Industrias
culturales y crecimiento económico. Un modelo para el estudio del surgimiento
de clusters
creativos
Cultural industries and economic growth. A
model to study the emergence of creative clusters
Ezequiel
Avilés-Ochoa
Paola M.
Canizalez-Ramírez*
Abstract
The clear
link between economy and culture revitalizes the interest in cultural
industries due to its conceptualization and implementation. However, cultural
industries lack the instruments corresponding to its perceptible economic
participation. A schema of variables of flourishing industries and a model of
measurement are proposed through theories of endogenous growth and new
geography. It was found that cultural industries are agglomerated in creative
clusters with a system of production of internal economies, whose drive depends
on human capital, specialization, consumption, and related variety. As a
corollary, the model determines that growth is in function of potentiating such
factors in conditioning distinctive processes.
Keywords: cultural industries, cluster, creativity, economic
growth.
Resumen
El vínculo
manifiesto entre economía y cultura revitaliza el interés en industrias
culturales dado su conceptualización e implementación, no obstante, carecen de
instrumentos correspondientes a su participación económica perceptible. Al
retomar teorías de crecimiento endógeno y nueva geografía económica se propone
un esquema de variables de industrias florecientes y un modelo de medición. Se
encontró que éstas se aglomeran en clusters creativos con un sistema de
producción de economías internas, cuya motricidad depende del capital humano,
especialización, consumo y variedad relacionada. Como corolario, el modelo
determina que el crecimiento está en función de potencializar tales factores en
procesos distintivos condicionantes.
Palabras clave: industrias
culturales, cluster, creatividad, crecimiento económico.
*
Universidad de Occidente, México. Correos-e: ezequiel.aviles@udo.mx,
paola.canizalez@udo.mx
Introducción
El concepto de
cultura vinculado con economía constituye una de las realidades más complejas
en las ciencias sociales. A fines de los ochenta la perspectiva de la cultura
como un bien sujeto de comercialización en masa y la disrupción entre ésta y la
creatividad se acentuó, favoreciendo el surgimiento de industrias culturales,
mismas que por sus particularidades generan diversas percepciones en forma,
contexto y teoría. En los círculos académicos, el debate recurrente es la
diferenciación entre las industriales y las creativas, afán que en la mayoría
de los casos, carece de sentido experimental.
En años
recientes, un cuerpo teórico alternativo se ordena apoyando la noción del
estudio de la economía cultural; aporta resultados de tinte empírico al
conjugar el escenario del desarrollo regional y las líneas de la nueva
geografía económica (Scott, 2001; Markusen, 2006; Throsby, 2008a, y
Kloosterman, 2010). La consecución de los objetivos particulares de esta
investigación se inserta en esta corriente y considera enfatizarla en tres
fases:
a)
Inicialmente, se retoman las principales teorías del crecimiento económico,
particularmente las de la corriente endógena y la nueva geografía económica
para exponer que capital humano, ideas (creatividad) y tecnología (innovación)
constituyen las variables motrices de estas industrias.
b)
Posteriormente, los impulsos se despliegan en el espacio territorial,
conformando economías de aglomeración. El sistema de producción se articula en
distritos centrales de actividad innovadora, lo que geográficamente se expresa
en la delimitación de un cluster creativo. Se retoman algunas premisas
de la geografía económica (Krugman, 1991; Storper y Walker, 1989; Scott, 2000),
para exponer que tales industrias revelan más que creatividad.
c)
Finalmente, se expone una fase donde la explotación de su potencial creativo,
sobrepasa los estándares del discurso crítico, al ser parte activa de la
dinámica económica actual. A partir de la conjunción de la teoría endógena y
los patrones de crecimiento geográfico, es posible crear un modelo que permita
evaluar el impacto de una industria cultural floreciente en el crecimiento.
Para clasificarla se toma en cuenta su actividad creativa, así como los bienes
y servicios fabricados, los cuales conforman un vínculo entre producción y
consumo de cultura al establecer mecanismos de retroalimentación y
productividad.
El objetivo y
aportación central del artículo es fusionar las variables distintivas de estas
industrias en un modelo de crecimiento económico, orientado a organizar el
sistema de producción creativo, intensificar los factores cinéticos, integrar
los parámetros económicos perceptibles y los factores endógenos distintivos de
cada cluster,
para activar la causalidad del ciclo económico en virtud de la economía
existente.
El argumento
subyace en una discusión donde los análisis vertidos se remiten a cuestiones
teóricas de índole relacional, enfocando la atención en aquellas industrias
culturales donde la cadena de la creatividad, en su totalidad, tiene como
objetivo principal la transmisión de conceptos estéticos o intelectuales con
respuesta emocional y cognitiva, como el filme, artes escénicas, radiodifusión,
publicación y redacción.
Se aprecia, sin
embargo, que su clasificación incluye actividades de consumo indirecto,
resultado de la actividad creativa-artística, cuyo propósito primario no es la
transmisión de conceptos estéticos o intelectuales; un ejemplo son el diseño,
la moda, la arquitectura, la publicidad, entre otras. Su demanda dibuja una
curva ascendente, la cual corresponde paralelamente al surgimiento de firmas
especializadas y extendidas geográficamente. Evaluarlas, mediante instrumentos
que valoren el impacto de la actividad productiva y los factores motores en
aglomeraciones creativas, es una vía alterna y complementaria a las materias
del crecimiento económico y competitividad regional.
1. Industrias
culturales: visión funcional para el crecimiento de regiones creativas
Desde finales
del siglo xx el perfil industrial
de muchas economías se orientó en dirección de la economía cultural; en algunos
países, ésta es reconocida como una de las actividades más dinámicas en cuanto
a producción y empleo. Ello, señala Scott (2010), se debe al resurgimiento de
la llamada nueva economía del capitalismo contemporáneo, la cual se distingue
por una agregación de sectores de manufactura y servicios, cuyas
características operacionales involucran un alto nivel organizacional y
flexibilidad tecnológica, relaciones interfirmas de transacciones intensivas y
la elaboración de productos de diseño especializado.
Importantes
sectores de manufactura de alta tecnología, negocios y servicios financieros
encajan en esta descripción (Lash y Urry, 1994; Pratt, 1997; Kloosterman,
2008). Todos ellos son objetos de intenso escrutinio por su impacto en la
dinámica productiva y el progreso local.
En la también
llamada economía creativa, una gran proporción de los recursos intelectuales y
creativos del mundo se invierten en industrias basadas en la cultura, cuya
producción intangible es tan real y considerable como la de otras; las
industrias culturales son formas de producción y consumo que tienen en su
centro un elemento expresivo o simbólico, la creatividad humana y la innovación
a nivel individual y grupal son la clave que las impulsa (unesco, 2013).
Su rápido
crecimiento es resultado de la convergencia entre el orden económico y los
sistemas de expresión cultural, atraen la atención de la política económica
instrumentada en las naciones con mayor peso en el intercambio comercial. Así,
de acuerdo con la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y
Desarrollo, unctad (2009), el
valor global de su mercado se valoró en 1.3 trillones de dólares en 2005, y
desde 2000, crecen a un ritmo anual de más de 7%. Se estima que en el 2005, las
industrias culturales y creativas significaron más del 7% del Producto Interno
Bruto (pib) mundial; mientras que
en 2009 registran un crecimiento de 1.7 trillones de dólares (unesco, 2009).
Para la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, ocde (2009), estas industrias son clave
entre los países miembros, con un crecimiento anual que oscila entre 5% y 20%.
El comercio mundial en bienes y servicios creativos totalizó un récord de 624 billones de dólares en 2011, superando los
559.5 billones de dólares de 2010. El intercambio global en productos creativos
se duplicó de 2002 a 2011, la tasa promedio anual de crecimiento fue de 8.8%.
Las exportaciones en países desarrollados aumentó
a 12.1% anual en el mismo periodo, lo que alcanzó 227 billones de dólares en
2011, 50% del total global (unctad,
2013).
El protagonismo
económico propicia que se desarrollen regiones orientadas a la especialización
de productos y servicios culturales con nuevos
patrones de competencia y formas de organización local. Al interior de
esta causalidad se atrae la acción de fuerzas productivas distintivas,
desplegando una economía de vocación diferente.
Para advertir
tales efectos, la propuesta central del estudio retoma los parámetros teóricos
del crecimiento endógeno y la nueva geografía económica, como instrumentos de
análisis de los determinantes del ritmo de crecimiento y productividad entre
regiones creativas, puesto que particularmente estas industrias destacan la
intensificación del capital humano y los procesos de productividad e
innovación.
Al respecto,
Scott (2004) afirma que la nueva economía está representada por sectores como
la manufactura de alta tecnología, productos de consumos neoartesanales y
diversos servicios, los cuales tienen propensión a tomar la forma de una
organización compleja de redes de valor agregado. La propensión de las firmas
de los sectores de productos culturales es converger en clusters espaciales distintivos, lo cual es
reflejo de una estructura organizacional en la que cada unidad de producción
individual es atrapada en un amplio sistema de interacciones socioeconómicas.
