbre de la Tierra" de las Naciones Unidas, el
"escenario de las ONG" vivió un proceso de autoorganización
de las mujeres nunca antes visto. Porque cuando las mujeres (ante todo las
norteamericanas) constataron que la única alusión a ellas en los borradores del
documento de las Naciones Unidad −la Agenda 21− había sido en una parte referente a la pobreza,
fundaron el proyecto Organización de Mujeres para el Medio Ambiente y el
Desarrollo (WEDO).[3]
El objetivo de WEDO era −y la Organización lo ha logrado más allá de la
Conferencia de Rio− que las mujeres y su papel central en los problemas
ecológicos se hicieran presentes en los documentos de las Naciones Unidas y se
ejerciera influencia en el proceso de la UNCED, de modo que las demandas de un
política ambiental totalmente reformada se rigiera ante todo por las
necesidades de las mujeres. La presencia de la WEDO contribuyó a crear y a
transmitir una imagen diferente de las mujeres en la discusión feminista sobre
el medio ambiente, es decir, que “no sólo deben ser consideradas como víctimas
(lo que efectivamente son), sino también como personajes activos con igualdad
de derechos en el proceso político” (WEDO, citado en Wichterich,
1992:9). Las numerosas publicaciones hasta aquel momento no habían presentado a
las principales afectadas por la crisis ecológica −las mujeres del sur−, sino
sólo como víctimas pasivas, que −como principales proveedoras de agua, leña,
alimentos y forraje de sus unidades domésticas− sufren el daño inmediato al
destruirse estos recursos. Las autoras siempre habían insistido también en su
gran potencial de conocimiento y los efectos sustentables e indispensables para
la subsistencia de sus relaciones con los recursos naturales (Dankelman y Davidson, 1990; Rodda, 1991). En el proceso de la UNCED, sin embargo, se
ponía de relieve ante todo, el aspecto que las presenta como actoras
políticas.
En noviembre
de 1001 la WEDO organizó el primer Congreso Mundial de la “Mujer por un Planeta
Saludable”, en Miami; al final de este encuentro se aprobó la Agenda 21 de
Acción para las Mujeres. Este documento es un plan de acción visionario y
radical, que reclama un cambio ético y civilizatorio de nuestro desarrollo
social y económico. En él se exige el empoderamiento (empowerment)
de las mujeres junto con medios de subsistencia sustentables (sustainable livelihood).
Al adoptar por este concepto, las mujeres pretendían distanciarse de la
consigna del “desarrollo sustentable” (sustainable
development) orientada hacia el crecimiento
económico.
Las activistas
de la WEDO fueron sumamente claras y precisas al declarar que el poder de
decisión de las mujeres, como figuras claves en la crisis ecológica, era un
requisito indispensable para garantizar la sobrevivencia de todos los seres
humanos en el futuro.
Con esto, las
activistas no sólo lograron vincular y relacionar las tres líneas de la
discusión −mujeres y medio ambiente, medio ambiente y desarrollo, y mujeres y
desarrollo− llevadas siempre bipolarmente, y establecerlas internacionalmente
como el debate “Mujeres, Medio Ambiente y Desarrollo” (Women,
Environment and Development,
WED), sino que también lograron crear conciencia de que cada tema de
dimensiones globales debe ser entendido como tema de las mujeres; valdría
decir, que los temas de mujeres inciden en todos los problemas
ecológicos y, ante todo, económicos.
La ecología, ¿tema ausente en Pekín?
El proceso de
la UNCED a principios de los años noventa había actuado de un modo estimulante
sobre las actividades ecológicas; en cambio, la Conferencia Mundial de la
Mujer, celebrada en Pekín, no parece haber dado nuevos impulsos al debate
feminista sobre el ambiente. Especialmente las discusiones en el Foro de las
ONG causaban la impresión de que la crisis ecológica y sus consecuencias para
las mujeres del sur ya no eran un tema de debate en las polémicas feministas
internacionales. Las esperanzas de aquéllas, que habían deseado encontrar
nuevos conocimientos e incentivos políticos allí, quedaron defraudadas.
