Evaluación
de la institucionalización de la nueva gobernanza en el desarrollo rural en
México
Assessment
of the institutionalization of the new governance in rural development in
Mexico
Obeimar Balente-Herrera*
José María Díaz-Puente**
Manuel R. Parra-Vázquez*
Abstract
Institutionality with a new-governance approach is the
prevailing paradigm in the international agenda; new governance has economic
efficiency as a supreme value. Upon this institutionality rest what has been
fostered in rural development in Mexico for more than a decade; this has agreed
with the continuity of center-right governments. Thus, in the present research
the institutionalization of new governance in rural development in Mexico was
analyzed through two case studies: “Alianza para el Campo” compared to a pilot
project of multilateral organisms. Results indicate that decentralization
remained at the federal states and reached balance of powers between the
federal executive and the states; however there was no advancement in the participation
of social and private actors, in deregulation and in improving efficacy.
Keywords: institutionality, governance,
decentralization, participation, efficacy.
Resumen
La
institucionalidad con enfoque de nueva gobernanza es el paradigma dominante en
la agenda internacional. La nueva gobernanza tiene como valor supremo la
eficiencia económica. Sobre esta institucionalidad descansa lo impulsado en
desarrollo rural en México desde hace una década, que ha coincidido con la
continuidad de gobiernos de centro-derecha. En la presente investigación se
analiza la institucionalización de la nueva gobernanza en el desarrollo rural
en México a través de dos estudios de caso: Alianza para el Campo, frente a un
proyecto piloto de organismos multilaterales. Los resultados indican que a
través de la descentralización se logró un equilibrio de poderes entre el
Ejecutivo federal y los estados, pero no se avanzó en la participación de los
actores sociales y privados, en la desregulación y la eficacia.
Palabras clave: institucionalidad, gobernanza,
descentralización, participación, eficacia.
* El Colegio de la Frontera Sur, San Cristóbal de las Casas, México. Correos-e: obalente@ecosur.mx, mparra@ecosur.mx
** Universidad Politécnica de Madrid,
España. Correo-e: jmdiazpuente@upm.es
Introducción
El
Banco Mundial afirmaba a finales del siglo pasado (2000) que los principales
problemas de los países en desarrollo eran un pobre funcionamiento de las
instituciones y un modo de gobierno centralizado, vertical y jerárquico,
características de lo que Aguilar (2010) denomina vieja gobernanza. En
consecuencia y con base en su peso financiero e intelectual, el Banco Mundial
impulsó la reforma institucional basada en un enfoque diferente, denominado
nueva gobernanza, cuyas características son: un modo de gobierno
descentralizado, con mayor participación de la sociedad y una gestión eficaz (Banco Mundial, 2000).
En este contexto, en México, en diciembre de 2001
fue decretada la Ley de Desarrollo Rural Sustentable (ldrs), la cual describe, en el apartado dos la iniciativa:
“El proyecto de ley de desarrollo rural establece un sistema de estructuras e
instrumentos de planeación para fortalecer el federalismo e incrementar la
eficacia de las acciones de desarrollo rural
sin generar nuevas cargas burocráticas …”, más adelante se apunta en el inciso ocho que: “… la Iniciativa se ubica
en un terreno realista con el objeto de desarrollar la institucionalidad
necesaria para dar soporte a un
proceso de diseño estratégico en el que los sectores del campo sean los protagonistas principales” (ldrs, 2001).
El
programa con más presupuesto que opera en el marco de la ldrs es Alianza para el Campo (Alianza
en adelante), el cual surgió en 1996 y fue alineado con la nueva
institucionalidad en 2001. Así, la institucionalidad del desarrollo rural con
base en la nueva gobernanza está ensamblada y operando formalmente en México
desde 2001; situación que ha coincidido con la continuidad de gobiernos de
centro-derecha. Después de una década transcurrida desde la implantación de la
nueva institucionalidad debiesen existir avances en la solución de los
problemas para la cual fue diseñada; es decir, se debió avanzar hacia una
gestión descentralizada, con mayor eficacia y participación de actores sociales
y privados.
Las
evaluaciones de la escala nacional de los programas de desarrollo rural han
sido realizadas por el Fondo de la Naciones Unidas para la Agricultura y la
Alimentación, que junto con el Banco Mundial, la Comisión Económica para
América Latina, el Instituto Interamericano de Ciencias Agrícolas, el Fondo
Internacional de Desarrollo Agrícola, la Agencia Alemana de Cooperación Técnica
y la Agencia de los Estados Unidos para el desarrollo Internacional, integran el
Grupo Interagencial de Desarrollo Rural-México (giadr).
A
la par de las evaluaciones nacionales, los organismos del giadr han desarrollado procesos de
evaluación local. En efecto, estos organismos realizaron una evaluación de
Alianza para el Campo en el municipio de Villaflores, Chiapas; los mismos
organismos ejecutaron un programa piloto de reconversión productiva en
municipios fronterizos del mismo estado, experimento que sirve como referencia
del funcionamiento ideal de la nueva institucionalidad del desarrollo rural en
México.
Los
resultados de las evaluaciones de la fao en
la escala nacional al programa Alianza reportan una baja eficacia –que va de 49
al 58%– y una débil participación de la sociedad rural en los Consejos de
Desarrollo Rural Sustentable (fao-Sagarpa,
2004 y 2005). Con estos resultados los mismos evaluadores señalan que se
“reduce la viabilidad política de la Alianza para el Campo” (fao-Sagarpa, 2007: 89).
El
cuestionamiento de fondo que hace la fao
al programa Alianza implica
analizar desde una perspectiva de toma de decisiones a múltiples escalas la
institucionalidad para el desarrollo rural en México, pues los actores
interactúan bajo reglas determinadas y estas mismas son las que otorgan la
capacidad a los programas de desarrollo rural para responder a las necesidades
de la gente. Así, el objetivo de la presente investigación es realizar una
evaluación de la institucionalización de la nueva gobernanza en el desarrollo
rural en México. Para este propósito se utilizó la información de las
valoraciones locales desarrollados por giadr,
con lo cual se buscó realizar una investigación profunda, y al mismo tiempo
comparar ésta con una experiencia donde se le dio una respuesta creativa al
problema de la débil participación y baja eficacia de los programas de
desarrollo rural en México.