Así, la
aglomeración en clusters de competencia regional promueve
desafíos relacionados a la reproducción de factores de crecimiento en espacios
geográficos con industrias florecientes, creando un fenómeno multifacético que
incorpora no sólo cúmulos de firmas especializadas y
complementarias, sino otros elementos tales como mano de obra calificada y no
calificada, redes sociales e instituciones de orden colectivo (Scott, 2006).
Asimismo, la
hipótesis sobre la expansión de la productividad de clusters creativos conlleva a la propuesta de
un modelo sistémico de industrias culturales, el cual centra su atención en el
análisis de las variables propulsoras relacionadas a las economías internas que
componen cada aglomeración.
1.1. La imagen
dialéctica de industrias culturales
En 1947, Horkheimer y Adorno acuñaron el término industria cultural como
una crítica hacia la inherente mercantilización en masa de la cultura (Adorno,
1991). Desde entonces,
existen nociones que conceptualizan, critican y aportan líneas de discusión en
la misma dirección, tendencia que propone ambivalencia y correlación teórica.
De forma somera, estas industrias
representan uno de los segmentos más prolíficos y se identifican básicamente
como proveedores de productos culturales. Estas implicaciones para Scott (2001) se manifiestan dado
que la sociedad contemporánea se distingue por la convergencia evidente entre
el dominio de lo económico, por un lado, y la extensión de lo cultural, por el
otro. Lo que expone una economía cultural representada por sectores (equivalente a industrias de productos culturales) que
elaboran bienes y servicios, cuyo significado subjetivo, o más
estrechamente, el valor para el consumidor es alto en comparación con sus
propósitos utilitarios.
Para Throsby
(2001), la noción de cultura como economía lleva a la propuesta de que su
producción y consumo se pueden situar dentro de un marco industrial, que los
bienes y servicios culturales producidos y consumidos se pueden considerar como
mercancías en los mismos términos que otros bienes originados en el sistema
económico. En esta discusión, Pratt (2008) asume que tienen
presencia económica y cultural, su importancia radica en la relación estrecha
que mantienen con la producción; son uno de los motores potenciales
para el crecimiento y la regeneración
urbana; un ejemplo práctico de las complejas relaciones híbridas entre
producción y consumo es lo simbólico y lo material.
La identificación
de una industria cultural en el sistema económico se vincula al proceso de
producción, consumo e intercambio de determinados artículos; sus productos se
clasifican al diferenciar los bienes y servicios, los que suponen creatividad,
incorporan cierto grado de propiedad intelectual y transmiten un significado
simbólico (Throsby, 2008a). En esta dinámica, la economía se hace más
diferenciada y los factores culturales ejercen importante influencia sobre los
métodos de producción y los tipos de productos, mismos que se insertan en la
competitividad del mercado mundial para responder a una demanda especializada
en constante aumento. Entonces, la posición que mantienen en la economía se
consolida, en razón del incremento en su intercambio comercial, los ajustes en
las dinámicas de consumo y la creación de una oferta diferenciada en razón de
innovación, tecnología y creatividad.
En tal
aseveración, el valor cultural o el contenido de bienes y servicios producidos
es lo que da a las industrias culturales su característica más distintiva.
Distintos bienes o servicios tienen diferentes niveles de contenido cultural
para su valor comercial; entre más pronunciado sea éste,
cuanto más fuerte es la demanda de la industria que lo produce para ser
considerada como industria cultural (Throsby, 2008b).
En otra
vertiente, Hesmondhalgh (2002) plantea que más que otro tipo de producción,
estas industrias están incluidas en la elaboración y circulación de bienes que
tienen una influencia sobre el entendimiento del mundo. Así, se relacionan en
la producción de significado social en forma de textos y símbolos; están
conectadas, principalmente, con la organización y venta de un tipo particular
de trabajo y son agentes de cambio económico, social y cultural.
Por su parte
Markusen (2006: 6), las define como “aquellos establecimientos (lucrativos, no
lucrativos y públicos) que producen bienes y servicios culturales”. Las
relaciona como un conjunto de sectores que incluye a las industrias
manufactureras y de servicios, lo que constituye un fenómeno único y creciente
en la cooperación regional y al interior de las economías nacionales.
En este contexto,
su utilización como detonante de crecimiento revela la propuesta de que pueden
ser definidas en términos concretos como un ensamble de sectores que ofrecen
productos de servicios enfocados en el entretenimiento, edificación,
información (Scott, 2010). Al respecto, Power y Scott (2004: 3-4), proponen
tres características:
a)
Están relacionadas de una manera u otra con la creación de contenido estético y
semiótico; b)
Son generalmente sujeto de los efectos de la Ley de Engels; es decir, en tanto
se expande el ingreso disponible, el consumo de los productos culturales
aumenta significativamente. Son bienes normales en todo momento y, c) Son frecuentemente sujeto de
presiones competitivas, que obliga a las firmas individuales a aglomerarse en
densos clusters especializados o distritos
industriales, mientras que sus productos circulan con facilidad en los mercados
globales.
Tales condiciones
se observan en gran parte de la esfera de actividad productiva, penetrada por
tecnologías digitales y formas organizacionales flexibles, sostienen sectores
que prosperan de manera diferente en materia de innovación continua, diversidad
de productos y prestación de servicios personalizados. Es así que la economía
cultural se expande, no sólo en función del
crecimiento de un ingreso discrecional, sino como una expresión de la incursión
de su valor dentro de las amplias esferas de la actividad productiva (Scott,
2004).
Entonces, dentro
del sistema económico se reconocen nuevas formas de organización de la producción y nuevos sistemas localizados de actividad
en torno a industrias culturales, mismas que son visiblemente conductores del
desarrollo económico local, así, el florecimiento de sitios de producción
cultural son estudiados intensamente por Whitt, 1987; Bianchini, 1993;
O’connor, 1998; Landry, 2000; Throsby, 2001; Fuchs, 2002 (citados en Scott,
2004). Entre otras variantes, estos autores debaten sobre las potencialidades
de la economía cultural en la creación de empleo y regeneración urbana en áreas
rezagadas. Esto permite que tal fenómeno se valore desde una perspectiva
teórica y empírica particular, lo que exige la necesidad de retomarla.
2. Perspectiva
funcional de la economía cultural para el crecimiento económico. Inclusión de
la creatividad y el factor endógeno
Considerables
esfuerzos se enfocan en otorgarle carácter cuantitativo a las industrias
culturales, los cuales se pierden, la mayoría de las veces, dadas las
condiciones relativas a su definición. Throsby (2008a) señala que, aún si
existiera un concepto general, los códigos ocupacionales e industriales a
través del mundo hacen imposible establecer un parámetro de cuentas totalmente
comparable. En la apreciación de Prince (2014), la instrumentalización de la
cultura y la representación de sus aspectos locales para obtener logros
económicos y sociales es una tendencia política conspicua mundial en las
últimas décadas.
La evidencia
publicada sobre su impacto, sugiere que éstas son importantes para la dinámica
económica regional. Pratt (1997), por ejemplo, muestra para el caso de Gran
Bretaña en 1991, que más de un millón de trabajadores (4.5% de la fuerza de
trabajo total) son empleados en estas industrias. Asimismo, en 2001, sus
resultados muestran que estas industrias en su mayoría se encuentran
localizadas en grandes ciudades, en este caso Londres incuba 26.9% del empleo
de Gran Bretaña.
En otro estudio,
a partir de la definición basada en categorías de estándares industriales,
Scott (2004) indica que en Estados Unidos estas industrias significaron en 1992
más de tres millones de trabajadores, lo que representa 2.4% del total de la
fuerza de trabajo; además, más de 50% se concentra en áreas metropolitanas con
población de un millón o más, principalmente en Nueva York y Los Ángeles.
Así, entre los
análisis empíricos que relacionan a los productos de industrias culturales con
parámetros económicos, destacan los de Pratt (1997), Hesmondhalgh (2002), Scott
(2004), Markusen (2006), Throsby (2008a), Gertler (2008) y Kloosterman (2010).
Estos autores muestran que éstas constituyen
un elemento proporcional moderno de los sistemas económicos nacionales, y son
capaces de generar contribuciones medibles al empleo absoluto e ingreso.
En muchas áreas
metropolitanas son el elemento principal de la economía, su rasgo distintivo es
que se expanden con gran rapidez; empero, también numerosas pequeñas y medianas
ciudades son lugares propicios de desarrollo económico cultural.
En análisis como
los de Caves (2003) esta economía se caracteriza por transacciones y modelos de
producción contractuales, con actividades en una red social de trabajadores
creativos especializados. Estas características se vinculan con procesos
productivos endógenos, evolución que requiere adaptación continua, innovación
tecnológica, intercambio de información, productos diferenciados y regulación
del mercado, lo cual otorga garantías a los procesos de crecimiento sustentable
en razón de que los determinantes relacionados al aumento de la productividad y
la expansión del ritmo productivo (Santagata, 2002).