No fue sólo el hecho de que de los aproximadamente
400 talleres diarios realizados en el recinto del foro, sólo unos 20
(frecuentemente aún menos) estuvieran dedicados al tema del medio ambiente;
además se vio claramente después de los primeros días de discusiones que no se
presentarían nuevos enfoques ni se discutiría intensivamente sobre las estrategias
para tratar el problema en el futuro. En vez de ello, los temas centrales de
las discusiones pasaron a ser los problemas de la globalización de la economía
de mercado, la cogestión política para las mujeres y las violaciones de sus
derechos humanos.
Fue casi sintomático para este nuevo enfoque en la
discusión internacional, y además reflejó la pérdida de interés en el tema de
la crisis ecológica global, el hecho de que −ya en los dos primeros días de
trabajo− la WEDO organizara el Segundo Congreso Mundial de la "Mujer por
un Planeta Saludable" y que no se ocupara siquiera 50% de la capacidad de
la de congresos en aquellos dos días.
"El medio ambiente está en receso", fue el comentario desilusionado
de Christa Wichterick después de volver del foro:
Tres años después de Rio, el tema está pasado de moda, es un tema
secundario −para
las mujeres mismas y también para las Naciones Unidas. No es tema en los
balances que las Naciones Unidas han presentado en relación a la situación de
las mujeres [...] En todas
partes, la atención es fija en el cambio estructural y en los problemas de la
economía (Wichterich, 1996:68).
El hecho de que en el Foro 1995 de las ONG, las
asambleas organizadas por la organización política dedicada a problemas
ecológicos, la WEDO, resaltaran los problemas económicos de la globalización[4] y la importancia del poder político de decisión, señala una vez más
que la problemática de la ecología es un tema fundamental en todos los ámbitos.
Pero también muestra que la crisis ecológica ya no está en el primer lugar de
la agenda política de las no directamente afectadas. Además de la feminización
de la pobreza, mundialmente, el problema de la violencia y de los derechos
humanos fue el tema explícito en las discusiones de Pekín. Pero en las
reuniones de trabajo donde el tema principal del debate era el medio ambiente,
se veía claramente que las mujeres afectadas perseguían una meta pragmática,
que es indispensable para asegurar su subsistencia, porque se trataba de
"las áreas problemáticas de la alimentación, la salud y el consumo" (Wichterich, 1996:69).
De la ecología feminista a
la economía feminista
El cambio de énfasis en el debate feminista
internacional, como se pudo observar en el Foro 1995 de las ONG, debe
comprenderse como confirmación de la crítica feminista de los paradigmas
imperantes del desarrollo, y de la ratificación de las visiones de un modo de
vida más sustentable (formuladas anteriormente en el proceso de la UNCED,
1991/92), pero con referencia a una economía feminista, no a una ecología
feminista.
"El análisis crítica de la creencia básica
mortal en el desarrollo" sigue siendo la principal demanda de las grandes
organizaciones de mujeres comprometidas del sur, como lo demuestra el enfoque
de DAWN;[5] pero el problema de la ecología está integrado en los principios de
la crítica feminista de la economía
En vista de la creciente
globalización y feminización de la pobreza, el concepto de las mujeres
agrupadas en DAWN se caracteriza por la exigencia de más poder para las mujeres
en todos los estratos sociales. Esto se refiere especialmente a su pretensión de
lograr acceso a los recursos naturales y control sobre los medios de
producción. Para lograr estas metas reclaman −además de mayor poder político de
decisión− reformas agrarias a escala global. Esto significa que el debate sobre
las mujeres y el medio ambiente ya no es una discusión independiente, sino −concretamente− que el
problema de la ecología en el debate político feminista ha pasado a formar
parte de la discusión sobre los recursos. Allí los llamados recursos naturales
son considerados como recursos sociales, de decir, no como "un árbol verde
y una grulla salvaje" (Bookchin, citado en Welhof 1992:141), sino como medios de producción, con las
mujeres y ganan su sustento. La clave social estos recursos en este caso pasa a
ser una cuestión de poder, que se plantea con respecto a la jerarquía entre los
géneros.
En cambio, el aspecto de cómo se manejan los
recursos está estrecha y directamente ligado al problema ecológico: ¿se
aprovechan de un modo sustentable o se explotan abusivamente con peligro de agotarlos?