El
documento se integra por un marco teórico donde se analiza la historia y
elementos conceptuales de la institucionalidad y la gobernanza, una metodología
de estudios de caso comparados y una sección de resultados que inicia con la
identificación de los actores estratégicos, para enseguida desarrollar la
evaluación mediante criterios que valoran el tránsito de los programas de
desarrollo rural desde la vieja hasta la nueva gobernanza.
1. Marco analítico
Según
Piñeiro (2009) las instituciones son construcciones históricas que responden a
demandas, inercias e innovaciones y que crean espacios de decisión dentro de
las cuales los actores definen sus cursos de acción y conforman sus patrones de
interacción.
El
Estado, a través del gobierno, es el actor principal del cambio institucional,
ya que es éste quien establece las leyes, así como políticas y programas para
fortalecer la capacidad institucional (Prats, 2003; Herrera et al.,
2009). Es en este sentido como se realiza el análisis de la historia y
fundamentos de la institucionalidad del desarrollo rural en los siguientes
párrafos.
Los
gobiernos latinoamericanos basaron su intervención desde la década del cuarenta
hasta los setenta del siglo xx en
la vieja gobernanza (Aguilar, 2010). La vieja gobernanza considera débil e
incapaz a la sociedad, y es sobre esto que fundamenta un gobierno centralizado,
con una organización reglamentada en su actuación, que tiene líneas de mando
descendientes, a las cuales se atiende para la consecución de resultados y
difusión de información (Aguilar, 2006 y 2010).
En
la época de la vieja gobernanza, los gobiernos latinoamericanos realizaron inversiones estratégicas para superar
los problemas que obstaculizaban el desarrollo, especialmente en
infraestructura y recursos humanos; del mismo modo, fomentaron la producción y
regularon los mercados (Piñeiro, 2009). A esta etapa también se le conoce como
de sustitución de importaciones.
Para
finales de la década de los setenta la mayoría de los estados latinoamericanos
se enfrentaron a una crisis fiscal que los obligó al ajuste estructural, el
cual consistió en: a) disciplina fiscal encaminada a eliminar los déficit a
través de una severa reducción de la burocracia estatal; b) redireccionamiento
del gasto público con criterios de rentabilidad y c) una reforma fiscal
orientada a ampliar las contribuciones y facilitar su cobro (Piñeiro, 2009); a
esta etapa institucional le subyace un enfoque gerencial (Herrera et al.,
2009).
A
principios de la década de los noventa del siglo pasado, el gobierno mexicano
comenzó a establecer un conjunto de normas y decisiones en el sector rural
donde prevalece un Estado reducido a la par de un fortalecimiento de las
organizaciones económicas y sociales. Desde la perspectiva de Aguilar (2010),
dicho periodo correspondió a la gestación de la institucionalidad con enfoque
de nueva gobernanza, donde el Estado siguió privilegiando la eficiencia
económica, y se reconoce al gobierno como actor importante, pero no el único.
Lo
descrito en párrafos anteriores ilustra brevemente la construcción histórica de
la institucionalidad del desarrollo rural que tenemos actualmente, la cual está conformada por reglas y
normas, formales e informales que establecen los derechos, obligaciones,
expectativas y procedimientos para la interacción entre los actores con enfoque
de la nueva gobernanza (Appendini, 2002; Prats, 2003; Piñeiro, 2009).
La
institucionalidad, según Piñeiro (2009), se va estructurando con la
correspondencia entre lo formal e informal, así como entre lo impulsado
recientemente y lo establecido a lo largo de muchos años, lo cual ya no existe
de manera formal pero se mantiene en las prácticas cotidianas de las
organizaciones.
Como
se ha señalado, la institucionalidad del desarrollo rural actual en México
tiene como piedra angular a la ldrs,
la cual, según Herrera et al. (2009), retoma los grandes principios de
la nueva gobernanza. Por la importancia actual del enfoque de la nueva
gobernanza es necesario revisar de manera breve su historia y principios.
Políticos y científicos empezaron a hacer un uso más
intenso de la palabra gobernanza a partir de 1988, cuando el Banco Mundial
señaló que “el problema de África era una crisis de gobernanza” (Pagden, 1998:
7). Este concepto se asoció con políticas y funciones de organismos de
cooperación en países en desarrollo (Hewitt, 1998; Grindle, 2007).
Una
perspectiva extrema del concepto de gobernanza es la que se acota a la
participación y la construcción de consensos entre organizaciones de la
sociedad civil, dejando al gobierno con una participación mínima. Dicha
perspectiva tuvo cierto auge en la última década del siglo xx con el florecimiento de las
organizaciones de la sociedad y civil y movimientos sociales de importancia
regional en América Latina, a las cuales las fundaciones y organismos de
cooperación internacional dirigieron sus fondos (Barr et al., 2005;
Paramio, 1994). Si bien la construcción de la nueva gobernanza pasa por el
fortalecimiento de la sociedad civil, existen límites donde se necesita una
participación importante del gobierno para superarlos, conclusión a la que se
ha llegado después de varios esfuerzos (Kooiman y Van Vliet, 2000; Paramio,
1994).
El
concepto de nueva gobernanza en el que se inspira la ldrs es el establecido por el Banco Mundial (2000) y
compartida por varios autores (Kooiman y Van Vliet, 2000; Maintz, 2000), que la
definen como un nuevo estilo de gobierno caracterizado por la descentralización
y una mayor cooperación entre el estado, la sociedad civil y el mercado para la
movilización de recursos y capacidades en programas y proyectos que buscan la
solución de la problemática en contextos territoriales específicos. En esta
posición de la gobernanza se considera al gobierno como un agente de dirección
necesario pero insuficiente, tanto para la identificación de los problemas como
para su resolución. En consecuencia, el gobierno central establece
interacciones con las organizaciones sociales y la iniciativa privada.
Una
posición crítica a la perspectiva del Banco Mundial ha sido esbozada por Prats
(2003), quien señala que el gobierno no establece relaciones con toda la
sociedad, sólo lo hace con actores estratégicos. Los actores estratégicos,
según el mismo autor, son aquellos que cuentan con recursos de poder suficientes para impedir o perturbar el
funcionamiento de las reglas del juego, la toma de decisiones y la
solución de conflictos.