Lo anterior,
expone que el surgimiento de esta economía se acompaña por una expansión
significativa en el número de trabajadores dotados de altos niveles de
especialización respecto a funciones tales como pensamiento analítico, toma de
decisiones, flujo de ideas, capacidad de interacción con otros, imaginación,
conocimiento sustantivo y experiencia. A la luz de tales observaciones, tópicos
como creatividad, innovación, capital humano, clase creativa y ciudades
creativas son parte fundamental en las agendas de investigación relacionadas.
Particularmente, la creatividad constituye un término cuyo significado es por
ningún medio evidente en sí, sin embargo, infiere una clasificación sustantiva
imperiosa ya que no es sólo un término
ambiguo, sino que constituye un foco de atención prevaleciente para asuntos
relacionados con esquemas de crecimiento y desarrollo (Scott, 2010).
Al respecto, la
base teórica inicial que vincula estas tendencias con el crecimiento económico,
parte de los enfoques neoclásicos de Solow (1956) y Swan (1956). El modelo de
Solow explica cuáles son las fuentes de crecimiento de la producción en
economías capitalistas al incorporar los supuestos habituales del análisis
clásico con factores exógenos. Posteriormente, en la mitad de la década de los
ochenta, un grupo de teóricos, entre ellos Romer (1986), Lucas (1988), Rebelo
(1991), Grossman y Helpman (1990) muestran su insatisfacción por los modelos
exógenos, postulando tendencias con determinantes a largo plazo. Empero, el
modelo parteaguas es el de Romer (1986), cuya característica distintiva es que
introduce una función de producción con externalidades de capital. Se sugiere
que, las externalidades positivas pueden tener un impacto en todas las empresas
de la economía debido al aprendizaje por la práctica y el desbordamiento del
conocimiento.
No obstante tales
presunciones, Lucas (2003), Barro y Sala-i-Martin (2004) manifestaron interés
en la renovación de la teoría endógena, por lo que condujeron a modelos donde
las economías registran una tasa de crecimiento constante, lo cual evita llegar
al estado estacionario. Así pues, se concentran esfuerzos hacia la
determinación de factores compuestos de la intensificación de capital humano,
especialización y utilización de la tecnología como factor interno, donde los
rendimientos crecientes generan innovación.
Al respecto,
Sala-i-Martin (1990) elabora una importante contribución al entendimiento de la
interminable cuestión acerca del crecimiento económico. La función de producción
debe mostrar rendimientos constantes en los insumos que pueden ser acumulados.
Entonces, postula dos formas; la primera, de acuerdo con Alfred Marshall (1890)
es introducir los rendimientos crecientes a escala a nivel agregado y, los
rendimientos constantes, a escala a nivel de firma, lo que puede ser formulado
a través de externalidades de la producción o spillovers. La segunda forma, es el llamado
enfoque Chamberliano para los rendimientos crecientes. Existen rentas que pueden ser asignadas a actividades no
directamente productivas,pero que pueden contribuir a la expansión de la
frontera de conocimiento, tal como R&D (Sala-i-Martin, 1990). Según Barro y
Sala-i-Martin (2004), R&D es una importante fuente de crecimiento y son razonadas
como nuevas variedades de bienes de capital.
De esta manera,
la propuesta parte de supuestos instalados en la percepción de que la
utilización y organización del potencial humano es clave, ya que disminuye la
incertidumbre al trasladar el conocimiento, fuente
inagotable capaz de multiplicar los rendimientos de capital, favorecer
la innovación y dotarse de factores internos-externos.
Particularmente,
la cultura es vista como una especie de esfera privilegiada de la creatividad,
libre de condiciones físicas, lo cual implica innovación, es decir, el dominio
de la ciencia y tecnología donde en algunas ocasiones la imaginación humana es
finalmente libre en la búsqueda de inimaginables formas de autoexpresión
(Scott, 2010).
Tal afirmación supone que la economía cultural emerge del contexto
endógeno relacionado con la propuesta de Romer (1986) y Sala-i-Martin (1990),
dado que el componente creativo impone la necesidad de articular el crecimiento
alrededor de factores internos. Entonces, la valoración acerca de las variables
atribuibles al crecimiento económico desde las vertientes local y regional,
cambia. Ante tal esquema, se puede distinguir tres términos íntimamente
relacionados: aprendizaje, creatividad e innovación.
El aprendizaje
para (Scott, 2010) provee importante fundamentos de información y
procedimientos para la actividad creativa; creatividad en sí se relaciona con
pensamiento y acción, dirigido a la producción de puntos de vista y
percepciones que pueden o no eventualmente tener significado tangible;
innovación deriva de estos puntos de vista y percepciones, pero se dirige
específicamente a su implementación en el dominio diverso de la aplicación
práctica. Paralelamente, Scott (2010: 119-120), señala que:
1)
El pensamiento creativo es siempre moldeado por el conocimiento y las
habilidades de los individuos, a través de la educación y socialización en un
contexto histórico y geográfico definido. 2) Los productos del trabajo creativo deben ser reconocibles como
tales por otros. 3) Las estructuras de las transacciones externas dentro
de las cuales las firmas y trabajadores operan tienen substanciales efectos
para el desencadenamiento de la mano de obra creativa. 4) El ámbito de la creatividad sugiere
que sus actividades son propensas a ser marcadas por patrones de dependencia,
regulados por amplias condiciones sociales.
En este tenor, la
regulación entre la actividad productiva y otros factores clave aumentan el
debate acerca de las implicaciones de la creatividad y cultura, hacia
horizontes donde se perciben cada vez más como catalizadores del crecimiento
económico.
3. Geografía
económica creativa y acercamiento a la lógica espacial de industrias culturales
La
intensificación de la relación entre industrias altamente creativas, traslada
la atención al contexto territorial, en relación con el rol fundamental de las
formas de clusterización (Lazzeretti et al., 2008; Mommas, 2004 y Santagata,
2002). El rol estratégico de los recursos culturales y las dinámicas de
aglomeración evidencian la habilidad de activar nuevas cadenas productivas y
revitalizar ciudades y regiones.
Al respecto, se
considera que los postulados de la nueva geografía económica constituyen el primer
espacio, desde el cual, la tendencia de tales industrias marca su composición
territorial geográfica. El imperativo del sistema de producción y los procesos
de aglomeración parten de teorías conceptuales con determinantes de crecimiento
local, donde los factores internos se utilizan intensamente.
La nueva
geografía económica enfoca su atención en la espacialización de los factores
endógenos y las formas de organización creativas. Particularmente Fujita y
Thisse (2007) postulan que el crecimiento obedece a una lógica de causación
circular en la que los encadenamientos hacia atrás y hacia delante de las
empresas conducen a una aglomeración de actividades que se autorefuerzan
progresivamente.
En la misma
vertiente, Storper y Walker (1989) proponen la dinámica espacial del
crecimiento industrial. La hipótesis principal es que las industrias originan
regiones como sitios de actividad económica. Los patrones básicos de
localización industrial y crecimiento regional pueden ser causados por procesos
endógenos de la industrialización capitalista, más que por variantes exógenas,
lugares, recursos o consumidores.
Las industrias de
rápido surgimiento se ven unidas a las capacidades locacionales para alcanzar
ganancias normales, lo cual permite atraer recursos y mano de obra. La
productividad se incrementa, atraída por la división
y la integración del trabajo, disminuyendo precios y aumentando la
concentración espacial. Los rendimientos crecientes son producto de las
economías internas, constituidas por la concentración, intensificación y
división social del trabajo (Storper, 2005). Se intuye que el surgimiento de
nuevas industrias en la sinergia espacial creativa responde a estos postulados,
donde la dotación de factores de producción dependen, en gran media, de la utilización
endógena de variables, principalmente el capital humano.
Las industrias de
rápido surgimiento se ven unidas a las capacidades locacionales para alcanzar
ganancias normales, lo cual permite atraer recursos y mano de obra. La
productividad se incrementa, atraída por la división
y la integración del trabajo, disminuyendo precios y aumentando la
concentración espacial. Los rendimientos crecientes son producto de las
economías internas, constituidas por la concentración, intensificación y
división social del trabajo (Storper, 2005). Se intuye así, que el surgimiento
de nuevas industrias en la sinergia espacial creativa, responde a estos
postulados, donde la dotación de factores de producción dependen en gran media
de la utilización de variables endógenas, principalmente el capital humano.
Desde esta
perspectiva, los cambios en los análisis vertidos a la dinámica económica en el
espacio son adaptativos y cambiantes. Así, un nuevo paradigma llamado variedad
relacionada (Frenken et al., 2007; Boschma y Iammarino, 2007),
surge de los estudios de la geografía económica evolutiva.
Boschma y
Iamarino (2007) encuentran que demasiada confianza en las fuentes del
conocimiento local puede ser perjudicial para el aprendizaje interactivo y la
innovación; de manera tal que cuando las empresas locales se orientan hacia
adentro su capacidad de aprendizaje puede debilitarse, a medida que pierden su
talento para la innovación y son incapaces de responder a nuevos desarrollos.
Tal tipo de bloqueo puede ser resuelto o evitado mediante el establecimiento de
redes extralocales.