Lo que se lee en 1% publicaciones referentes al proceder de las mujeres es,
desde hace años, bastante contradictorio. Por un lado, siempre se presenta a
las mujeres del sur como sumamente cuidadosas en el manejo de los recursos. Por
otro lado, se la acusa de la destrucción masiva y totalmente desconsiderada de
la vegetación y los ecosistemas. En los debates del Foro de las ONG también se
dijo claramente que el proceder y comportamiento de las mujeres debe ser
considerado en el contexto de su situación social. Esto está asociado con las
discusiones científicas en las que se argumenta desde hace tiempo que −en su modo de
relacionarse con los recursos naturales− las mujeres, ante todo en los países de África y el
sudeste de Asia, siguen un pragmatismo de la supervivencia, una racionalidad
especial para actuar (Agarwal, 1986; Lachenmann, 1990).[6]
La discutible cercanía a
la naturaleza: el ecofeminismo
Esta racionalidad de las mujeres para actuar y
aprovechar los recursos es un argumento importante en este contexto, que puede
atenuar y rebatir las frecuentes inculpaciones en su contra. Pero las
defensoras de la posición que considera a las mujeres como expertas pragmáticas
de la sobrevivencia también se han expresado en contra de una idealización de
las mujeres como particularmente ligadas a la naturaleza.
Esta supuesta mayor cercanía de las mujeres a la
naturaleza, que al parecer las capacita de un modo muy especial para cuidar,
proteger y restablecer la naturaleza y el medio ambiente, es un aspecto central
del ecofeminismo. Pero si el debate sobre las
mujeres, el medio ambiente y el desarrollo, cuyo mayor interés es la
problemática del medio ambiente, se considera terminado después del Foro 1995
de Pekín, entonces también ha cambiado la relevancia del enfoque ecofeminista en el debate "mujer y medio
ambiente".
En el ecofeminismo, que
frecuente y erróneamente se equipara con principios de la ecología feminista en
general, se hace la diferencia entre el ecofeminismo
cultural y el ecofeminismo social. Para el
primero es la espiritualidad inherente a la mujer lo que determina su mayor
cercanía a la naturaleza. En el segundo la mayor vinculación de las mujeres con
la naturaleza, contrariamente a los hombres, se atribuye a un proceso sociohistórico de apropiación genérico-específico de
corporalidad. El así llamado principio femenino (Shiva,
1989) tiene carácter social, no biológico.[7] A pesar de este carácter social y de la valorización positiva de la
cercanía mayor y diferente de las mujeres a la naturaleza, este enfoque se
critica como dicotomizante y esencialista (Agarwal, 1992). El punto central en este debate sobre la
construcción de la femineidad[8] era la equiparación de las mujeres y la naturaleza como víctimas de
la violencia y la explotación del sistema social patriarcal capitalista, que
predestina a las mujeres de un modo muy especial a ser las salvadoras
del medio ambiente destruido. Mas, aunque el análisis lógico y filosófico de la
estructura triádica de explotación de tantos siglos
conjunto mujeres-naturaleza-pueblos colonizados haya sido y siga siendo
importante para encontrar la posición feminista, esta autodefinición de las
víctimas como salvadoras y, por ende, como heroínas ecológicas, podría
perjudicar a las mujeres, porque así es fácil transferirles la responsabilidad
por el proceso de curación de la (madre) Tierra.
Las discusiones en el Foro 1995 de las ONG, sin
embargo, han demostrado que −dicho en un tono algo irrespetuoso− ha
desaparecido el toque ecofeminista, que aun había
determinado los discursos en el proceso de la UNCED. Los llamados apelando a la
responsabilidad frente al medio ambiente, como por ejemplo "Todas somos
hijas de la Tierra", prácticamente ya no se escuchaban, ni en el Congreso
Mundial de la "Mujer por un Planeta saludable" organizado por la
WEDO. Se puede comprobar, en cambio, que la necesidad de hipótesis (eco)
filosóficas para explicar el cómo y el porqué del compromiso de las mujeres con
relación al medio ambiente está ahora cubierta o bien aclarada. Las
demandas de un nuevo modelo de civilización para el siglo XXI, sin embargo,
siguen vigentes, pero el principio femenino tan ponderado en el ecofeminismo, ya no se considera como vehículo estable para
lograrlo.
¿Visiones de cambios, pero
ninguna estrategia?