La
interacción de los actores estratégicos está condicionada por las reglas del
juego que establecen las instituciones; en este sentido, el análisis de las
instituciones nos permite encontrar el fundamento de los patrones de
interacción de los actores (gobernanza) (Prats, 2003). Así, el
institucionalismo establece las bases que nos permiten entender la gobernanza
en contextos territoriales específicos.
En
los estudios institucionales es necesario distinguir las instituciones de las
organizaciones, y éstas, de las prácticas organizativas (Appendini y Nuijten,
2002). Las organizaciones son entidades construidas que se corresponden con
espacios de decisión de los actores; la estructura organizativa se basa en la
definición de roles y debe asegurar un desempeño confiable de la organización;
por su parte, las prácticas organizativas son las
distintas acciones y estrategias de los individuos para sostener y desarrollar
su vida cotidiana (Appendini y Nuijten, 2002).
Según
Appendini y Nuijten (2002) si se combinan estudios enfocados en las
instituciones y organizaciones con las implicaciones en las acciones y
estrategias de los individuos para sostener y desarrollar su modo de vida se
pueden tener análisis más robustos de la institucionalidad y sus implicaciones
en los territorios.
En
sintonía con lo anterior, Moran et al. (1998) señalan que es necesario
abordar el estudio de la institucionalidad desde múltiples niveles y en un
sentido iterativo dentro y entre las escalas.
2. Metodología
La
investigación se basa en estudios de caso, vistos como proceso de aprendizaje
derivados de la experiencia. Los estudios de caso son pertinentes para la
presente investigación porque: a) son útiles para el análisis de un fenómeno
contemporáneo en su contexto real, especialmente cuando los límites entre el
fenómeno y el contexto no son evidentes, tal como los procesos de desarrollo
rural; b) su fortaleza es hacer una investigación profunda sobre una
experiencia de interés en la que se haya dado una respuesta creativa al
problema en cuestión, conservando la visión total del fenómeno (Yin, 1981); c)
se puede generar conocimiento y alternativas para escenarios de sistemas
similares, aunque no se puede generalizar lo registrado en el sentido
estadístico del término (Arzaluz, 2005; Tellis, 1997); d) los estudios de caso
aplicados a los fenómenos descritos nos permiten establecer propuestas de
mejora con base a las lecciones aprendidas (Yin, 1981).
En
la selección de los casos que se comparan en el presente estudio fueron
considerados los siguientes criterios generales: escala territorial equivalente
(municipios), participación de organismos multilaterales del giadr, duración del programa, y que la
evaluación se haya realizado. En este sentido fueron seleccionados para ser
comparados los estudios de caso del Consejo Municipal de Desarrollo Rural
Sustentable de Villaflores (en adelante Consejo de Villaflores) y el Proyecto
de Reconversión de la Agricultura en la Frontera sur de México (Reagri).
El
Consejo de Villaflores se creó formalmente el 18 de septiembre de 2003, para
este propósito la Secretaría de Desarrollo Rural de Chiapas (sdr) conjuntamente con la Sagarpa, bajo
mandato de la ldrs, emitieron la
convocatoria y la hicieron llegar a las diferentes organizaciones productivas e
instituciones con presencia en el municipio. Para el 2005, un organismo del giadr, la Agencia de Cooperación Técnica
Alemana (gtz) presentó al Consejo de Villaflores una
propuesta para participar en su fortalecimiento organizacional y de integración
de evidencias que le permitiera constituirse en un espacio de toma de
decisiones descentralizado encaminado al desarrollo rural sustentable del
municipio. La propuesta de la gtz
fue aceptada y los autores de este artículo participaron de 2005 a 2007 en un
proceso de investigación-acción como facilitadores y sistematizadores de la
información generada en 39 reuniones del Consejo de Villaflores, donde
intervinieron un promedio de 20 representantes de organizaciones.
Reagri,
por su parte, ha sido un programa piloto de los organismos del giadr y ha servido como referente para
los mismos organismos multilaterales y para las dependencias del gobierno
mexicano de como debiese funcionar la nueva institucionalidad del desarrollo
rural. En Reagri participaron el Fondo Común para los Productos Básicos, el
Fondo de Riesgo Compartido para el Fomento de Agronegocios, el Instituto para
el Desarrollo Regional a.c., y los
Centros de Desarrollo Regional. Reagri se caracterizó por ser un programa
descentralizado y desregulado, que buscó incorporar a productores minifundistas
con buenas condiciones agroecológicas al mercado de bienes agrícolas. En Reagri
los autores del presente artículo participaron en su evaluación, para lo cual
utilizaron grupos focales integrados por técnicos y productores, entrevistas en
campo a productores y recorridos por plantaciones e invernaderos.
Los
criterios con los cuales se desarrolló la evaluación fueron construidos con
base en los principios que articulan a la ldrs
y los conceptos que señalan diferentes autores como fundamentos de la nueva
gobernanza (Banco Mundial, 2000; Kooiman y Van Vliet, 2000; Maintz, 2000;
Kaufmann et al., 2010). Dichos criterios fueron: descentralización,
eficacia, participación, regulación y estabilidad política.
La
descentralización se concibe como la transferencia de la autoridad fiscal,
política y administrativa a niveles locales de gobierno (Blair, 2000; Boisier,
2002; Díaz, 2002). La eficacia, por su parte, se valora en función de las metas
establecidas contra los resultados alcanzados en los programas evaluados
(Project Managment Institute, 2004), mientras que la participación se entiende
como un proceso a través del cual los actores involucrados, con diferentes
perspectivas, capacidades y activos, trabajan en equipo para alcanzar las metas
establecidas en un proyecto (Taylor et al., 1998). En tanto, la
regulación está en función de las dependencias y controles administrativos a
los que tienen que atender los responsables de programas y proyectos para
informar del cumplimiento de metas (Boisier, 2002; Kaufmann et al.,
2010). Por último, estabilidad política se analiza en relación a cómo el
gobierno atiende a las necesidades de la gente, en particular a los actores
estratégicos (Prats, 2003).
Con
los criterios definidos se desarrolló la escala de medición considerando la
graduación, la discriminación y la validez de los mismos (Sierra, 1998). Así,
los criterios tuvieron como valores mínimos las prácticas que corresponden a la
vieja gobernanza, mientras que los máximos son los que se espera se apliquen
con la institucionalización de la nueva gobernanza (cuadro 1).