Conectarse a
tales redes es considerado como condición previa para la sobrevivencia de las
firmas de un cluster. Estos vínculos extraregionales
atraen nuevo conocimiento a través de una amplia gama de sectores localizados,
la condición es que estos flujos de conocimiento estén relacionados a la
especialización sectorial, si el conocimiento externo no está relacionado a la
base industrial, entonces no podrá ser asimilado (Boschma y Iammarino, 2007).
Es decir, la mayor cantidad de innovaciones ocurren a través de spillovers entre sectores, más que dentro del
mismo sector, siempre y cuando éstos estén relacionados y compartan
competencias. Como tal, el concepto va más allá de la dicotomía tradicional de
economías de localización y externalidades y es utilizado recientemente en
industrias de gran contenido creativo, particularmente a través del proceso
activo de relaciones cognitivas entre diferentes industrias.
La vertiente de
análisis evolutiva indica mecanismos para estimular nuevos patrones de
crecimiento en variados contextos territoriales e institucionales. En esta
propuesta, Dawley (2013) afirma que actualmente el surgimiento de una nueva
industria puede ser habilitado o restringido por ambientes y contextos
condicionados por características y competencias inherentes a trayectorias
locales previas. Esto se refiere al reciente progreso para entender los
mecanismos que estimulan nuevos patrones de crecimiento, al desarrollar la
integración del análisis a nivel firma, en un amplio y territorialmente variado
contexto institucional, para conectarse a una amplia gama de actores y
contextos multiescala.
Trayectoria de
dependencia es un concepto que se aplica a las industrias culturales para
sugerir que el estado presente de condiciones socioeconómicas y crecimiento
económicocultural en cualquier lugar es altamente dependiente de decisiones,
localidades y dinámicas que previamente afectan al lugar (unesco, 2013).
La creación de trayectorias es un elemento latente para las de
dependencia,
condicionadas por un conjunto de características locales, tecnológicas e
industriales y factores dependientes del lugar, lo que ayuda a explicar porqué
trayectorias características han crecido en lugares particulares y no en otros
(Dawley, 2013). Es así que, el desplazamiento de industrias culturales y sus
dinámicas endógenas se relacionan a la geografía económica y su variante
evolutiva, lo cual extiende las cuestiones relativas al espacio y variables de
crecimiento en regiones creativas.
4.
Cluster, distinción
productiva y dinámica de industrias culturales
Las formas de
la economía cultural en el espacio territorial, así como las dinámicas de
organización de la producción tienden a materializarse en forma de densas
aglomeraciones. Esta propuesta se refiere a sinergias de innovación percibidas
en clusters industriales; los que adquieren
ventajas competitivas específicas del lugar, por razón de las simbologías
culturales locales congeladas en sus productos. Ello implica especial atención
hacia los términos en que se vincula la lógica espacial, así como los parámetros
y las formas de la concentración territorial que permiten la ejecución
competitiva, por un lado, y su potencial creativo, por otro.
Por consiguiente,
en tanto persista el aumento en su dinamismo, motivado por la demanda y el
consumo, se deberá atender en mayor medida la dinámica industrial que se lleva
a cabo en sectores selectos de sus productos y las formas en las cuales dicha
economía se organiza en lugares específicos.
Así, se tiene que
los nuevos sectores se componen por procesos de producción relativamente
desarticulados, y sus productos son atraídos principalmente
hacia grandes áreas metropolitanas, algunas de las más avanzadas
expresiones de estas tendencias se observan en grandes ciudades mundiales como
Los Ángeles, Nueva York, Londres, París, Berlín, Roma y Tokio. La propensión de
las firmas de los sectores de productos culturales es converger en clusters espaciales distintivos dentro de la
ciudad, lo cual es reflejo de una estructura organizacional, en la que cada
unidad de producción individual es atrapada en un amplio sistema de
interacciones socioeconómicas, sobre las cuales depende su supervivencia. Las
firmas tienen un enorme incentivo para permanecer juntas en comunidades dentro
de la ciudad, ya que la proximidad mutua mejora considerablemente la
disponibilidad de economías de aglomeración y los efectos de rendimientos
crecientes (Scott, 2004).
Santagata (2002)
afirma que su conformación territorial productiva se sustenta en el capital
cultural tangible e intangible, el cual es el soporte de la producción de
bienes materiales e inmateriales a través de dos insumos estratégicos:
creatividad humana y actividad intelectual.
Así, los clusters industriales-culturales se convierten
en un buen ejemplo del crecimiento endógeno sustentable; se promueve un patrón
de crecimiento a través del desarrollo de pequeñas y medianas firmas las cuales
se encuentran intensamente integradas dentro de un territorio y en la comunidad
local.
Una de las
características más significativas es la interdependencia de sus firmas. La
atmósfera industrial y el contacto favorecen el intercambio de bienes
especializados, donde las continúas y repetidas transacciones promueven la
circulación de la información. Hacia el interior de las aglomeraciones,
Santagata (2002) aprecia la presencia de contratistas que verifican la calidad
de los bienes y servicios; también, que el conocimiento tácito, la confianza
mutua y la acumulación de capital social son producto de los tratos permanentes
entre la sociedad local y cultura.
Es así que, estas
industrias se posicionan en la lógica del crecimiento, los clusters son la expresión particular de la
economía cultural, adaptación espacial geográfica con sistemas de producción y
capital humano en constante dinamismo
creativo, lo que a su vez transforma los insumos en bienes diferenciados
y servicios especializados de demanda global.
Así, los flujos
de combinaciones productivas surgen y se expanden sobre ventajas competitivas
específicas de diversos clusters creativos. La intensa apertura del comercio
global hace posible el establecimiento de ventajas competitivas permanentes y
capaces de atacar nuevos mercados. Esto, se representa por industrias como la
producción de programas de televisión, música, juegos electrónicos, turismo,
arquitectura, publicidad, diseño de modas, joyería, entre otros, las cuales
representan de 4% a 8% del total del porcentaje de empleo actualmente (unesco, 2009).
De tal manera que
no solamente se observa una multiplicidad de centros de producción activos,
sino se espera el surgimiento y desarrollo de otros, junto a la expansión de un
gran sistema de localidades de producción
satélite, un ejemplo de esto, es la existencia de un conjunto diverso de
pequeñas áreas metropolitanas con economías culturales florecientes como los
centros vacacionales y de turismo como Miami y San Diego; Centros de
convenciones y resorts como Orlando y Las Vegas;
aglomeraciones de música como Austin, y Nashville; lugares artesanales y de
herencia cultural como Santa Fe, Nuevo México y Savanah, lugares que mantienen
altos niveles de servicios culturales y son atractivos para vivir y trabajar
(Scott, 2010).
En los territorios donde las ventajas locales apropiadas se encuentren
disponibles es posible analizar el contexto de industrias florecientes, a
través de la caracterización del sistema de producción interno, su componente
creativo, la relación en el espacio territorial y principales variables motrices. Para
tales efectos se propone la construcción de un modelo en el que la economía
cultural depende de dos factores: capital humano (creatividad) y sus dinámicas
en el espacio geográfico (dinámicas de aglomeración).
5. Modelo de
crecimiento e innovación para cluster creativo de industrias culturales.
Teoría y aplicación
En esta
sección se realiza la aplicación del método analítico-teórico planteado
previamente. Se pretende proveer una herramienta de aplicación funcional,
siguiendo un acercamiento multidisciplinario que integra parámetros de la
economía cultural, teoría de crecimiento endógeno y geografía económica. El
análisis permite la identificación de los patrones de crecimiento económico en clusters creativos de industrias culturales
florecientes, al utilizar el sistema de producción local y modelado
econométrico de los determinantes económicos-creativos en un espacio geográfico
definido.
Las perspectivas
consideradas parten de (Lazzeretti et al., 2009), quienes generalizan una
ecuación lineal a formas más flexibles al disminuir restricciones en las
elasticidades, lo que permite incluir factores alternos, de manera que las
variables se dividen en distintos conjuntos en la misma operación.
Particularmente, el modelo propuesto considera los siguientes acercamientos:
Productividad
creativa localizada −en base al lq
(Location Quotient)
de empleo−; Economías de aglomeración y organización de la industria; Capital
humano (R&D); Especialización (rendimientos
crecientes, externalidades acumuladas, innovaciones en términos de patentes);
Consumo; Variedad relacionada (Boschma y Iammarino, 2007) diversifica el perfil
creativo de un sistema de producción local.
A partir de
análisis vertidos, se considera utilizar el cociente de localización (lq) para verificar la motricidad de la
industria cultural en un lugar determinado, lo que permite comparar su
especialización en relación al promedio nacional (Lazzeretti et
al., 2008), entonces
se puede elaborar un estimado empírico de cada industria y su participación en
la economía general a través del empleo.