Lo que sin duda caracteriza el enfoque ecofeminista y también se refleja en la demanda central de
otra ética, la exigencia de un modelo de civilización no basado en el
crecimiento económico, es su fuerza visionaria inherente. También en las
publicaciones más recientes, que exponen las ideas y la historia del debate del
ecofeminismo social, se hace especial hincapié en su
actitud crítica desafiante frente a la sociedad y al modelo tradicional de
desarrollo (Harcourt, 1994: 12; Braidotti
et al., 1994:174).
Al cambiar el énfasis en el debate, actualmente
también ha a segundo plano la discusión sobre la relación de las mujeres con la
naturaleza y el medio ambiente: ya sea la división sexual jerárquica del
trabajo, ya sea el principio femenino, el sexo (biológico) o género (social),
que inducen a las mujeres a tratar de frenar la destrucción del medio ambiente,
en primera línea tiene importancia política la realidad existencial de las
mujeres, quienes en general tienen la responsabilidad principal para asegurar
la sobrevivencia de la familia y la comunidad.
Bina Agarwal declara que
la concepción femenina de la naturaleza y el medio ambiente no es un problema
primordial en la problemática global real. Subraya que el argumento que habla
en favor de la "mayor cercanía de las mujeres a la naturaleza", puede
ser conveniente para algunos movimientos, pero para otros puede ser peligroso.
Según ella, la meta no es idealizar nuestra posición como mujeres, sino
modificar estructuras existentes de poder (Agarwal,
citada en Braidotti et al., 1994:172). Y para
organizar este cambio no sólo se requieren visiones y utopías, sino que deben
existir, ante todo, estrategias concretas y procesos de negociación para
lograrlas.
Empero, casi no se han discutido eventuales
estrategias (esa ya fue la crítica más frecuente durante los debates en el Foro
de las ONG en Rio de Janeiro), o se han discutido muy poco (Braidotti
et al., 1994:179). Ese debate se había postergado optimistamente al
proceso de preparación para la Conferencia Mundial de la Mujer era Pekín, o
bien, delegado en el Foro 1995 de las ONG. Pero también en esa oportunidad
quedaron frustradas las activistas ecologista. Este debate tan necesario,
aparentemente ha sido transferido cada vez más al proceso de evaluación
posterior a las conferencias.
Política internacional ambiental y de desarrollo:
las mujeres en peligro de ser funcionalizadas
La conferencia de las responsabilidades
exigida por muchas personas y casi implorada por la secretaria general de la
Conferencia Mundial de la Mujer 1995, señora Gertrude
Mongella, tampoco se cumplió en el ámbito medio
ambiente y desarrollo. El lema del "desarrollo sustentable" está
presente en el capítulo "Women and Environment" del documento final como una fórmula
mágica, sin haber dado cabida a la crítica feminista expresada desde hace años
en cuanto a los paradigmas tradicionales del desarrollo.
La "Plataforma de Acción" de Pekín, en
cambio, da fe con palabras elocuentes acerca de cuánto se necesita y aprecia a
las mujeres como expertas para manejar la crisis e incluso como recurso para
superar la crisis ambiental. En el documento no sólo se introdujo el concepto
de empoderamiento para mujeres, reivindicado por las activistas de la
WEDO en el proceso de la UNCED 1991/92, sino que este concepto también llegó a
ser el elemento estructural central en el proceso ambiental y de desarrollo.
Esto, por cierto, no necesariamente se debe celebrar como éxito, ya que las
instituciones nacionales e internacionales de desarrollo lograron así un doble
triunfo: porque la demanda de mayor poder político para las mujeres en realidad
estaba pensada como respuesta a la funcionalización de las mujeres como
redentoras de la crisis.