3. Resultados y discusión
Esta
sección se integra con la identificación de los actores estratégicos que
participan con sus capacidades y en el marco de las reglas del juego definidas
por la nueva institucionalidad. Enseguida se desarrolla la evaluación de los
estudios de caso, para lo cual se inicia con la referencia que corresponde en
la ldrs a cada criterio, para
después pasar a registrar y discutir los resultados. Se termina esta sección
con una síntesis gráfica de los resultados de la evaluación de los dos estudios
de caso en cuestión.
3.1. Los actores estratégicos
Para
valorar con una visión amplia los programas, motivo de este estudio, es
necesario identificar los actores estratégicos que interactúan y sus funciones,
tal y como lo sugiere Prats (2003). Por este motivo retomamos a Friedmann
(2001) y Cazorla et al. (2004), quienes nos señalan que en los ámbitos
de la política pública participan cuatro grandes grupos de actores: social
(familias y organizaciones de la sociedad civil), privado empresarial
(organizaciones formales e informales dedicadas a actividades económicas de
iniciativa privada), política (todas las organizaciones políticas formales de diferentes niveles) y
público administrativo (administraciones públicas existentes y acciones de
iniciativa pública). ∫
Haciendo
uso de las categorías de Friedmann (2001) y Cazorla et al. (2004) es
posible identificar que en Alianza participaron:
a) en el ámbito político, las cámaras de diputados y senadores, que autorizan
los presupuestos cada año; b) en el ámbito público administrativo, la Sagarpa
quien publica anualmente las reglas de operación del programa, negocia los
convenios de colaboración y mezcla de recursos con los gobiernos de los estados
de la federación, y la Secretaría de Desarrollo Rural de cada estado de la
federación que lleva a cabo la operación de los fondos; los Consejos de
Desarrollo Rural Sustentable, en este caso en el nivel municipal, son los
organismos que, según la ley, deben priorizar y dictaminar los proyectos de
desarrollo rural a llevarse a cabo en el municipio; c) los actores sociales y
privados que participan son los grupos de productores y empresarios agrícolas
que hacen la gestión de sus proyectos en las ventanillas dispuestas por el
Estado.
Cuadro 1
Criterios de evaluación de institucionalización de la nueva gobernanza
Criterios |
Escala |
Descentralización |
1. Centralizado 2. Se crean organismos con funciones consultivas, pero no decisorias. 3. Se crea una organización distinta a la cual se le transfiere capacidad de toma de decisiones y recursos financieros (Boisier, 2002; Díaz, 2002). |
Eficacia |
La eficacia se valora en función de metas comprometidas/resultados alcanzados. 1. < = 50% 2. 51-75% 3. 76-100% |
Participación |
Participación es colaboración y está basada en: 1. Comunicación: donde el intercambio de información está dirigido por lo que al gobierno le interesa transmitir. 2. Contribución: se basa en la provisión de recursos desde los diferentes actores para soportar el proyecto. 3. Cooperación: donde los actores involucrados negocian recursos y asumen responsabilidades para el buen desarrollo del proyecto. |
Regulación |
1. Regulación centralizada y precisa 2. Regulación descentralizada a organismos locales 3. Desregulada |
Estabilidad política |
1. El gobierno atiende a las grandes organizaciones de manera clientelar y autoritaria. 2. El gobierno atiende a las grandes organizaciones en mesas de negociación. 3. El gobierno establece espacios de diálogo entre grandes organizaciones, pequeños grupos de trabajo y microempresarios. |
Fuente: Elaboración propia.
Reagri,
por su parte, constituye una iniciativa que tiene el propósito de coordinar
acciones para impulsar la reconversión productiva con la participación de los
siguientes actores estratégicos: a) en el ámbito político, el Fondo Común para
los Productos Básicos de las Naciones Unidas (cfc),
el cual establece las bases para la cooperación al desarrollo; b) en el ámbito
público administrativo, el Fideicomiso de Riesgo Compartido para el Fomento de
Agro negocios de la Secretaría de Agricultura de México (Firco), quien desarrolló los criterios y lineamientos para la
operación del programa Reagri; c) en los actores social y privado que
participan está el Instituto para el Desarrollo Regional a.c. (Idear) quien fue la agencia de
desarrollo que operó Reagri, la cual trabajó en las microregiones años antes a
la implantación del proyecto en acciones de: constitución de los grupos,
identificación de las comunidades monitor, evaluación de condiciones
agroecológicas y en el consenso del proyecto social; los Centros de Desarrollo
Regional (que agrupan a las organizaciones participantes en el proyecto) que
desarrollaron actividades de organización, reglamentación de las acciones,
preparación de los terrenos, establecimiento de los proyectos, monitoreo y
evaluación.
3.2. Evaluación con criterios de gobernanza
3.2.1.
Descentralización
La
ldrs establece en su artículo 23:
El
federalismo y la descentralización de la gestión pública serán criterios
rectores para la puesta en práctica de los programas de apoyo para el
desarrollo rural sustentable. Los convenios que se celebren entre el Gobierno
Federal, los gobiernos de las entidades federativas y de los municipios, se
ajustarán a dichos criterios y conforme a los mismos determinarán su
corresponsabilidad en lo referente a la ejecución de las acciones vinculadas al
desarrollo rural sustentable.
Los Consejos municipales de desarrollo rural
sustentable (Comudrs) pueden operar de manera descentralizada en la medida que
cumplan con: 1) constitución formal del Comudrs;
2) un plan de desarrollo rural validado por el Comudrs; 3) un departamento de
desarrollo rural o equivalente, cuyo responsable haya sido validado por el
Comudrs; 4) un programa anual de desarrollo rural del ejercicio fiscal
correspondiente validado por el Comudrs, y 5) firmar el anexo de ejecución
municipalizada
del programa de desarrollo rural junto con la delegación de Sagarpa y el gobierno
estatal (Sagarpa, 2005).
El
Consejo de Villaflores se constituyó formalmente desde 2003, sesionó
periódicamente y de manera sistemática de 2005 a 2007. Como parte de los
acuerdos del consejo sus miembros desarrollaron seis talleres participativos
microregionales para integrar el plan municipal de desarrollo rural
sustentable, el cual estuvo terminado en marzo de 2006. El documento referido
recibió observaciones por parte de la Unidad Operativa de la Secretaría de
Desarrollo Rural del Estado de Chiapas. Las correcciones fueron integradas por
los consejeros, con lo cual fue aprobado el plan. Todo este proceso anterior
fue encabezado desde el inicio por el responsable del área de desarrollo rural
del municipio (Parra y Herrera, 2006).