Se desagrega el
procedimiento que permite incorporar los elementos necesarios para poder: a) Estimar el crecimiento económico
local con base en la industria creativa del cluster; b) Evaluar la concentración del cluster creativo respecto a la organización de
la industria y economías de aglomeración, a través de las variables de capital
humano, especialización (R&D), consumo y variedad relacionada; c) Determinar la correlación entre la
producción económico-creativa (prácticas registradas, patentes, inversión) y
rendimientos crecientes del cluster en el sustento de la economía
regional.
La propuesta que
se generalizará parte de la variable dependiente (cluster creativo) y variables independientes
(Economías de aglomeración, especialización, capital humano, innovación, empleo
y consumo). Entonces:
gc = αX1β1, X2β2,X3β3, X4β4, X5β5 (1)
Donde: gc es el lq
de empleo en industrias culturales de gran contenido creativo de un cluster, X1 a X5 es el
conjunto de variables que representan a las economías de aglomeración, el
capital humano, especialización, consumo y variedad relacionada, en tanto α,β1 a β5 son el conjunto de parámetros; gc significa que existe motricidad en
la industria y empleo creativo.
La propensión de
las firmas de los sectores de productos culturales es converger en clusters espaciales distintivos como reflejo
de una estructura organizacional, en la cual, cada unidad de producción
individual es atrapada en un amplio sistema de interacciones socioeconómicas de
las que depende su supervivencia. Las firmas tienen un enorme incentivo para
permanecer agrupadas, ya que la proximidad mutua mejora considerablemente la
disponibilidad de economías de aglomeración y los efectos de rendimientos
crecientes. Las firmas de las industrias de los productos culturales con estas
características son sujeto de presiones competitivas y organizacionales, tales
como la aglomeración en densos clusters o distritos industriales (Power y
Scott, 2004).
La función
(ecuación 1) puede alinearse usando logaritmos, para producir una ecuación
lineal larga:
In(g) = In(α)+β1In(X1)+β2In(X2)+β3In(X3)+β4In(X4)+β5In(X5) (2)
A partir de esta
lógica, adicionalmente la ecuación 2 se puede generalizar a formas más
flexibles, siguiendo la función translog (Berndt y Christensen, 1973, citado
en Lazzeretti et al., 2009), la cual relaja las
restricciones sobre elasticidades al substituir factores que permiten un
segundo orden de efectos cruzados:
In(gc)=Sj=i In(Tij+Q)+In(Ej)(β+j-1)+In(Kj)(β+j-1)+ SGg=1Pg,j Hg,j+ In (Cj) (3)
De acuerdo con el
marco teórico, las variables explicativas se dividen en cinco grupos:
1. Economías de
aglomeración del sistema de producción local (representado por j en el modelo), las cuales se
constituyen por varios indicadores, siguiendo a Storper y Walker (1989) y las
formas marshallianas mencionadas por Scott (2010) parten de la
industrialización geográfica e incluyen la estructura y organización de la
industria, mercado laboral local y proveedores especializados.
Es importante
señalar que, el tamaño promedio de la firma en el sistema de producción local
tiene preferencia por la organización de la industria en pequeñas y medianas
empresas, entonces:
Tamaño de firmaj =
Donde T es el empleo (empleos) y F es el número de firmas. Un segundo
indicador, propuesto por Lazzeretti et al. (2009), controla el efecto del
tamaño de la firma en industrias de gran contenido creativo en el sistema de
producción local:
Tamaño de firmaj =
Donde j es el sistema de producción local e i es la industria de alto contenido
creativo. Por su parte, el mercado de trabajo local calificado se estima a
través del número de trabajadores calificados en industrias culturales:
Qij =
Donde Q es el empleo calificado, lo que
conlleva a la variable de especialización representada por (E).
2. Los modelos de
crecimiento endógeno utilizan a la especialización (E) como fuente del crecimiento. La idea
de que esta variable lleva a retornos crecientes a escala se formaliza en
Ethier (1982). La función de producción es creciente del número de insumos
intermedios utilizados en la producción, así, mientras mayor sea el número de
insumos intermedios utilizados, mayor es el producto final.
En el modelo
propuesto, al estimar el crecimiento endógeno de un cluster a partir de (E), se encuentra con la intensificación
de los rendimientos crecientes y externalidades acumuladas (β + j-1), esto es el sector de bienes
intermediarios, el cual utiliza el diseño del sector de la investigación (R&D), junto al capital para producir un gran número de
bienes duraderos, los cuales están disponibles para el uso de la producción de
bienes finales en cualquier momento.
La investigación
y el desarrollo (R&D) crean diseños para nuevos tipos de bienes de capital,
donde los spillovers
(β + j-1)
del conocimiento son fundamentales, incrementándolos es la forma en que la
integración acelera el crecimiento. En la propuesta de Romer (1989) esto quiere
decir que existen rendimientos crecientes a escala en la producción de función,
lo cual provoca que la integración tenga un efecto de crecimiento dirigido por
el conocimiento.
Por otro lado,
para Sala-i-Martin (1990) en el crecimiento endógeno se concentran los
esfuerzos hacia la determinación de factores compuestos de la potencialización
de capital humano, la especialización y la determinación de la tecnología como
factor interno, donde los rendimientos crecientes tienen que generar
innovación. Asimismo, añade a la teoría del crecimiento el acercamiento
necesario para trascender al estado empírico del conocimiento. En su teoría de
crecimiento endógeno, Sala-i-Martin (1990) propone introducir los rendimientos
crecientes a escala a nivel agregado y los rendimientos constantes a escala a
nivel de firma. Esto puede ser formulado a través de externalidades de la
producción o spillovers; la decisión de cada firma afecta la
producción de otras firmas, esto bajo algunas condiciones genera crecimiento
endógeno. Esto es:
Yt
= AKβtLt1-βktj
Donde:
Y=
denota el producto
A=
un nivel de tecnología dado, que se supone constante
Kt=
capital privado
kt=
capital agregado en
la economía
Lt=
fuerza de trabajo
β=
rendimientos crecientes
j=
externalidades (spillovers)
Las firmas
individuales no piensan que afectan k, así que lo toman como algo dado. En
forma agregada, el total del capital igualará la suma del capital individual,
es decir, k-K;
entonces, la función de producción agregada será:
Yt
= AKβtLt1-β
Se debe señalar que si la externalidad es “correcta” (β + j-1) se obtendrán
rendimientos constantes al capital y rendimientos crecientes a escala.
El que existan
retornos crecientes no es una condición suficiente para que haya crecimiento
endógeno de largo plazo positivo. Se requieren al menos retornos constantes a
los factores que se pueden acumular. En otras palabras, en el modelo de
rendimientos crecientes a escala (a+β=1) teniendo crecimiento de estado
estacionario (rk >0), la función de producción debe exhibir
rendimientos crecientes de los insumos que pueden ser acumulados, β-1.
Al respecto, se puede definir a un cluster de industrias culturales florecientes como un escenario donde la
endogenización de factores de producción, como especialización y la tecnología
(R&D), propician que procesos innovadores
como los de la economía cultural se aglomeren y especialicen a través de (β +
φ-1).
Paralelamente (E) y (R&D) representan, hipotéticamente, una
mayor estabilidad del crecimiento económico regional, sustentado en
innovaciones que a la vez representan el número de registro de patentes,
prácticas registradas, propiedad intelectual. Esto es la densidad de patentes
locales:
ER&D = Patj/Tj(β +
φ-1)
Las patentes
locales representan el número de innovaciones registradas por los trabajadores
creativos de un cluster cultural, éstas
surgen de la intensificación de las externalidades acumuladas, beneficios
propios y únicos de cada cluster. (β +
φ-1) aparece como factor representativo
de esta interacción en el spl, se
miden al final de la ecuación en función de la variedad relacionada.
3. Por otro lado,
K
es una variable muy importante en la construcción del modelo. Su inclusión se
sustenta en las teorías de crecimiento endógeno, especialmente las de Romer
(1989) y Sala-i-Martin (1990). La característica distintiva del modelo del
primero es que introduce una función de producción con externalidades del
capital. Se sugiere que las externalidades positivas pueden tener un impacto en
todas las empresas de la economía debido al aprendizaje por la práctica (learning
by doing) y el
desbordamiento de los conocimientos (knowledge spillovers).
Con el objeto de
generar crecimiento endógeno asume retornos crecientes a escala, pero con
economías externas a la firma, de modo de asegurarse la existencia del
equilibrio competitivo. La función de producción asumida es:
Yi = F (ki, Li, k) = Ki,βLi(1-β)
K n
Donde:
Yi=
Producto de la firma i
ki= Stock de capital firma i
Li=
Empleo firma i
Ki=
Stock de conocimiento
i=1
Se asume “N”
firmas con un “N” suficientemente “grande” y que todas las firmas son
idénticas. Así: k = NKi.Dado que “N” es grande, cada firma asume que
el stock agregado de capital o stock de conocimiento está dado y ella no
lo puede afectar. En este sentido, los retornos crecientes son externos a la
firma. Sin embargo, es claro que si todas las firmas incrementan su Ki., el stock total del conocimiento aumentaría,
beneficiándose todas. Debido a que hay retornos crecientes a escala en función
de producción, la acumulación de capital puede generar crecimiento endógeno
(Romer, 1989).