Cabe mencionar como aspecto favorable que el
compromiso continuado y tenaz de las mujeres −no sólo desde el proceso de la
UNCED− ha repercutido en algunos puntos, y que su crítica ha conducido a
mucho más que un cambio simplemente cosmético. Pero no ha variado en cuanto a
la concepción de las Naciones Unidas de que existe compatibilidad entre crecimiento
económico y sustentabilidad, entre economía de mercado y protección de los
recursos. Para las Naciones Unidas, para sus actores nacionales e
internaciones, sigue vigente un paradigma de crecimiento que −a lo sumo− quizás sea
retocado eficazmente.[9]
También en el ámbito de los proyectos políticos de
desarrollo y fomento a la mujer, de tipo ecológica, persiste el peligro −después de la
Conferencia de Pekín− de que las mujeres puedan ser fácilmente funcionalizadas; eso significa que la promoción de la
mujer −como lo formula Lachenmann para África− "debe
ser considerada como un intento manifiesto de integrar a las mujeres renitentes
definitivamente a la economía del crecimiento" (Lachenmann,
1992:202). Mientras la "instrumentalización de la importancia económica de
la mujer en el modelo de mercado existente, orientado en el crecimiento
económico" (Dederichs-Bain, 1995:14), siga
siendo la meta abierta y encubierta de todos los "esfuerzos de
desarrollo", también existirá la tendencia de funcionalizar
el compromiso femenino en el área
ecológica para un crecimiento sustentable (mejor aún: ¡permanente!) −ya sea en el
ámbito de la política nacional o internacional de promoción de la mujer, o
bien, en el de los proyectos ecológicos por las ONG (Rodenberg,
1994).
No obstante, no pretendo hablar en
favor de la dualidad bueno-malo, porque una confrontación entre las
mujeres del sur organizadas en varias ONG y las Naciones Unidas, las
instituciones de Bretton Woods y los/las políticos/as
estatales del desarrollo, por el otro lado, ya no es pertinente. Las
discusiones en el Foro 1995 de las ONG han manifestado claramente que la
política de esas organizaciones ya no se caracteriza solamente por visiones
radícales y aspiraciones de autonomía mediante compromisos a pequeña escala. El
objetivo de sus reivindicaciones es más bien llegar a tener mayor poder de
decisión −también en las mesas de conferencias y negociaciones de la "gran
política"− y más participación en las principales instituciones y
organizaciones.
Ese es el debate por las nuevas
alianzas que en los últimos años se ha llevado cada vez con mayor
intensidad entre las ONG dedicadas a la ecología (Bebbington
y Farrington, 1993:123 y ss.). También en el contexto
del debate feminista ecologista se hacen y se aprueban las reflexiones acerca
del cómo y con quién se ampliará la cooperación −no sólo entre
las diversas ONG, sino también mucho más allá (Braidotti
et al., 1994:176 y ss.). Pero en todas partes existen voces, aunque no
suficientes, que previenen del peligro de ser funcionalizadas:
Irene Santiago, por ejemplo, miembro del comité de organización del Foro 1995
de las OMG, usa la metáfora del río y su pequeño afluente, que al confluir
modifican su, forma, pero solamente porque el río más pequeño absorbido por el
más grande. Y termina con la advertencia de que "las instituciones no
ceden el poder; es preciso que las mujeres luchen por él".
Glosario:
DAWN Development
Alternatives with Women for a New Era (Organización
de mujeres científicas y activistas del sur)
Foro ONG Foro de las
Organizaciones No Gubernamentales que se organiza paralelamente a una
conferencia de las Naciones Unidas
UNCED UN Conference
on Environment and Development (Conferencia de las Naciones Unidas
sobre Ambiente y Desarrollo) en Rio de Janeiro, 1992
UNEP UN
Environment Program
(Programa de Medio Ambiente de las Naciones Unidas)
WED, Women
and Environment in Development
(Mujeres y Medio Ambiente en el Desarrollo)
WEDO Women's Environment Development Organization (Organización de mujeres
ecologistas para el desarrollo), fundada en 1991
durante el proceso de preparación de la Conferencia de
las Naciones Unidas en Rio de Janeiro
Bibliografía
Agarwal, Bina (1986), Cold Hearth and Barren
Slope. The Woodfuel Crisis in the Third World,
Nueva Delhi, Zed Books.
−−− (1992), "The Gender and
Environment Debate: Lessons from India", Feminist Studies, vol. 18,
núm. 1, pp. 119-159.
Bebbington, Anthony y John Farrington et al.
(1993), Reluctant Partners? Non-governmental Organizations, the State and
Sustainable Agricultural Development, Londres y
Nueva York, Routledge.
Braidotti, Rosi et
al. (1994), Women, the Environment and Sustainable Development Towards a
Theoretical Synthesis, Londres y Nueva Jersey, Zed
Books.
Dankelmann, Joan e Irene Davidson (1990), Frauen
und Umwelt in den südlichen
Kontinenten, Wuppertal, Lamuv.