El
trabajo desarrollado por el Consejo de Villaflores le acreditaba haber cumplido
los tres primeros pasos para la operación municipalizada, y dado el visto bueno
por las instancias correspondientes se podían cubrir rápidamente los dos pasos
administrativos restantes. Por tal, en 2007 acudieron comisiones del consejo
para hacer la gestión de la descentralización de los recursos. Del mismo modo
se aprovechó la visita de un senador de la república y de funcionarios
estatales al consejo para solicitar la descentralización. Sin embargo, la
respuesta fue negativa en todos los casos, disimulada con postergaciones (Parra
y Herrera, 2006).
Sagarpa
opera Alianza de manera descentralizada
con los gobiernos de los estados de la federación mexicana, así cada año
celebra convenios de colaboración (reglas de operación y recursos financieros)
entre estos dos niveles de gobierno (fao-Sagarpa,
2005). En situaciones que el gobierno federal ha tratado de centralizar de
nuevo el ejercicio de algunos recursos ha recibido una respuesta contestataria
de la bien organizada Conferencia Nacional de Gobernadores (Conago), tal y como
se dio en la sesión de Campeche de 2008 (Conago, 2008). Con esto se evidencia
que los gobiernos de los estados asumen y defienden la toma de decisiones y
opera-ción federalizada de los programas de desarrollo rural.
Por
su parte, Reagri a través de Idear recibió los recursos directamente de
los organismos centrales, sin pasar por los gobiernos de los estados, y operó
los recursos del proyecto de reconversión productiva de acuerdo a normas de cfc-Firco (Parra y Herrera, 2005).
Con los elementos citados y de acuerdo a la escala
de medición desarrollada,
Alianza está en un nivel
intermedio, ya que como está funcionando actualmente, respeta el marco de
descentralización al nivel de los estados de la federación de México, lo que ha
propiciado un creciente protagonismo de las secretarías de desarrollo rural de
los estados (giadr, 2007). Pero la
descentralización no ha llegado al nivel de las regiones y municipios, tal y
como lo establece la ldrs. Al
respecto, Bodemer et al. (2006) señalan que el viejo federalismo
latinoamericano institucionalizó equilibrios de poder entre las elites
nacionales y regionales. Por su parte, Reagri se ubica en el nivel tres de este
criterio, ya que un ente distinto del organismo central operó los recursos de
manera descentralizada y desregulada (Boisier, 2002).
3.2.2.
Eficacia
La
Ley de Desarrollo Rural Sustentable en su inciso dos de la descripción como
iniciativa señala: “El proyecto de ley de desarrollo rural establece un sistema
de estructuras e instrumentos de planeación para fortalecer el federalismo e
incrementar la eficacia de las acciones de desarrollo rural sin generar nuevas
cargas burocráticas…” (ldrs,
2001).
El Consejo de Villaflores no operó proyectos
de manera directa debido a que no se logró la descentralización hasta el nivel
municipal. De esta manera, no se puede valorar la eficacia para el Consejo de
Villaflores.
Alianza,
operado desde los gobiernos de los estados, (fao-Sagarpa,
2005 y 2007), tiene una eficacia que va de 49 a 58% respecto a metas
financieras; la misma fao señala
en los informes de evaluación, que existen demoras considerables en la
operación del programa, explicados en parte por la complejidad del mismo. Esta
ineficacia compromete incluso la viabilidad política del programa, y por tanto,
la gobernanza en las zonas de intervención (fao-Sagarpa,
2007). La ineficacia se explica porque en cada gobierno de los estados de la
federación se ha establecido una burocracia para la operación de los programas
equivalente a la que tiene Sagarpa, es decir, se ha generado nueva burocracia y
por tal se contradice a lo establecido en la ldrs.
En
contraste, la empresa de servicios profesionales que operó Reagri logró una
eficacia del 100% en las metas de implantación del proyecto (hectáreas
reconvertidas, viveros, invernaderos, microregiones, organizaciones monitor,
organizaciones réplica), mientras que en las metas que corresponden al
desarrollo del capital social (fortalecimiento de organizaciones,
funcionamiento de redes) tiene avances, pero no alcanzan la consolidación
(Parra y Herrera, 2005).
En
Reagri la empresa de servicios logró movilizar de manera eficaz los recursos y
capacidades de la cooperación internacional y del Estado (enfoque descendente),
parcialmente lo consiguió desde los productores y estuvo ausente al inicio del
programa la participación de la sociedad civil (enfoque ascendente).
Los
autores en visita reciente (17 de julio de 2009) al proyecto Reagri registraron
una participación creciente de la iniciativa privada en servicios para la
provisión de insumos, asistencia técnica y comercialización; al mismo tiempo
que las organizaciones sociales evidenciaban mayores capacidades. Por tanto, se
puede decir que no es necesario que todos los actores participen en todas las
fases con igual intensidad, pero el trabajo eficaz de unos actores en las
primeras etapas facilita la participación de otros en fases posteriores.
Con
la información citada, Alianza se ubica en el nivel uno en la escala
desarrollada para este criterio, que corresponde a menos de 50% de eficacia, ya
que el equilibrio de poderes entre la federación y los estados ha dado como
resultado una operación ineficaz de los programas de desarrollo rural,
situación que no es exclusiva de México, sino de todos los países
latinoamericanos (Bodemer et al., 2006). Por su parte, Reagri se ubica
en el nivel tres, que corresponde a 75-100% de eficacia, y se explica en una
operación donde confluyeron entes centralizados e instancias locales, sin pasar
por organismos intermedios (estados de la federación), lo cual es atípico para
los procedimientos formales en México, pero resultó eficaz. Otros programas de
desarrollo rural han desarrollado esquemas parecidos de descentralización, tal
como lo fue leader para Europa,
con resultados que suman a la eficacia (Cazorla et al., 2005; aeidl, 1995).[1]
3.2.3.