De esta manera,
la acumulación de capital humano (K) determina que el nivel de crecimiento, el cambio
tecnológico y la innovación se encuentran en el corazón del crecimiento
económico; el conocimiento se traslada dentro de bienes con valor práctico
(Romer, 1989). En esta teoría, la potencialización del capital humano intensivo
se expone como la clave del crecimiento económico.
En el modelo K se estima a través del número de
personas formalmente educadas (graduados de universidades y posgraduados),
quienes participan en el sistema de producción local. Esto, estimando el
equivalente insertado en el spl.
Capital
Humano (K)j = Tj/ STSFEj(β + j-1)
Donde Tj representa el trabajo total del spl y Tsfej el número de trabajadores en el
sistema formalmente educado. El sector de la investigación utiliza al capital
humano (K)
y el stock
(acumulación) de conocimiento existente, para producir nuevo conocimiento, en
el modelo propuesto esto se muestra en (β +
φ -1) ya que son factores intermedios
basados en la transmisión de ideas que propician la productividad constante,
estimados al final de la ecuación a través de la variable variedad relacionada.
4. Lo anterior
propone entonces mantener una constante, lo que se asume en los argumentos
recientes de Boschma y Iammarino (2007), quienes formulan una extensión a la
propuesta alrededor de las economías de localización, especialización sectorial
y la diversificación de la economía regional sustentada en economías externas,
junto al desparramamiento del conocimiento. Encuentran que, la excedida
confianza en las fuentes del conocimiento local puede ser perjudicial para el
aprendizaje interactivo y la innovación. El conocimiento se propaga con
eficacia entre sectores cuando las complementariedades existentes entre éstos se comparten en términos de competencias.
Tales
complementariedades existen en términos de variedad relacionada, misma que se
identifica como sectores industriales que se vinculan en términos de
competencias complementarias o intercambiables (cognitivamente).
Así, la variedad
relacionada en el modelo, se estima usando en índice de nivel entrópico de tres
dígitos propuesto por Boschma e Iammarino (2007). El valor del indicador
entrópico incrementa el perfil creativo más diverso de un sistema de producción
local:
G
Variedad
Relacionadaj
= SPg,
j Hg, j
g = 1
Donde:
Pg,
j = S pi, j
ieSg
es la suma de
sectores de dos y tres dígitos de cada industria a la participación total del
empleo,
pi, j 1
Pi,LPS = Li,j / SLi,j , y Hg j = Slog2()
i=1 ieSgPg,j pi,j / Pg,
j
La propuesta no niega la existencia ni el beneficio de las economías
externas en un lugar, añade a tal análisis la posibilidad de mantener en
equilibrio el sistema innovador local, al inducir variables alternativas
externas a través del conocimiento, ejemplo de esto, es el flujo migratorio. Su
medición atañe importancia a la forma empírica de obtener resultados respecto a
las externalidades o spillovers de la
industria, factor presente en la variable de especialización (E) y capital humano (K).
5. Otra de las
variables incluidas es el consumo (C); Throsby (2001) señala que la noción de cultura como
economía y su interpretación como algo incluido en un medio económico nos lleva
a la propuesta de que su producción y consumo se pueden situar dentro de un
marco industrial. Los bienes y servicios culturales producidos y consumidos se
pueden considerar como mercancías, en los mismos términos que otras producidas
en el sistema económico.
Para Scott (2008)
el consumo y la mercantilización de la cultura provocan desafíos que debilitan
la estructura económica convencional de los gobiernos locales, quienes tienen
que renovar las formas de organización en el espacio regional, político y
social. En el modelo, el consumo se especifica:
Consumo = PIB Región/Patj
A partir de lo anterior, la variable (C) se identifica con el proceso de producción, consumo e intercambio de la creatividad de un
sistema de producción localizado. Pat representa el
índice de participación de un cluster creativo en el pib del sistema de producción local,
por ello puede utilizarse en términos de la variable más representativa,
siempre y cuando ésta se mida por unidades (número de patentes, prácticas, registros,
permisos).
En consecuencia (C) en el modelo permite estimar el
consumo y la demanda final de una industria, esta variable puede emplearse como
una proxy
asociada al crecimiento económico regional.
5.1. Alcances e
implementación de resultados
El modelo
considera responder a la hipótesis general vertida en torno a la utilización de
industrias culturales como factor propulsor de la economía, la cual retoma la
cuestión acerca de la ventaja de estas complejas tendencias para los propósitos
del desarrollo económico.
En contexto
particular, la propuesta se dirige al estudio de clusters creativos florecientes, donde se
advierte la posibilidad de ventajas competitivas al identificar la actividad
creativa, midiendo el grado de concentración y motricidad de la industria o
actividad localizada con base en el lq
(Location Quotient),
herramienta que conjetura la relativa especialización del lugar y la industria
respecto al promedio nacional.
De forma
práctica, se determinan los lq o
cocientes de localización, utilizando y dividiendo los factores de la
industria, en términos del número de empleados creativos y el total nacional en
la misma (ver ecuación 3). Así, (gc)
representa el índice de concentración regional creativo medido a partir del
coeficiente lq.
Por su parte, las
economías de aglomeración del sistema de producción local (j, en el modelo) tienen
representatividad empíricamente medible a través de indicadores específicos, en
el caso particular representan la organización de la industria y mercado
laboral. Su apreciación en la ecuación principal Sj=1 1n (Tij + Q) contribuye a
identificar en un cluster, el tamaño de las firmas en el
sistema de producción local (j), al dividir el empleo (T) entre el número de estas (F). Los resultados exponen la
estructura interna del cluster y las empresas relacionadas a la
actividad creativa, lo que asume marginalidad productiva relacionada a la
ganancia y rentabilidad de la industria en crecimiento.
En tal
apreciación, el efecto del tamaño de la firma indica que están constituidas en
términos organizacionales como redes complementarias especializadas, que
trabajan en competencia y colaboración con otras. La naturaleza creativa de la
producción incentiva una mayor desintegración, ya que los productores buscan
constantemente nuevas combinaciones de mano de obra con la finalidad de
permanecer en el juego del mercado a través de innovaciones y la diferenciación
del producto.
Al respecto, la
variable (Q)
evalúa al mercado de mano de obra local calificado, el cual, de forma práctica,
se promedia al dividir el número de trabajadores calificados en industrias
culturales (QTij)
entre los trabajadores en el sistema de producción local de alto contenido
creativo (Tij).
Estas variables permiten esgrimir una de las constantes medulares de estas
industrias como factor propulsor del crecimiento económico, el empleo.
La estimación de
este mercado indica la dinámica del capital humano y su contribución marginal a
la producción del cluster; la mano de obra local se compone por
diferentes habilidades, aptitudes y sensibilidades, reflejo del rango de
demanda de este capital y el empleo en el sistema. En consecuencia, se promueve
la presencia de capacidades distintivas entre firmas y trabajadores,
interconectando capacidades, lo que incentiva la convergencia de productores en
la localidad y la existencia de recursos de reforzamiento interno al
incrementar las ganancias o economías de aglomeración.
Para efectos
funcionales, la calidad del mercado de trabajo local se propone como
herramienta de estimación del potencial de crecimiento en una industria
floreciente. Si ésta detenta una base de mano de obra calificada en (j), entonces, puede promover las
competencias básicas para considerar la utilización y especialización del
capital humano existente, en virtud de innovaciones que finalmente aumenten la
productividad.
Lo anterior
extiende la medición de variables a la especialización (E), la ecuación principal (ver ecuación
3) indica su comportamiento. La utilidad de (E) parte de asunciones endógenas, las
cuales la destacan como fuente de crecimiento. Este enfoque, determina que
capital humano, especialización y tecnología, como factores internos,
potencializan el crecimiento a largo plazo, al aumentar los rendimientos
crecientes cuando se genera innovación. La respuesta a la dinámica creativa de
industrias culturales y su utilización como factor propulsor de la economía se sostiene en la explotación
de tales variables.
En la propuesta (E) el factor (β +
φ-1) es clave y ejemplifica la presencia
de rendimientos crecientes y externalidades acumuladas, es decir, el sector
activo de bienes intermediarios que a la vez utiliza al sector de la
investigación (R&D). La función principal es incentivar la creación de
innovaciones, lo que mantiene la estabilidad y crecimiento sostenido en un cluster floreciente, éstas se estiman a
través del número de patentes, prácticas registradas y propiedad intelectual.
En el modelo, la
densidad de patentes locales están en función de ER&D y son producto de la división entre
éstas y el número de trabajadores en el sistema de producción local Patj
/Tj.
Los spillovers
se suman a la ecuación como factor de cambio indispensable, esto acelera los
procesos internos característicos de cluster creativo; lo que genera una cadena
productiva donde la utilización efectiva del capital humano promueve la
existencia del flujo de conocimiento, de información y comunicación. Entonces,
las industrias culturales como factor motriz de la economía son función de la
creatividad, de la cual el producto final es la innovación.