DAWN
(Development Alternatives with Women for a New Era) (1995), Securing our
Grains and Moving Forward to the 2lst Century, documento
inédito para la IV Conferencia Mundial de la Mujer
en Pekín, septiembre,
Barbados.
Dederichs-Bain, Birgit (1999, IV. Weltfrauenkonferenz 1995: Bericht
über die Arbeit in der deutschen Delegation aus Sicht akkreditierter
NRO- Vertreterinnen, Informe
inédito, Bonn.
Gambaroff, Marina et al. (1986), Tschemobyl hat unser Leben verändert. Vom Ausstieg der
Frauen, Reinbek, Rowohlt.
Harcourt, Wendy
(1994), "Negotiating Positions in the Sustainable Development Debates
Situating the Feminist Perspective", en W. Hartcourt
(ed.) Feminist Perspectives on Sustainable Development, Londres y Nueva Jersey, Zed Books.
Kamradt, Barbara (1995), "Wieviele Frauen steuern mit?", Emma, núm 5, Documentos "Öko-Heldinnen",
pp. 64-66.
Klönne, Gisa
(1995), "Mein Männerbund", Emma, núm. 5, Documentos "Öko-Heldinnen", p. 63.
König, Uta
(1995), "Schwester David", Emma, núm. 5, Documentos "Öko-Heldinnen", pp. 58-62.
Lachenmann, Gudrun (1990), Ökologische
Krise und sozialer Wandel in afrikanischen Ländern, Saarbrücken, Breitenbach.
−−− (1992), "Von der
Unsichtbarkeit zur Verletzlichkeit zur Pflichtorganisation der Frauen. Widersprüche in der Strukturanpassungs- und Frauenpolitik
in Afrika", en Rolf Hofmeier,
Rainer Tetzlaff y Regina Wegemund
(eds.), Afrika - Überleben
in einer ökologisch gefährdeten Umwelt (escrito en VAD núm. 14, pp.
194-208), Münster, Hamburg, LIT-Verlang.
Mies, Maria (1988), Patriarchat
und Kapital. Frauen in der internationalen Arbeitsteilung,
Berlín, Rotpunkt.
−−−y Vandana
Shiva (1999, Ökofeminismus. Beiträge aus Theorie
und Praxis, Zurich, Rotpunkt.
Quistorp, Eva-Maria (ed.) (1993), Frauen, Umwelt, Entwicklung. 1001 Frauenprojekte. Die Grünen im Europaparlament, Bonn.
Rigos, Alexandra (1995), "Umweltverbände: Lippenbekenntnisse
aus der Chefetage",
Natur, núm. 9, p.
40.
Rodda, Annabel (ed.) (19911, Women and the
Environment, Londres y Nueva Jersey, Zed Books.
Rodenberg, Birte
(1994), "Mehr als Überlebenspragmatismus -Zur Handlungsrationalität von Frauen in der
Ökologiebewegung", Entwicklungsethnologie,
vol. 3, núm.2, pp. 56-65
−−− (1995), "Visionen
von Veränderung, aber keine Strategien? Frauen, Weltwirtschanft und Entwicklung",
Frauensolidarität, núm. 54,
pp. 7-8.
−−− (1996), "Frauen, Umwelt und Entwicklung: Modethema, Non-Thema, UN-Thema? Zum Stand des Diskurses und der Bewegung nach der
Weltfrauenkonferenz 1995 in Peking", Entwicklungsethnologie, vol. 5, núm.1, pp. 25-42.
Schultz, Irmgard (ed.) (1993), Globalhaushalt.
Globalisierung von Stoffströmen
- Feminisierung von Verantwortung,
Frankfurt/M., Verlag für interkulturelle Kommunikation.
Shiva, Vandana (1989), Das Geschlecht
des Lebens: Frauen, Ökologie
und Dritte Welt, Berlín, Rotbuch.
United Nations
(1995), Report of the Fourth World Conference on Women. Beijing Declaration and
Platform for Action, Nueva York, ONU.
WEDO (Women's
Environment Development Organization) (1995), Daughters of the Earth (programa de la conferencia),
Nueva York, WEDO.
Werlhof, Claudia von (1992), "Zum Natur- und Gesellschaftsbegriff im Kapitalismus", en Veronika Bennholdt-Thomsen, Maria Mies, y
Claudia von Werlhof, Frauen, die Letzte
Kolonie, Berlín, Rotpunkt, tercera edición.