Participación
La
ldrs establece las reglas del
juego para la participación de los actores en su artículo 24:
Con
apego a los principios de federalización, se integrarán Consejos para el
Desarrollo Rural Sustentable, homologados al Consejo Mexicano, en los
municipios, en los Distritos de Desarrollo Rural y en las entidades
federativas. Los convenios que celebre la Secretaría con los gobiernos de las
entidades federativas preverán la creación de estos Consejos, los cuales serán
además, instancias para la participación de los productores y demás agentes de
la sociedad rural en la definición de prioridades regionales, la planeación y
distribución de los recursos que la Federación, las entidades federativas y los
municipios destinen al apoyo de las inversiones productivas, y para el desarrollo
rural sustentable conforme al presente ordenamiento.
El
Consejo de Villaflores sesionó regularmente desde 2003. Con una nueva
administración municipal en 2005-2007 y la participación de gtz en acciones de fortalecimiento, se
sumaron actores que participaron activamente en 39 reuniones del Consejo de
Villaflores, con un promedio de 20 representantes de organizaciones. Del mismo
modo se realizaron seis talleres microregionales que dieron oportunidad de
participación a los productores en la integración del plan municipal. Todo este
proceso de movilización social demostró voluntad desde las organizaciones
sociales para participar y lograr concertaciones, del mismo modo demostraron
capacidad para desarrollar criterios e indicadores locales para la aprobación,
monitoreo y evaluación de proyectos. Desgraciadamente, la participación
disminuyó en 2008 después que no se logró la descentralización de recursos
financieros y, por tal, acota al Consejo de Villaflores a funciones de consulta
(Parra y Herrera, 2006).
Para
el Consejo de Desarrollo Rural estatal de Chiapas, Vázquez (2007) registró que
funciona de manera protocolaria y por ello las decisiones sobre las prioridades
de inversión en el desarrollo rural se toman de manera autoritaria. Sin
embargo, esta situación no sucede solamente en el estado de Chiapas, Según Da
Silva (2006) en los Consejos de Desarrollo Rural Sustentable de toda la
federación, la participación es cada vez más escasa y su utilidad es
cuestionada debido a que se les ha descentralizado funciones pero no la toma de
decisiones sobre los recursos de la Alianza.
En
contraste, en Reagri, se registró que la participación va incrementando en
número de actores conforme las fases del programa avanzan. Al inicio del
programa, los productores limitaron su participación a la facilitación de
información, conforme los compromisos del gobierno con el programa se hicieron
en tiempo y forma, los productores fueron incrementando su colaboración desde:
a) aportar ideas, b) tomar iniciativas, hasta c) aportar y arriesgar recursos,
así como ser corresponsables con el proyecto (Parra y Herrera, 2005). En este
sentido, más participación es mayor compromiso para los productores, lo que al
mismo tiempo, según Stalker (2005), lleva a incrementar la posibilidad de éxito
de los programas de desarrollo rural.
En
la fase de monitoreo, las cooperativas de productores nombraron a las personas
para el control y vigilancia de las actividades que corresponden a la
implementación del proyecto, lo cual consistía en recorrer cada una de las
predios de los socios. Así, la iniciativa de evaluación ya no correspondió a
los actores externos, como lo fue en las primeras dos fases del proyecto (Parra
y Herrera, 2005).
El programa además de llevar a crear nuevas
estructuras, también generó acuerdos y compromisos de los socios de las
cooperativas (institucionalidad), las cuales son necesarias para que el
programa continúe su buena marcha, pero también para ir consolidando las
recientes organizaciones.
Las organizaciones participantes en el programa de
las cuatro microregiones
se conformaron, en su mayoría, con la facilitación de los técnicos de Idear,
como actividad inicial del programa. También participaron en el proyecto
organizaciones que ya existían desde hace varios años y con lazos fuertes con
organizaciones regionales (Parra y Herrera, 2005).
Con
la información registrada, Alianza se ubica en el nivel uno de la escala de
medición, que corresponde a una colaboración basada en el intercambio de
información de acuerdo con los intereses del gobierno; mientras que el proyecto
Reagri se ubica en el nivel tres, que significa una cooperación basada en la
colaboración donde los actores involucrados negocian recursos y asumen
responsabilidades para el buen desarrollo de los proyectos del programa. La
forma de participación de los implicados en el proyecto Reagri es una opción
que funciona en el contexto local (cultural, social y político), y que nos
permite identificar elementos que merecen ser analizados para su implantación
en Alianza; por ejemplo, comenzar con una participación que tenga
representatividad, pero también operatividad que permita tomar decisiones y
ejecutar con eficacia; una operación efectiva permitirá poner en marcha el
programa con los tiempos y formas comprometidos; los buenos resultados
incrementarán la participación en número y compromiso.
3.2.4.
Regulación
La
norma de operación de Alianza 2011 señala 10 grandes pasos en su esquema de
procedimiento de uso de recursos del erario (Diario Oficial de la Federación,
2011: 94). Pero no toma en cuenta los pasos intermedios, ni los que adicionan
en cada estado de la federación, que según Cartagena et al. (2005: 11)
suman “70 pasos y un promedio de 300 días para que un proyecto de Alianza sea
autorizado y entregado los recursos a los productores en el estado de Chiapas”.
Los
beneficiarios de proyectos de Alianza deben atender controles administrativos de los gobiernos estatales y
federales; las normas de operación de Alianza cambian de forma todos los años, por ejemplo la actual fue
publicada en diciembre de 2010 y reformada en mayo de 2011, pero no ha mejorado en la simplificación, por
lo que el proceso de operación de Alianza sigue siendo centralizado y preciso,
acorde a la vieja gobernanza (Cartagena et al., 2005; fao-Sagarpa, 2007).
Por
su parte, la operación de Reagri se puede ubicar como desregulada, ya que
atendió una sola dependencia federal y sus controles administrativos, reforzada
con la participación creciente de los productores en el monitoreo del proyecto
(Parra y Herrera, 2005).
Así,
Alianza se ubica en el nivel uno de la escala de medición desarrollada, que
implica una regulación centralizada y precisa, en tanto que Reagri se ubica en
el nivel tres de la escala, que corresponde a operación desregulada.
3.2.5.
Estabilidad política
Para
este criterio no existe cita explícita en la ldrs,
sin embargo el secretario de Desarrollo Rural en la exposición de justificación
de las reglas de operación 2011 de Alianza,
hecha en el Consejo Mexicano para el Desarrollo Rural, enfatiza un
proceder incluyente de los diversos actores que puedan aportar soluciones a la
estrategia de desarrollo territorial (Consejo Mexicano para el Desarrollo Rural
Sustentable, 2010).