Particularmente,
la propuesta de la investigación advierte que los parámetros de crecimiento son
relativos al número registrado de productos o servicios en una aglomeración. La
creatividad es un bien imperceptible, no así, las innovaciones, producto de
ellas. La determinación de la productividad marginal y los rendimientos
crecientes a largo plazo son índice estimable de las posibilidades de una
industria en la participación de la economía regional o local. Además, el
registro de patentes, prácticas o propiedad intelectual reflejan la tendencia
interna del trabajo y la explotación del capital humano, de no ser así, la
utilidad en la ganancia sería nula. Es conveniente utilizar tal ecuación si se
desea analizar las alternativas reales de la industria, el panorama final
contribuirá al reforzamiento de variables poco incentivadas.
En esta vertiente
se propone la estimación del capital humano. La acumulación de (K) es susceptible a la intensificación,
lo que lo convierte en un bien irreproducible y único, capaz de determinar el
nivel de crecimiento junto al cambio tecnológico y la innovación real explotar
el flujo de conocimiento efectivo. Enfatizar la acumulación de capital humano
especializado mediante la inversión en educación formal y a través del learning-by-doing, asume que la creación del
conocimiento se relaciona directamente con la inversión productiva, ya que una
empresa que incrementa las competencias laborales simultáneamente produce mayor
eficiencia.
La idea clave es
que la inversión en educación, investigación y desarrollo es la fuente del crecimiento de largo plazo. En la propuesta se
estima el número de personas formalmente educadas (graduados y
posgraduados de universidades), participantes en el sistema de producción
local. (K)
se vincula estrechamente a la variable (E), como se observa en la ecuación 3,
ambas introducen externalidades (β + φ-1), ambas se expresan de forma práctica
al medir la variedad relacionada.
Finalmente, las
imperfecciones de las variables del modelo prevén el bloqueo de los medios
internos. En relación, Boschma (2007) encuentra que la excesiva confianza en
las fuentes de conocimiento local puede tener implicaciones negativas, es
decir, un sistema estacionario cerrado, donde el flujo no se renueva y evita la
atracción de nuevas variedades.
Las
complementariedades existen entre sectores en términos de variedad relacionada,
que son sectores industriales vinculados a través de competencias (cognitivas).
Se estima con base en un índice entrópico, el cual incrementa el perfil creativo más diverso en un spl al
sumar los sectores de dos y tres dígitos de cada industria respecto al empleo.
Este índice contribuye a organizar la parte cognitiva presente en la producción
creativa, característica de aglomeraciones de industrias culturales, y que son
formas de medición suaves que complementan el análisis vertido sobre el
comportamiento y contribución de éstas en el crecimiento.
Por su parte (C) es la variable distintiva de la dinámica
económica actual de tales industrias. Se estima a través del consumo de los
bienes y servicios producidos en la aglomeración. La productividad marginal
está en función del pib regional
entre el número de patentes del splPatj; su aumento es representativo del
incremento en los retornos crecientes, la inversión y diversificación de la
base creativa. De manera práctica, (C) cuenta con dos índices importantes: la exportación de
innovaciones registradas y la demanda interna. Se suma como variante significativa
para consolidar las estimaciones reales acerca de la utilización de las
mencionadas industrias como factor de crecimiento.
Conclusiones
El
advenimiento de la nueva economía cultural, así como la consecuente extensión
de sus productos y servicios se manifiesta en el funcionamiento del sistema
productivo mundial, particularmente, en industrias de alto contenido creativo,
las cuales revelan preferencia hacia procesos distintivos sobre el lugar en que
se desarrollan.
Estas tendencias
transforman la adaptabilidad general de la cultura al consolidar su presencia
dentro del cauce de la economía capitalista, mediante la incorporación de sus
productos a las formas más ambiguas de mercantilización, al tiempo que
responden a una demanda creciente especializada. Esta fusión legitima el
surgimiento de industrias culturales y la reconfiguración de los mecanismos
disponibles para el crecimiento económico.
Tales industrias
se despliegan como sectores integrados orientados a cubrir la demanda-consumo
de productos y servicios simbólicos; estructuralmente se sustentan en un
sistema de producción en red con interacciones endógenas, diseño flexible del
mercado laboral y de suministros; se extienden geográficamente en dinámicas de
aglomeración espacial, y sus procesos catalíticos parten de su capacidad de
innovación. El notable incremento en la red mundial de estas concentraciones
intensifica la diferenciación de productos, servicios y espacios en pugna por
acelerar las ventajas competitivas. A pesar de ello, las teorías que las
postulan como pivote del crecimiento, carecen de instrumentos que compensen las
exigencias de su valoración y participación económica.
De esa forma, se
propone un modelo de industrias culturales sujeto de medición, que reúne la
vertiente del crecimiento endógeno y la nueva geografía económica para
sistematizar sus vectores, distinguir el componente estratégico de la
creatividad y su sistema de producción geográfico en dos niveles (cluster y economías externas o
complementariedades). Se fundamenta un esquema de variables clave y se logra
delimitar los patrones de extensión geográfica como clusters creativos.
Asimismo, se
determina que el modelo está en función de dinámicas endógenas condicionantes,
sugeridas como la concentración de actividades altamente creativas, economías
de aglomeración, capital humano, especialización, variedad relacionada y
consumo. El objetivo central es aportar un instrumento que evalúa la causalidad
del ciclo económico, en virtud de la correcta organización de medios existentes.
El esquema es asequible para casos de industrias florecientes que adviertan la
posibilidad de ventajas competitivas y reflejen la inicial concentración de una
actividad creativa motriz.
Asimismo, permite
cotejar la conjetura central acerca de la contribución de una industria
cultural aglomerada en el crecimiento económico de una región, ya que valora la
conformación de la dinámica endógena y mide la incidencia de las variables
explicativas que determinarán la capacidad competitiva de un cluster creativo potencial.
El modelo incorpora formas funcionales y relaciones económicas
hipotéticas que pueden ser sólidamente confrontadas. Es un esquema teórico que
especifica correlaciones validables empíricamente, como alternativa al estudio
de la economía del conocimiento en el espacio territorial y el crecimiento.
Como método, genera valor estadístico a las variables a partir de su estimación
y es reproducible en distintos espacios. Por ello, se descartó como objetivo
prioritario la exposición de un caso único.
Finalmente, el
modelo contribuye en la reestructuración de procesos y en la canalización de
las fortalezas de la economía con formas complementarias de organización e
intervención. La naturaleza del campo de implementación generará nuevos debates
y líneas alternativas de ejecución.
Bibliografía
Adorno, Theodore W. (1991), The culture industry: selected essays on mass culture,
Routledge, London.
Barro, Robert y Xavier Sala-i-Martin (2004), Economic Growth,
Massachusetts Institute of Technology, Massachusetts.
Boschma, Ron y Koen Frenken (2006), “Applications of
evolutionary economic geography”, working paper, No. 06-26, Danish Reserch Unit for Industrial Dynamics,
pp. 6-26.
Boschma, Ron y Simona Iammarino (2007), “Related
variety and regional growth in Italy”, Science and Technology Policy Research,
núm. 62, University of Sussex, Brighton, pp. 1-24.
Caves, E. Richard (2003), Creative industries: Contracts between arts and
commerce, Harvard University Press, Cambridge.
Dawley, Stuart (2013), “Creating new paths? Offshore
wind, policy activism, and peripheral region development”, Economic Geography, 90 (1),
Newcastle University, Newcastle upon Tyne, pp. 91-112.
Ethier, J. Wilfred (1982), “National and international
returns to scale in the modern theory of international trade”, American Economic Review, 72 (3), American Economic Association, Pittsburgh,
pp. 389-405.
Frenken, Koen, Frank Van Oort y Thijs Verburg (2007),
“Related variety, unrelated variety and regional economic growth”, Regional Studies Asociation,
41 (5), Routlegde, New York, pp. 685-697.
Fujita, Masahisa y Jacques Francois Thisse (2007), Economics of agglomeration. Cities, industrial
location and regional growth, Cambridge University Press,
Cambridge.
Gertler, Meric y Kate Geddie, (2008), “Architectural
knowledge: reflexive dynamics between place and design”, paper presented at the
annual metting of the Association American of Geographers, 18 de abril, San
Francisco.
Grossman, M. Gene y Elhanan Helpman (1990), “Trade,
innovation and growth”, The American
Economic Review, 80 (2), American Economic Association, Pittsburgh,
pp. 86-91.
Hesmondhalgh, David (2002), The cultural industries, Sage
publications, London.
Kloosterman, Robert (2008), “Walls and bridges:
knowledge spillover between ‘superdutch’ aarchitectural firms”, Journal of Economic Geography,
Oxford University Press, Oxford, pp. 1-19.
Kloosterman, Robert (2010), “Building a career. Labour
practices and cluster
reproduction in dutch architectural design”, Regional Studies, 44 (7),
Taylor and Francis, London, pp. 859-871.
Krugman, Paul (1991), “Increasing returns and economic
geography”, Journal
Political Economic, 99 (3), University of Chicago, Chicago, pp. 483-499.