Wichterich, Christa (1992), Die Erde bemuttern. Frauen und Ökologie nach dem
Erdgipfel in Rio, Colonia, Fundación
Heinrich Böll, e. V.
−−− (1993), "Die Rückkehr der weisen
Frauen", Peripherie, núms.
51/52, pp. 120-136.
−−− (1995), Frauen der Welt. Vom Fortschritt
der Ungleichheit, Göttingen, Lamuv.
−−− (1996), Wir
sind das Wunder, durch das wir überleben.
Die 4. Weltfrauenkonferenz in Peking, Colonia, Fundación Heinrich Böll, e.V.
[1] El Debate
sobre la Renuncia al Consumo fue introducido en la república Federal
Alemania, entre otras, por Maria Mies, quien lo
entendía como un "movimiento de liberación del consumo". Éste se
dirige ante todo a las amas de casa y, en general, a las mujeres de clase media
de los países del norte, a las 'agentes del consumo", instándolas a
prestar "resistencia con el canasto de compras" (Mies, 1988:294). Se
les pide que compren menos, m conscientemente y boicoteando el injusto comercio
mundial para colaborar a la formación otra estructura comercial mundial
alternativa. A esta incómoda estrategia se le q cuestione día tras día nuestros
privilegios, que esté pensada como la principal estrategia para llegar a una
sociedad libre de dominación en todo el mundo, y que en vista de la complejidad
de la situación macroeconómica, la estrategia propuesta abarque tan pocos
aspectos.
[2] Al
final de este artículo hay un resumen cronológico de las conferencias. Para
mayores detalles y un análisis más extenso de la historia de las conferencias
de las Naciones Unidas, véase Wichterich, 1995.
[3] La WEDO
(Wome´s Environment Development Organization) no sólo
es una de las organizaciones ecologistas más grandes de las mujeres, sino que
también coordina una de las redes más grandes para proyectos ecológicos y de
desarrollo: The Environment
and Development Collaborative
Web “Daughters od the Eart”.
[4] Con
el término globalización se designa la ampliación de la economía capitalista de
mercado a todo el mundo, lo que implica que las economías nacionales, en
determinados condiciones estructurales (programas de ajuste estructurales, por
ejemplo), se ven forzadas a participar en el mercado mundial. En este proceso,
las instituciones sin internacionales como las de Bretton
Woods y la nueva organización mundial de
comercio (World Trade Organization, WTO) −además de los consorcios
multinacionales− van adquiriendo cada vez
mayor poder e importancia.
[5] En la
red de organización de mujeres DAWN (Development Alternatives with Women for a New Era) se han
agrupado mujeres científicas y activistas del ser (1984) para trabajar y luchar −desde la perspectiva de las mujeres
pobres del sur− por un cambio de paradigmas. También fueron ellas quienes en
1985 presentaron el concepto del empowerment
("empoderamiento") en Nairobi.
[6] Especialmente
en la discusión sobre la así llamada "destrucción de recursos dependiente
de la pobreza", que abarca la crisis de la leña, al igual que el debate
sobre el crecimiento demográfico motivado por la pobreza, se considera a las
mujeres como causantes de la destrucción de la naturaleza. Gran parte de los
proyectos para mujeres en el ámbito de la ecología se han en este punto o bien
aún se legitiman cm esta posición ideológica (respecto a la crítica, véase Lachenmann, 1990 y 1992).
[7] Para
mayores detalles, véanse: Wichterich, 1992:43 y ss.;
Mies, 1988; Shiva, 1989; Mies y Shiva,
1995.
[8] En
cuanto a la discusión ecología-mujeres desde el punto de vista de la
construcción de femineidad, véanse: Wichterich, 1993;
Harcourt, 1994 y Braidotti et
al., 1994.
[9] En la
plataforma de acción jurídico-internacional no obligatoria, se menciona
principalmente a los gobiernos. Se les pide redistribuir los medios financieros
existentes para poder comenzar con los cambios recomendados. La exigencia de
medios adicionales nuevos siempre se menciona solamente "en el
contexto de otras fuentes de financiamiento posible, ante todo el sector
privado" (Dederichs-Bain, 1995:13). Precisamente
la carencia de financiamiento de la plataforma es lo que confiere un carácter
más bien retórico a sus temas.