El Consejo de Villaflores atendió la estabilidad
política con la inclusión de representantes de organizaciones sociales y
productivas, a la par de representantes de los ejidos y comunidades. Si bien
existen algunas diferencias entre los representantes citados, prevalecieron los
acuerdos para evitar duplicar padrones en solicitudes validadas por el Consejo
para ser enviadas a diferentes dependencias (Parra y Herrera, 2006).
En
el actual y pasado gobiernos del estado de Chiapas se mantiene la estabilidad
política a través de la atención directa y sin pasar por el Consejo de desarrollo
rural estatal a las grandes organizaciones sociales, las cuales en caso de no
atender sus demandas pueden movilizarse y afectar la estabilidad política. Por
su parte, el gobierno federal atiende el criterio de estabilidad política a
través de la inclusión de las organizaciones del Congreso Agrario Permanente en
el Consejo Mexicano de Desarrollo Rural Sustentable, tal y como se evidencia en
la lista de participantes y en las actas de sesión del Consejo Mexicano
(Consejo Mexicano de Desarrollo Rural Sustentable, 2010)
En
cambio, en Reagri se atendió al criterio de estabilidad política considerando a
organizaciones sociales y productivas con capacidad de movilización en las
regiones de trabajo, al mismo tiempo que los técnicos trabajaron en la
integración de otras organizaciones productivas. Esta forma de atender el
criterio de estabilidad política en Reagri permitió la inclusión de pequeños
productores dispersos y al mismo tiempo crear un contrapeso a las
organizaciones sociales tradicionales. Las opciones de ingresos y empleo que
generó Reagri han abonado a la estabilidad política, sin que eso signifique
ausencia de diferencias entre los actores (Parra y Herrera, 2005). El avance
del proyecto de Reagri trae nuevos puntos de conflicto que necesitan solucionar
entre los varios actores, tal como la ubicación de las instalaciones de
selección, empaque y carga, que todas las organizaciones disputan porque les
queden cercanas.
En
resumen y de acuerdo a la escala desarrollada para el criterio de estabilidad
política, Alianza, operado desde el Consejo de Villaflores alcanza un nivel
tres en la escala, del mismo modo lo logra Reagri. Sin embargo, como al Consejo
de Villafores no se le descentralizó recursos y quien realmente opera Alianza
es el gobierno del estado, esta instancia maneja la estabilidad política de
acuerdo a lo establecido en el nivel uno (El gobierno atiende a las grandes
organizaciones sociales de manera clientelar y autoritaria). En efecto y de
acuerdo a lo citado, los gobiernos federal y estatal operan Alianza en atención
al criterio de estabilidad política considerando el grado de organización del
actor, el acceso a niveles decisorios y la posibilidad de que se genere un
conflicto social y político en caso de no atender sus demandas, tal y como señala
Ruiz (1996) que son los criterios de diseño de políticas públicas en el formato
de la vieja gobernanza. Los actores estratégicos no han avanzado para
establecer una mesa de negociación con mayor inclusión, tal y como se espera en
la nueva gobernanza. Es importante señalar que la forma de manejar la
estabilidad política le ha sido efectiva hasta ahora al gobierno del estado y
federal, ya que no se han presentado hasta ahora movilizaciones sociales que le
exijan un cambio.
Figura I
Resultados de la
evaluación de Alianza y Reagri
Fuente: Elaboración propia.
Conclusiones
Los
actores estratégicos del desarrollo rural en México aplican el programa Alianza
para el Campo con prácticas de la vieja gobernanza, disimulado con la
institucionalización de la nueva gobernanza en la Ley de Desarrollo Rural
Sustentable.
La
descentralización de los programas de desarrollo rural se ha quedado en el
nivel de los estados de la federación, con lo cual se ha logrado el equilibrio
de poderes entre dos actores estratégicos importantes, de diferentes niveles,
pero gubernamentales ambos.
Lo
que no se ha logrado con la institucionalización formal de la nueva gobernanza
es aumentar la participación de las organizaciones sociales y privadas, el
Estado sigue siendo el actor más importante, aunque insuficiente para
identificar los problemas y resolverlos. Esto se ha traducido en ineficacia y
nulo impacto en la disminución de la pobreza.
A
los gobiernos estatal y federal les funciona, hasta ahora, la atención
clientelar y corporativista de las grandes organizaciones para mantener la
estabilidad política, y mientras les resulte esta manera de atender las
necesidades de estos actores estratégicos no se darán grandes cambios en la
descentralización y participación de otros actores.
Los organismos multilaterales a través de los
condicionamientos vinculados a los financiamientos para los países, en este
caso México, pueden propiciar cambios en las normas y en las relaciones de los
actores a diferentes niveles.
Un
nuevo actor con capacidades para considerarse estratégico y que demande
participar bajo nuevas interacciones y espacios puede también impulsar un
cambio en la situación de la institucionalidad actual. Uno de ellos puede ser
las organizaciones que integran cientos de municipios en el país. La gestión de
descentralización de un municipio de manera aislada no tendrá resultados, tal
como fue para el municipio de Villaflores, Chiapas.
Los
consejos municipales son un espacio privilegiado para la participación de los
actores social y privado, tal como se registró en el Consejo de Villaflores,
pero necesita que se le descentralicen recursos para que sea un espacio de toma
de decisiones y no sólo de consulta.
Mientras
que en el consejo federal y desde los gobiernos de los estados sólo participan
como actores estratégicos las grandes organizaciones sociales, en los consejos
municipales y en el nivel que se aplicó Reagri tienen cabida pequeñas
organizaciones, representantes comunitarios y microempresarios. Las escalas sí
importan en la descentralización, ya que se puede valorar con los mismos
criterios de la gobernanza tradicional a los actores estratégicos pero la
medida es diferente, por tanto, participan un mayor número de actores.
Por lo citado, los retos a superar en la
institucionalidad del desarrollo rural, manteniendo la perspectiva de nueva
gobernanza, es avanzar en la reglamentación de la ldrs respecto a la descentralización y en este sentido
definir las funciones y contribuciones de cada actor en cada uno de los niveles
en la estructura organizativa, que propicie una operación con mayor eficacia y
facilite una mayor participación de actores sociales y privados.