Lash, Scott y Jonh Urry (1994), Economies of signs and space,
Sage Publications, London.
Lazzeretti, Luciana, Rafael Boix y Francesco Capone
(2008), “Do creative industries cluster? Mapping creative local production
systems in Italy and Spain”, Industry and Innovation, 15 (5), Taylor and Francis,
London, pp. 549-567.
Lazzeretti, Luciana, Rafael Boix y Francesco Capone
(2009), “Why do creative industries cluster? An analysis of the determinants of clustering of
creative industries”, working paper presentado en Summer Conference on
Copenhagen Business School, 17-19 de junio, Frederiksberg.
Lucas, Robert (1988), “On the mechanics of economic
development”, Journal of
Monetary Economics, 22 (1), Elsevier, North Holland, pp. 3-42.
Lucas, Robert (2003), “Macroeconomic priorities”, American Economic Review, 93 (1), American Economic Association, Pittsburgh,
pp. 1-14.
Markusen, Ann (2006), “Defining the cultural economy:
industry and occupational approaches”, Economic Development Quarterly,
22 (1), Cleveland State University, Cleveland, pp. 24-45.
Marshall, Alfred (1890), Principles of economics, MacMillan,
London.
Mommas, Hans (2004), “Cultural clusters and the
post-industrial city: towards the remapping of urban cultural policy”, Urban Studies, 41 (3), Sage
journals, London, pp. 507-532.
ocde
(Organización para Cooperación y el Desarrollo Económico) (2009), “Portal
Estadístico”,
<http://www.oecd.org/statsportal/0,3352,en_2825_293564_1_1_1_1_1,00.html>,
9 de diciembre de 2009.
Power, Dominic y Allen J. Scott (2004), Cultural industries and the production of culture,
Routledge, New York.
Pratt, C. Andy (1997), “The cultural industry
production system: a case study of employment change in Britain, 1984-91”, Enviroment and Planning, 29 (11), The
London School of Economic and Political Science, London, pp. 1953-1974.
Pratt, C. Andy (2008), “Creative cities: the cultural
industries and the creative class”, Geografiska Annaler: Series B, Human Geography,
90 (2), Wiley, Suecia, pp. 107-117.
Prince, Rusell (2014), “Consultants and the global
assemblage of culture and creativity”, Transactions of the Institute of British Geographers,
39 (1), Royal Geographical Society-Institute of British Geographers, London,
pp. 90-101.
Rebelo, Sergio (1991), “Long-run policy analysis and
long-run growth”, Journal of
Political Economy, 9 (3), The University of Chicago Press, Chicago, pp.
500-521.
Romer, Paul (1986), “Increasing returns and long-run
growth”, Journal of
Political Economy, 94 (5), The University of Chicago Press, Chicago,
pp. 1002-1037.
Romer, Paul (1989), “Endogenous technological change”,
Journal of Political Economy,
98 (5), The Univesity of Chicago Press, Chicago, pp. 71-102.
Sala-i-Martin, Xavier (1990), “Lecture notes on
economic growth (I): introduction to the literature and neoclassical models”,
working paper, No. 3563, National Bureau of Economic Research, Cambridge, pp.
1-47.
Santagata, Walter (2002), “Cultural districts,
property rights and sustainable economic growth”, International Journal of Urban and Regional Research,
26 (1), Wiley, Hoboken, pp. 9-23.
Scott, J. Allen (2000), “The cultural economy of
Paris”, International
Journal of Urban and Regional Research, 24 (3),
Joint Editors and Blackwell Publishers, Oxford, pp. 567-582.
Scott, J. Allen (2001), “Capitalism, cities, and the
production of symbolic forms”, Transactions of the Institute of British Geographers,
26 (13), Royal Geographical Society, London, pp. 11-23.
Scott, J. Allen (2004), “Cultural-products industries
and urban economic development, prospects for growth market contestation in
global context”, Urban Affairs
Review, 39 (4), Sage Journals, Thousand Oaks, pp. 461-490.
Scott, Allen (2006), “Creative cities: conceptual
issues and policy questions”, Journal of Urban Affairs, 28 (1), The Journal of de Urban
Affairs Asociation, University of Wisconsin, Milwaukee, pp. 1-17.
Scott, J. Allen (2008), “Resurgent metropolis:
economy, society and urbanization in an interconnected world”, International Journal of Urban and Regional Research,
32 (3), Wiley Blackwell Publishing, New York, pp. 548-564.
Scott, J. Allen (2010), “Cultural economy and the
creative field of the city”, Geografiska Annaler: Series B, Human Geography,
92 (2), Wiley, Suecia, pp. 115-130.
Solow, Robert (1956), “A contribution to the theory of
economic growth”, Quaterly
Journal of Economics, 70 (1), Oxford University Press, Oxford, pp. 65-94.
Storper, Michael y Richard Walker (1989), The capitalist imperative. Territory, technology and
industrial growth, Blackwell Publishers, New York.
Storper, Michael (2005), “Society, community and
economic development”, Studies in
Comparative International Development, 39 (4),
Springer, London, pp. 30-57.
Swan, W. Trevor (1956), “Economic growth and capital
accumulation”, Economic
Record, 32 (2), Wiley, Hoboken, pp. 334-361.
Throsby, David (2001), Economía y Cultura, Cambridge
University Press, Cambridge.
Throsby, David (2008a), “Modeling the cultural
industries”, International
Journal of Cultural Policy, 14 (3), Routledge, Taylor and Francis Group, London,
pp. 217-232.
Throsby, David (2008b), “The concentric circles model
of the cultural industries”, Cultural Trends, 17 (3), Routlege, London, pp.147-164.
unctad
(Conferencia de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) (2009),
“Portal de Desarrollo Económico y comercio”,
<http://www.cinu.org.mx/temas/desarrollo/desecon/comercio.htm>, 9 de
diciembre de 2009.
unctad (Conferencia
de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo) (2013), “Trade in creative
products reached new peak in 2011, UNCTAD figures show”,
http://unctad.org/en/pages/newsdetails.aspx?OriginalVersionID=498&Sitemap_x0020_Taxonomy=UNCTAD%20Home;#1385;#International
Trade and Commodities;#1547;#Creative Economy Programme; #1851;#Services,
development and trade;#1856;#UNCTAD GSF 2013, 25 de mayo de 2014.
unesco
(Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura)
(2009) Portal Cultura, <http://portal.unesco.org/culture/en/ev.php-
URL_ID=35257&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html>, 5 de octubre de
2009.
unesco
(Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura)
(2013), “Creative Economy Report 2013” Special Edition, Widening Local
Development Pathways, United Nation Development Program (undp) United Nations
Educational-Scientific and Cultural Organization (unesco), Paris, pp. 1-185.
Recibido: 20 de julio de 2012.
Reenviado: 4 de diciembrede 2012.
Aceptado: 23 de abril de 2013.
Ezequiel Avilés-Ochoa. Mexicano. Economista con doctorado en ciencias sociales
por la Universidad Autónoma de Sinaloa. Actualmente es profesor e investigador
de la Universidad de Occidente unidad Culiacán. Es miembro del Sistema Nacional
de Investigadores, nivel II. Su línea de investigación actual es crecimiento y
convergencia económica regional. Entre sus últimas publicaciones destacan: “El
nivel básico de progreso sostenible. Una propuesta de categoría y metodología
de medición”, en Mariano Rojas (coord.), La medición del
progreso y del bienestar. Propuestas desde América Latina, Foro Consultivo Científico y
Tecnológico, a.c., México, pp.
361-364 (2011); en coautoría, El capital humano en el desarrollo
económico de Sinaloa,
Gobierno del estado de Sinaloa y Conalep, Sinaloa (2009); Crecimiento
económico y convergencia. Teoría y evidencia empírica, México,
1970-2004,
Universidad de Occidente e Instituto Sinaloense de Cultura, Sinaloa (2008); Crecimiento
y política económica. Sinaloa frente a México, Universidad de Occidente-Universidad Autónoma de
Sinaloa-Dirección General de Fomento a la Cultura de Sinaloa, Sinaloa (2006).
Paola Marbella Canizalez-Ramírez. Mexicana. Es maestra en ciencias en
estudios de América del norte por la Universidad Autónoma de Sinaloa.
Actualmente se desempeña como asistente de investigación en el Departamento de
Investigación y Posgrado de la Universidad de Occidente y coordina el Programa
Educativo de la maestría en administración, unidad Culiacán. Su línea de
investigación actual es desarrollo económico regional, particularmente, el
proyecto de Industrias Culturales de Toronto. Entre sus publicaciones destacan,
en coautoría: “El cluster de la manufactura alimentaria de
Culiacán”, Sinaloa causa común, 3 (24), Coordinación General de Asesoría y Políticas
Públicas, Sinaloa, pp. 6-9 (2007), en coautoría, “Industria de Alimentos”, Ensayos
sobre el desarrollo económico regional de Sinaloa, Universidad Autónoma de
Sinaloa-Instituto Sinaloense de Cultura, Sinaloa, pp. 85-93 (2009).