La
forma en que fue operado Reagri constituye una opción en la medida que la
descentralización se acompañe de consejos participativos (estatales y
municipales) en la toma de decisiones, monitoreo y evaluación de proyectos
estratégicos, los cuales pueden ser operados por empresas de profesionales del
desarrollo rural.
En
la medida que los gobiernos de los estados y la federación permitan la
participación de la sociedad en la toma de decisiones y monitoreo de proyectos,
tal y como la nueva gobernanza lo concibe, puede disminuir la excesiva
regulación actual que enfatiza en lo documental y soslaya los resultados en
campo.
Los
retos a superar en la institucionalidad del desarrollo rural en México se enmarcan en un contexto de toma de decisiones
a múltiples escalas con creciente importancia de los acuerdos y regímenes
supranacionales, que se suman a las condicionantes establecidas por los financiadores
internacionales, pero también con la exigencia de participación de un mayor
número de actores en formatos más complejos de negociación, dada la
intervención de representantes de diferentes jurisdicciones (municipios,
estados, federación) en el diseño e implementación de políticas públicas.
Anexo 1
Siglas y acrónimos utilizados
Alianza: Alianza para el Campo |
Comudrs: Consejos municipales de
desarrollo rural sustentable |
Conago: Conferencia Nacional de
Gobernadores |
cfc:
Fondo Común para los Productos Básicos de las Naciones Unidas |
Ecosur: El Colegio de la Frontera Sur |
fao:
Fondo de la Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación |
Firco: Fideicomiso de Riesgo
Compartido |
giadr:
Grupo Interagencial de Desarrollo Rural-México |
gtz:
Agencia de Cooperación Técnica Alemana |
Idear: Instituto para el desarrollo
regional a.c. |
ldrs: Ley de Desarrollo Rural
Sustentable |
leader:
Relación entre Acciones de Desarrollo de la Economía Rural |
Reagri: Proyecto de Reconversión de la
Agricultura en la Frontera sur de México |
Sagarpa: Secretaría de Agricultura,
Ganadería, Pesca y Alimentación |
sdr:
Secretaría de Desarrollo Rural de Chiapas |
Fuente:
Elaboración propia.
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Recibido: 17 de diciembre de 2009.
Reenviado: 8 de agosto de 2011.
Aceptado: 19 de septiembre de 2011.
Obeimar Balente-Hererra. Es
doctor ingeniero agrónomo en planificación y gestión de proyectos de desarrollo
rural sostenible por la Universidad Politécnica de Madrid. Su adscripción
laboral es el área de sistemas de producción alternativos de El Colegio de la
Frontera Sur. Se ha especializado en los últimos años en desarrollo territorial
e innovación. Entre sus últimas publicaciones destacan, en coautoria,
“Estrategia regional de desarrollo comunitario del proyecto pades”, en German Martínez (coord.), Tres
estudios para el desarrollo sustentable en la selva Lacandona, Gobierno del
Estado de Chiapas-Fondo de Población de las Naciones Unidas, Tuxtla Gutiérrez,
Chiapas, pp. 205-301 (2008); en coautoría,
“Modos de vida y seguridad alimentaría de los mayas de Campeche”, Fondo
de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación, Roma, pp. 129-168
(2007); en coautoría (artículo ganador de la Iniciativa fao América Latina y el Caribe sin hambre), Criterios de
sustentabilidad para la planificación en los consejos municipales de desarrollo
rural sustentable, El Colegio de la Frontera Sur-Agencia de Cooperación
Alemana-Comisión Nacional de Áreas Naturales Protegidas, México (2007).
José María Díaz-Puente. Es
doctor ingeniero agrónomo por la Universidad Politécnica de Madrid, con
estancias de formación investigadora en Berkeley University, en el Institute of
Urban and Regional Development (iurd),
y Stanford University, en el Policy Analysis & Evaluation Unit. Actualmente
está adscrito a gesplan (Grupo I+D
Planificación y Gestión del Desarrollo Rural-Local); departamento Proyectos y
Planificación Rural; Universidad Politécnica de Madrid. Su línea de investigación actual es:
evaluación del desarrollo. Sus publicaciones más recientes son: en coautoría,
“Policy Support for the Diffusion of Innovation among smes: An Evaluation Study in the Spanish Region of Madrid”, European
Planning Studies, 17(3), Taylor & Francis, Londres, pp. 365-387 (2009);
en coautoría, “Empowering communities through evaluation: some lessons from
rural Spain”, Community
Development Journal,
44 (1), Oxford Univesity Press, Oxford, pp. 53-67. (2009); en coautoría,
“Building evaluation capacity in Spain: a case study of rural development and
empowerment in the European Union”, Evaluation Review, 32(5), sage publications, Thousand Oaks, pp.
478-506 (2008).
Manuel Roberto Parra-Vázquez. Es doctor en economía por la Universidad Nacional Autónoma de México. Investigador titular “C”, adscrito al área de Sistemas de Producción Alternativos de El Colegio de la Frontera Sur. Sus líneas de investigación actuales son: desarrollo territorial y políticas públicas para el desarrollo local. Sus publicaciones más recientes son: en coautoría, “Planear participativamente: institucionalización de la participación social en el Consejo Distrital de Los Altos de Chiapas”, en Trench Tim (coord.). La dimensión cultural en procesos de desarrollo rural regional: casos del campo mexicano, Universidad Autónoma Chapingo, México, pp. 65-110. (2008); en coautoría, “Estrategia regional de desarrollo comunitario del proyecto pades”, en German Martínez (coord.) Tres estudios para el desarrollo sustentable en la Selva Lacandona, Gobierno del Estado de Chiapas-Fondo de Población de las Naciones Unidas, Tuxtla Gutierrez, pp. 205-301 (2008); en coautoría, Criterios de sustentabilidad para la planificación en los Consejos Municipales de Desarrollo Rural Sustentable, El Colegio de la Frontera Sur, México, (2007).
[1] leader: Relación entre acciones de desarrollo de la economía rural. leader nace en 1991 en la Unión Europea con base en políticas de diversificación de la economía rural y participación de la gente de las comunidades en la búsqueda de sus propias soluciones. Después de 15 años de funcionamiento de leader se considera a éste como “el último gran escalón en la evolución del desarrollo rural en la ue, marcando el inicio de una nueva concepción de la política de desarrollo rural basada en un enfoque territorial, la creación de estructuras de gobierno locales y una gestión descentralizada” (Cazorla et al., 2005: 11).